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La clase obrera en México, un primer acercamiento estadístico

Héctor Maravillo
Miembro del CC el PCM

Artículo publicado en El Machete no. 3.  pp. 52-66.

 

Introducción

En la actualidad es común encontrarse con discursos según los cuales hablar de clase obrera es un anacronismo. Ya sea que desde la academia se argumente teóricamente la muerte del proletariado, o desde la “izquierda” se hable de los “nuevos sujetos emergentes”, todos coinciden en negar su existencia y/o su potencial revolucionario. Y sin embargo, los obreros siguen diariamente llegando a su trabajo y produciendo la base material de la sociedad; parafraseando a Galileo Galilei: “y sin embargo, se mueven”. En este sentido, tiene razón el filósofo esloveno Slajov Zizek en exhibir como fenómeno actual la necesidad de apartar de la mirada pública el proceso de producción, como si fuese una “indecencia obscena” algo que debe hacerse “bajo tierra”. De esta forma, mientras en los países de Occidente se pueden dar el lujo de balbucear acerca de la “clase obrera en vías de desaparición”, hay “millones de anónimos trabajadores sudando en fábricas del tercer mundo” (1).

Aunque cada uno de estos discursos aparece con diferentes matices y fundamentos, tienden a coincidir en uno o varios de los siguientes puntos:

  • La inexistencia de la clase obrera o su tendencial desaparición, en términos cuantitativos. Por ejemplo, las teorías de la desindustrialización, la tercerización, el crecimiento de la clase media, el aumento de la movilidad social, etc.
  • El desplazamiento de la contradicción capital-trabajo como eje rector y explicativo del sistema económico social. Por ejemplo las teorías sobre las sociedades “post” (postcapitalista, postindustrial, postfordista), la economía del conocimiento. Como diría Zizek ésta es la manera postmoderna de rechazar la importancia del conflicto de clase (2)
  • La desaparición de la capacidad revolucionaria y el potencial político de la clase obrera. Por ejemplo, cuando se habla de los “nuevos sujetos emergentes”, de la lucha del “ciudadano”.

Ya en otros momentos se han hecho críticas desde el marxismo leninismo a las diferentes posturas que intentan “asesinar” teóricamente a la clase obrera. Por ejemplo, el libro de Peter Mertens (miembro del Partido del Trabajo de Bélgica) La clase obrera en la era de las multinacionales (3), donde critica las falacias de Antonio Negri sobre la “desaparición de la clase obrera” y demuestra que el crecimiento del sector terciario, no es a costa del proletariado como se argumenta, sino de la población rural. En un sentido más acotado, puede revisarse su artículo para la Revista Comunista Internacional (4) o para el caso de México el artículo de los camaradas Jesús Saavedra y Miguel Kun del número 3 de El Machete (5). Siguiendo esta línea, en este pequeño trabajo, se aportaran algunos elementos que ayuden a mostrar científicamente que la clase obrera no sólo existe, sino que sigue siendo el único grupo social con las suficientes fuerzas para transformar de raíz las relaciones sociales en México.

Para hablar de la clase obrera en su totalidad es necesario considerarla en su contraposición con otras clases, pues como diría Marx y Engels en La Ideología alemana “Los diferentes individuos sólo forman una clase en cuanto se ven obligados a sostener una lucha común contra otra clase, pues por lo demás ellos mismos se enfrentan unos con otros, hostilmente, en el plano de la competencia” (6). Pero esto no significa que no puedan abstraerse los factores subjetivos (la “clase para sí”) y enfocar únicamente sus determinaciones objetivas (“clase en sí”); considerándolos siempre como momentos indisolubles pero analíticamente separados. Gramsci describe correctamente estos diferentes momentos o niveles del estudio de la lucha de clases bajo el materialismo histórico en su texto “Análisis de las situaciones. Relación de fuerzas”:

“1] Una relación de fuerzas sociales estrechamente ligada a la estructura, objetiva, independiente de la voluntad de los hombres, y que puede medirse con los sistemas de las ciencias exactas o físicas. Sobre la base del grado de desarrollo de las fuerzas materiales de producción se tienen las agrupaciones sociales, cada una de las cuales representa una función y ocupa una posición dada en la producción misma. Esta relación es, y nada más: una realidad rebelde; nadie puede modificar el número de las empresas o de sus empleados, el número de las ciudades con la correspondiente población urbana, etc. Esta división estratégica fundamental permite estudiar si en la sociedad existen las condiciones necesarias y suficientes para una transformación, es decir, permite controlar el grado de realismo y de operatividad de las diversas ideologías nacidas en su mismo terreno, en el terreno de las contradicciones que la división ha engendrado durante su desarrollo.

