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La Revolución Socialista de Octubre y la teoría del imperialismo

Héctor Maravillo
Miembro del Consejo Central de la Federación de Jóvenes Comunistas
Artículo publicado en El Machete no.10 pp. 83-87.

 

Han pasado más de 100 años de la publicación del folleto El imperialismo, fase superior del capitalismo, por V. I. Lenin. El folleto, pese a ser amordazado por la censura zarista y obligarle a escribir en un “lenguaje esópico”, logró explicar la ligazón entre los cambios que habían ocurrido en el capitalismo, y demostrar que éste había llegado a una nueva fase, su fase última y superior, agonizante: el imperialismo. Debido a la censura, Lenin se vio obligado a referir únicamente las relaciones económicas del imperialismo, sin poder referir todas las conclusiones políticas y estratégicas, más que implícitamente. Sin embargo, son estas conclusiones las que a más de cien años de su publicación siguen estando en el quid de las discusiones en el seno del movimiento comunista internacional y de las posiciones de diferentes fuerzas obreras y populares.

En pleno siglo XXI, nadie puede negar que las características económicas del imperialismo son un hecho. Se presentan de manera tan aberrante que la misma teoría económica burguesa lo ha asumido como algo natural bajo el capitalismo. El proceso de concentración y centralización del capital y el predominio de los monopolios en la gran mayoría de industrias y mercados es algo evidente. Las ramas económicas relativamente nuevas como el internet, la producción de software y las plataformas de comunicación y publicidad conocidas como redes sociales, han nacido ya de la mano de monopolios como Google, Microsoft, Apple, Facebook, etc. Aún actividades que por mucho tiempo por sus condiciones técnicas y su bajo nivel de ganancia, eran el terreno de la pequeña burguesía y la libre competencia, se transforman en espacio de acción de los monopolios. Piénsese simplemente en la entrada de Uber en el servicio de taxis, sin contar ya la misma centralización que lentamente iba ocurriendo a través de la renta de taxis a conductores; o las tradicionales “tienditas” familiares, que poco a poco, van perdiendo lugar frente a un gran monopolio (mexicano sea dicho de paso) como lo es OXXO, en México y algunos países latinoamericanos.

Lo mismo se puede decir de las demás características económicas que plantea Lenin. Puede ilustrarse con múltiples ejemplos y demostrar con sendos datos, como año con año, se mantiene la tendencia a la fusión del capital bancario e industrial, el surgimiento de la oligarquía financiera, la preponderancia de la exportación de capitales frente a la exportación de mercancías, o el reparto del mundo entre los monopolios y entre las grandes potencias, los países imperialistas, y aún las uniones imperialistas.[1] Sin embargo, no queremos detenernos en estos elementos, sino en lo fundamental de su definición y sobre todo en las implicaciones políticas y su vigencia.

Lo fundamental de la definición del Imperialismo, que presenta Lenin, es justamente el lugar histórico que ocupa. Por su esencia económica el imperialismo es el capitalismo monopolista, que nace única y precisamente de la libre competencia, pero qué por esa misma esencia, ocupa el lugar de ser la antesala histórica al socialismo, “el tránsito del capitalismo a una estructura económica y social más elevada”. Las manifestaciones principales o variedades esenciales del capitalismo monopolista, es decir, del imperialismo, que enuncia Lenin son:

 

