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Notas de un accidente laboral

Por: PCM Aguascalientes

 

El pasado sábado 28 de agosto  la mexicana y oriunda del Estado de Aguascalientes Jeanette Zacarias Zapata, fue brutalmente avasallada en un desigual combate ocurrido en Canadá, donde fue técnicamente asesinada por su contrincante, una  boxeadora canadiense mil veces mejor preparada en el ámbito profesional de este peculiar deporte.

Este lamentable suceso se nos presenta como un paralelismo siniestro o una metáfora macabra, sobre la situación a la que la clase obrera de nuestro país tiene que enfrentarse todos los días. Luchar para sobrevivir.

Aunque Jeanette no era una “boxeadora profesional” en el estricto sentido de la palabra, se podría decir que el box para ella representaba una fuente de ingresos, es decir era su trabajo.

Para entender lo que representa que existan personas en nuestro país que dependen de actividades con este tipo de riesgos,  veamos que casas encuestadoras como mitofsky, mencionan que en México después del futbol, el boxeo es uno de los deportes más importantes y con mayor derrama económica, compone toda una industria hibrida entre el deporte y el entretenimiento (este segundo elemento el más predominante), es decir, pertenece a una industria gigantesca, produce 11 aproximadamente puntos de rating, según datos más o menos conservadores, (el futbol produce 15) y gracias a esta fama las televisoras cobran millones de dólares con los eventos, sin mencionar el flujo financiero hacia las casas de apuestas legales e ilegales.

Dicho lo anterior, en México existen una gran cantidad de trabajadores y trabajadoras “informales” cuyo perfil de trabajador se oculta bajo el supuesto perfil de “deportista competidor” y cuyo ingreso depende directa o indirectamente de la industria del boxeo (y otros “deportes” similares)

Estudiando el caso de Jeanette, y su corta vida profesional, esta trabajadora hidrocálida, dedicaba en parte de su vida a fungir como boxeadora tipo “sparring”, arriesgando su vida en la práctica de este deporte pues según palabras de boxeadores en su misma situación, este tipo de práctica se presenta cuando los deportistas tienen que verse en la necesidad de “alquilarse” o “rentar su cuerpo” con la finalidad de proporcionar un espectáculo que gira en torno a la violencia y a la competencia desigual, (al estilo de las imágenes antiguas donde gladiadores armados con una lanza luchaban por su vida contra varios leones) los trabajadores de este irregular reporte técnicamente “proporcionan el cuerpo”  para pelear contra contrincantes más fuertes y mejor preparados, obviamente sus contrincantes pagan por este servicio para poderse lucir apaleando al contratado, al que dejan sometido en el suelo mientras ellos festejan su victoria comprada, y dado que este tipo de peleas producen mayores pagos entre los boxeadores que se arriesgan a fungir de saco de box, funcionan con la lógica de que entre mayores sean los riesgos de exponer el físico a una golpiza propinada por un deportista con mayor experiencia, capacidad y preparación mayor, podría ser el pago sin que exista garantía alguna, puesto que la industria del boxeo esta “hipermediada” o llena de mediadores que acaparan los pagos por el servicio, como los son representantes, entrenadores personales, managers, etc. Personajes que lucrando con el deportista que han acogido bajo su representación al estilo de “padrotes”, se enriquecen mientras ellos y ellas arriesgan su vida en el ring.

Como era de esperarse nuestra compatriota y compañera de clase trabajadora, Jeanette,  fue masacrada en el ring, con un nocaut casi inmediato propinado por su contrincante una experimentada boxeadora canadiense, a causa de esta agresión, Jeanette murió días después en una clínica de Canadá por las heridas ocasionadas ante desigual combate, lejos de su tierra, su familia y tan solo con la promesa de un pago que supuestamente sería una puerta a mejorar su condición de vida, al menos momentáneamente, en una especie de lógica de casino o ruleta rusa.