2] Un momento ulterior es la relación de las fuerzas políticas esto es: la estimación del grado de homogeneidad, de autoconsciencia y de organización alcanzado por los varios grupos sociales. Este momento puede analizarse a su vez distinguiendo en él varios grados que corresponden a los diversos momentos de la conciencia política colectiva tal como se han manifestado hasta ahora en la historia. (…)

3] El tercer momento es el de las relaciones de las fuerzas militares, que es el inmediatamente decisivo en cada caso. (…) se pueden distinguir dos grados, el militar en sentido estricto, o técnico-militar, y el grado que puede llamarse político-militar.”(7)

Nosotros nos ubicaríamos en el primer nivel, al realizar un análisis de la clase obrera en términos cuantitativos, a partir de los datos que ofrecen los últimos censos estatales en nuestro país. La estadística se utiliza aquí únicamente para dar una idea de la importancia –económica y cuantitativa- de la clase obrera, es decir hablar de ella en términos de su potencialidad de acuerdo a sus condiciones objetivas; pues como advertiría Lenin “La estadística debe ilustrar las relaciones económicosociales establecidas con un análisis completo, y no transformarse en un objetivo en sí (8).

 

El desarrollo del concepto de clase obrera

La noción más general de clase obrera o proletariado, es la que da Marx y Engels en el Manifiesto comunista como “la clase de los trabajadores asalariados modernos, que, privados de medios de producción propios, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para poder existir” (9). Esta definición tiene sus límites. Al ser la expresión más general del desarrollo y las contradicciones del capitalismo, ha sido abstraída la existencia de las demás clases en transición que se suponen en una tendencial desaparición. Pero en nuestro país esta estructuración de clases no se muestra en su estado puro –ni en ningún otro lado-, sino en una abigarrada yuxtaposición y mezcla de situaciones que impiden ver en un primer momento a la clase obrera. Mantener la definición inicial en este contexto, sólo serviría para ocultar la esencia del concepto, y políticamente caer en serios errores de confusión. Por ejemplo, podría llegarse al absurdo de considerar a los soldados o a los gerentes de las empresas como “proletarios” por el simple hecho de ser trabajadores asalariados, sin analizar la función social que cumplen.

Marx explica en el primer tomo de El Capital que “desde el punto de vista económico, sólo puede llamarse ‘proletario’ al obrero asalariado que produce y valoriza <capital>” (10). Esto le agrega una determinación al concepto que anteriormente no tenía. No sólo basta con saber su relación con los medios de producción y el tipo de propiedad que tiene, es necesario tener en cuenta la “posición en el proceso de producción” que es el que define como está la “articulación de la sociedad en clases” (11). De esta forma, siguiendo las características que Lenin menciona para ubicar una clase social, los obreros se caracterizan por ser:

  • Trabajadores asalariados. Esto es, que perciben la parte de la riqueza social que les corresponde a través del salario.
  • Personas “libres” en dos sentidos, libres de toda propiedad de medios de producción y libres de vender su fuerza de trabajo para vivir.
  • Productores directos, es decir, tienen “una intervención más o menos directa en el manejo del objeto sobre el que recae el trabajo”; aunque dependiendo del grado de desarrollo capitalista, no necesitan tener una intervención manual directa, basta con ser parte del “órgano del obrero colectivo, con ejecutar cualquiera de sus funciones desdobladas” (12).
  • El lugar que ocupan en el sistema de producción es el de ser trabajadores productivos en el sentido capitalista; es decir, además de producir mercancías deben producir (directamente) plusvalía para el capitalista (13). Esto excluye por ejemplo, la producción de mercancías del artesano o la producción para autoconsumo.

Hasta aquí es claro que los operarios, técnicos y ayudantes de las distintas ramas generalmente consideradas como sector secundario, pertenecen a la clase obrera; nos referimos a la minería (14), a la producción y distribución de electricidad, agua y gas, la construcción y las industrias manufactureras.  Sin embargo, existe una serie de ramas económicas que comúnmente se consideran del sector terciario, como “servicios”, pero que en sentido estricto, son tan capitalistas como los sectores anteriores.

Para explicar esto es necesario primero entender la diferencia entre la venta de la fuerza de trabajo y de un servicio. La diferencia reside en que mientras en el primer caso, lo que el trabajador vende es su capacidad de trabajo para integrarse como factor vivo al proceso de producción; en el segundo caso, lo que vende es el producto de su trabajo como acción, pero que es consumido como valor de uso, no para incorporarlo al proceso capitalista de producción. Al comprador le interesa el producto o la ejecución del trabajo concreto, y no el acrecentar su capital (15).

