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Documento El nuevo paso. A una década de su planteamiento

 

 

Damos de nuevo difusión a este documento que hace unos días cumplió su décimo aniversario, pues fue dado a conocer el 19 de Octubre del  año 2010.

Con él se cumplía uno de los principales objetivos del Llamamiento del 20 de Noviembre de 1994, cuando se conformó el Partido de los Comunistas Mexicanos, recuperar el Partido Comunista de México, con sus características ideológicas, programáticas y orgánicas.

Con ello se dio por concluido el proceso de fusión con el Partido de la Revolución Socialista, el cual nunca superó la ideología lombardista y era un verdadero fardo para el desarrollo del partido marxista-leninista.

Precedió al IV Congreso, realizado en dos fases –en noviembre del 2010 y febrero-marzo del 2011– donde se recuperó el nombre de Partido Comunista de México.

Desde entonces, a pesar de muchas dificultades, el PCM avanza con paso firme.

Sección de Ideología del
CC del PCM

 

Lucha y organización clasista, movimiento anticapitalista, antimonopolista y antiimperialista, internacionalismo proletario, derrocamiento del capitalismo, Revolución Socialista: Partido Comunista de México*

Un nuevo paso, completar la tarea fijada hace 16 años.

 

 

En los duros años de la contrarrevolución y del fin de la historia, que significaron el derrocamiento de la URSS y el retroceso temporal del socialismo a finales del Siglo XX; en la adversidad, a contracorriente y armados solamente de los principios iniciamos hace 16 años los trabajos para la construcción del partido comunista, del partido de la clase obrera, marxista-leninista.

En momentos de gran confusión, retroceso y claudicación, nos animó la concepción materialista del mundo y de la vida, que encuentra en la lucha de clases el motor que hace avanzar la Historia. El materialismo histórico ubica el antagonismo irresoluble entre capital y trabajo en el modo de producción actual y sitúa nuestra época —inaugurada por la Revolución de Octubre— como la del imperialismo y las revoluciones proletarias, la época de la transición al socialismo-comunismo.

En estos años difíciles y trágicos —por la confusión ideológica, los renegados y tránsfugas, por la incapacidad de ofrecer respuestas coherentes y articuladas a la ofensiva del capital— la teoría y la practica ratificaron, en función del gigantesco trabajo teórico de Karl Marx y Friederich Engels para desentrañar la sociedad, el papel central del proletariado –la clase obrera, los asalariados, es decir del conjunto de los trabajadores de la ciudad y el campo, manuales e intelectuales, hombres y mujeres, independientemente de su edad–. La clase obrera tiene un papel central en el desarrollo de la sociedad debido a su función vital como productora de todos los valores; su fuerza de trabajo es la generadora de la plusvalía, el “sórdido secreto” sobre el que se erige el capitalismo, hoy en su fase monopolista, el imperialismo. La clase obrera, la clase de los proletarios, es la llamada, entre todos los oprimidos, clases y capas explotadas, a enterrar para siempre, no sólo la dominación capitalista, sino toda forma de explotación del hombre por el hombre.

A diferencia de las revoluciones sociales anteriores, con la revolución dirigida por el proletariado no se trata de substituir una forma de explotación por otra, sino de abolirlas todas de una vez y para siempre. La misma dominación de clase que significa la Dictadura del Proletariado será transitoria, férrea para sofocar al enemigo de clase que intentará recuperar sus privilegios, más como lo ha demostrado la propia historia, una verdadera libertad y democracia para los pueblos, las masas de proletarios, de trabajadores, porque será su poder, el poder obrero, el poder popular.

Es imposible alcanzar la emancipación social, la verdadera libertad, justicia y democracia, sin la emancipación económica de la clase, por ello el derrocamiento de este modo de producción basado en la propiedad privada de los medios de la producción y del cambio está en el centro de una transformación profunda y radical. La lucha por el poder es para la clase obrera y los oprimidos una necesidad, al mismo tiempo este es un poder de nuevo tipo.

