Por: Sección Obrero Sindical del PCM.

A partir del triunfo de López Obrador y la consolidación como gobierno de su partido, MORENA, comenzaron a surgir públicamente, vinculados “moralmente” o de manera orgánica a este partido, diversos referentes de trabajadores, desde sindicalistas en lo individual, corrientes sindicales, hasta sindicatos, estos últimos casi todos surgidos al amparo de la reforma laboral del 2019; lo mismo entre los trabajadores activos de PEMEX, entre el magisterio, en los estados, y trabajadores de diferentes dependencias estatales, pero incluso entre los trabajadores del sector privado, todos ellos promotores de la figura del presidente, propagandistas de su política, activistas de su partido o dirigentes del mismo; esta relación se trata de justificar a partir de la necesidad que tienen los trabajadores de imponer un alto a la corrupción que invade prácticamente toda la vida sindical y que ha dado como resultado el abandono de la defensa de los intereses de sus agremiados, agresiones a sus contratos colectivos de trabajo, así como una nula democracia al interior de los sindicatos.

De esto han dado cuenta los mismos trabajadores con sus luchas contra el “charrismo”, van dando pasos para tratar de rescatar a su sindicato o a los trabajadores de su centro de trabajo, estas luchas se acentuaron con las reformas al Artículo 123 Constitucional, que inician con Felipe Calderón y que se acentúan con Enrique Peña Nieto, ya que ambos ex presidentes introducen en la Ley, además de diversas medidas antiobreras como la flexibilización laboral, los contratos a prueba, y la “libertad y transparencia sindical”.

Esta última modificación, es retomada por López Obrador que, congruente con su discurso de “combate a la corrupción”, es llevada a la Ley Federal del Trabajo. Por lo que el ánimo que motiva a la gran mayoría de estos nuevos sindicalistas tiene que ver con su simpatía política por el presidente de México, incluso podemos creer que muchos de estos trabajadores ligan su lucha sindical de manera honesta al discurso presidencial del combate a la corrupción, creyendo que este combate puede llegar hasta la vida interna de su sindicato si obtienen el respaldo presidencial, para lo cual, o por lo cual, se adhieren “en masa” o afilian el padrón completo del sindicato al partido del presidente, o sea a MORENA, originando otra vez el corporativismo sindical, que tratan de combatir con su lucha por democracia sindical.

Es importante señalar que la corrupción de los dirigentes sindicales tiene su origen en la ambición de la patronal por preservar sus intereses, sea el patrón un “particular” o el propio gobierno; por lo tanto es la patronal la principal fuente de corrupción, los dirigentes sindicales en tanto le sean útiles para mantener el control de los trabajadores, verá que éstos se mantengan al frente de los sindicatos de manera legal o a cualquier costo.

No está mal que, en la búsqueda de la solución a un conflicto obrero-patronal, un sindicato o la dirección del mismo, apele a la mediación o intervención de funcionarios públicos, sea un legislador o el propio presidente de la república, lo que no es correcto es supeditar los intereses de los trabajadores o la independencia sindical a los tiempos y las agendas de esos funcionarios.

Tenemos una larga historia de corporativismo sindical que nos debe servir de experiencia, la sujeción de la CTM al PRI, y con ello, la adhesión forzada a ese partido de cada trabajador en lo individual, fue un elemento que corrompió la democracia sindical y entregó la independencia de la clase obrera a los intereses de la clase gobernante.

El sindicato, las expresiones o corrientes sindicales que supeditan su vida interna y  afianzan la democratización de su sindicato al gobierno o un partido político, sea el PRI o MORENA, o cualquier otro, pierde la condición más importante para poder defender verdaderamente sus derechos laborales ante la patronal, que es la independencia de clase.