En sentido estricto la producción de plusvalía, supone la producción de mercancías, y por tanto la objetivación del trabajo en “productos separables de los trabajadores” que existan “independientemente de ellos como mercancías autónomas” (16). Sin embargo puede darse el caso donde el efecto útil de una mercancía sea inseparable de su proceso de producción, sólo pueda consumirse durante éste. Sería el caso de la industria de las comunicaciones, que en el  tiempo de Marx era la única con importancia económica, incluyendo “la industria específica del transporte de personas y mercancías como la destinada a la mera transmisión de noticias, cartas, telegramas, etc.” (17). Actualmente podríamos incluir en ella a la industria eléctrica, la telefónica -en general las telecomunicaciones- o la industria hotelera y restaurantera.

Esta es la definición general del concepto de clase obrera. Pero hasta aquí partíamos únicamente desde el punto de vista de la producción, faltando considerar el proceso de distribución, y su dinámica en conjunto, lo que termina pos desdoblar el concepto. Además, como Marx explicaba en todo El Capital y principalmente en el Capítulo VI inédito, el capitalismo se encuentra en constante cambio, por lo tanto es posible ubicar históricamente distintas “fases” de desarrollo capitalista, por ejemplo, la subsunción formal o real, que termina por modificar y aportar nuevos elementos al concepto de clase obrera.

Comencemos con la primera situación. Hasta el momento en la definición se había considerado únicamente la producción, a partir de la contradicción entre capital-trabajo, expresada en la relación entre el capital industrial y el obrero industrial. Y se suponía, que este capital y el trabajador se encargaban de todas las funciones necesarias, esto es, no sólo de la producción sino también de la realización del capital. Sin embargo, históricamente las distintas funciones del capital tienden a desdoblarse para completar los otros momentos del ciclo del capital y cumplir las funciones de capital-comercial y capital-dinerario. De estas nuevas funciones desdobladas nos interesa saber que ocurre con sus nuevos trabajadores. En ese sentido nos dice Marx en el tomo III que

”Desde un punto de vista, este obrero comercial es un obrero asalariado como otro cualquiera. En primer lugar, porque su trabajo es comprado por el capital variable del comerciante y no por el dinero gastado como renta, lo  quiere decir que no se compra simplemente para el servicio privado de quien lo adquiere, sino con fines de valorización de capital. En segundo lugar, porque el valor de su fuerza de trabajo y, por tanto, su salario, se halla determinado, al igual que en los demás obreros asalariados, por el costo de producción de su fuerza de trabajo específica y no por el producto de su trabajo.

Sin embargo, entre él y los obreros empleados directamente por el capital industrial tiene que mediar necesariamente la misma diferencia que entre el capital industrial y el capital comercial y la que existe, por tanto, entre el capitalista industrial y el comerciante” (18)

Los obreros comerciales son aquellos trabajadores que se dedican a captar plusvalía (producida por sus colegas los obreros industriales). Coincide con los demás obreros en vender su fuerza de trabajo al capital y no el producto de su trabajo (un servicio). Pero, el obrero comercial no produce directamente plusvalía, por ello los gastos de circulación que figuran para el capitalista industrial (en el cual se encuentran ellos contabilizados) aparecen como gastos muertos. Para el comerciante, por otra parte, son fuente de su ganancia, por lo tanto para el capital comercial sus gastos en estos obreros supone una inversión productiva, son “para él [para el capital mercantil o comercial], un trabajo directamente productivo” (19).

El que los obreros comerciales pertenezcan a la clase obrera por la primera condición descrita, permite que esto se traduzca en la posibilidad de una lucha en conjunto entre los trabajadores asalariados del comercio y los obreros industriales, por ejemplo, en una lucha por el aumento generalizado del salario. Al no ser productores directos de plusvalía, sino simplemente sus captadores, “su salario no guarda una relación necesaria con la masa de ganancia que ayuda al capitalista a realizar. Lo que le cuesta al capitalista y lo que éste saca de ella son dos magnitudes distintas” (20). Esta situación genera una serie de problemáticas que dificultan el desarrollo de su consciencia de clase y la organización de este estrato de obreros. Por ejemplo, al ser de los obreros mejor retribuidos tiende a brotar posiciones políticas gremialistas o cercanas a la pequeña burguesía. Por otro lado, la relación no necesaria entre la ganancia del capital comercial y el salario del obrero comercial, provocan que la contradicción entre estos, se de –generalmente- de manera indirecta a partir de una serie de mediaciones, y no de manera franca y cotidiana como entre el obrero y el capital industrial.

Ahora si enfocamos las cosas desde el punto de vista histórico, se observa que existen una serie de actividades económicas en las cuales los factores de producción actúan bajo la dirección del capital “con el fin de obtener del dinero más dinero” (21), pero sin estar bajo la base técnica propiamente capitalista. Por ejemplo, el caso de la producción de libros, cuadros, y en general de los productos artísticos, a los cuales Marx consideraba como una “forma de transición hacia el modo de producción sólo formalmente capitalista” (22). En este sentido, podríamos incluir a los profesores y médicos que se encuentran bajo la dirección del capital con la finalidad de acrecentarlo; y en un sentido aún más rudimentario, las cuadrillas de bicitaxis, taxis o microbuses, bajo relaciones en transición hacia el capitalismo. Estos sectores, en sentido estricto, no pertenecen a la clase obrera (su mayor semejanza serían los semiproletarios, pero estos últimos aluden a una cuestión de posesión de medios de producción generalmente la tierra), pero se mantienen en sus fronteras como “formas de transición”, lo cual conlleva a que políticamente muchas veces coincidan sus intereses y posiciones.

