Buscar por

Los comunistas y la cuestión migrante

Encuentro de los Partidos Comunistas de América Central.
Un siglo de lucha de los comunistas de México.
Memoria.

Con el presente documento damos inicio a la publicación de diversos análisis, posicionamientos y ensayos partidarios acerca de los temas abordados en el marco de los eventos realizados entre el 21 y el 24 de noviembre a propósito del vigésimo quinto aniversario de la reorganización del Partido Comunista de México y el centenario de las actividades de los comunistas de México. Editorial. El Machete.

Por Héctor Maravillo

Saludos, camaradas.

Primero que nada, queremos transmitir un saludo de parte de nuestro Comité Central a la militancia del Partido Comunista de El Salvador y del partido Vanguardia Popular, lamentando la ausencia de los camaradas del Partido Guatemalteco del Trabajo y del Partido Comunista de Honduras. Consideramos que este Encuentro es un paso más en la profundización y fortalecimiento de las relaciones entre los partidos comunistas de Centroamérica y México, que nos permite abordar de manera profunda y fraternal un problema que afecta a todos nuestros países y a nuestra clase, lo cual hace aún más necesario aumentar la coordinación en nuestra región.

La cuestión migrante es un problema que afecta no sólo a nuestra región, sino al mundo entero, y en los últimos años está tomando un carácter dramático. Así como los migrantes centroamericanos y mexicanos que esperan llegar a los EU o Canadá se enfrentan al riesgo de la muerte en los ríos y desiertos, o a la desaparición y secuestro por parte de los carteles del narcotráfico; miles de trabajadores de África y Medio Oriente tienen frente a sí una alta probabilidad de terminar en el fondo del mar o en un campo de concentración en las costas europeas. De igual manera, aquellos que logran sobrevivir la travesía se enfrentarán en EU, Alemania, los países petroleros de Medio Oriente o el sudeste asiático, a la ilegalidad, la persecución y deportación, las condiciones de vida infrahumanas y la falta de derechos laborales. En cada país, el fenómeno migratorio se manifiesta de diferentes formas, pero en todas responde a una misma causa: el desarrollo del capitalismo que ha llegado a su fase monopolista, el imperialismo.

Carlos Marx ya explicaba las causas del fenómeno en el primer tomo de El Capital en 1867. En el explicaba que el proceso de acumulación capitalista, el motor del sistema capitalista, es decir el proceso por el cual el capital se reproduce de manera ampliada, lleva ineludiblemente a la formación de una superpoblación relativa. El aumento en la composición orgánica del capital, esto es al decrecimiento relativo del capital variable respecto al capital constante, trae consigo que la fuerza de trabajo que es absorbida por el capital sea en una proporción constantemente decreciente. La clase obrera crece más rápidamente que lo que crece el capital variable, lo cual genera una población obrera excesiva para las necesidades medias de explotación del capital, una población obrera sobrante. Esto lleva a una situación totalmente irracional: aunque existen los medios de producción suficientes para emplear a toda la clase obrera, las leyes económicas que rigen el capitalismo llevan a que una parte de la clase obrera quede sobrando. Es esa la razón fundamental por la cual vemos tristemente como nuestros hermanos y familiares abandonan su país, en busca de trabajo.

Como Marx lo demostró en El Capital, esto forma parte de la ley general de la acumulación capitalista, no es un elemento secundario que pueda ser subsanado con tal o cual medida dentro del capitalismo. No hay gobierno, por más progresista que se desee, que bajo el capitalismo sea capaz de eliminar este hecho. Y mientras esta Ley actúe, se mantendrá, por lo menos potencialmente, la tendencia a la emigración.

Ahora bien, la cuestión migrante no sólo responde a Ley General de Acumulación Capitalista y la formación del ejercito industrial de reserva, del que hablaba Marx, sino a una manifestación particular: a la subordinación del campo y la agricultura a las relaciones capitalistas, la expulsión de la población rural y su conversión en proletariado urbano. Lo que Marx denominó superpoblación latente. Además de ello, también existe dentro del capitalismo la movilidad de la clase obrera entre sectores económicos y entre regiones, debido a las fluctuaciones cotidianas en la tasa de ganancia, y con ello en el nivel de los salarios sectoriales. Esto debido a condiciones históricas ha implicado que no sólo el ejército industrial de reserva recurra a la emigración, sino también sectores de la clase obrera y hasta de las capas medias y profesionistas.

