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El cine en la Unión Soviética: herramienta para educar al pueblo

 

Valentín Vargas

En este pequeño apartado, me permitiré retomar la importancia del cine soviético, como herramienta educativa,  revisando brevemente las décadas de los años 20 al 50, para hacer una conclusión sobre la importancia en la actualidad, de dar herramientas al proletariado para que conozca el pensamiento Marxista-Leninista mediante el medio cinematográfico.

Mucho se ha hablado sobre el cine como herramienta de propaganda, de manipulación de las masas, y en el caso soviético, de educación. Desde sus orígenes, el cine ha despertado inquietudes en relación a un mensaje resumido en una trama que ilustra al espectador, pues aunque se traten de simples noticieros, la imagen misma causa un impacto al que se le puede dar una dirección concreta según su composición.

Existen varias particularidades en el cine soviético, uno de ellos es lo que se conoce como el “sentido coral“, en la cual, se reflejan en las tomas a las grandes masas, en los años 20 Sergei Eisenstein utilizaría este recurso bajo la consigna de que las grandes masas, el pueblo mismo, son el verdadero protagonista en las tramas, no habría individuos, sino multitudes, ya que la sociedad socialista está compuesta por las masas trabajadoras.

Ejemplos de este sentido coral se encuentran en los filmes La huelga (1924) El acorazado Potemkim (1925)  y Octubre (1928), filmes en los cuales se aborda otro punto crucial; la conciencia de la historia inmediata, los filmes mencionados anteriormente, reflejan el pasado inmediato de la URSS, una revolución proletaria, donde las masas se convierten en el verdadero actor, no solo en las películas, sino en la vida real.

Los acontecimientos transcurridos durante la revolución bolchevique hicieron mella en todo el pueblo soviético, pero ¿Cómo el pueblo podrá tener conciencia de lo que está ocurriendo? ¿Cómo las grandes masas sabrán la magnitud de sus acciones en conjunto en el devenir histórico? ¿De qué manera se puede dar un claro mensaje del carácter popular de la revolución?, estas y muchas preguntas surgieron en torno a la dirigencia Bolchevique tras el triunfo de la revolución que los llevaron a una conclusión; El cine.

Tras el ascenso de los bolcheviques a la dirigencia del proletariado soviético, el cine quedó a cargo del ministerio de cultura, y de inmediato el estado socialista se encargó de difundir la teoría Marxista-Leninista con diálogos, así como la práctica mediante acciones dentro de las tramas, así tenemos por ejemplo Lenin en octubre (Mijaíl Romm, 1937) en la cual el filme soviético da un nuevo giro.

Dicho giro consiste en la aparición de protagonistas inmediatos, es decir, la participación de personajes que participaron en la historia inmediata y que aun vivan, tal es el caso de la película mencionada en el párrafo anterior, en las cuales un actor encarna a Lenin, o en las obras de Mikheil Chiaureli El gran amanecer (1938) y La caída de Berlin (1949) que aparece Stalin.

Estos filmes han sido erróneamente clasificados como “culto a la personalidad”, pero, tomando lo visto en los párrafos anteriores, podemos comprender que la aparición de actores históricos inmediatos es a partir de una necesidad de comprender el pasado reciente del pueblo soviético, es la encarnación viva de los elementos vivos que también son parte del devenir histórico.

Tomando los elementos anteriores, podemos entender la utilidad del cine en la URSS en sus primeras 3 décadas de existencia;

  • Concientizar al proletariado de su importancia como actor histórico y como actor político.
  • Hacer un primer acercamiento del espectador al conocimiento y práctica del Marxismo- Leninismo.
  • Acercarlo y hacerlo parte de los grandes acontecimientos y también a los personajes que dirigen y hacen posible el devenir en conjunto.

Quedan algunas cuestiones al aire ¿Cómo podemos concientizar al proletariado mexicano ante los acontecimientos recientes? ¿Podemos hacer un cine que ayude a liberar a nuestros obreros y campesinos en estos tiempos tan turbios? La actualidad nos urge como comunistas a buscar las maneras en que el proletariado mexicano, deje de lado la propaganda perniciosa de agentes revisionistas, del veneno panfletario del estado burgués, la criminalización de la pobreza, así como la dañina narcocultura.

Urge concientizar a nuestro proletariado mexicano para cambiar la historia y por fin obtenga el pan y la tierra en la que Marx y Engels nos muestran el camino, mientras que Lenin y Stalin los pasos.

Urge que artista e intelectuales pongan sus conocimientos y habilidades al servicio de la revolución como hicieron, entre otros, los cineastas soviéticos.

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