Como decíamos al inicio esta situación es muy simbológica, ya que representa el funesto paralelismo entre la situación de Jaeantte víctima de lo que sin lugar a dudas se puede catalogar como un  accidente laboral, ocurrido en una disciplina que si bien se encuentra disfrazada de deporte , competencia o espectáculo, no deja de ser un trabajo que desgraciadamente hoy en día está lleno de huecos legales en materia laboral, como lo son las faltas de contratos entre trabajador y patrón, las clausulas engañosas si bien existieran contratos, ninguna o pocas prestaciones laborales vitales y por supuesto nada de previsión ni indemnización por accidentes de trabajo o riesgos varios.  Es un trabajo con una estructura laboral de los más arcaica y salvaje, digna del viejo oeste o de la época esclavista.

Y el paralelismo emerge cuando al comparar la situación de Jeanette la clase obrera en México pasa por la misma o una peor situación. Y aunque la clase trabajadora no sale solamente a recibir golpes físicos de una persona que no conoce, todos los días recibe más y más golpizas propinadas por gobiernos corruptos, empresarios explotadores y el crimen en general. La clase trabajadora sale a luchar el día a día sin condiciones laborales de seguridad e integridad para su persona en el desarrollo de sus labores, sin cláusulas de indemnizaciones o responsabilidad de las empresas antes posibles accidentes, incapacidades temporales o permanentes , así como fallecimiento, lucha contra la pandemia y las nulas medidas para salvaguardar su vida o la de sus familias, lucha contra la represión, la explotación y las prácticas abusivas y violentas contra su vida y entorno.

No importa si es la industria del deporte donde cada vez más deportistas fallecen o quedan incapacitados al exponer su cuerpo a las exigencias de los altos estándares de competencia del deporte / negocio moderno,  o si es la industria de la música, o de producción de carne o manufactura de máquinas complejas, todas tienen algo en común, la explotación de la clase trabajadora sin darle la más mínima importancia a la seguridad e integridad de la vida del trabajador o trabajadora. No es “casualidad” que  la historia de Jeanette forme parte de una especie de metáfora de lo que ocurre en nuestro país a los más grandes  niveles, mientras transaccionales como las mineras canadienses vienen a explotar materias primas y mano de obra barata en nuestro país, dejando a su paso muerte, contaminación y rabia, una chica de tan solo 18 años que en vista de falta de oportunidades laborales  decide rentar su cuerpo como saco de box para que una boxeadora canadiense del primer mundo se pueda lucir derribándola en el cuarto episodio, dejando de igual manera muerte y tristeza.

Jeanette, nos recuerda la terrible parte del capitalismo ligada a la migración legal e ilegal, así como la trata o el tráfico de personas, donde bajo estos esquemas reclutan a jóvenes mexicanos para ser llevados a otro país y servir de carne de cañón para estos circos mediáticos y salvajes, todo bajo la anuencia de organismos que regulen o siquiera estén enterados de este tipo de prácticas,  y si  lo están,  lo permitan por mero desinterés en la problemática.

Volviendo al tema de los accidentes laborales, según datos de INEGI, Secretaria del trabajo y Seguro Social IMSS, en México existe un promedio de accidentes laborales diarios cercano a los 1200, es decir cerca del .13 % a nivel mundial. Sin embargo recordemos que estas instituciones gubernamentales no les interesa documentar a todos los casos pues los fenómenos ocurridos dentro del trabajo informal es algo que no están en función de querer contabilizar pues sus cifras crecerían de manera exorbitante, simplemente en años pasados, se llegaron a contabilizar cerca de 400 000 accidentes laborales, sin sumarle otras 400 000 enfermedades originadas en el ámbito laboral, además de casi 30 000 incapacidades anuales producto de accidentes de trabajo y enfermedades agravantes por las labores desempeñadas, cifras que se podrían duplicar, ya que menos del 50% de estas situaciones no son reportadas de manera adecuada. México es el país latinoamericano con más índice de riesgo laboral, siendo el grupo más afectado el de 25 a 29 años y se espera la situación siga en aumento.