En México conforme las relaciones capitalistas fueron profundizándose en las áreas rurales, inició un proceso de emigración de los campesinos a las ciudades, sin embargo, dado el nivel de desarrollo capitalista no pudieron ser absorbidas por la industria de las ciudades mexicanas, y se vieron obligados a cruzar el Río Bravo y convertirse primero en jornaleros agrícolas en los EU, como braceros y pizcadores, y después plenamente como obreros industriales o de la construcción, principalmente en California, Texas y la Región de los Grandes Lagos. Esta situación se vio agudizada con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte TLCAN en 1994 y las reformas a la ley agraria en esos años que permitía privatizar los ejidos. En los últimos años, el crecimiento de la industria del narcotráfico y de la criminalidad en general en nuestro país ha fortalecido la tendencia a la emigración, sin ser la causa principal, sino un efecto más de esta tendencia. Ya que los cárteles de las drogas funcionan como grupos monopolistas que subsumen y se apropian económica y militarmente de las tierras agrícolas.

Ahora bien, una vez plantadas las causas del problema, es necesario pasar a cómo enfrentarlo.

A partir del IV Congreso nuestro partido ha dado un salto cualitativo. Partiendo del análisis leninista del imperialismo, como la fase superior del capitalismo, y no como una política agresiva de ciertos países; del estudio serio y profundo del desarrollo del capitalismo en nuestro país y de un balance de la construcción socialista durante el siglo XX, llegamos a la conclusión que la lucha en México no podía ser otra que la lucha por la Revolución Socialista, sin ningún tipo de etapa intermedia, como la tarea inmediata de la clase obrera y de nuestro Partido. Nuestro V y VI Congreso en 2014 y 2018 lo que han hecho ha sido continuar por ese camino, profundizando en el estudio y trasladándolo a cómo materializarlo. A la luz de este objetivo es que valoramos la cuestión de los trabajadores migrantes como algo esencial en nuestra estrategia. De acuerdo con nuestro análisis, cuantificábamos en 2014 que una tercera parte de la clase obrera mexicana laboraba en los Estados Unidos, aproximadamente 6.7 millones de trabajadores, de los cuales 2.8 millones son proletariado industrial, 300 mil jornaleros agrícolas y 1.9 millones trabajadores de limpieza, de preparación de alimentos y trabajadoras domésticas; los cuales se hallan laborando en los principales corredores industriales de los EU.

En nuestros estatutos decimos que nuestro Partido es el partido de los “trabajadores manuales e intelectuales, de la ciudad, el campo y la emigración”. Además, a partir del VI Congreso hablamos de la “clase obrera de México” y no “mexicana”, justamente para indicar que el elemento fundamental de agrupación en nuestro partido no es una cuestión de nacionalidad, sino de clase, sin importar las limitantes que existen en la legislación burguesa al respecto.

Consideramos que estas posiciones no son una innovación propia, sino que únicamente implican una recuperación de la mejor tradición leninista al respecto. Debemos reconocer que la migración ha sido un mecanismo de suma importancia para la expansión de las ideas comunistas por el mundo. Ya desde tiempos de la Asamblea Internacional de Trabajadores puede rastrearse como su crecimiento a otros países, como los mismos EU, está estrechamente ligado con la migración de miles de obreros alemanes, irlandeses e ingleses al “sueño americano”. La Internacional Comunista, concebida como el Partido internacional de la clase obrera, con sus secciones nacionales en cada país, permitió convertir la migración (tanto por exilio como por motivos económicos) en un elemento favorable para su crecimiento. Por ejemplo, la formación del Partido Comunista de México no se explica sin la intervención de los emigrados norteamericanos como Lin Abel Gale, José Allen, Louis Fraina, Charles Phillips, y en general el papel de los wobblies en mexico; así como de Sen Katayama que a su vez era un migrante japones en los Estados Unidos. De igual forma, el paso de decenas de comunistas centroamericanos y sudamericanos por México o Argentina ayudó a fortalecer sus propios Partidos. Actualmente, existen también experiencias muy interesantes de la construcción de secciones de PC en el exterior como es el caso del Partido Comunista de Grecia o el Partido Comunista de Turquía en Alemania.