Existe una división que cruza a toda la clase obrera de acuerdo a la base tecnológica (técnico-organizativa) en que se sustente el proceso de producción particular, lo que constituye la expresión de “las formas y fases por las que pasa el desarrollo del capitalismo en la industria de un país concreto” (23). Las fases principales de este desarrollo son tres: pequeña producción mercantil (pequeñas industrias, preferentemente campesinas), manufactura capitalista y la fábrica (la gran industria maquinizada). Marx explica estas fases en la sección cuarta del El Capital (capítulos 11, 12 y 13), de los cuales Lenin hace una excelente síntesis:

“La pequeña producción mercantil se caracteriza por una técnica manual, completamente primitiva, que no cambió casi desde tiempos inmemoriales. (…) La manufactura introduce la división del trabajo, que aporta una transformación sensible de la técnica, convirtiendo al campesino en operario, en “obrero que hace piezas determinadas”. Pero la producción manual se conserva, y, sobre su base, el progreso de los modos de producción se distingue inevitablemente por una gran lentitud. La división del trabajo se produce espontáneamente, se adopta también por tradición como el trabajo campesino. Sólo la gran industria maquinizada lleva un camino radical, echa por la borda el arte manual, transforma la producción sobre principios nuevos, racionales, aplica sistemáticamente a la producción los datos de la ciencia. (…) La pequeña producción mercantil y la manufactura se caracterizan por el predominio de las empresas pequeñas, de las que únicamente se dedican unas pocas grandes. La gran industria maquinizada desplaza definitivamente las empresas pequeñas. También en las pequeñas industrias se forman relaciones capitalistas (en forma de talleres con obreros asalariados y capital comercial), pero están se hallan desarrolladas aquí débilmente y no se cristalizan en contrastes agudos entre los grupos de personas que participan en la producción. Aquí no hay aún ni grandes capitales ni vastas capas del proletariado. En la manufactura vemos la formación de lo uno y lo otro. El abismo entre el propietario de los medios de producción y el trabajador alcanza ya unas proporciones considerables. (…) Pero la multitud de empresas pequeñas, la conservación de los lazos con la tierra, la conservación de las tradiciones en la producción y en todo el régimen de vida, todo esto crea una masa de elementos intermedios entre los extremos de la manufactura y frena el desarrollo de estos extremos. En la gran industria maquinizada desaparecen todos estos frenos; los extremos de los contrastes sociales alcanzan el desarrollo superior. Parece como si se concentrasen todos los lados sombríos del capitalismo: la máquina da, cual es sabido, un impulso enorme a la prolongación sin medida de la jornada de trabajo; en la producción se incorpora a las mujeres y los niños; se forma (y según las condiciones de la producción fabril debe formarse) el ejército de reserva de los parados, etc. Pero la socialización del trabajo, que la fábrica lleva a cabo en medida enorme, y la transformación de los sentimientos y las concepciones de la población en ella ocupada (en particular, la destrucción de las tradiciones patriarcales y pequeñoburguesas) provocan una reacción: la gran industria maquinizada, a diferencia de las fases anteriores, requiere insistentemente una regulación planificada de la producción y el control social sobre ella (una de las manifestaciones de esta tendencia es la legislación fabril)” (24).

A cada una de estas fases de desarrollo, corresponde un tipo particular de obrero, así habría obreros artesanos o manuales, manufactureros o de talleres y fabriles (25).  Además de estos grandes sectores del proletariado, se pueden clasificar subgrupos de obreros a partir de las particularidades técnicas y organizativas que exijan las distintas ramas industriales y sus procesos de producción concretos, por ejemplo entre proletariado agrícola y transportistas (26).

Este despliegue lógico-histórico del concepto de la clase obrera, nos lleva a su forma más desarrollada, el obrero industrial o fabril, que corresponde a su vez a la gran industria mecanizada. Sólo a partir de esta forma más elevada de la clase obrera es que puede entenderse en su toda extensión el concepto. Marx diría referido a este principio metodológico que “La anatomía del hombre está la clave para la anatomía del mono. Por consiguiente, los indicios de las formas superiores en las especies animales inferiores pueden ser comprendidos sólo cuando se conoce la forma superior. La economía burguesa  suministra así la clave de la economía antigua, etc.” (27). Sólo en la gran industria maquinizada es donde todas las contradicciones sociales del capitalismo alcanzan su máximo desarrollo, por lo tanto, la clase de obreros fabriles o industriales, al encontrarse directamente en contradicción con la clase capitalista, están en condiciones de dirigir a todas las masas de trabajadores y explotados en la lucha por derrotar el yugo del capital y crear un nuevo régimen social (28).