Según las cifras oficiales son las urbes como Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara donde más se concentran dichos accidentes, es decir que aunque se promocionan dichas ciudades como logros y  polos de crecimiento en realidad estas ciudades son focos de pobreza y cementerios en potencia de trabajadores que tarde o temprano pueden ser víctimas de un accidente mortal. Choferes, ayudantes y trabajadores de la construcción, así como operarios son los perfiles laborales que más accidentes sufren, habría que sumarle a estos perfiles laborales,  las personas contratadas de manera irregular o en el comercio informal, donde actividades peligrosas carecen de cualquier tipo de regulación y normas de seguridad. En otra lectura también podríamos analizar los “accidentes laborales” de periodistas, policías, guardias de seguridad, etc. Cuya integridad depende en gran medida del ambiente generalizado de inseguridad y colapso social de la actual forma de gobierno que padecemos. Las muertes anuales relacionadas con causas laborales comúnes van de los 1500 a 900 casos, al menos los reportados.

En este escenario tan trágico donde Jeanette desgraciadamente fue interpretada como una estadística más,  la industria del deporte/espectáculo lo entiende como una simple baja colateral, y un fenómeno normalizado en nuestro país, y que de hecho cae dentro de la influencia de una serie de  tendencias de extremo peligro para la clase trabajadora en general.

La primera es una creciente campaña mediática y cultural para normalizar los riesgos y accidentes de trabajo, empezando por la vuelta de actividades pese a los números del COVID, situación que deja en claro que para empresarios y políticos la maquinaria que verdaderamente les produce la riqueza (el trabajo humano) debe volver a escuelas, fabricas, oficinas y carreteras sin importar los contagios y con las más pobres medidas sanitarias. Los medios masivos y las plataformas digitales no paran de normalizar un escenario mundial y nacional donde los accidentes laborales son inevitables, esperables, justificados y hasta necesarios con tal de que la economía funcione y se recupere.

La segunda cuestión es la simulación y corrupción de los gobiernos sin importar su polo político, tanto derecha como supuesta izquierda solo buscan reproducir las condiciones favorables para que sus jefes directos los empresarios y transaccionales sigan generando ganancia, y en este punto cabe decir que la supuesta reforma al outsorcing no ayudará a mejorar las condiciones de la clase trabajadora, pues es una situación que tiene que ver más con evitar la evasión de impuestos que con acabar con esta tiránica práctica, mientras que por otro lado la justicia para accidentes como el pasado desplome del metro, nunca llegara a los verdaderos causantes, de hecho lo más probable veamos sus nombres pero en una boleta electoral los próximos años, para muestra en la caída del metro se culpa a los trabajadores que literal pusieron los tornillos, dejando sin culpa a las autoridades que avalaron y supuestamente revisaron el tramo siniestrado.

La ultima tendencia y la más actual, es el fenómeno del crecimiento de accidentes de trabajo, tan solo del 2018 al 2019 aumento al doble, de 200 mil a 400 mil, al menos los reportados,  cifra que va continua creciendo, y este aumento se puede explicar como producto de las necesidades frenéticas del capitalismo mundial y nacional de “recuperar” lo no producido por la pandemia, activando la maquina a marchas forzadas, sin importarle cuantos trabajadores muertos o incapacitados deje a su paso, esta cuestión fomenta la explotación laboral y el crecimiento en los índices de riesgo de trabajo, así como la proliferación de subempleo y trabajos tan irregulares como el que generó la lamentable situación en la que encontró la muerte la joven Jeanette.

Ante esta lectura, la clase obrera debe seguir en alerta y organizar una respuesta adecuada ante estos y más factores mencionados que ya se dejan ver y sentir, y que seguirán agravándose y generando cada vez más espacios y puntos débiles en el sistema capitalista, la muerte de Jeanette no será en vano, la lucha por ella y la de millones de trabajadores mexicanos que aspiran a una vida feliz y digna encontrara su cauce en la lucha revolucionaria por una sociedad igualitaria ajena a la brutal explotación que hemos aquí descrito.

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