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CHE, más que un ícono

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CHE, más que un ícono

 

 

Por Cristóbal León Campos

 

I

La mitificación que sobre la figura de Ernesto Che Guevara recae, ha generado la divulgación generalizada de su imagen como un ser fetichizado; pues se exaltan aspectos de su personalidad al tiempo de que se ocultan otros. Para la industria, controlada por el capital, su proyección es un producto más, explotable y carente de su valor real. Pero también dentro de algunos sectores de la izquierda su nombre representa una diversidad, quedando en el olvido sus postulados y principios concretos que lo llevaron a entregar su vida por la humanidad siguiendo la causa revolucionario-socialista. Su ideal de hacer realidad lo que algunos hoy día llamarían el sueño martiano y bolivariano de una América unida, implicó la indispensable desaparición del sistema capitalista para la instauración del socialismo con el objetivo de mejorar las condiciones de vida humana. Los postulados marxistas de Ernesto Guevara de la Serna y sus aportaciones al pensamiento latinoamericano antiimperialista, anticolonialista y socialista, son una fuente de conocimiento que ha pasado la suerte inconclusa de ser analizadas sólo hasta cierta medida, quedando aún pendientes muchos de sus aspectos. Las voces que han dado lugar a su divulgación y estudio han puesto los cimientos de una tarea que, ahora al cumplirse un nuevo año de su asesinato en Bolivia, alcanza vigencia urgente. Pues la agudización de las contradicciones sistémicas, tanto entre las potencias económicas como al interior de las sociedades burguesas, se expresan de manera mucho más violenta y devastadora para el porvenir de la humanidad.

 

II

El estudio de los desarrollos teóricos marxistas-leninistas  ocurridos en América Latina es un pendiente en las academias de ciencias sociales dominadas por las modas, los prejuicios, el alejamiento de las aportaciones autóctonas de nuestra ciencia en América. Academias en las que se priorizan corrientes extranjeras con notorio acento funcional a la dominación y, en los últimos tiempos,  posmodernas. La deuda de la que escribo también es una que existe en el seno de los movimiento sociales. La disputa en el campo de las ideas por la hegemonía cultural-ideológica actualmente está controlada en la mayoría de casos por postulados favorables al capitalismo, los cuales aceptan falacias como aquellas del “fin de las ideologías”, y de manera velada el de la misma historia. Ante este panorama, encuentran una justificación para no contemplar para su estudio al marxismo;  mucho menos las aportaciones realizadas al respecto en nuestro continente. Así, nombres como José Carlos Mariátegui, Julio Antonio Mella, Roberto Fernández Retamar, Fidel Castro y, desde luego, Ernesto Che Guevara, son olvidados u ocultados de manera abierta y descarada. Lo cual concluye en resaltar ideólogos a modo, menos profundos, o definitivamente simples repetidores de la hegemonía cultural capitalista.

 

III

Los contextos de donde surge, las raíces que lo nutren, sus interpretaciones de la realidad, su confrontación con las hegemonías tanto imperialistas como del propio movimiento revolucionario, hacen del marxismo-leninismo en Latinoamérica la ventana de una propuesta surgida como respuesta a la dominación, explotación y marginación, tanto intelectual como material, que se ha vivido y se vive aún en nuestros países hermanados por la historia y la cultura. El pensamiento revolucionario del Che es negado para dar lugar a la idea de un idealismo especulativo con el fin de denostar o rebatir la profundidad de las reflexiones guevaristas. Contrario a lo que se divulga desde las cúpulas del poder, la verdadera raíz de los ideales, conceptos y reflexiones del Che está en la realidad concreta de América Latina, y con la cual aquel siempre tuvo contacto. Es decir, no son formulaciones de escritorio, son miradas reales, directas y palpables de la explotación, de la marginación y la permanente negación de la vida humana que desde tiempos de la conquista se padece en nuestra Patria Grande. El Che conoció la América nuestra, la hizo suya, se convirtió en su “Soldado” y encamino su praxis a la transformación de la realidad para el mejoramiento humano. Su obra intelectual está ligada con sus pasos en la vida. Su vigencia tiene origen en unas circunstancias que aún predominan: el trágico acontecer continúo de la agonía humana en el seno del capitalismo.

 

IV

La travesía suscitada en los dos viajes que realizó el Che por Sudamérica y Centroamérica, previos a su incorporación definitiva a la causa revolucionaria en Guatemala, le permitieron entender de manera directa los padecimientos de obreros, campesinos, indígenas, mujeres y hombres trabajadores, confinados en los rincones más recónditos de la geografía nuestra. Esos mismos rincones a los que jamás llegaran quienes hoy niegan su vigencia y aportaciones. Ahí también, en medio del olvido histórico de los vilipendiados, se reafirmó en el Che algo que lo distinguió desde su juventud: su pasión por la lectura. Los libros que fue encontrando, o que le fueron proporcionados por quienes convivieron con él en estos dos viajes, abrieron su pensamiento hasta alcanzar la confirmación de su tendencia socialista y marxista-leninista. Hecho que el mismo Che reconoce en distintas cartas enviadas a su madre durante su derrotero. En esas misivas hablaba del estudio de obras y la lectura de autores entre los que sobresalían Marx y Engels; además de libros como Siete ensayos de la interpretación de la realidad peruana de José Carlos Mariátegui. Textos que enlazarían su formación con su accionar en los movimientos emancipatorios, como el cubano. El Ché se formó como marxista lejos de las aulas y en directa convivencia con la realidad estudiada. Su práctica le complementó las bases para la comprensión de las necesidades de nuestra América.

 

V

Lo asesinaron hace más de cincuenta años. Pretendieron desaparecer y aniquilar su ejemplo y su virtud. Lo convirtieron en mercancía, en una moda, en un fetiche. Pero aquellos que han llevado a cabo estos propósitos se olvidaron de que en cada uno de los marginados; de los vilipendiados y explotados; en cada indígena discriminado o en cada campesino despojado; en cada obrero, en cada mujer y hombre explotado; en la juventud que se rebela; en la madurez que persiste; en cada rincón del mundo en resistencia, Ernesto Che Guevara nace y renace. Cada día más fuerte, más revolucionario-comunista y mucho más vigente que nunca.

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