Entre la hoz y el martillo
Por: Pável Blanco Cabrera,
Primer Secretario del Comité Central del PCM
Libertad sindical e independencia sindical
Hace unos meses visitó nuestro país Kamala Harris, la vicepresidente de los EEUU, y anunció la inversión de 130 millones de USD para la implementación de la legislación laboral de Obrador en 2019, a la que calificó de “histórica”.
Se trata de una de las operaciones de mayor envergadura contra el movimiento obrero y sindical de nuestro país, para colocarlo bajo el control directo del Departamento de Estado de los EEUU, y de la AFL como su correa de transmisión.
Ello es uno de los objetivos del Capítulo laboral del Tratado México-Estados Unidos-Canadá, T-MEC o USMCA con el que se sustituyó al TLCAN de 1994, y que es en gran medida más lesivo a los intereses de los trabajadores de América del Norte y por supuesto más favorable a los intereses de los monopolios de la región. Tal capítulo laboral pone énfasis en la “libertad sindical”, que significa la existencia de varios sindicatos en un mismo centro de trabajo o en una rama de la industria, lo que rompe el principio de la unidad sindical que es el que permitió a los trabajadores conquistar derechos y mejores condiciones de vida y trabajo. Varios sindicatos no significan democracia, pues muchos de ellos en realidad son franquicias de corrientes laborales verticales y antidemocráticas, como es el caso de la CATEM. Este modelo, que es el que existe en los EEUU disminuye la fuerza de la clase obrera, la divide, y le resta peso en el conflicto obrero patronal. En nombre de la “libertad sindical” lo que va de la mano es favorecer al capital.
La solución al problema del charrismo, del gansterismo sindical, de la corrupción en las direcciones sindicales no es lo que promueve el gobierno de Obrador en complicidad con el Gobierno norteamericano. ¿Qué hacen ellos? Pues resulta que ahora las elecciones sindicales, proceso de la vida interna de las organizaciones, ahora será organizado por el Gobierno Federal, anulando de facto la vida de los sindicatos. Por ello decimos que ahora los trabajadores pasaremos de la sartén al fuego. Todo será para peor.
En nombre la “libertad sindical” se combate a los principios de la independencia sindical, a la autonomía de las organizaciones. Y esto es un grave retroceso, al que hay que confrontar con las banderas de lucha del movimiento obrero que siempre reivindicó:
-Que la patronal no meta su mano en la vida sindical
-Que el Estado no meta su mano en la vida de los sindicatos
-Que en los sindicatos exista libertad de filiación política o creencia religiosa
De continuar ese camino, que se sigue ya en importantes sindicatos como el de PEMEX en poco tiempo tendremos un fenómeno doblemente reaccionario: a) al viejo corporativismo conocido como charrismo sindical, impulsado desde el Estado, que sirvió para la dominación del PRI por más de medio siglo, lo sustituirá un nuevo corporativismo revestido del discurso de la “libertad sindical” pero igualmente controlado por el Estado y por supuesto la patronal; b) además del Estado burgués mexicano, el nuevo control sindical, también los ejercerá el Departamento de Estado de los EEUU, a través de dos mecanismos, el legal debido a la legislación laboral del TMEC, y el financiero a través de una millonaria compra y corrupción.
Todo este escenario escandaloso de colaboración con el imperialismo norteamericano para atacar al movimiento obrero, pasa gracias a Obrador, como una generosa cooperación norteamericana para la democratización del movimiento sindical. Ese es el rol de la socialdemocracia, embellecer la agresiva política antiobrera, como ya pasa también con la militarización, la política antiinmigrante, etc etc, que son presentadas como acciones bondadosas a pesar de ser todo lo contrario.