Finalmente, la aparición de la gran industria abre el paso a un nuevo estrato de la clase obrera, al ejército industrial de reserva, como la otra cara de la moneda. Marx explicaba en el capítulo XXIII de El Capital, como la acumulación capitalista suponía un descenso relativo del capital variable frente al crecimiento absoluto constante de la población obrera, es decir, la aparición de una superpoblación relativa, “una población obrera excesiva para las necesidades medias de explotación del capital” (29). Esta superpoblación relativa se presenta de diferentes formas. De un lado se encuentra el contingente de obreros desempleados de forma fluctuante según las necesidades del capital (de sus ciclos) en alguna rama o región. Por otro lado, se encuentran incluidos también aquellos obreros en activo pero con una base de trabajo muy irregular, con un nivel de vida y un salario mínimo y máximas jornadas; convirtiéndose así en instrumentos dóciles de la explotación del capital (30). Las otras dos formas en que se presenta el ejército de reserva (superpoblación latente; y el “proletariado andrajoso” o “lumpenproletariado”) aunque también son resultado de la acumulación capitalista, sus elementos no constituyen parte de la clase obrera, sino que su origen es el empobrecimiento de otras capas sociales.

Conformación de la clase obrera en México

En el último censo poblacional se contabilizó a 112.3 millones de habitantes en nuestro país (31). De estos aproximadamente el 25% son niños menores de 12 años, por lo que (abstrayendo los 850 mil niños y niñas de entre 5 y 13 años que trabajaban en 2009) podemos suponer que viven a costa del otro 75% (32). A su vez, de este 75% tan sólo la mitad, es decir, 42 millones es población ocupada, mientras la otra mitad vive a partir de pensiones, remesas, apoyo gubernamental o de familiares, o intereses bancarios. Sin enfocamos los datos desde el punto de vista de la “posición en el trabajo” que nos ofrecen las estadísticas oficiales, podemos hacernos una idea muy general del tamaño de la clase obrera, a partir de la primera definición, pues se reporta el 68% de la población ocupada como trabajadores asalariados (28.8 millones de personas); frente a un 3% (1.2 millones)  de “empleadores” y 24%  de trabajadores por cuenta propia (10.3 millones).

Respecto a los obreros productores de plusvalía (obreros industriales), generalmente se presentan datos sobre la cantidad y proporción de trabajadores por grandes sectores económicos para mostrar la “desaparición de la clase obrera” y la “tercerización” económica, como en el siguiente cuadro.

Cuadro 1

Población ocupada por actividad económica

Actividad económica Población ocupada Porcentaje
Primario 5,705,7031 14 %
Secundario 10,437,685 22 %
Terciario 25,993,398 62 %

Bajo estos datos aparentemente pareciera que la proporción de la clase obrera es poco importante, apenas una quinta parte. Sin embargo, un estudio a este nivel tiende a esconder más de lo que revela. Es necesario descender en el análisis a las diferentes ramas económicas para observar la importancia de los diferentes grupos sociales de trabajadores. En la siguiente gráfica (33), aparece representada la cantidad de personas ocupadas por sector económico, diferenciando el papel que ocupan, ya sea de obreros y técnicos (incluyendo los trabajadores subcontratados), de empleados o como propietarios.

De esta forma, se tienen que al menos 16 millones de personas en México (junto con sus familias que aquí no estamos considerando) pertenecen a la clase obrera, lo que corresponde a 34 de la población ocupada total de 2008, y el 43% del total de trabajadores asalariados del país. Mientras que su núcleo más desarrollado, los obreros industriales representan el 13% del total de personas ocupadas. A estos podríamos agregar otros grupos sociales que se encuentran en las fronteras de la clase obrera:

Subcontratación (outsorsing): 2,062,009 millones de personas  (estos pueden haber sido contados dobles por la metodología de elaboración)

Magisterio: 2,214,849 millones de personas

Trabajadores de la salud, culturales y de recreación: 1,133,157 millones de personas

Ejército industrial de reserva: más de 2.5 millones de personas (35).

En total estas formas de transición o en el límite de la clase obrera, suman aproximadamente unos 8 millones de personas es decir otro 17% del total de la población ocupada.