En los últimos años se ha acrecentado la situación de migrantes que llegan a México, no sólo para intentar cruzar hacia los EU, sino para asentarse permanentemente en nuestro país. En muchos casos, terminan en la pobreza total y pasan a formar parte de las filas del lumpenproletariado; sin embargo, también hay una buena parte que se integra al sector productivo o comercial. Por ejemplo, en Tijuana hay un grupo numeroso de haitianos que se han asentado ya; o en ciudades del norte del país como Monterrey, donde los migrantes centroamericanos son reclutados por grandes monopolios como OXXO. Ante esa situación, la posición de nuestro Partido es que debemos agrupar a la clase obrera que se encuentra en México, independientemente de su nacionalidad, situación migratoria, género o cualquier otra división.

Hasta el momento nos hemos concentrado en elementos orgánicos de construcción partidaria. Falta ahora mencionar nuestras propuestas programáticas ante las masas respecto a la cuestión migrante.

En primer lugar, nuestro Partido considera que sólo el socialismo-comunismo podrá solucionar los problemas esenciales de nuestra clase, incluyendo la necesidad de emigrar buscando un trabajo o mejores condiciones de vida. En las tesis del IV Congreso explicábamos que:

(…) solo un poder obrero y una economía socialista pueden resolver las demandas del campesinado pobre y sus familias, del semiproletariado y proletariado agrícola.

El poder obrero una vez establecido debe organizar el intercambio de productos entre el campo y la ciudad. Socializar las grandes unidades productivas, ponerlas bajo control y gestión del proletariado agrícola, aplicar la tecnología más avanzada para reducir la jornada de trabajo, garantizar el abasto de alimento y preservar los recursos. Tomar control sobre los bosques, selvas, cuerpos de agua, etc., y establecer una relación lo más armónica entre la sociedad y la naturaleza. Garantizar a las cooperativas campesinas la adquisición de sus productos, montar las industrias necesarias para procesar dichos productos, y entregarles a cambio los instrumentos, insumos y productos de la ciudad necesarios. Reconociendo que es una fuerza económica la que desencadenó el éxodo rural, la economía socialista edificará infraestructura y servicios con ventaja en el campo para incentivar una migración en sentido inverso, de tal manera que se elimine paulatinamente la contradicción entre el campo y la ciudad.

Consideramos que sólo de esa manera es posible acabar con el trágico hecho de ver a las familias obreras romperse ante la emigración y enfrentarse al riesgo de la muerte, la desaparición, las violaciones y en general todo ese infierno que significa intentar cruzar México y llegar al “sueño americano”.

Consideramos que el primer paso para avanzar en ello es romper con el TLCAN, ahora TMEC, que ha sido una de las principales causas de la crisis en el campo mexicano. Este es un punto fundamental, ya que ata directamente a la economía mexicana al movimiento del imperialismo norteamericano e impide cualquier cambio sustancial en la política económica de nuestro país. El ejemplo claro de este problema lo podemos ver ahora con el ascenso de la socialdemocracia al gobierno. El nuevo gobierno de López Obrador, pese a toda la retórica utilizada, ha sido el principal defensor de la firma del TMEC en México, lo que impide cualquier cambio de timón en la economía, más allá de los estrechísimos márgenes que el Tratado permite.

Otro punto que consideramos fundamental es luchar por que le sean reconocidos a los migrantes todos sus derechos como trabajadores, ya que la situación de ilegalidad de la gran mayoría de los migrantes mexicanos en EU ha sido utilizado como mecanismo para presionar a la baja los salarios de la clase obrera de EU en su conjunto; así como para romper su unidad, intentando posicionar el tema nacional por encima de la cuestión de clase. Justamente esas ideas fueron una de las banderas principales de Trump durante su campaña. Es evidente qué, así como luchamos por eso para nuestros compañeros mexicanos en el extranjero, es nuestro deber luchar por ese mismo objetivo para los trabajadores migrantes que se encuentren en nuestro país.