Conscientes de este papel, confirmamos y defendimos la tesis de Vladimir Ilich Lenin de que para la clase obrera la conciencia de sus intereses superiores es, en un principio, exterior a su movimiento, ya que en su lucha éste sólo produce una forma de conciencia economicista. Por esta razón es necesario un agente exterior que introduzca la forma superior de la conciencia, la conciencia de clase. Un agente que logre conectar la lucha cotidiana del trabajador con sus objetivos políticos , que concrete el paso “de clase en sí, en clase para sí” y que fusione al movimiento obrero con las ideas del socialismo científico. El partido de nuevo tipo, el partido comunista es la expresión más clara de esta conciencia. Un partido con unidad ideológica, unidad orgánica y unidad programática; una organización de organizaciones con elevada conciencia de sus militantes; disciplina y abnegación en la lucha, lazos de solidaridad y fraternidad; vinculo permanente a la clase obrera y los trabajadores. Ahora más que nunca, continúa vigente la necesidad de una verdadera organización de vanguardia entre la clase trabajadora, que luche codo a codo al lado del trabajador, que enarbole las demandas del proletariado y la necesidad del socialismo.

Tal partido empezó a construirse en México en 1919 cuando fue organizada, bajo la inspiración de la Revolución de Octubre de 1917 dirigida por el Partido Bolchevique, la Sección Mexicana de la Internacional Comunista. Si bien fue a mediados del Siglo XIX cuando la naciente clase trabajadora empezó a tener contacto con las ideas del marxismo y el socialismo, habrá de ser hasta 1919 que se organice un destacamento estable y de vanguardia en la lucha económica, política e ideológica por la emancipación de los explotados.

El trabajo político de los comunistas empezó a rendir frutos, pues se formo un número mayor de cuadros, se creó un sindicalismo independiente y de clase, una prensa clasista y revolucionaria: El Machete. El desarrollo del partido político de la clase obrera tuvo una creciente influencia ideológica y política entre la clase obrera y el campesinado, así como un prestigio creciente entre los intelectuales y artistas, muchos de los cuales ingresaron a las filas comunistas, entre ellos el gran muralista David Alfaro Siqueiros.

Sin embargo, el desarrollo del partido fue sometido a dos presiones ideológicas que a la larga fueron perjudiciales. Por una parte se encontraba la denominada “ideología de la Revolución Mexicana” constituida por las ideas dominantes de la nueva clase que conquistó el poder estatal con la revolución democrática-burguesa que inicio en 1910, aunque por presión de las fuerzas más radicales y avanzadas, en este caso el zapatismo y el villismo, haya inscrito transitoriamente demandas avanzadas en la Constitución de 1917, las cuales con el pasar de los años traicionaría y anularía por la vía de los hechos y de la misma contrarreforma constitucional. Por otro lado, se encontraba el browderismo, corriente reformista y revisionista que surgió en el seno mismo de la Internacional Comunista, la Comintern, como una desviación de derecha. Bajo tales presiones se produjo en lo general la pérdida de independencia y acción militante en el movimiento obrero y sus principales instrumentos unitarios. La “ideología de la Revolución Méxicana” engendró el fenómeno del “charrismo sindical”. El charrismo sindical se caracteriza por la alianza de las organizaciones sindicales con el Estado burgués, bajo una premisa oportunista que plantea que el Estado surgido de la Revolución Mexicana era un árbitro por encima de las relaciones obrero-patronales, por encima del conflicto de clase. Se trata de una premisa oportunista, porque para el marxismo-leninismo el Estado es una máquina de dominación y represión al servicio de la clase dominante, y su carácter en forma alguna es neutral, pues tiene precisamente un carácter de dictadura de clase y usar una fachada democrática o despojarse de ella si así conviene a sus intereses.