  1. “El monopolio es un producto de la concentración de la producción en un grado muy elevado de su desarrollo. Lo forman las agrupaciones monopolistas de los capitalistas, los cárteles, los consorcios y los trusts. (…) hacia principios del siglo XX alcanzaron pleno predominio en los países avanzados, y si los primeros pasos en el sentido de la cartelización los dieron con anterioridad los países de tarifas arancelarias proteccionistas elevadas (Alemania, Estados Unidos), Inglaterra, con su sistema de librecambio, mostró, aunque algo más tarde, ese mismo hecho fundamental: el nacimiento del monopolio como consecuencia de la concentración de la producción.”
  2. “Los monopolios han venido a recrudecer la pelea por la conquista de las más importantes fuentes de materias primas, sobre todo para las industrias fundamentales y más cartelizadas de la sociedad capitalista (…) La posesión monopolista de las fuentes más importantes de materias primas ha exacerbado terriblemente el poderío del gran capital y ha agudizado las contradicciones entre la industria cartelizada y la no cartelizada.”
  3. “El monopolio ha surgido de los bancos, los cuales, de modestas empresas intermediarias que eran antes, se han convertido en monopolistas del capital financiero. Tres o cinco grandes bancos de cualquiera de las naciones capitalistas más avanzadas han realizado la “unión personal” del capital industrial y bancario y han concentrado en sus manos sumas de miles y miles de millones que constituyen la mayor parte de los capitales y de los ingresos monetarios de todo el país. La oligarquía financiera, que tiende una espesa red de relaciones de dependencia sobre todas las instituciones económicas y políticas de la sociedad burguesa contemporánea sin excepción: he aquí la manifestación más evidente de este monopolio.”
  4. “El monopolio ha nacido de la política colonial. A los numerosos ‘viejos’ motivos de la política colonial, el capital financiero ha añadido la lucha por las fuentes de materias primas, por la exportación de capital, por las “esferas de influencia”, esto es, las esferas de transacciones lucrativas de concesiones de beneficios monopolistas, etc., y finalmente, por el territorio económico en general. (…) cuando todo el mundo estuvo repartido, empezó inevitablemente la era de posición monopolista de las colonias y, por consiguiente, de lucha particularmente aguda por el reparto y el nuevo reparto del mundo” (Lenin, El Imperialismo, fase superior del capitalismo).

 

Varios de estos fenómenos y procesos, ya habían sido estudiados y descritos, por no decir todos, por autores previos a Lenin. Un vistazo por sus Cuadernos del imperialismo puede sostener esta afirmación. La grandeza teórica de Lenin respecto a este tema reside, no en haber descubierto las nuevas características y tendencias del capitalismo a principios del siglo XX, sino en enlazarlas dialécticamente, sobre la base del marxismo, y aún más, extraer las conclusiones revolucionarias que de ello derivan.

Lenin fue capaz de lograr eso, en primer lugar, por su método, el del materialismo dialéctico. Como él insiste al principio de su obra, “dada la infinita complejidad de los fenómenos de la vida social, siempre se pueden encontrar los ejemplos o datos sueltos que se quiera, susceptibles de confirmar cualquier tesis”. Por lo tanto, si se quiere comprender, cualquier fenómeno es necesario abordarlo en su totalidad, estableciendo todas las interrelaciones con otros fenómenos, así como las contradicciones internas que este presenta. Por ejemplo, en el caso de analizar el verdadero carácter de clase de una guerra, es necesario buscarla,

no en su historia diplomática, sino en el análisis de la situación objetiva de las clases dirigentes en todas las potencias beligerantes. Para reflejar esa situación objetiva no hay que tomar ejemplos y datos sueltos, sino que es obligatorio tomar el conjunto de los datos sobre los fundamentos de la vida económica de todas las potencias beligerantes y del mundo entero.  (Lenin, Ibidem)

 

Frente a esa definición que abarcaba la totalidad de las nuevas tendencias del capitalismo, y su lugar histórico, Kautsky oponía una definición, unilateral e incompleta. Kautsky definía al imperialismo como una tendencia de las nacionales capitalistas industriales a someter y anexionar regiones agrarias. Resaltaba unilateralmente el problema nacional, “enlazándolo arbitraria y erróneamente sólo con el capital industrial de los países que se anexionan otras regiones” (Lenin, Ibidem). En el aspecto político, la definición de Kautsky se reducía a la tendencia a las anexiones; acertada sí, pero extremadamente incompleta, dado que la tendencia general en el imperialismo es a la violencia y a la reacción en lo general.

Un siglo después resurgen los herederos de Kautsky en las filas del movimiento comunista internacional, en donde

sigue siendo fuerte una serie de posiciones y de análisis oportunistas que, en esencia, entienden el imperialismo principalmente como una política exterior, una invasión externa y dominación de un Estado burgués fuerte sobre otro Estado más débil” (Makis Papadopoulos, “Las Uniones imperialistas, las contradicciones interimperialistas y la postura de los comunistas”, Revista Comunista Internacional No. 6).

