Lenin y las Tesis de Abril de 1917
Fotografía: Internet
Lenin y las Tesis de Abril de 1917*
Por Federico Piña Arce
Hace 97 años, en febrero de 1917, una insurrección obrera y popular derribó en Rusia el poder totalitario del Zar. Esa revolución en la que, si bien no fue dirigida enteramente por los bolcheviques, los contingentes de obreros más decididos y más claros eran miembros del partido de Lenin u orientados por la dirección y las consignas de los bolcheviques, estuvieron al frente de los primeros enfrentamientos y coadyuvaron a construir los gérmenes del poder popular.
Durante el mes de febrero de 1917se reunieron todas las características necesarias para una revuelta popular: cansancio hacia la guerra, invierno duro, escasez de alimentos. A principios de mes se inició una huelga de los trabajadores de las fábricas de la capital, Petrogrado. El 23 (8 de marzo según el calendario gregoriano), las mujeres de Petrogrado se manifestaron para exigir pan, los obreros en huelga las apoyaron y la unidad del pueblo con los obreros fue marco propicio para prolongar la huelga.
En los días siguientes, las huelgas se generalizaron por todo Petrogrado. Las consignas se politizaron: “¡Abajo la guerra!”, “¡Abajo la autocracia!”. Las cargas de la policía zarista ocasionaron la muerte de obreros y mujeres. [Los manifestantes se armaron sustrayendo armas de los puestos de policía]. Tras tres días de manifestaciones, el Zar ordenó la movilización de la guarnición militar de la ciudad para sofocar la rebelión. Los soldados resistieron las primeras tentativas de cofraternización y reprimieron con saña a los manifestantes. Pero gracias a la labor de convencimiento que los obreros bolcheviques realizaron durante la noche, parte de la compañía se sumó progresivamente a los insurgentes. Obligado por el curso de los acontecimientos y ante el crecimiento de la protesta popular, el Zar ordenó disolver la Duma y nombrar un comité interino.
Ante esto, todos los regimientos de la guarnición de Petrogrado se unieron a la revuelta. Fue el triunfo de la revolución. Bajo la presión del Estado Mayor, el Zar Nicolás II abdicó el 2 de marzo. Fue el fin del zarismo y junto con él nació el poder obrero: el Soviet de obreros y soldados de Petrogrado.
Sin embargo, está revolución no puso en el poder a sus principales autores. Como lo analizaría Lenin desde su exilio en Suiza, ya que la primera fase de la revolución le dio el poder a la burguesía, sobre todo y principalmente porque el proletariado carecía en ese momento del necesario grado de conciencia y organización.
La burguesía tomó el poder por encima del movimiento obrero y popular, es decir a sus espaldas. Para esto contó con el apoyo de dos partidos que se reivindicaban de izquierda, incluso socialistas: los mencheviques, con Martov a la cabeza, y los llamados socialistas-revolucionarios; que aprovechando su trabajo en algunos sindicatos y organizaciones obreras, los primeros, y representando a sectores de pequeños comerciantes, pero sobre todo con una fuerte base campesina, en el caso de los segundos, fueron elevados a las alturas por la masa y otorgando un voto de confianza a la burguesía le dieron el poder.
La Duma eligió un Gobierno Provisional encabezado por Mijaíl Rodzianko, un ex oficial del zar del Partido Octubrista, monárquico y rico terrateniente. Pero desde el 15 de marzo, la dirección de dicho gobierno fue tomada por George Lvov, un liberal progresista del Partido Democrático Constitucional (Kadete). Ambos partidos de la burguesía y con fuerte apoyo de los partidos reformistas.
Por ello pese a que la revolución había sido encabezada por los obreros y los soldados, el poder estaba en manos de un gobierno provisional dirigido por políticos burgueses y de la izquierda oportunista colaboracionista. Sin embargo, se desarrollaba ya en varias ciudades los gérmenes del futuro poder obrero. En las ciudades y pueblos, con el anuncio de la revolución en la capital, se formaron Sóviets. Desde principios de marzo, los Sóviets ya estaban presentes en las principales ciudades, dando el salto en abril y mayo a las zonas rurales.
Aunque los trabajadores no logran hacerse con el poder, la revolución da origen a una situación inédita: la del doble poder. Desde febrero hasta octubre de 1917 existió un doble poder: entre el gobierno provisional y los Sóviets de delegados obreros y campesinos que se extendían por todo el país.
