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Otra vez Palestina

 

Por: Ricardo Mendoza

 

Una vez más la tragedia en palestina ocupa los espacios informativos alrededor del mundo, en cosa de minutos los espacios de noticias muestran las imágenes del horror que a diario viven los palestinos, multiplicado por 100. Los infantes asesinados, las casas derruidas, el brillo de las explosiones que iluminan Gaza, las columnas de humo que se alzan sobre el campo de concentración más grande en la historia de la humanidad, el sufrimiento de un pueblo que es cotidiano, pero al que los mass media solo voltean cuando la escalada toma niveles de guerra abierta.

Vivir en Palestina es vivir en un territorio ocupado, en una tierra en la que día tras día el invasor humilla, golpea y asesina. A la más mínima sospecha, o solo por diversión el soldado sionista -cuyos orígenes se ubican en cualquier país europeo americano- tiene libertad para vejar a los palestinos. Y encima, si protestan, si se atreven a lanzar una sola roca contra el ocupante, la respuesta es el asesinato.

Hasta principios de abril de 2021 Israel mantenía a 221 niños palestinos en sus prisiones, 543 durante 2020. En las cárceles sionistas los infantes sufren violencia física y verbal, palizas, insultos y tocamientos a sus cuerpos desnudos, no reciben atención medica ni se les permite contar con asesoría legal, en la práctica se encuentran secuestrados. Los juicios son rápidos, a los niños apenas si se les traduce lo que dicen sus acusadores y una vez condenados enfrentan condiciones inhumanas en las cárceles israelíes, agua insalubre, comida podrida, celdas en las peores condiciones sanitarias y las visitas de sus familiares sometidas al capricho de las autoridades.

Por si fuera poco, cada que los palestinos intentan defenderse se habla de una escalada de tensión, se habla de “enfrentamientos”, como si fuera algo igualitario el defenderse con piedras contra balas. Ni siquiera los misiles artesanales que la resistencia palestina lanza desde Gaza pueden equipararse al moderno armamento del ejercito sionista, que, además cuenta con un arsenal aproximado de 90 ojivas nucleares. ¿Alguna vez han leído noticia alguna de sanciones económicas a Israel por poseer armamento nuclear?

Seguramente tampoco han leído muchas condenas explicitas a esta nueva agresión israelí contra Gaza, y sí, muchos pretextos; que si los palestinos tienen que aprender a vivir en paz con sus verdugos; que si todo es culpa de Hamas porque son terroristas; que si tan mal viven los palestinos por qué si les alcanza para comprar misiles; que Israel tiene derecho a vivir en paz.

¿Vivir en paz? Hablemos de paz. Los que justifican la masacre en Gaza suelen poner como ejemplo la sociedad israelí occidentalizada, mientras se ponen una venda en los ojos para no ver, y así no tener que hablar, de las diarias violaciones a los derechos humanos que los sionistas comenten contra los palestinos. Para no remitirnos a hechos históricos bien conocidos, veamos las principales provocaciones que desembocaron en esta nueva escalada de violencia.

Por un lado, tenemos al criminal de guerra, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien es el primer beneficiado de esta crisis, pues enfrentaba la amenaza de ser depuesto por una alianza de partidos opositores que planeaban establecer una coalición de gobierno que desalojara del poder a Netanyahu.

En cierto modo el primer ministro sionista maniobró para avivar el conflicto, pues en pleno Ramadán la policía israelí acordonó la Puerta de Damasco a la Ciudad Vieja de Jerusalén, provocando una serie de disturbios con los palestinos. Además, también se encuentran en curso las protestas palestinas ante la posibilidad de que la Corte Suprema de Israel apruebe el desalojo por la fuerza de las familias palestinas que viven en el barrio Sheikh Jarrah de Jerusalén ocupada.

El ataque con misiles de la resistencia palestina se dio el mismo día en que sionistas ultraderechistas se preparaban para realizar la Marcha de la Bandera, un desfile que conmemora la victoria israelí en la Guerra de los Seis Días y la conquista de Jerusalén Este. Y además, luego de que el lunes 10 la policía desalojara a golpes la mezquita Al-Aqsa. Es decir que estamos ante la respuesta a una provocación, pero también ante la respuesta al apartheid que diariamente sufren los palestinos. Sin ir más lejos, mientras escribía este artículo en redes sociales se difundía un video en el que decenas de jóvenes sionistas linchaban a un automovilista palestino, algo que, por supuesto, no se verá en televisión.

En Jerusalén del Este y Cisjordania, territorios ilegalmente ocupados, los sionistas mantienen 240 asentamientos y unos 650,000 colonos, colonos que diariamente insultan o apedrean a los palestinos, invasores que diariamente los agreden y humillan. Israel presume de haber vacunado a toda su población, omitiendo que han segregado a los palestinos y ni siquiera les permiten tener acceso al medicamento mínimo necesario para enfrentar la pandemia de Covid 19.

Judío no es sinónimo de sionista, expresiones de izquierda israelíes y judíos ortodoxos en los Estados Unidos ya se han manifestado contra la política de guerra sionista. El colaboracionismo palestino expresado en la inacción del presidente Mahmud Abbas favorece la expoliación de su propia gente con tal de mantener sus privilegios. El genocidio que sufre el pueblo palestino no es tolerable ni justificable. Cualquier persona con un mínimo de conciencia debe rechazar el apartheid sionista y más los comunistas.

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