Por otra parte con el browderismo fue ganando fuerza la idea de la renuncia a la acción política, para ejercerla principalmente a través de los frentes, o partidos-frente, pluriclasistas y bajo la concepción de que la llamada “burguesía nacional” tenía un rol progresista y conductor de tales procesos. Así, ceñidos a los preceptos de Earl Browder los comunistas solo cumplían el rol de clubes ideológicos, renunciando a disputar la hegemonía del proceso de lucha y a la vanguardia de la clase. La consigna levantada en aquellos años expresa claramente la confusión existente: “¡Unidad nacional!”. Esta consigna presenta de manera confusa el proceso de concentración y centralización capitalista que sufrió México durante esa época, como un camino para la independencia y el socialismo. Esta confusión condujo a los pactos obrero-industriales y a la subordinación de la clase obrera y los comunistas a los intereses de clase de la burguesía.

Cuando el movimiento comunista internacional cuestionó tales concepciones y las combatió frontalmente, el partido en México también lo hizo, pero sólo de manera formal y sin llevar este combate al frente ideológico en contra las corrientes oportunistas que en la periferia del partido sostenían y practicaban estas equivocadas concepciones. La crisis que se abrió con tales políticas se prolongó durante décadas y la desviación de derecha no sólo se mantuvo latente, sino que encontró en el desenvolvimiento ideológico, derivado del policentrismo, una justificación para la teoría de las llamadas “vías nacionales al socialismo” y al “transito pacifico al socialismo”. Estas posturas, en el caso de nuestro país, se pueden resumir en la prioridad que se dio en esos años a la alianza con las llamadas “fuerzas democráticas y progresistas”, es decir con la “burguesía nacional”.

El estudio profundo de tal teorización y las causas que estuvieron en su base es una necesidad para nosotros y también para el contemporáneo movimiento comunista internacional, aunque existen estudios a los que nosotros nos adherimos, puesto que contienen elementos explicativos, tal es el caso de Las Tesis del Socialismo, Resolución del 18 Congreso del Partido Comunista de Grecia, que aborda la contrarrevolución que afectó a la URSS y al Campo Socialista.

La decisión en 1981 de liquidar al Partido Comunista Mexicano, encubierta en la supuesta unidad con otros grupos socialistas, nacionalistas y lombardistas, fue un duro golpe a lo construido y avanzado en medio de grandes dificultades. Independientemente de los errores cometidos, hay también una historia de 62 años de lucha con la clase obrera, muchos de ellos de sacrificio y heroísmo, en medio de crueles represiones. Es una necesidad explicar este fenómeno que se presentó antes de la Perestroika y de la contrarrevolución, sin embargo de esta experiencia podemos extraer ya la lección de que los comunistas no pueden promover otra ideología entre la clase obrera, más que el marxismo-leninismo y que el frente ideológico contra las corrientes pequeñoburguesas y oportunistas, es una necesidad vital para la existencia misma del partido comunista. El partido comunista se encontrará siempre en la posibilidad de sufrir retrocesos a no ser que de una permanente importancia a la confrontación ideológica con el oportunismo de derecha y al oportunismo de “izquierda” y a todas las desviaciones. Mantenerse en la senda correcta enarbolando la bandera roja no es una cuestión conquistada, ni mecánica, sino una necesidad en la lucha de clases y con mayor razón en los virajes radicales que en ésta se presentan.

En México durante 13 años fue inexistente el partido comunista, pues todos los partidos, grupos o corrientes en ese entonces renunciaron a ocupar tal lugar, considerándolo inviable. Es necesario señalar que, como resultado de los problemas en el PCM surgieron otras corrientes comunistas, organizaciones revolucionarias que abrevaron en las ideas del marxismo-leninismo y que lucharon consecuentemente por el socialismo. Es el caso de Arturo Gámiz y sus compañeros, que fueron precursores en el deslinde con la ideología burguesa de la Revolución Mexicana; es el caso también de Genaro Vázquez y Lucio Cabañas. Su acción es no sólo un ejemplo, sino que nutre nuestra aspiración y convicción de luchar por el futuro emancipador. También surgieron otros partidos obreros, socialistas que en su actuar contribuyeron a difundir las ideas del comunismo y la organización de los trabajadores, pero que también entraron en una crisis ideológica y orgánica profunda en los años 90 del Siglo XX.

