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Reflexiones sobre ciencia y marxismo. I. Presentación

 

Por Ángel Chávez Mancilla
Director de El Comunista

Este año conmemoramos el 200 aniversario del nacimiento de Federico Engels, compañero de lucha  y deudo intelectual de Marx, por tanto, es un buen momento para regresar al estudio y la reflexión de las aportaciones que Engels hizo a la teoría marxista. Entre las múltiples temáticas que trató Engels (política, economía, filosofía, guerra, historia, entre otras), propongo que detengamos la mirada en las ciencias naturales, lo que nos remite principalmente a Dialéctica de la naturaleza y a partes del Anti Dühring, textos en que Engels demuestra que las principales leyes de la dialéctica aplican no solo para la realidad social, sino también  para la realidad natural.

Como todo texto de gran valía que despierta una mirada crítica, los mencionados textos de Engels son hoy vilipendiados por seudo marxistas, revisionistas, por los llamados marxistas críticos vinculados a la llamada Escuela de Frankfort, y en general por todos los que buscan revisar el marxismo para tergiversarlo y así quitarle su esencia revolucionaria. Al mismo tiempo estos textos son base del marxismo-leninismo, que reconoce la existencia del materialismo dialéctico y el materialismo histórico.

En contra del marxismo-leninismo los tergiversadores del marxismo acuñaron la denominación despectiva de “diamat” como consigna de su supuesta cruzada contra el dogmatismo. El resultado es que existe una multiplicidad de posiciones que van desde negar la existencia de las leyes de la dialéctica, o decir que éstas solo aplican para la realidad social pero no para la realidad natural, y llegan hasta la negación total del  materialismo histórico y dialéctico. Ante tales desviaciones es tiempo de plantarles cara.

Dentro del campo de los filósofos que se reivindicaban a sí mismos como “marxistas”, hay quienes consideraron falsa la existencia de la dialéctica en la naturaleza y se lanzaron contra Engels. Entre los más conocidos de éstos filósofos están Georg Lukács, Lucio Colletti, Jean Paul Sartre y Alfred Schmidt, por nombrar algunos[1].

No obstante, antes que embrollarnos en debates abstractos y considerando que la práctica es la principal categoría del conocimiento, pensemos en que hay una larga lista de científicos que abrazaron el marxismo como filosofía y bajo esta égida desarrollaron su labor política y de investigación científica. Entre otros, podemos nombrar al físico Frédéric Joliot-Curie, primer presidente del Consejo Mundial de la Paz; al científico inglés John Desmond Bernal, quien presidió el Consejo Mundial de la Paz y aportó a la historiografía marxista con sus libros La ciencia en la historia y La ciencia en nuestro tiempo (ambos traducidos al español por el filósofo marxista Eli de Gortari); el ingeniero Julius Rosenberg, militante comunista acusado de espionaje y ejecutado por el gobierno norteamericano. [2]

Conocer estas experiencias permitirá fortalecer los fundamentos teóricos de los marxistas-leninistas y llamar la atención de que la filosofía de la ciencia no es un terreno que debe ser entregado a la filosofía burguesa, pues la lucha ideológica se debe abrir en todos los frentes; por el contrario, siguiendo la orientación dada por Lenin en su textos “Sobre el significado del materialismo militante”, los comunistas debemos trabajar para vincular a los científicos con la filosofía del materialismo dialéctico, pues, como afirmaba el mismo Lenin: “Los naturalistas modernos encontrarán (si saben investigar y si nosotros aprendemos a ayudarles en ello) en la interpretación materialista de la dialéctica de Hegel una serie de respuestas a las cuestiones filosóficas que plantea la revolución en las Ciencias Naturales y con las cuales “caen” en la reacción los admiradores intelectuales de las modas burguesas.”

Para dar elementos a la labor mencionada, y buscando que los comunistas conozcan la tradición científica vinculada al marxismo, nos hemos propuesto elaborar esta columna cada semana. Se tratarán aspectos de historia y filosofía de la ciencia, pero también estamos abiertos a propuestas de temas a tratar. Expuestas las intenciones de esta columna, pasemos a la primera entrega.

En esta ocasión quiero hacer referencia al recientemente fallecido Mario Bunge y quien, independientemente del camino teórico que tomó posteriormente, formó su visión de la filosofía de la ciencia con base en el marxismo y en la década de 1940 contribuyó con la traducción del libro La ciencia soviética vista por los sabios británicos [3] que compendia el testimonio de un grupo de científicos británicos que visitaron la Unión Soviética al término de la segunda guerra mundial y conocieron las instalaciones, los avances, los programas de estudio, la infraestructura que la URSS destinaba al quehacer científico.

