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En plena pandemia el SNTE convoca elecciones internas en las secciones 2 y 37

 

Por Lautaro Hernández

A pesar de que nos encontramos en plena tercera ola y en acenso de contagios por covid-19 en Baja California, las dos secciones del SNTE en el estado, la 2 y la 37, han convocado de manera presencial a todos los maestros para renovar dirigencias en elecciones internas durante la semana del 18 al 22 de octubre. Por ende, se han realizado campañas proselitistas, de manera presencial y virtual, y en las que la planilla oficial llamó a votar por ella al recordar a maestros antiguos “favores laborales”.

Cabe mencionar que el SNTE, a nivel nacional, ha presumido con bombos y platillos que, “por primera vez en la historia” se celebrarían elecciones libres, democráticas, universales y mediante voto secreto; en vez de las que históricamente se han realizado por medio de la representación de delegados, las cuales concluían en un congreso amañado. Sin embargo, quien tuvo la iniciativa de que las elecciones tuviesen ahora tales supuestas características fue el presidente de la república, con una modificación al artículo 123 constitucional, apartado B, donde se establece que las elecciones en todos los sindicatos se realizarán en esos términos para, supuestamente, “democratizar” la vida sindical. Cabe preguntarse ¿qué motivaba la iniciativa? ¿Acaso maquillar el charrismo?

En este artículo me concentraré en la sección 2, y en la cual durante esta jornada electoral se presentaron cuatro planillas: “Inclusión”, “Todos somos SNTE”, “Primero la base” y “Yo con Pacheco”. Entre las cuales los programas de trabajo y las promesas eran similares, al menos en lo siguiente: “respetar los derechos laborales de todos los maestros, sin hacer distinción de grupos”, “rescatar derechos y prestaciones perdidas”, así como “defender las prestaciones que aún conservan los trabajadores de la educación”.

La planilla “Inclusión”, encabezada por el pseudoprofesor y políticamente poco conocido Juan Enrique Villanueva Villa, se trataba de la propuesta oficialista, apoyada e impulsada por el entonces vigente Secretario General de la Sección, Profesor Mario Aispuro Beltrán, así como por el CEN del SNTE. La planilla “Todos somos SNTE”, liderada por Juan Vázquez, representó la disidencia dentro del oficialismo, ya que dicho candidato ha sido parte del equipo político de los últimos periodos seccionales, pero pues tuvo diferencias con Aispuro al aspirar a ser el sucesor designado. Por otro lado, la planilla “Primero la base”, de Roberto Bobadilla, representó a la disidencia de la misma disidencia magisterial; este profesor participó activamente en el Movimiento de Resistencia Estatal (MRE) desde 2007, del cual se separó hace algunos años por intereses y divergencias políticas hasta formar su propia organización. Finalmente, la planilla “Yo con Pacheco” representó a la disidencia dentro del SNTE; actualmente, y desde 2007 con la lucha contra la nueva ley del ISSSTE, constituye la sección de la CNTE en Baja California, está al frente de las luchas laborales contra la reforma educativa, la USICAMM y los agravios en perjuicio de los derechos laborales de los trabajadores de la educación.

Durante el proceso electoral, el oficialismo agrupado en “Inclusión” pronto mostró su carácter fraudulento y mezquino a través de prácticas aprendidas en la vieja escuela de Elba Esther Gordillo, experta en estafas electorales, de manifiesto en el registro del arribo vía terrestre de pseudo maestros de la sección 54 a Baja California. Además, también se presentaron trabas en el proceso del registro para votar, durante el curso de la votación, así como incumplimiento de la disposición establecida para publicar con suficiente anticipación el padrón electoral y al cual, de última hora como por arte de magia, se le agregaron listas extras que incluían autorización de votar para maestros jubilados en particular. El jueves 21 de octubre la planilla ungida como ganadora apenas lo fue con el 30% de la participación total de trabajadores de la educación en la sección 2 y en medio de un abstencionismo del 70%; parte de las causas de esto último ha sido no sólo la pandemia, sino el desánimo para participar políticamente.

Es necesario que todos los trabajadores de la educación saquen lecciones de este proceso electoral. En el capitalismo nunca se podrá hablar de elecciones libres. Nada en la sociedad es ajeno a la explotación, a la dominación de los capitalistas, cuyo sostenimiento a costa de la mayoría de la población reduce cada vez más los derechos laborales mientras procura volver más refinadas y duraderas las cadenas que someten a los trabajadores en los mismos sindicatos.

La lucha por democracia sindical va junto con pegado a la lucha por finiquitar la explotación asalariada. Y no se puede luchar eficazmente contra el charrismo sindical, evitando al mismo tiempo caer en la impotencia o el desánimo, sin enfrentar como parte de la clase obrera al Poder de los monopolios que hoy continúa en el país. Se necesita más politización y conciencia por parte de los trabajadores de la educación; y un sindicalismo de clase, independiente de la patronal y del Estado, que sea asambleísta, unitario, combativo.

La lucha de los trabajadores de la educación es orgánica a la lucha revolucionaria para cambiar de raíz la actual sociedad. Romper con el sindicalismo corporativo en el SNTE es desechar las esperanzas en el gobierno de López Obrador. El actual gobierno continúa precarizando las condiciones de trabajo; incumpliendo constantemente con el pago de salarios y jubilaciones; permitiendo medidas que vulneran derechos laborales vigentes; continuando la privatización educativa con fórmulas distintas; para imponer todo esto requiere un sindicalismo amarillo o blanco que garantice mayor explotación y perjuicio a los trabajadores. Los derechos a plenitud de los trabajadores jamás podrán coexistir en armonía con los intereses de los capitalistas, que predominan en todas las facetas sociales, incluida la educativa.

Una mirada apurada o políticamente reformista sobre los acontecimientos, y el abuso solapado de las cúpulas, puede hacer tropezar a los trabajadores de la educación en modas divulgadas por la misma patronal, como la llamada “libertad sindical”. Formar pequeños sindicatos “democráticos”, cuyo principal logro sea cobrar cuotas a sus agremiados, dividirá más a la base, dispersará sus fuerzas frente a un Estado que será más fuerte gracias a esto.

No cabe duda que el SNTE, al igual que todo sindicato charro de viejo o nuevo cuño, continúa representando y protegiendo los intereses de siempre, en demérito de todos los trabajadores. La intentona de democratizar los sindicatos, con una nueva intervención del gobierno en los asuntos de los trabajadores, es mera simulación. Sólo cuando los trabajadores tomen las riendas de su propio sindicato lograrán verdaderamente satisfacer en parte, pero favorablemente a pesar de las circunstancias, sus necesidades contemporáneas; esto con la mirada puesta en ganar un sistema social más justo y humano, el socialismo-comunismo.

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