La histórica defensa de la humanidad
La histórica defensa de la humanidad*
Por Cristóbal León Campos
Se cumplen setenta y cinco años de la victoria definitiva del Ejército Rojo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) sobre el genocida régimen nazi implantado por Adolfo Hitler en Alemania años atrás. La victoria final que permitió la liberación de Europa y del mundo aconteció el nueve de mayo de 1945 con la firma de rendición absoluta e incondicional del gobierno y el ejército nazi, ya había acontecido la toma de Berlín y el suicidio de los dirigentes nazis; hechos que demostraron la grandeza del Ejército Rojo, el verdadero liberador de la humanidad ante tan absurdo e inhumano régimen como fue el nazismo y el fascismo. Los grandes sacrificios de millones de militantes, soldados y civiles que se entregaron a la causa por la defensa de la humanidad deben ser recordados y honrados combatiendo la tergiversación capitalista de la historia que tiene la intención de implantar en la memoria versiones favorables a sus intereses privados.
Desde hace setenta y cinco años, el imperialismo formula mitos manipulados sobre los hechos reales. La propaganda imperialista a través de películas, series televisivas, enciclopedias, miles de libros y artículos ha querido erigir como triunfador a los Estados Unidos y demás países aliados; pero la verdad es otra, pues sin la resistencia iniciada en el otoño de 1941 por la Unión Soviética frente a los ataques del ejército nazi que buscó sitiar Moscú y Leningrado no podríamos hoy hablar de una victoria sobre el genocidio nazi-fascista perpetrado contra millones de seres humanos. La agresión nazi contra la URSS tenía el objetivo no simplemente de ocupar los territorios y extender su domino, buscaba la exterminación del comunismo con el apoyo soterrado del imperialismo estadounidense. Evidencia de ello ha sido la manipulación mediática ya referida; el comienzo de la Guerra Fría lanzada contra los países socialistas por los Estados Unidos y sus aliados a penas terminada la Segunda Guerra Mundial; y las dictaduras latinoamericanas de raíz fascista que tanto apoyó el imperialismo estadounidense contra los procesos de liberación de los pueblos de la región. No se olvide nunca jamás que el nazi-fascismo es una expresión del capitalismo imperialista.
Otra muestra del oscuro rostro del imperialismo, son los bombardeos atómicos realizados sobre Hiroshima y Nagasaki por parte de los Estados Unidos, no había ninguna justificación militar ni moral para tan atroces hechos; fueron en realidad el anuncio de que una vez acabada la amenaza nazi, ellos, el imperialismo, iría como lo hizo tras sus intereses en el mundo desplegando un sinfín de actos atroces e inhumanos. La propaganda de guerra perpetua del imperialismo ha vendido esos hechos como actos necesarios cuyo costo era inevitable, simples manipulaciones sobre el genocidio cometido en esas ciudades del ya rendido Japón, a quien de esa forma sometieron a sus intereses hegemónicos geopolíticos. La victoria real sobre el nazismo hitleriano fue gracias a la voluntad, la entrega, el compromiso y el empeño puesto por toda la Unión Soviética, que nunca aceptó la capitulación ante los nazis, junto al Ejército Rojo, miles de militantes comunistas, socialistas y libertarios lucharon en los rincones de la Europa ocupada. Las guerrillas partisanas italianas, las brigadas españolas, se unieron al combate, la resistencia francesa, polaca, griega y yugoslava, junto a la realizada en todos los territorios invadidos por los nazis, son la raíz de la victoria que cumple sus primeros setenta y cinco años. Las redes de solidaridad humana que hermanó a los pueblos y superó el racismo y la xenofobia nazi, al tejer los caminos de salvación de cientos de miles de perseguidos por el régimen genocida, así como las acciones heroicas de contención, mostraron la esperanza nunca claudicada en el ánimo. Sin duda la página negra que significa el periodo nazi para la humanidad, el costo de millones de vidas, la barbarie desatada en los campos de concentración, son la advertencia sobre aquello que no debemos permitir regrese jamás.
En ese sentido, es justo de recordarse el llamado que efectuó Iósif Stalin en su discurso del 3 de julio de 1941 a las fuerzas del Ejército Rojo y a todos los pueblos integrados en la Unión Soviética para mantener y extender la resistencia contra la invasión de la Alemania nazi, sin importar el esfuerzo que significara: “La historia demuestra que no existen ejércitos invencibles, y que nunca han existido. El ejército de Napoleón era considerado invencible, pero fue derrotado sucesivamente por el ruso, el inglés y el alemán […] Nuestra gente no debe conocer el miedo en la batalla y debe unirse desinteresadamente a nuestra guerra patriótica de liberación, nuestra guerra contra los esclavistas fascistas […] El objetivo de esta guerra nacional en defensa de nuestro país contra los opresores fascistas no es tan sólo la eliminación del peligro que se cierne sobre nosotros, sino también la ayuda a todos los pueblos europeos que gimen bajo el yugo del fascismo alemán”.
El discurso es claro, se sabía que la batalla no era únicamente contra el deseo de poder de Hitler; era y siempre fue una batalla por el porvenir de la humanidad. Tras el proceso contrarrevolucionario que llevó a la desintegración de la Unión Soviética, la propaganda imperialista ha buscado borrar toda huella del papel fundamental jugado por el Ejército Rojo en la victoria sobre el nazi-fascismo. Esa tergiversación histórica se refleja en las enseñanzas que se imparten en las aulas escolares de todos los niveles en gran parte del mundo, donde los contenidos tienen un carácter colonizado. Ahí está también la lucha por la memoria histórica y por la consciencia a favor de nuestros pueblos, combatir la mentira y la manipulación mediática imperialista es un imperativo vigente y urgente para la difusión de la verdad histórica que reconozca el lugar de la Unión Soviética en la victoria sobre el genocidio nazi. La historia es nuestra, la hacen los pueblos en su actuar, no permitamos se nos robe la verdad ni se enturbie la memoria, defendamos la historia difundiéndola, estudiándola y haciéndola memoria viva de nuestros pueblos.
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