Los testimonios compendiados son mayoritariamente favorables a la ciencia soviética, en algunos casos los científicos británicos se muestran sorprendidos por los avances, por la organización y por los resultados obtenidos. En lo personal me ha quedado grabado el testimonio del arqueólogo materialista V. Gordon Childe, que afirma: “La arqueología y la antropología están clasificadas como ciencias en la URSS, y junto con otras ciencias sociales figuran bajo la égida de la Academia de Ciencias del mismo modo que las ciencias naturales. De aquí que durante la guerra los arqueólogos y antropólogos hayan sido “reservados” al igual que los geólogos y los físicos” (p. 61). Mientras el mundo capitalista considera que la historia no es ciencia, en la Unión Soviética la historia gozaba de un gran prestigio.

Los científicos británicos que dan su testimonio sobre la ciencia en la URSS tenían, estudiaban, entre otros campos, fisiología, física contemporánea, física teórica, astronomía, geología, cristalografía, biología evolutiva, química, agroquímica. En el libro mencionado se puede encontrar información del grado de desarrollo de estas ciencias en la URSS al término de la guerra.

Pero quiero ahora volver a mencionar a Bunge, pues me parece necesario destacar que en el prólogo que elabora para el libro toca un tema central: la planificación económica como elemento central para el desarrollo de la ciencia, para mantener vinculada la ciencia con las necesidades de la sociedad. También señala que la verdadera libertad de la ciencia se puede dar sólo bajo la planificación: “la planificación no es sólo condición de la libertad real de la actividad científica (al sustraerse a los intereses privados), sino también de su eficacia como palanca máxima del progreso de un sociedad sin clases” (p. 14). También recuperando la tesis de Engels en el Anti Dühring, la libertad como conciencia de la necesidad, menciona: “la libertad no es contingencia, azar, anarquía, sino dominio de la necesidad, mediante su comprensión teórica primero y finalmente en la práctica” (p.15).

Cuan diferente es la situación en la que vivimos actualmente, en que la ciencia está completamente sometida al capital, desligada de las necesidades de la sociedad y encadenada a la anarquía de la producción capitalista. Ahora que el mundo enfrenta la pandemia Covid 19, hay que hacer evidente que el presupuesto destinado a la investigación científica se traslada a lo que genera mayor ganancia para el capital y no está destinado a las necesidades de la humanidad (nuevos estudios, como vacunas) pues la mirada del capital considera que no es conveniente tal inversión. Aunque ahora en múltiples laboratorios de diversos países están buscando una vacuna para el Coronavirus, la situación que estamos viviendo se repetirá si la ciencia no se pone al servicio de la humanidad y no del capital; si no se socializan los laboratorios y se abolen las patentes; sino se planifica la economía incluyendo la labor científica; sino se establece un Estado de los trabajadores que se asegure de que la socialización y la planificación se ejerzan.

 


 

[1] Vid. Jean Paul, Sartre. Crítica de la razón dialéctica. Argentina, Losada, 2004; de Lukács, Historia y conciencia de clase. México, Grijalbo, 1969; de Alfred Schmidt, El concepto de naturaleza en Marx. Madrid, Siglo XXI, 1977.; de Lucio Colletti, La dialéctica de la materia en Hegel y el materialismo dialéctico. México, Grijalbo, 1977. De los últimos trabajos polémicos referentes a la dialéctica marxista y la relación entre Marx y Engels está el de José Ferraro ¿Traicionó Engels la dialéctica de Marx?. México, Ítaca, 1998. En este libro se exponen de una manera amplia y sistemática las críticas contra Engels de quienes lo conciben como deformador o vulgarizador de la dialéctica de Marx, para el efecto el autor se avoca a la obra de Lucio Colletti, Jean Paul Sartre y Georg Lukács; la conclusión del libro es una demostración de que la dialéctica de Engels estaba acorde a la de Marx, defendiendo así la dialéctica de la naturaleza.

[2] En posteriores entregas haremos referencia a otros científicos, tanto mexicanos como de otras nacionalidades.

[3] La ciencia soviética vista por los sabios británicos. La plata. Editorial Calomino, 1947.

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