Ya puede estar tranquilo Ackerman, no habrá chingadazos
Ya puede estar tranquilo Ackerman, no habrá chingadazos*
Marco Vinicio Dávila Juárez.
Entre inquieto y amenazante John Ackerman, intelectual orgánico “de izquierda”, esposo de Eréndira Sandoval, propuesta para ocupar la secretaría de la función pública en el gabinete de AMLO, ambos ex becarios y consultores de la antidemocrática Fundación Nacional para la Democracia y de la Open Society, del multimillonario George Soros, tuitió recientemente que si volvían a robar la elección iba a haber “chingadazos”, en alusión a otro tuit de un supuesto obrero oaxaqueño que expresaba su deseo de que un cambio pacífico sólo sería posible con López Obrador.
Hoy que han terminado las precampañas ya puede estar tranquilo John Ackerman, como se ven las cosas, es prácticamente un hecho que no habrá imposición –cruenta–; así que, se posponen los chingadazos.
Y es que el México “bronco” que apoya a López Obrador, está dispuesto a dar chingadazos, en caso de que sienta burlada su voluntad en las urnas, y por el hartazgo que vive cotidianamente por la inseguridad laboral, la violencia generalizada y el abuso y la prepotencia de los gobernantes; justamente lo que el México “clasemediero” trata de evitar a toda costa, que la violencia social pueda desbordarse, razón por la que se cobija con AMLO, lo apoya con fe ciega y votará por él.
Pero hay también otra clase social preocupada por los chingadazos que pudieran resultar de un estallido social en nuestro país, la gran burguesía monopolista.
Y es que, desde el 29 de septiembre del 2008, que el índice Dow Jones tuvo su primera gran pérdida en la bolsa de valores de NY, como consecuencia de la gran crisis capitalista que había iniciado unos meses antes y de la cual no hemos salido, ni se han podido recuperar los grandes monopolios que ahí cotizan; el pasado 5 de febrero nuevamente la crisis mundial volvió a expresarse en otra gran pérdida, la mayor de su historia, en el mercado accionario; esto trajo como consecuencia que otras bolsas de valores en el mundo también se vieran arrastradas por dicha caída, lo que afectó indefectiblemente a la Bolsa Mexicana de Valores que anunció pérdidas del 3% ese mismo día.
Esta inestabilidad financiera, una de las tantas manifestaciones de la gran crisis capitalista en el mundo, es una de las razones por la que la gran burguesía monopolista de este país, no desea exponer sus activos y sus ganancias a la inestabilidad social que pueda ocurrir en el caso de que a través de un fraude, otro más, se volviera a imponer un presidente de la república. Antes por el contrario, necesitan con urgencia un gobernante que les garantice justamente eso, estabilidad social, no sólo por la crisis mundial, sino por el descontento acumulado a partir de la aplicación de las reformas estructurales aprobadas en los últimos treinta años y acentuadas en los primeros años del actual sexenio, alguien que de alguna manera tenga control sobre dirigencias y disidencias sindicales, sobre todo de los sectores estratégicos de la economía, como lo son los trabajadores de la energía, de Pemex, CFE y el sector nuclear, los mineros, en el sector de los servicios, como el magisterio y los trabajadores de la salud; y de un sinnúmero de organizaciones sindicales, sociales y campesinas.
Y es que tanto AMLO, como sus otrora detractores, la burguesía monopolista que hoy apoya su candidatura casi tan masivamente como sus miles de seguidores, aprendieron de sus errores. Él aprendió que los necesita para ganar, aquéllos comprendieron que lo necesitan para sobrellevar la actual crisis.
Por eso vemos una precampaña muy bien organizada, científicamente planificada: información, desinformación, contrainformación; pues es menester mantener expectantes y movilizadas a las masas, mientras uno promete paz, estabilidad y crecimiento económico, otros, advierten de la violencia y el estallido social. Tal pareciera que estamos en una suerte de Juegos del Hambre, donde sólo la esperanza es más fuerte que el miedo, y AMLO con su equipo de publicistas lo saben.
Y, a menos que estalle la tercera guerra mundial antes del próximo 1 de julio, no se ve en el horizonte nada que indique la imposición de un presidente de México por parte de los monopolios, tal como ocurrió en 1988, en el 2006 y en el 2012, es decir de manera fraudulenta e incluso violenta; pues éste ha sido impuesto ya por los monopolios. Ahora sólo se trata de adornar la escenografía, para que luzca bonita la fiesta en que la “democracia” ha de ser la ganadora.
En tanto, no es premonición, ni amenaza al estilo Ackerman, es la realidad que se impone cuan necia y desnuda es, la insumisión seguirá creciendo y las contradicciones económicas que por hoy atempera la posibilidad de la presidencia de López Obrador, se verán nuevamente rebasadas por los efectos de la propia crisis capitalista mundial, cuya principal expresión en México será la aplicación a rajatabla de las reformas estructurales y el recrudecimiento de las mismas, pues no tienen otra forma los monopolios de sobrevivir al capitalismo agonizante. Y es que el gran fraude electoral en México, ha sido impuesto desde que la clase obrera quedó sin un partido político que representara sus intereses y su programa en las urnas.
Ah, y porque conocemos la historia del ascenso, descenso y debacle del partido del sol azteca. Líderes sindicales, sociales y campesinos, que hoy comprometen en morena el voto de su base social para asegurar cuotas y cotos de poder, como antes lo hicieron en el PRD, los monopolios se los darán, cuentan con presupuesto para ello y serán, como han sido antes, serviles correas de transmisión para evitar la insumisión, pero también como antes sus bases los rebasarán pues el presupuesto con que cuentan los monopolios es para aburguesar dirigencias no para resolver los conflictos.
Por eso afirmamos que los chingadazos sólo se posponen.
* Artículo escrito en marzo de 2018.