El gobierno provisional, integrado mayoritariamente por representantes de la burguesía liberal, fue visto al principio con desconfianza por los luchadores obreros y campesinos. Pero la entrada de Kerensky al gobierno (visto con simpatía por los soldados revolucionarios), y la campaña a su favor desarrollada por los partidos reformistas, fue creando expectativas a nivel del movimiento de masas.
Los bolcheviques y los primeros meses de la revolución
Esa expectativa llegó incluso al Partido Bolchevique. Siguiendo las orientaciones de su último congreso, los bolcheviques vacilaban en torno a los soviets y el gobierno provisional. Por ejemplo, en un manifiesto del Comité Central de los bolcheviques, escrito inmediatamente después del triunfo de la revolución de febrero, se decía: ‘Los obreros de las fábricas, así como los soldados sublevados, deben elegir inmediatamente sus representantes en el gobierno revolucionario provisional”. Estas vacilaciones desarmaban a los dirigentes obreros resueltos a fortalecer a los soviets como un gobierno popular alterno al de la burguesía y sus aliados.
Esta estrategia impedía a los bolcheviques crecer en el Sóviet. Por ejemplo, cuando se votó la entrega del poder al gobierno provisional, a pesar de que la representación bolchevique era de 400 delegados, sólo 19 votaron en contra de la entrega del poder; los otros 381 delegados votaron a favor.
Siguiendo con estas vacilaciones, el 4 de marzo el Buró del Comité Central vota una resolución sobre el carácter contrarrevolucionario del gobierno provisional. Sin embargo, el Comité de Petrogrado resolvió que “no se opone al poder del gobierno provisional, en la medida en que…”. Es decir, mantenían una política que los colocaba a la cola de mencheviques y social-revolucionarios, y esa política chocaba con la base proletaria del partido. Por ejemplo, el comité bolchevique de la barriada obrera de Viborg protestaba contra las posiciones públicas del partido y realizaba mítines con miles de obreros y soldados en donde se votaba la necesidad de que el Soviet tomase el poder en sus manos.
El Partido Bolchevique, aislado de sus principales dirigentes que se encontraban en el exilio y sufriendo las presiones de las masas que confiaban en el gobierno, se iba convirtiendo cada vez más sólo en el ala izquierda de la democracia (burguesa) revolucionaria.
Cartas desde el exilio
Lenin, sin poder salir de Suiza, y recibiendo sólo informes fragmentados de lo que pasaba en Rusia, redacta el 6 de marzo un telegrama en el que señala: “Nuestra táctica: desconfianza absoluta, negar todo apoyo al nuevo gobierno; recelamos especialmente de Kerensky; no hay más garantía que armar al proletariado; elecciones inmediatas a la Duma de Petrogrado; mantenerse bien separados de los demás partidos”. Y comienza a redactar para Pravda (periódico bolchevique) sus llamadas “Cartas desde lejos”.
La poca información que recibe de la prensa extranjera le permite llegar a la conclusión de que Kerensky y los dirigentes mencheviques están engañando a los obreros, haciéndoles creer que la guerra era defensiva. Es decir que había que continuar con la guerra para defender la revolución.
El 17 de marzo, en una de sus cartas, Lenin dice: “Nuestro partido se cubriría para siempre de oprobio, se suicidaría políticamente, si se dejara llevar por ese engaño… Preferiría incluso romper inmediatamente con quien fuese, dentro de nuestro partido, a hacer concesiones de ningún género al social patriotismo…”.
El tren precintado y la llegada a Rusia
Después de una ardua negociación con el gobierno alemán, en guerra con la Rusia zarista, negociaciones encomendadas al Partido Socialista de Suiza, participante en la Conferencia de Zimmerwald (conferencia de partidos socialistas y socialdemócratas que se oponían a la guerra); Lenin, su compañera Nadezda Krupskaya y un pequeño grupo de dirigentes bolcheviques se traslada a Petrogrado, en tren rumbo a la estación Finlandia. Finalmente el 3 de abril llega Lenin a Rusia.
Es recibido por una delegación del Soviet de Petrogrado y gran cantidad de obreros y soldados. Chkeidze, dirigente menchevique del Sóviet, hace un discurso de bienvenida donde, refiriéndose a la necesidad de continuar la guerra, le dice que el deber de la “democracia revolucionaria” es enfrentar a los enemigos de adentro y de afuera.