Así fue como en 1994 la necesidad de la existencia del partido comunista fue retomada como tarea principal. Colocados frente al dilema de Hamlet, ser o no ser, los comunistas de México respondimos: fuimos, somos y seremos comunistas. Fuimos somos y seremos constructores del partido comunista. Fuimos, somos y seremos organizadores pacientes y perseverantes del derrocamiento del capitalismo e impulsores de la revolución socialista.

En tiempos en que el transfuguismo y la desideologización se enseñorearon en el mundo, los comunistas mantuvimos la convicción en la vigencia del marxismo-leninismo y del partido como instrumento del proletariado y de la lucha por la toma del poder. Mantuvimos la idea de que la clase obrera, como sujeto de la revolución y el partido como su instrumento de lucha, no eran dogmas a los que se aferraban unos nostálgicos, “trasnochados”, sino una tesis sostenida en el análisis del momento histórico concreto que nos tocó vivir, por esta razón volvimos al estudio arduo y persistente de los clásicos del marxismo-leninismo. Tenemos que subrayar que la llamada desideologización, en realidad era la pretensión ideológica de imponer un “pensamiento único”, que buscaba sostener que no hay alternativa al capitalismo, ya que éste podía abarcar las aspiraciones de libertad y democracia de todo el mundo, con el mercado “libre” como garante de tal concepción. Hoy podemos decir, tras esa larga noche, que la historia, su análisis y los hechos han desmentido una y otra vez aquella soberbia pretensión.

Sin embargo, también la experiencia nos mostraba que muchos de los preceptos sobre los que se construyeron líneas estratégicas de la lucha, tanto en México como en el mundo, ya no eran vigentes o habían sido errados. El mundo había cambiado, afirmando principios fundamentales y defendiendo la experiencia histórica que significó el triunfo de la revolución bolchevique y la construcción del primer Estado proletario, pero también cuestionado muchos preceptos. Y así, dimos los primeros pasos, acumulamos experiencia, esbozamos y formulamos conceptos a partir de los problemas que nos plantea la realidad y a los cuales fuimos dando contenido y forma en la medida que aparecían nuevos elementos, nuevas situaciones, nuevos problemas. Avanzamos a pesar de todo.

Hay que reconocer, sin embargo, que cometimos errores, uno de ellos fue considerar que tal objetivo sería alcanzado a través de la unidad de la izquierda socialista. El reciente fracaso de la unidad con los compañeros del Partido de la Revolución Socialista así lo prueba. Porque la unidad por la unidad obviaba el factor principal sobre el que se funda el partido de nuevo tipo, que es la plena unidad ideológica, política y orgánica. La construcción de un partido de nuevo tipo no es un proceso mecánico, una mera suma de cuadros o una cuestión de voluntarismo (aunque no negamos que para la construcción del partido es necesaria la conjunción de las voluntades individuales unidas con las aspiraciones y unidad ideológica de la clase). Hemos aprendido que la construcción del instrumento de lucha del proletariado se da en el calor de la lucha de clases a la que el partido no es ajeno, que el debate permanente sobre los porqués y los cómos, sobre la estrategia y la táctica, tienen como premisa una fuerte unidad ideológica. El viraje en la lucha de clases que implicó la ofensiva capitalista sobre los trabajadores y el movimiento anticapitalista en general, puso en prueba al partido, con una crisis orgánica que inicio en Octubre del 2009 donde fue quedando claro que los compañeros desarrollaron su propia política, con base en su propia estructura organizativa. No es este el momento de la valoración definitiva, pero si reconocer que este aprendizaje refuerza la necesidad del paso que estaba fijado como objetivo desde 1994.

La unidad como aspiración y estrategia fundamental devenía del hecho de que la crisis del comunismo en México dispersó a los núcleos militantes microfraccionándolos. Y con optimismo se avizoraban mejores perspectivas con base en la unidad. La práctica demostró que no basta con eso.

Sin embargo, no debemos confundir el hecho de nuestra crítica a los procesos unitarios como base fundamental de la construcción del partido con la lucha por unir, converger, con otros esfuerzos en un movimiento anticapitalista, antiimperialista y antimonopolista.