Por último, desde el punto de vista de la importancia económica, resalta que es la producción la que mayor aportación de valor agrado tiene. Por ejemplo, si se considera a la industria en su sentido típico, como la suma de minería, construcción, manufacturas y electricidad, agua y gas; aparece que aporta el 37% del Valor Agregado del país, y si a esto se le suma los transportes y las telecomunicaciones llega al 45%. Por su parte el comercio tan sólo aporta el 15% y las cuestiones bancarias (servicios financieros, seguros, inmobiliarios, corporativos y servicios profesionales) llegan al 18%, mientras el resto de los servicios suman otro 18%.

 

 

Concentración de obreros industriales en el Valle de México.

Para ilustrar lo hasta aquí revisado, puede analizarse el caso de la Ciudad de México y su área metropolitana; para mostrar la importancia y concentración de los obreros industriales.

 Los censos económicos registrar a 560 mil obreros en la industria manufacturera, de los cuales 317 mil  corresponden a los obreros fabriles de empresas de más de 101 personas ocupadas. Esto es, el 7% de todas las personas ocupadas o el 11% de los trabajadores asalariados en el Valle de México son obreros de fábricas en empresas de gran tamaño, es decir, al menos 1 de cada 10 trabajadores de la Zona Metropolitana del VM son obreros industriales-fabriles de la gran industria maquinizada.

Pero esto no es todo, no sólo representan una proporción importante en términos números, sino también desde el punto de vista de su aportación económica. Por ejemplo, la gran industria de la ZMVM (considerado aquí, como acercamiento estadístico, a las empresas de más de 101 empleados) aporta el 5% del producto interno bruto del país ($ 534,496 millones); es decir, que lo que se producen en las grandes fábricas industriales de la Ciudad de México, supera la producción bruta total de estados como Guanajuato o Coahuila. Esto ilustra el grado de concentración de capital y de obreros hay respecto al número de empresas, donde un pequeño número de fábricas ocupa a la mayor parte de los trabajadores industriales y aporta la mayoría de la producción de su rama.

Respecto a la concentración de los obreros y el capital industrial de manera geográfica se ofrecen dos mapas con las distribuciones por centro de trabajo y por zona de vivienda. Así podrá ubicar las regiones de concentración obrera, tanto aquellas personas que “no ven” a los obreros puedan irlos a buscar, como para aquellos que realizan comúnmente trabajo político con los obreros sepan donde concentrar sus baterías.

El primer mapa representa la distribución de las fabricas industriales (de más de 101 personas ocupadas) como puntos blancos, lo que a su vez supone una distribución de los obreros por centro de trabajo. A su vez las barras por municipio y delegación reflejan el tipo de empresa en que están. Las barras negras son el número de obreros empleados en fábricas de más de 501 trabajadores mientras las barras blancas los de fábricas de 101 a 500 trabajadores.

A partir del mapa y de la información que proporciona el censo económico 2009 y el Directorio Estadístico de Unidades Económicas (DENUE), sabemos que:

  • La mayor concentración industrial se encuentra en el norte de la ciudad, seguida por el oriente y sur del DF, y finalmente una dispersión de fábricas en centro y el suroriente.
  • La zona norte se divide en tres corredores que siguen las vías de transporte, y destaca en ramas de procesamiento de alimentos, químicos, plásticos, automotriz y productos electrónicos. En primer lugar, la zona constituida por el entronque de los corredores de Tlalnepantla, Azcapotzalco y Naucalpan (en menor articulación la delegación Miguel Hidalgo y Atizapán de Zaragoza). En total suman 168 mil obreros industriales. Esta zona es la que más Valor Agregado industrial aporta de la ciudad de México y la que más obreros industriales concentra, teniendo a su vez como centro la terminal ferroviaria Pantaco, la más importante a nivel nacional. Después destaca el corredor en torno a la autopista México-Querétaro que cruza los municipios de Tultitlán, Cuautitlán Izcalli y parte de Tepotzotlán y Cuautitlán. Esta zona concentra a 23 mil obreros de fábricas de más de 501 personas ocupadas. Finalmente se encuentra el corredor de Ecatepec, en torno a la Vía Morelos, con el segundo lugar en valor agregado de la ZMCM y con la mayor concentración de obreros industriales de más de 1001 personas ocupadas (más de 9,000 mil obreros).
  • La zona Oriente (Iztapalapa e Iztacalco) tiene varios parques industriales, siendo Iztapalapa la delimitación territorial que más concentra trabajadores industriales por centro de trabajo (más de 70 mil), sin embargo la mayoría de las empresas son de tamaño mediano o pequeño. Las ramas que predominan es transformación de alimentos, fábricas textiles y maquilas de productos metálicos o eléctricos.
  • La zona Sur (Xochimilco, Coyoacán y parte de Tlalpan) tiene una baja concentración de obreros trabajando (24 mil en las primeras dos delegaciones mencionadas), sin embargo una tercera parte de estos se encuentra en fábricas de más de 1001 personas ocupadas (8 mil). Estas empresas son mayoritariamente farmacéuticas que se encuentran en torno a la línea del Tren ligero por Calzada de Tlalpan y corresponden a la segunda zona de la ZMCM que más aporta valor agregado.
  • Hay zonas industriales mucho más pequeñas en torno a la carretera a Toluca (Cuajimalpa) y en torno a la carretera a Puebla (La Paz, Ixtapaluca y articulada a estas en Chalco). Estos se presentan como futuros polos de crecimiento industrial, pero por el momento son insignificantes en comparación con las demás zonas. Además hay gran dispersión de fábricas en la zona centro del DF (Benito Juárez, Cuahutémoc) que corresponden en su mayoría a maquilas textiles y a imprentas.

