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LA PANDEMIA “DESNUDÓ” AL CAPITALISMO

 

Por: Hector Ramírez Cuéllar

La pandemia de coronavirus, que estallara en todos los países  del mundo, el año pasado y que sigue su curso letal en todos ellos, demostró  que incluso los países capitalistas desarrollados como los Estados Unidos, la Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Israel, que disponen de una enorme y bien equipada  infraestructura sanitaria y hospitalaria, que destinan grandes recursos fiscales cada año al sostenimiento y modernización de estas actividades, no estaban preparados, desde el punto de vista técnico,  profesional y financiero, para enfrentar este gran reto y todos, en mayor o menor grado, vieron colapsados sus sistemas de salud ; que los grandes laboratorios internacionales se comportan como entidades monopólicas y que en realidad nunca les ha interesado atender la salud humana sino solo obtener enormes ganancias y que la carga mayor,  la han tenido que padecer los países en vías de desarrollo, como México,  y desde luego el resto de los países de América Latina y África.

Después  bloquearon los esfuerzos que había hecho la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para tener vacunas en beneficio de todos los países del mundo, desde  luego pensado en  ayudar a los naciones pobres que n o tienen divisas para pagar estos antígenos, pero no lo han hecho pues han concentrado su cobertura en los países altamente desarrollados, como los Estados Unidos que incluso tiene vacunas en exceso, otros países las tienen  para vacunar hasta tres veces a su población, mientras que las naciones de Asia y África no disponen de esos recursos bilógicos y solo están recibiendo donativos de China y Rusia.  Al momento de redactar estas líneas, se informa que los grandes laboratorios internacionales han elevado los precios de sus productos y de que por lo tanto se están  beneficiado económicamente de la aparición de las nuevas variantes del virus, como la DELTA e incluso ya están anunciado que se necesitaría  de una tercera dosis, tratando de obligar  a que efectúen más compras los distintos gobiernos.

Aunque los avisos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde el mes de enero del año pasado,  estaban anunciando que se  estaba expandiendo un peligroso patógeno, que había surgido en la República Popular China y que tenía una velocidad de propagación muy grande, la mayoría de las naciones, entre ellos México, reaccionaron demasiado tarde , con dudas, reticencias y errores  y esto  ocasionó la inoculación  muy rápida de millones de seres humanos, comportamiento que ha tenido altibajos, pero que se mantiene, en términos generales, en el contexto de lo que los especialistas han denominado curvas, rebrotes, olas, variantes, otras expresiones, que solo están revelando que los gobiernos no tienen la preparación  técnica, financiera , suficiente, a largo plazo,  para enfrentar este grave reto sanitario y que lo han hecho es a través del método de ir aprendiendo en la práctica, en el transcurso de los hechos y de los acontecimientos, a través del sistema de ensayo y error, sin tomar en cuenta a pie juntillas las recomendaciones que dicta la OMS.

En virtud de la cosmovisión religiosa y fundamentalista, que caracteriza al gobierno de López Obrador, se han cometido los siguientes errores fundamentales, sin que exista ninguna autocritica respecto de la eficacia de las medidas adoptadas pues se considera que cualquier cambio o   modificación  de las mismas es  un triunfo político de la derecha, lo que, entre otros factores, ha llevado a divorciar y a  enfrentar el poder político con las comunidades científicas: uso de las nociones metafísicas o mesiánicas para tratar de explicar un problema que tiene una naturaleza científica, aplicación de un  número muy limitado de pruebas para detectar a los infectados y continuar con   su seguimiento, como ocurría con los otros países, sobre todo asiáticos,  nulo apoyo económico a los empresarios medianos y pequeños que se vieron obligados a clausurar sus establecimientos comerciales, industriales,   de servicios, como resultado de las  medidas de confinamiento tomadas por las autoridades, cero respaldo a los millones de trabajadores y empleados que finalmente se quedaron sin ingresos, aplicación laxa y demasiado flexible del cubrebocas y de otras medidas preventivas, como el lavado de manos, pretextando que se trataría de una actitud represiva inadmisible, falta de equipos de protección para los médicos y especialistas que atendían a los pacientes de covid en los hospitales públicos e incumplimiento de la promesa de que serían contratados en forma regular y permanente sus servicios.

