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Mayor integración de México a Estados Unidos

Imagen tomada de internet

 

Por: Héctor Ramírez Cuéllar

La Reunión de Alto Nivel Económico, encabezada por la vicepresidenta Camila Harris y el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, efectuada la semana pasada, que apenas duró unas horas en la capital estadunidense, confirma que el plan de Biden consiste en extender y fortalecer las relaciones de dominación comercial, tecnológica y financiera, no solo en la región norte sino también en el sureste de nuestro país, la más atrasada, incluyendo la zona de Centroamérica.

Aunque no se dio a conocer ningún comunicado conjunto sino solo una breve información relativa a los asuntos que abordaron las dos delegaciones, se puede concluir que se llegaron a los siguientes acuerdos esenciales: se integrarán y fortalecerán las cadenas de valor que existe entre México y la Unión Americana, en el marco del Tratado de libre Comercio, se aumentarán las inversiones de los Estados Unidos en la región del sureste de nuestro país, aprovechando que está en construcción el tren transístmico, del Istmo de Tehuantepec que garantizará un abaratamiento de los costos de transporte de carga y un mecanismo de explotación más adecuado para los intereses de las empresas yanquis, sobre todo en el petróleo y minerales, también para cerrar las puertas a China.

Si bien fue el gobierno de Carlos Salinas de Gortari el que suscribió inicialmente el Tratado de Libre Comercio, debemos recordar también que no se negociaron, en forma adecuada, las grandes asimetrías económicas y sociales que tenían ambas naciones, tratando de obtener de los Estados Unidos un trato preferente y especial en algunas ramas productivas de nuestro país, lo cierto fue también que el citado instrumento fue ratificado durante el gobierno de Andrés López Obrador, de quien se esperaba asumiera una actitud diferente, más firme en defensa de los intereses nacionales, pues algunos consideraban que era un gobierno nacionalista y de izquierda. Se prefirió no observar ninguna resistencia que molestara a Trump expresando el temor que pudiera interponer obstáculos para el gobierno transformador que apenas estaba tomando las riendas del país.

Todos sabemos que el negociador lópezobradorista, el embajador Jesús Seade, fue solo un testigo mudo en las reuniones bilaterales y que por lo tanto avaló las conclusiones generales, que hoy están vigentes, en perjuicio de muchas empresas mexicanas y  que ahora han aflorado, con una gran intensidad, por lo menos dos nuevos fenómenos, el alto nivel de competitividad internacional y mundial que tiene China y la carencia de microprocesadores o chips, situación que está paralizando a muchas compañías lo que está quebrantado el funcionamiento normal de las cadenas de valor. También debemos precisar que el citado diplomático, aceptó la presencia de funcionarios norteamericanos en la solución de los litigios laborales que se suscitan en nuestro país con motivo de la aplicación del Tratado en la parte conducente.

En la integración y funcionamiento de las llamadas cadenas de valor, que es el término técnico que ahora se emplea para ocultar o “embellecer” la dependencia tecnología y comercial de los países en vías de desarrollo, las empresas mexicanas, que están ubicadas sobre todo en la región norteña, desempeñan un papel subsidiario o complementario y por ello lo que sería verdaderamente urgente y positivo sería la revisión integral de las denominadas reglas de origen, sobre todo en las ramas automovilística y aeroespacial, para obtener un tratamiento más equitativo que permita  pagar mejor las aportaciones que generan los trabajadores de nuestro país.

Estos acuerdos permiten a los Estados Unidos reforzar los vínculos de sujeción industrial, comercial y tecnológica que tienen en nuestro país; antes les interesaba, sobre todo, la región norteña por una serie de ventajas que tenía, entre ellas, la cercanía geográfica de las grandes plantas ensambladoras, lo que disminuía los costos de transportación de partes y componentes, pero ahora tratan de extenderse hacia la región del sureste y del sur pues abrigan el temor de que la migración se desborde y  que no pueda ser contenida por las fuerzas policiacas y militares de López Obrador, a quien han asignado esa tarea a cambio de la donación de  vacunas, lo que implicaría para el Departamento de Estado una seria amenaza para la seguridad de la que fuera la principal potencia mundial y también para frenar la expansión de las inversiones de China en esta zona.

En términos de la geopolítica mundial, lo que más preocupa a la nueva política hegemonista de Biden es el crecimiento de los intereses y la influencia de China en los países de la región latinoamericana y lo que más le aterra seria que esta presencia se manifestara en México, su vecino del sur y subordinado. Por ello, la vicepresidenta Harris dijo claramente que al gobierno de los Estados Unidos le interesa, vitalmente, la existencia de México como país próspero y estable, desde luego circunscrito férreamente al bloque

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