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Respecto a los obreros según su lugar de vivienda se ha realizado una estimación representada en el siguiente mapa. Para ello se multiplico la población ocupada por Área Geoestadística Básica (AGEB) con el porcentaje de obreros que hay en cada delegación respecto al total de su población ocupada. Se parte del supuesto que la proporción obrera por AGEB es homogénea en cada delegación; esto aunque no es necesariamente cierto para todas las delimitaciones, si permite hacernos una idea de las zonas donde hay mayor concentración obrera.

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A partir del mapa, en donde las zonas más oscuras representan más obreros por AGEB, y viceversa, a un gris más claro corresponde menor número de obreros industriales; se pueden obtener las siguientes observaciones:

  • Las zonas donde se presentan mayores concentraciones son en la periferia. En los municipios del Estado de México que envuelven al Distrito Federal. Y en menor medida en la periferia interior del Distrito Federal, formando un arco sur y un arco norte.
  • Las zonas donde se observa mayor concentración obrera en un área menor es en Nezahualcóyotl-Chimalhuacán (160 mil obreros en conjunto) y en Ecatepec (163 mil).
  • En segundo lugar destacan, las zonas de concentración obrera en la periferia de la ciudad. Principalmente en el suroriente (Chalco, Valle de Chalco, Ixtapaluca, 103 mil obreros) y diversas zonas en el nororiente del Distrito Federal, con un intervalo de entre 33 mil y 80 mil obreros por municipio (Nicolás Romero, Atizapán, Tlalnepantla, Cuautitlán Izcalli y Tultitlán)
  • A lo interno de la Ciudad de México, las zonas se presentan más dispersas y con menor densidad por AGEB; principalmente en Iztapalapa y Tláhuac (190 mil obreros). Luego Azcapotzalco y Gustavo A. Madero (118 mil), y finalmente un arco sur desde Álvaro Obregón hasta Xochimilco (154 mil).

Combinando las observaciones del análisis de la distribución de los obreros industriales por lugar de trabajo y lugar de vivienda, se pueden sugerir las siguientes hipótesis:

  • La zona más estratégica en términos de concentración obrera (en los dos sentidos antes mencionados) es el corredor nororiente, que comienza en Azcapotzalco y termina en Tepotzotlán, en torno a la carretera a Querétaro y con sus respectivas ramificaciones. Al concentrar obreros en fábricas y en las colonias, se puede suponer que es un espacio donde un discurso directamente proletario cristalice. Ecatepec tiene características semejantes a la zona anterior, sólo que acotado a un único municipio; por lo tanto podemos suponer lo mismo que para el punto anterior. Nombramos a este conjunto de zonas como la región norte.
  • En contra parte, la región sur-oriente, presenta menor concentración y densidad de plantas industriales (un corredor farmacéutico en Coyoacán-Xochimilco, un centro de concentración en Chalco-Ixtapaluca y una dispersión de parques industriales en Iztapalapa-Iztacalco-Tláhuac). A su vez, la concentración de población por lugar de vivienda no se haya tan marcada (salvo por Nezahualcóyotl-Chimalhuacán), más bien se distribuye por toda la delegación, esto dificulta la posibilidad de realizar un trabajo enfocado a ciertas zonas. Por lo tanto podemos suponer que en esta región es más probable que el discurso urbano popular en las colonias y los pueblos tenga mayor aceptación.
  • Finalmente la región centro de la Ciudad de México es la que mayor dispersión de obreros presenta, por lo que se plantea su irrelevancia en cualquier planificación de trabajo político con los obreros, frente a las otras dos regiones.

 

1. Zizek, S. (2000). Bienvenidos al desierto de lo real.

http://comunidadmecs.files.wordpress.com/2008/10/zizek-slavoj-compilacion-de-textos.pdf, 7-8.

2. Ibídem.

3.Mertens, P. (2011). La clase obrera en la era de las multinacionales.Asociación Cultural “Jaime Lago”,

http://www.jaimelago.org/sites/default/files/u1/20110306LaClaseObreraeraMuntinacionales.pdf.

4. Mertens, P. (2012). ¿El fin de la clase obrera?, Revista Comunista Internacional. 3,

http://www.iccr.gr/site/es/issue3/the-end-of-the-working-class.html.