En términos generales, no hubo una reorientación importante del  gasto público pues no se puso en marcha ningún programa de apoyo económico y social a los millones de afectados. Esta falta de atención también se observó respecto de quienes son víctimas de las secuelas de la infección, ni a los tratamientos de los padecimientos psicológicos, familiares, que se derivan del excesivo confinamiento que han padecido las familias. En cambio, las inversiones en el Tren Maya, a la refinería de Tres Bocas no solo se mantuvieron sin incluso crecieron, anuncio de la disminución de la edad para  el otorgamiento de las  pensiones de los adultos mayores durante el proceso de vacunación,  así como el uso político de los llamados siervos de la  nación, con el fin de capitalizar, políticamente,  este servicio, en las pasadas elecciones federales, todo ello  con el evidente propósito de fortalecer  a Morena. Hubo, sin embargo, una decisión muy positiva, haber adquirido en el momento adecuado, una gran cantidad de vacunas a los laboratorios internacionales, lo que permite que el país tenga una gran disponibilidad de estas sustancias para alcanzar un alto nivel de inoculación nacional.

Desde una perspectiva global, la pandemia exhibió o desnudó las formas que asume el funcionamiento del sistema capitalista en nuestro país pues quienes tenían altos ingresos pudieron atenderse en hospitales privados a un  elevado costo, mientras que  los empleados, los empleados, los  campesinos, recurrieron a los servicios públicos en los cuales no había suficientes camas con ventilador, ni especialistas, no había cilindros de oxígeno para las familias pobres, y no había recursos económicos ni siquiera para la subsistencia económica de las familias, incrementándose notablemente las actividades de  la llamada economía informal , es decir, el desempleo disfrazado que  impera como un fenómeno general en nuestro país.

El gobierno federal manipuló las cifras, pues recientemente la propia Secretaria de Salud, dio a conocer los números relativos de  quienes han fallecido en sus domicilios, es decir, que no fueron registrados en ningún hospital, datos que sumados a los estrictamente oficiales, exhiben con una mayor claridad y exactitud las dimensiones humanas de la tragedia nacional.

En virtud de que la pandemia sigue su curso  destructivo, regresado incluso a los rangos estadísticos del año pasado, pues esta no ha sido controlada sin solo regulada sobre todo debido al número de vacunas aplicadas, en la actual etapa se ha  optado por alentar la apertura de las  actividades económicas y sociales, en detrimento del control científico de la enfermedad, pues el único recurso institucional disponible que existe hoy en día es  la   campaña de vacunación nacional, esperando que la población  adquiera, por si misma, derivado de esa acción,  una protección inmunológica propia y adecuada,  sin esperar ninguna medida adicional de importancia.

Según datos proporcionados por Enrique Quintana, de EL Financiero, que ha seguido en forma puntual, este fenómeno, en el mes de julio los contagios aumentaron un 279 %, el número de fallecidos un 126 %, mientras que la población que tiene  un esquema completo de vacunación, era de apenas el 20%. (EL Financiero, 30 de julio 2021). Esto significa que la nueva realidad constata que la velocidad de propagación y de afectación que tiene  el virus es demasiado alta y por lo tanto, muy preocupante y que de  seguir así esta tendencia en las próximas semanas, superará sin duda  los niveles que teníamos el año pasado, si bien  ahora la mayoría de los contagiados y fallecidos ya son  adultos mayores sino personas jóvenes, mientras por otro lado se anuncia la apertura de más actividades económicas y sociales y la reanudación presencial de clases en las escuelas oficiales.

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