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Jóvenes construyendo las ganancias

Fotografía: internet

Por Víctor Manuel Martínez Sánchez

Es un secreto a voces que Andrés Manuel, el actual Presidente de México, tuvo apoyo popular en las elecciones del 2006 y 2012, pero no sumó apoyo ni confianza suficiente de los grandes empresarios para ganar las elecciones. Y como el Estado administra los intereses de la clase dominante, en este caso, la burguesía, sucedió a plena vista fraudes electorales. Esto lo tuvo bien en cuenta Andrés para las elecciones del 2018, aunque él lo atribuya no a los intereses de clase, sino a la corrupción de la cúpula política. Para las promesas electorales del 2018, Andrés se encargó de complacer los oídos de los empresarios prometiendo cero nacionalizaciones (aunque Obrador se empeñe en decir que lucha contra el neoliberalismo) y mano de obra gratis para ellos. La promesa para supuestamente acabar con el desempleo y con los llamados ninis, fue el proyecto Jóvenes construyendo el futuro, el cual consta de capacitar para el mundo laboral a 2.3 millones de jóvenes becarios interesados en percibir un salario -que, en las condiciones actuales, se puede catalogar de mísero– de 3,600 pesos mensuales, cuya cantidad apenas es 15.26% superior al salario mínimo mensual. Las empresas, instituciones públicas y organizaciones sociales podían registrarse en una plataforma de internet para tener derecho a recibir esta ayuda, en forma ya no de mano de obra barata, sino gratis. Para este proyecto Andrés prometió dar 108,000,000,000 de pesos con motivo de cumplir esta campaña presidencial. ¿De dónde sale este dinero? Pues de los impuestos que deberían ir para el pueblo.

Hasta ahora el discurso de la justificación de este proyecto en resumidas cuentas se traduce en: hay un fuerte desempleo y lo jóvenes no están estudiando, con jóvenes construyendo el futuro la juventud puede dejar el ocio y trabajar a la vez que aprenden un oficio y toman experiencia laboral. Esta justificación ha sido aceptada y apoyada por gran parte del sector popular, argumentando que hasta ahora ningún presidente se había preocupado tanto por acabar con el desempleo de los jóvenes. Pareciera que Andrés cumple bien con su trabajo como Presidente. Pero lo cierto es que, si analizamos desde una concepción marxista, vemos que el pueblo trabajador no está saliendo beneficiado y sí los empresarios. ¿Cómo pasa esto? Sucede cuando del dinero que debería ir para el pueblo, se le es dado a los empresarios de forma indirecta: pagando barato la mano de obra joven para los empresarios. A los empresarios no les cuesta nada, no tienen que invertir ni dar prestaciones a los jóvenes trabajadores, les sale gratis. Ahora la siguiente cuestión que sucede, es que el trabajo de estos jóvenes no es para el pueblo que les paga el salario, sino que lo que producen y dan como servicio es apropiado por el empresario: ¡El pueblo paga el salario y el empresario percibe las ganancias!

Esta ayuda de mano de obra gratis sólo favorece a los empresarios que aumentan sus ganancias al no pagar el salario. Y dado que esta capacitación que dura meses es sólo eso, el empresario no está obligado a pagar aguinaldo ni bonos, por lo que el joven carece de derechos laborales ya que está aprendiendo y a prueba. Para noviembre del 2019, sólo el 1.5% de estos jóvenes construyendo las ganancias ha sido contratado, y era de esperarse, para los empresarios sólo era una ayuda gratis para ahorrarse fuerza de trabajo y dinero. Por cierto, toda empresa está obligada a dar a sus trabajadores recién contratados una capacitación. En el artículo 132 de la Ley Federal del Trabajo, fracción XV, se señala, relacionada esta obligación con lo dispuesto por el artículo 153-A de la referida Ley, al establecerse en forma clara que:  los patrones tienen la obligación de proporcionar a todos los trabajadores y éstos a recibir, la capacitación o el adiestramiento en su trabajo que le permita elevar su nivel de vida, su competencia laboral y su productividad, conforme a los planes y programas formulados de común acuerdo, dicha capacitación podrá ser proporcionada dentro de la empresa o fuera de ella, ya sea por conducto de personal propio, instructores especiales para cada rama o tema, escuelas u organismos especializados, entre otras. Por tanto, decir que este programa sirve para preparar a los jóvenes en la vida laboral es sólo una mentira que oculta el carácter de clase capitalista. Otro argumento es que el joven aprende un oficio y así poder poner su negocio. Esto es un absurdo si se conocen las condiciones de pobreza en el México actual. El salario que se les da a estos constructores de ganancias apenas y les ayuda a cubrir algunas necesidades, no es suficiente para poder acumular capital y poner un negocio.

Por último, sólo como un dato que nunca debe olvidarse. En el movimiento huelguístico de los trabajadores en Matamoros, que se dio en el primer semestre del 2019, la compañía de Coca-Cola de esa ciudad, al verse afectada por los trabajadores en paro, contrata a jóvenes construyendo el futuro para poder suplir la mano de obra que estaba protestando por sus justos derechos. Aquí el Gobierno Federal ayudó a la empresa refresquera a sobrellevar la huelga en vez de ponerse del lado de los trabajadores; que en sí era obvio esa postura y no se podía esperar otra cosa.

Con todo esto, ya queda claro el carácter capitalista de este programa. No es más que regalar fuerza de trabajo a los capitalistas, mientras que la miseria sigue y crece entre las masas trabajadoras. En este gobierno capitalista la balanza se inclina a favor de los empresarios. Es una tremenda sobreexplotación que se les da a estos jóvenes que de buena fe intentan salir del desempleo, sin que ese programa les asegure un trabajo digno y bien remunerado. No es más que un trabajo temporal de bajo salario y sin los derechos laborales que merecen. Así las cosas con el Gobierno de López Obrador.

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