Ante eso Lenin le da la espalda y dirigiéndose a los obreros y soldados presentes manifiesta: “Queridos camaradas, soldados, marineros y obreros: Me siento feliz al saludar en vosotros a la revolución rusa victoriosa, la vanguardia del ejército proletario mundial. La guerra de rapiña imperialista es el comienzo de la guerra civil en toda Europa […]. Despunta la aurora de la revolución mundial. No está lejos ya el día en que, respondiendo al llamamiento de nuestro camarada Kart Liebknecht, los pueblos volverán las armas contra sus explotadores capitalistas… La revolución rusa, hecha por vosotros, ha iniciado una nueva era ¡Viva la revolución socialista mundial!”.
Las Tesis de Abril
Esta posición chocó inmediatamente con el Comité de Petrogrado del Partido bolchevique. Lenin se negaba a prestar cualquier tipo de apoyo al Gobierno Provisional de Kerensky y demandó la confiscación de las tierras y su posterior redistribución entre los campesinos, el control obrero sobre las fábricas y la transición inmediata a una república de Sóviets. Continuando con los argumentos expuestos en El imperialismo, fase superior del capitalismo, afirmó que el capitalismo había entrado en «fase de putrefacción» y que la burguesía ya no era capaz, en los países recientemente industrializados, de asumir el papel revolucionario que ya había desempeñado en el pasado. Para él solamente se podría detener la guerra y asegurar las conquistas de la Revolución de Febrero dando todo el poder a los Sóviets.
Estas ideas, en ese momento, eran minoritarias al interior del partido de los bolcheviques, que se mantenían en una línea común de apoyo al Gobierno, llegando el periódico Pravda a hablar “de la reanudación del trabajo y la vuelta a la normalidad”. Pero con el colapso económico y la guerra en curso, las ideas de Lenin dirigiendo ya en Rusia al partido bolchevique, fueron ganando terreno e influencia entre el proletariado y las masas trabajadoras.
Lenin expuso al partido sus posiciones a través de un documento que a partir de ese momento fue conocido como Las tesis de abril. Las tesis expresaban ideas sencillas en palabras no menos sencillas, accesibles a todo el mundo. Decía, por ejemplo: “La república, fruto de la insurrección de febrero, no es nuestra república, ni la guerra que mantiene es nuestra guerra. La misión de los bolcheviques consiste en derribar al gobierno imperialista”.
“Este se sostiene gracias al apoyo de los social-revolucionarios y mencheviques, que a su vez se apoyan en la confianza que en ellos tienen depositadas las masas populares. Nosotros representamos una minoría. En estas condiciones no se puede ni siquiera hablar del empleo de la violencia por nuestra parte. Hay que enseñar a la masa a desconfiar de los conciliadores y defensistas. Hay que aclarar la situación pacientemente”.
Asimismo, enfatizaba que: “El éxito de esta política impuesta por la situación seguro nos conducirá a la dictadura del proletariado, y con ella a la superación del régimen burgués. Romperemos completamente con el capital, publicaremos sus tratados secretos y llamaremos a los obreros de todo el mundo a romper con la burguesía y a poner fin a la guerra. Iniciaremos la revolución internacional. Sólo el triunfo de ésta consolidará el nuestro y asegurará el tránsito al régimen socialista”.
Las tesis de Lenin fueron publicadas en el Pravda sólo con su firma. Los dirigentes bolcheviques estaban escandalizados, no entendían qué pasaba con Lenin. Ninguno de ellos quiso firmar el documento. ¿Cómo Lenin podía tener posiciones tan sectarias frente al gobierno que había surgido de la revolución y que las masas miraban con simpatía? ¿Cómo hablaba de derribar al gobierno, si reconocía que los bolcheviques eran una minoría? A estas oposiciones políticas se le sumaban las teóricas: ¿Cómo Lenin defendía la dictadura del proletariado? Los bolcheviques siempre habían defendido “la dictadura democrática de obreros y campesinos”, no la “dictadura del proletariado”.
Esas dudas teóricas tenían cierto fundamento, ya que Lenin, hasta ese momento, no había hablado de dictadura del proletariado para la situación rusa. Pero como él mismo diría más adelante: “Nadie ha podido nunca hacer una gran revolución sabiendo de antemano cómo habría de desarrollarse los hechos hasta el fin. ¿De dónde iba a sacar esas previsiones?, de los libros no, porque esos libros no existen. Sólo la experiencia de las masas podía inspirar nuestras decisiones.”