5. Saavedra J. y Kun M. (2013) ¿El fin de la clase obrera? Un Estudio sobre la composición de la clase trabajadora en el Estado de México, El Machete, 3, 24-35.

6.  Marx, C. y F. Engels (1974) La ideología alemana. México: Cultura Popular.

7. Gramsci, A. (1981). Escritos políticos (1917.1933). México: Siglo XXI, 346-349.

8. Lenin, V.I. (1957). El desarrollo del capitalismo en Rusia. El proceso de la formación de un mercado interior para la gran industrial. Buenos Aires: Cartago,

9. Marx, C. y F. Engels. (1978). Manifiesto del Partido Comunista. Moscú: Progreso, 30.

10. Marx, C. (1999a). El Capital: Crítica de la economía política I. 3° ed. México: Fondo de Cultura Económica, 518

11. Lukács, G. (1969). Historia y consciencia de clase. Grijalbo: México, 49

12. Marx, C. (1999a), 425.

13. “Dentro del capitalismo, sólo es productivo el obrero que produce plusvalía para el capitalista o que trabaja por hacer rentable el capital. (…) El concepto del trabajo productivo no entraña simplemente una relación entre la actividad y el efecto útil de ésta, entre el obrero y el producto de su trabajo, sino que lleva además implícita una relación específicamente social e históricamente dada de producción, que convierte al obrero en instrumento directo de valorización del capital”. Ibídem, 426.

14. Este sector aunque produzca una renta, también genera una producción de plusvalía.

15. Marx, C. (1985a). El capital Libro I Capítulo VI Inédito.12° ed, México: Siglo XXI, 80

16. Ibídem, 78 y 85.

17. Marx, C. (1999b). 50-51.

18. Marx, C. (1959). El Capital: Crítica de la economía política III. 2° ed. México: Fondo de Cultura Económica,

19. Ibídem, 293-294.

20. Ibídem, 293: ”Este obrero asalariado no le rinde al capitalista creándole directamente plusvalía, sino ayudándole a reducir los gastos de realización de la plusvalía, realizando el trabajo, en parte no retribuido, necesario para ello”.

21. Marx, C. (1985a). 54.

22. Ibídem, Subrayado propio.

23. Lenin, V.I. (1957). 456.

24.Ibídem, 542

25. Marx, C. (1999a). 373

26. “Por ejemplo Lenin para la situación de 1899 clasificaba a los obreros asalariados de Rusia en las siguientes categorías: 1) obreros asalariados agrícolas, 2) obreros fabriles, mineros y ferroviarios, 3) obreros de la construcción, 4) Peones, cargadores, obreros de la industria maderera, trabajadores de excavación y tendido de ferrocarriles, y 5) obreros ocupados en su domicilio de manera capitalista” Lenin, V.I. (1957). 578-579

27. Marx, C. (1985b). Introducción general a la crítica de la economía política 1857. 13° ed. México: Siglo XXI, 55-56.

28. Vid. Lenin, V.I. Una gran iniciativa.

29. Marx, C. (1999), 533.

30. Ibídem, 544-545

31. (2010). Censo de Población y Vivienda 2010.

32. INEG-I (2009). Trabajo infantil.

33.Se ha utilizado los datos de la Matriz Insumo Producto que realizó el INEGI en 2008, y no los datos del Censo Económico del mismo año. Mientras el MIP-2008 no trabaja con datos “reales” sino con la estimación de la cantidad de trabajadores que la rama ocupa al año. Su ventaja está en considerar a los trabajadores eventuales, subcontratados e informales, por lo tanto su número total (47.4 millones) es más cercano a los 42 millones de personas ocupadas que registra el INEGI en su Censo de Población y Vivienda de 2010. Mientras el Censo Económico de 2009, aunque trabaja con valores reales de personal ocupado, su propia metodología lo restringe a tan sólo 20 millones de personas ocupadas, quedando un sesgo de 22 millones de personas no contabilizadas.

34. Se considera obreros a los que aparecen clasificados en la estadística como “obreros técnicos” y “personal suministrado por otra razón social”. En cuanto a los obreros industriales, se incluyen los siguientes sectores: Minería. Energía eléctrica, agua y gas. Ind. Manufacturera. Transportes, correos y almacenamiento –excepto autotransporte de carga-. Información en medios masivos.

35.La Encuesta Nacional de Ecupación y empleo calculaba para 2010 a 2.5 millones de personas desocupadas y a 5.9 millones de personas “no económicamente activas” pero disponibles, es decir, que la semana anterior a la encuesta no trabajaban ni buscaban trabajo.

36. Marx, C. (1999b) El Capital: Crítica de la economía política II. 3° ed. México: Fondo de Cultura Económica, 50-51

37. Marx, C. (1999a).

 

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