***

 

La crisis internacional del capitalismo se profundiza, es una crisis de sobreacumulación y sobreproducción, es intrínseca al mismo modo de producción, si bien el empobrecimiento del nivel de vida alcanza al conjunto de los pueblos, es también cierto que la mayor agresividad es sobre la clase obrera, más también, en México, sobre los trabajadores y jornaleros agrícolas, así como los campesinos pobres y sin tierra. El sistema imperialista, con los EEUU en la cúspide es confrontado por grandes movilizaciones del proletariado; la ola de huelgas generales en Grecia, dirigidas por el PAME, bajo la orientación del KKE, han dinamizado a los trabajadores de Europa y el mundo; masivamente se moviliza la clase obrera en Portugal, España y Francia; nuevamente es la clase obrera la que se coloca en el centro de la lucha anticapitalista, el papel de los partidos comunistas y obreros en las próximas jornadas de lucha será determinante y reinaugurará el ciclo de transformaciones revolucionarias. Esto se suma a la lucha antiimperialista que tiene epicentro en América Latina, donde con diversas formas de lucha pueblos y organizaciones oponen resistencia a una verdadera guerra por parte del capital.

La claridad de la estrategia por el socialismo-comunismo es la clave en el camino a una alternativa anticapitalista. En este sentido, situamos en la punta de la recomposición del movimiento comunista la actividad del Partido Comunista de Grecia, quien para nosotros es el ejemplo hoy de un partido que desarrolla el conflicto de clase, que orienta a la ruptura con el sistema, que desarrolla teoría y acción, que no cede al canto de sirenas, que enarbola y ondea las banderas rojas del comunismo asidas a la concreción de una práctica militante de la propia clase obrera, que conecta la solución a los problemas de hoy con la economía popular, el poder popular y el socialismo.

Nuestro partido ha llegado a la conclusión de que la defensa y el balance crítico de la experiencia socialista están en la base de la elaboración de la estrategia por el derrocamiento del capital y la construcción de la nueva sociedad. Por ello apoyamos con firmeza un trabajo en tal dirección, como el de la Revista Comunista Internacional y la coordinación de partidos comunistas con base ideológica. Al mismo tiempo damos y daremos una solidaridad sin regateos a todos los pueblos y organizaciones revolucionarias.

Seguimos el ejemplo de miles y miles de militantes y obreros que sacrificaron sus vidas en todo el mundo para dar un paso adelante en la lucha por el socialismo. Reconocemos la importancia que tuvieron para este objetivo los procesos organizativos en América Latina. Somos producto del dinamismo de la lucha de clases. Reconocemos el esfuerzo y la entrega de la Revolución Cubana y de los procesos revolucionarios inconclusos que nuestro Continente atestiguo en el curso del Siglo pasado. Todos ellos han sido y seguirán siendo un ejemplo para nosotros en la lucha antiimperialista y por la construcción de una sociedad socialista.

No es casual que simultáneamente aumente el ritmo de la lucha de clases y que con la crisis económica del capital, venga también una crisis de dominación, esto es una crisis del conjunto de la clase dominante y su Estado.

Nuestra afirmación de la lucha actual por la Revolución Socialista y un Partido mejor preparado para tal acción emana de la madurez de las condiciones y del pleno desarrollo del capitalismo en la fase de los monopolios. El capital en México se halla plenamente inserto dentro de las relaciones imperialistas, prácticamente no hay rasgo del mercado interno o externo que no esté ligado por innumerables lazos al sistema imperialista mundial. Dentro de la pirámide imperialista México ocupa una posición intermedia, su capital es interdependiente con respecto a otros, sobre todo es claro el caso de los EUA.

Uno de los rasgos principales de la fase imperialista de desarrollo del capitalismo como lo definió Lenin, la exportación de capitales, no solo existe sino que se fortalece. De enero de 1995 a diciembre de 1997 la transferencia de activos por empresas y ciudadanos mexicanos al exterior sumó 6 mil 551.6 millones de dólares. Para efectos comparativos, por cada dólar de capital exportado por México entre 1995 y 1997 se exportaron 9 dólares entre enero de 2007 y diciembre de 2009. La magnitud del capital transferido al exterior en los últimos tres años superó ligeramente el ingreso de nueva inversión extranjera en los seis años precedentes, que fue de 56 mil 173.5 millones de dólares, según el Banco de México.