Y esa experiencia mostró que la revolución de febrero no dio origen a una dictadura democrática de obreros y campesinos. Sino que produjo una suerte de un doble poder. Por un lado, el poder obrero, el poder proletario, que se expresaba a través de los Sóviets; por otro, el poder “democrático”, ese que reprimía las movilizaciones proletarias de los soviets y que estaba en manos de la burguesía.
Ante esa disyuntiva, Lenin no quedó preso de los viejos esquemas, no tuvo la menor duda: había que enfrentar al poder burgués para imponer el poder obrero. Con perseverancia, con los principios establecidos en las Tesis de Abril, a principios de junio los bolcheviques ya eran mayoría en el Sóviet de Petrogrado de diputados de obreros y soldados, con lo que quedó demostrada la certeza de la estrategia propuesta por Lenin en “Las Tesis de Abril”.
Lenin era totalmente consciente que durante la Revolución de Febrero los bolcheviques eran un partido minoritario. Por eso estaba totalmente en contra de acciones aventureras, elitistas, para pelear por el poder. Pero, al mismo tiempo, sostenía que, para dejar de ser minoría, para ganar al movimiento de masas no se puede capitular a sus ilusiones, se les debería decir la verdad.
Había que explicar pacientemente que el gobierno provisional no iba a firmar la paz y que era falso que hubiera que ganar la guerra junto a los aliados imperialistas para defender la revolución.
Había que explicar pacientemente que para defender la revolución había que derribar al gobierno burgués, imponer el poder de los Sóviets e impulsar la revolución socialista en Rusia y a nivel mundial.
Apoyándose en la base proletaria, Lenin salió a dar la batalla política dentro de su propio partido y logró corregir una estrategia equivocada. Los bolcheviques aplicaron la estrategia definida en las Tesis de Abril y con base en una explicación paciente y decidida comenzaron a ganar a la mayoría de los obreros, marinos y soldados que dirigían los Sóviets.
Lo que les permitió cumplir un papel dirigente en las llamadas “jornadas de abril” (mayo según el calendario occidental) en donde se dio el primer enfrentamiento obrero contra el gobierno provisional.
Esta estrategia, defendida incluso contra su propio partido, pero apoyada en una lectura crítica, constante de las obras de Marx y Engels, le permitió a Lenin forjar el instrumento revolucionario, es decir el Partido, para convertir a la clase obrera rusa en protagonista de la primera revolución socialista.
La toma del poder en octubre hubiera sido imposible sin esta visión revolucionaria, plasmada en un pequeño escrito, pequeño en cuanto a su tamaño, apenas un pequeño folleto de 18 páginas, pero gigante en cuanto a sus repercusiones.
Las Tesis de Abril y los comunistas mexicanos
Con base en esto es deber de los comunistas en todo el mundo, y especialmente de los comunistas mexicanos, elevar su nivel de comprensión de la coyuntura, tener una perspectiva de clase en cada etapa del análisis. Lenin se dedicó a estudiar el desarrollo del capitalismo ruso y sus lazos de interdependencia con el imperialismo mundial.
Aplicando el método marxista, leyó con gran oportunidad que el momento para la conquista del poder se aproximaba, a pesar de contar con un partido pequeño, pero dotado de una teoría revolucionaria. Lenin tenía la certeza de que con una política acertada y con claro rumbo hacia el socialismo las masas seguirían al partido revolucionario, como ocurrió en octubre.
Por las lecciones de estrategia y táctica que encierran la lectura de las Tesis de Abril; por su importancia para aumentar el nivel ideológico y de comprensión de la utilización del método marxista para analizar las coyunturas y elaborar programas y tesis que coloquen en posición de lucha a la clase obrera rumbo a la conquista del poder político para instaurar el socialismo-comunismo; creemos obligación del militante de nuestro partido leerlas con detenimiento y espíritu revolucionario.
* El presente documento fue escrito a propósito de la publicación de las Tesis de Abril de Lenin por Editorial Revolución en el año 2014. Se presenta en El Machete con algunas correcciones y agregados, y con motivo del 150 aniversario del nacimiento del jefe del proletariado internacional Vladimir I. Lenin.