La posición más común es igualar imperialismo con los Estados Unidos; haciendo pasar una fase histórica del capitalismo, que permea las relaciones económicas de todos los países capitalistas, es decir, de todo el mundo, como si fuera únicamente la potencia imperialista más fuerte, sustituyendo el todo por una de sus partes. El riesgo estratégico es evidente: impiden ver que el imperialismo norteamericano, compite con otros grandes y pequeños países imperialistas el reparto del mundo (Francia, Inglaterra, Alemania, Rusia, China, etc.). Además de no considerar el desarrollo del capitalismo en sus propios países, el desarrollo desigual, y por lo tanto, la formación de monopolios, el surgimiento de la oligarquía financiera, la transformación de temerosas burguesías nacionales en fuertes burguesías monopólicas con interés de competir en el mercado mundial como pequeñas potencias, como es el caso de México, y buena parte de los países latinoamericanos.

Junto a estos elementos económicos en la obra de Lenin, existe una tendencia política algunas veces pasada de lado en El imperialismo, fase superior del capitalismo: la base objetiva de la escisión internacional de todo el movimiento obrero, como fenómeno histórico universal. Esta base

se encuentra precisamente en el parasitismo y en la descomposición del capitalismo, inherentes a su fase histórica superior, es decir, al imperialismo. Como lo demostramos en este folleto, el capitalismo ha desglosado ahora un puñado de países particularmente ricos y poderosos que con el simple “corte del cupón” saquean a todo el mundo (…)” evidentemente tan gigantesca superganancia, permite corromper a los dirigentes obreros y a la capa superior la aristocracia obrera. (…) hoy son el principal apoyo social (no militar) de la burguesía. Porque son verdaderos agentes de la burguesía en el seno del movimiento obrero, lugartenientes obreros de la clase de los capitalistas, verdaderos vehículos del reformismo y del chovinismo. En la guerra civil entre el proletariado y la burguesía se colocan del lado de la burguesía.“ (Lenin, Ibidem)

 

Desde la publicación de su texto, hay una interminable cantidad de sucesos que vienen a confirmar este proceso. Pocos años después de la aparición del folleto, a Lenin aún le tocaría observar el nivel de traición al que podían llegar el oportunismo, con el papel asesino del gobierno socialdemócrata de Ebert ante las muertes de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, la traición a las insurrecciones obreras en Europa y el apoyo a la contrarrevolución rusa. Hoy en día, la escisión del movimiento obrero y la presencia de la burguesía en el seno de la clase obrera, se presenta quizás con más fuerzas, debido al triunfo de la contrarrevolución en la URSS y los países europeos socialistas.

 

Finalmente, la conclusión política más importante que escribe en lenguaje esópico será que el capitalismo al llegar a su fase imperialista, cada una de sus características abre una nueva era, la era de la revolución socialista proletaria. Es decir, el desarrollo del capitalismo había llegado a tal nivel y se había extendido por el mundo, que la cuestión de la revolución socialista deja de ser algo particular de los países desarrollados, y transformarse en una condición que involucra al mundo entero. Lo cual se vio confirmado durante todo el siglo XX por la Revolución Socialista en Rusia, la construcción socialista en la Unión Soviética, las repúblicas democrático populares y en general los países que formaron parte del bloque socialista. Eso misma explica porque el triunfo de la contrarrevolución entre 1989 y 1991, no implica la derrota del socialismo-comunismo sino únicamente una derrota temporal, dado que las condiciones objetivas, es decir, el imperialismo se mantienen. Como bien resumiría el camarada Stalin, es la época del imperialismo y las revoluciones proletarias, en la cual están dadas las condiciones objetivas para la preparación inmediata del proletariado para la conquista del poder y para la construcción del socialismo sin ningún peldaño intermedio.

Por todo esto, es que el texto El imperialismo, fase superior del capitalismo, sigue siendo un libro no solo vigente, sino necesario para cualquier comunista. Una arma ideológica que lo proteja ante los intentos de cooptar y debilitar al movimiento obrero y a su estado mayor, en un momento en que las contradicciones imperialistas y la posibilidad de una guerra imperialista mundial se hacen más patentes.

[1] Algunos de estos temas pueden encontrarse en los números 5 y 6 de la Revista Comunista Internacional, principalmente abordando temáticas y problemáticas concretas. http://www.iccr.gr/es/issues/ejemplar-5/

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