Algunas fuerzas caracterizan de otra manera el desarrollo de las relaciones de producción capitalista en México atendiendo a rasgos de carácter secundario. Por ejemplo, no se caracteriza como capitalista el dominio que ejerce la burguesía sobre estos enormes medios en virtud del modo en que se apropiaron de los mismos, niegan su carácter por tratarse de despojos, entrega a costos risibles por parte del Estado, robo, etc. Ya el mismo Marx había explicado el papel que juega la acumulación originaria en la formación del capital, y como este proceso de hecho se repite constantemente. Independientemente del modo de apropiación este capital está utilizándose en un proceso de acumulación; acumulación que además se lleva a cabo utilizando la concentración y centralización que permite el dominio de los monopolios.

En cuanto a las fuerzas políticas burguesas, atendiendo a su táctica, algunas admiten y otras niegan la realidad de la plena inserción de México en las relaciones imperialistas. Aquellos que por maniobra intentan ocultarla, esgrimen confusamente como argumento la todavía amplia capa de pequeños burgueses y el impresionante número de las pequeñas y medianas empresas. La teoría marxista explica como la pequeña y mediana empresa cumple un papel dentro del capitalismo como pioneras del progreso tecnológico, abriendo brecha en nuevos mercados y en nuevas ramas y posteriormente son destruidas por el alza continua de la tasa de producción y la composición orgánica de capital. La pequeña y mediana empresa constantemente es barrida por la crisis en este país, funcionando como un colchón para el desempleo que cada vez se contrae más. Las estadísticas muestran como rama a rama la pequeña producción también pasa a ser concentrada y lentamente, con avances y retrocesos, una proporción cada vez mayor de la pequeña burguesía se proletariza. Como ejemplo destacan las tiendas de autoservicio que en menos de una década pasó a dominar FEMSA-OXXO, los establecimientos de alimento también están en un evidente proceso de convertirse en una industria organizada.

Debemos recordar que el Imperialismo no es una relación entre colonia y metrópoli. Ésta es una forma que puede adoptar históricamente, sino una determinada fase de desarrollo del capitalismo en el cual se haya inserta la gran mayoría de las economías capitalistas.

En cuanto a México afirmamos que éste no escapa de ésta fase de desarrollo y estas relaciones imperialistas. Nosotros afirmamos que dentro de la pirámide imperialista México ocupa una posición intermedia, que el capital en México es interdependiente en un sentido económico, político y militar con relación a los capitales monopólicos aliados en el TLC y otros acuerdos, que estas alianzas son desiguales a favor del capital más fuerte, que sin embargo favorecen los intereses de la burguesía en su conjunto y afectan los intereses de los trabajadores y los pueblos de las economías involucradas.

Afirmamos que el Estado mexicano y los partidos que cogobiernan este país (PAN, PRI, PRD, PT, PVEM y Convergencia) son la expresión del poder de los monopolios, que la llamada “burguesía nacional” no “entregó” los bienes bajo su poder sino que lo que se dio fue una integración y una alianza entre capitales monopolistas.

Por último afirmamos derivado de lo anterior que no procede una lucha por relaciones capitalistas más justas y que la única salida de los acuerdos y alianzas interimperialistas es la ruptura con el capitalismo y la Revolución Socialista.

***

 

Un conjunto de condiciones han madurado el proceso para que completemos la tarea planteada. Por esas razones:

A los cien años del estallido de la Revolución social de 1910, en homenaje a las batallas precursoras del movimiento obrero, las huelgas de Cananea, Río Blanco, en homenaje a los ejércitos campesinos de Emiliano Zapata y Francisco Villa, a las masas populares constructoras de la Historia.

A los 91 años de la fundación de la Sección Mexicana de la Internacional Comunista, en homenaje a las y los comunistas que lucharon por organizar a la clase obrera, por divulgar las concepciones científicas del marxismo-leninismo. En homenaje al primer partido comunista.

A los 16 años de que fue fijada la meta.

Circula ya la convocatoria para que el 20 y 21 de Noviembre, en la Ciudad de México se efectué la Primera Sesión Plenaria de nuestro IV Congreso, la Segunda Sesión Plenaria habrá de efectuarse el 29 y 30 de Enero del 2011. La Primera Sesión abordará la propuesta de adopción ya del nombre que científicamente expresa nuestros principios: Partido Comunista de México, los nuevos Estatutos y la elección de los órganos de dirección. Se adoptará también una Resolución Política sobre la grave crisis que vive la clase obrera, y de manera particular la juventud trabajadora y la mujer trabajadora, los pueblos indios, los campesinos, las capas medias, la profunda crisis económica y social de nuestro pueblo, pero también la crisis política que afecta a la burguesía en su conjunto. Con tal Sesión arrancará el debate ideológico interno alrededor del Nuevo Programa y las Tesis Generales del Partido para ser aprobadas en la Segunda Sesión Plenaria.

Pensamos que tales definiciones emergen por la madurez de las condiciones objetivas y subjetivas y que permitirán una mayor y mejor contribución de los comunistas a la lucha general del movimiento anticapitalista que emergió en el 2005-2006. Permitirán un mejor cumplimiento de nuestro accionar en el movimiento obrero y de los trabajadores, que hoy en el terreno sindical sólo puede elegir entre un sindicalismo patronal y colaboracionista, y un sindicalismo reformista; y que en el plano político si bien existen como elementos programáticos del movimiento anticapitalista la lucha por la expropiación de los medios de la producción y el cambio, pensamos los comunistas que tales elementos deben estar conectados estrechamente con una estrategia por el socialismo y el comunismo. Nuestra experiencia indica que la ruta es un movimiento anticapitalista, antimonopolista y antiimperialista, el fortalecimiento de tal movimiento, en el cual el partido comunista jugara un rol al mismo tiempo que se fortalece en medio de la lucha y guiado por su estrategia y su táctica, así como sus elaboraciones programáticas.

Tales definiciones nos permitirán cumplir mejor con nuestros deberes internacionalistas, mayor apoyo y vinculación a los partidos comunistas y al movimiento revolucionario y antiimperialista.

Tales definiciones permitirán que la clase obrera cuente ya con un destacamento de vanguardia, firme, armado de la teoría de vanguardia.

¡Esa es nuestra aspiración, ese es nuestro compromiso!

Partido Comunista de México, continuidad del trabajo de las organizaciones precursoras, en homenaje a los luchadores por la tierra asesinados por los guardias blancas; en homenaje a las huelgas inquilinarias dirigidas por Herón Proal; en homenaje a Julio Antonio Mella, J. Guadalupe Rodríguez; en homenaje a los cientos de militantes presos en el Penal de Lecumberri y en las Islas Marías, militantes del PCM y la Federación Juvenil Comunista; en homenaje a las luchas obreras de la Central Sindical Unitaria de México, de la unificación proletaria; en homenaje a los reprimidos y asesinados en las huelgas ferrocarrileras, magisteriales, en las ocupaciones de tierras; en homenaje a los caídos el 23 de Septiembre de 1965 al intentar asaltar el Cuartel de Ciudad Madera en la Sierra de Chihuahua; en homenaje a Rubén Jaramillo.

Partido Comunista de México que mira adelante, al futuro, que da continuidad a una lucha que se proyecta por las amplias avenidas de la emancipación social.

Partido Comunista de México, como enseño Lenin, para despojarnos de la ropa sucia. Partido Comunista de México el nombre que encierra la historia y el futuro.

Partido Comunista de México, partido del socialismo científico, partido de lucha del proletariado, de los parias de la tierra, de la famélica legión.

¡Proletarios de todos los países, uníos!

 

 

La Comisión Organizadora del IV Congreso del PCM:

Pável Blanco Cabrera, Héctor Colío Galindo, Marco Vinicio Dávila Juárez, Eliseo Macín Hernández.

 

 

* Título  del documento con que fue publicado originalmente.

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