México, pese a ser un país con una amplia historia de emigración, y sufrido de la vejación de los gobiernos estadounidenses contra los migrantes y del racismo imperante en el país del norte, ha sido caldo de cultivo para posiciones racistas y xenofóbicas contra los migrantes centroamericanos, haitianos y africanos que se encuentran en nuestro país. Estas posiciones han sido sostenidas por grupos políticos de “derecha”, por sectores del Partido Acción Nacional, por grupúsculos fascistas, etc., como en el caso del anterior alcalde de Tijuana. Sin embargo, también debemos denunciar qué desde MORENA, a partir de sus canales de comunicación, de sus grupos de bots, etc., ha auspiciado y promovido este tipo de posiciones xenofóbicas, una vez que el presidente AMLO se plegó a la amenaza de Donald Trump. Por eso debemos advertir que este tipo de posiciones no son exclusivas de ciertos grupos políticos, sino que pueden ser utilizados por cualquier partido de la burguesía dependiendo de sus intereses.

Finalmente, queremos hablar de la situación más actual. Durante el gobierno de Donald Trump han aumentado las medidas antinmigrantes, con imágenes despreciables que le han dado la vuelta al mundo, como la de niños migrantes encerrados en jaulas y separados de sus padres. Consideramos que su discurso racista y su ofensiva contra los migrantes no derivan de las creencias individuales de Donald Trump, sino de los intereses de cierto sector de los monopolios norteamericanos que apuestan al proteccionismo económico. Ahora bien, debemos decir también que eso no significa ni debe convertirse en un apoyo velado al Partido Demócrata, ya desde la era Obama el número de deportaciones era enorme, incluyendo todo tipo de vejaciones para con los migrantes. La diferencia residía en que mientras el gobierno de Obama actuaba silenciosamente, Trump cubre sus acciones con una retórica xenofóbica.

En el caso de México, el problema de los centroamericanos que cruzaban el país para llegar a los EU enfrentaba en gobiernos anteriores ya el enorme riesgo de terminar muertos, desaparecidos, secuestrados o esclavizados por los monopolios de las drogas en nuestro país. Sin embargo, han aumentado dos elementos. En primer lugar, la agudización de las problemáticas en países como Honduras, El Salvador o Haití ha generado un significativo aumento de los migrantes que llegan a México. En segundo lugar, el nuevo gobierno de AMLO ha cedido ante el chantaje de Trump de aumentar los aranceles al acero mexicano, y ha utilizado como moneda de cambio a los migrantes centroamericanos. Por esa razón estamos viviendo situaciones nuevas. Por ejemplo, el despliegue del ejército bajo el membrete de la Guardia Nacional, que ha sido emplazado principalmente en el sureste y una de sus tareas principales es cazar a los migrantes para conseguir deportarlos. Además, se ha aplicado una medida antidemocrática por medio de un decreto presidencial que obliga a toda persona a presentar una identificación oficial para utilizar autobuses entre ciudades, lo que empuja a los migrantes a utilizar las rutas más peligrosas para continuar su camino. Se multiplican los retenes militares y de migración por todo el país, para evitar su llegada a la frontera norte. Se utiliza a la Guardia Nacional para infiltrar y desbaratar las caravanas que intentan ingresar al país, y crece el número de centroamericanos en centros de detención en Chiapas. Aunque no lo quieran reconocer, México se ha convertido de facto en Tercer País Seguro.

Nosotros, en función de los intereses de la clase obrera, leales al internacionalismo proletario, tenemos la tarea de intervenir para organizar a los trabajadores migrantes que pasan por México, no solo en materia de solidaridad, sino políticamente, y de trabajar para organizar a los trabajadores mexicanos en los EEUU y Canadá, así como a la inicial emigración a Europa. Es un asunto de principios, y de interés para la causa revolucionaria, que los trabajadores luchen unidos, sin importar su origen, su nacionalidad, y que reforcemos la lucha contra el racismo, el chauvinismo y todo aquello que divida a quienes estamos hermanados por ser explotados. Por supuesto, debemos pensar en medidas de coordinación que apunten en esa dirección

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *