Por: Héctor Ramírez Cuéllar

Los señores Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Ricardo Monreal, así como la señora Claudia Sheinbaum, denominadas en la jerga política las corcholatas, están violando la Constitución, ya que, en forma ostensible, clara y cínica están efectuando una campaña electoral anticipada, es decir, recorren en forma incesante el territorio nacional, con miras a participar en las elecciones del año 2024, mucho tiempo antes de que el INE anuncie el inicio formal de las contiendas. Pero no solo esto, sino que están erogando cientos de millones de pesos para pagar sus actividades proselitistas, sin tener claridad y precisión sobre el origen y el monto de estos recursos, lo que implica una notoria ventaja con respecto a los otros aspirantes a ocupar el cargo de Presidente de la República.

Si las corcholatas están sumiendo una actitud de franco reto a las normas vigentes, las direcciones del PRI y del PAN, precisamente para nulificar esta condición ya están anunciando algunos precandidatos, también con el propósito de empezar a realizar labores de propaganda electoral, es decir, si el gobierno y Morena vulneran las leyes de la materia, también lo estarían haciendo los partidos de oposición, factores que de una manera conjunta producen una gran incertidumbre en la lucha por la sucesión presidencial y, por lo tanto, están obligando al INE a aplicar las penalidades conducentes, ya que, de otra manera estaría asumiendo una postura de complicidad al permitir y tolerar estas conductas ilegales y antidemocráticas.

Si el INE es controlado por el gobierno , si demuestra tener una gran debilidad para no cumplir y hacer cumplir con las normas de la materia, la impunidad seguirá su curso y en este caso López Obrador consideraría que tiene el camino abierto y despejado y que, por lo tanto, se invertirán los recursos financieros que se necesiten para hacer triunfar a Morena, sin que haya el riesgo de que pudiera recibir sanciones por su conducta delictuosa y por ello las elecciones del 2024 serían un mero trámite, ya que, estaríamos de nueva cuenta ante una elección de estado.

El Presidente Andrés Manuel López Orador cometió un grave error político al designar a las corcholatas con demasiada antelación, a más dos años de las elecciones, y al hacerlo generó una lucha intestina en el seno de Morena, más aun mostrando una abierta simpatía y apoyo por la señora Sheinbaum, respaldo que ocasionó una molestia muy grande en los otros tres aspirantes que consideraron, justamente, que no había condiciones de equidad en la contienda interna. Esta actitud adelantada y precipitada causó que la jefa de Gobierno realizara una extensa e intensa campaña política propagandística en la mayoría de las entidades federativas superando los esfuerzos de los otros aspirantes, lo que implica un tratamiento inequitativo y desleal de parte del jefe del Ejecutivo, al mismo tiempo que está afectando la cohesión en el seno de Morena.

Este proceso de selección del candidato presidencial del nuevo partido oficial estuvo lleno de irregularidades y de maniobras políticas, ya desde un principio el Presidente marginó a uno de los aspirantes, Ricardo Monreal y ha estado jugando con las otras corcholatas apoyando abiertamente a la jefa de gobierno, después al ex gobernador del estado de Tabasco, ha menospreciado a Ebrard, todo ello con el deliberado propósito de que el Presidente demuestre la fuerza política y social que tiene y, por lo tanto, se legitime su intervención para designar a su sucesor. De las cuatros corcholatas que están recorriendo el país, solo Monreal ha manifestado, en varias ocasiones, que sostiene posturas diferentes y hasta contrarias al Presidente de la República en torno a una serie de asuntos de carácter nacional, autonomía personal y política que desde luego no permite ni acepta el Presidente y que, por lo tanto, en forma automática también condena el principal dirigente de Morena, Mario Delgado, que se debe considerar como su subordinado y empleado en virtud de que el partido está por completo sometido al gobierno al grado que no existe ninguna línea divisoria entre ambas instituciones, ya que, esta simbiosis también se están expresando en las entidades federativas, con los gobernadores que, en al ámbito de su competencia, solo reproducen la conducta de control total que tiene el Presidente a nivel general.

El senador Monreal ha expresado que impulsaría una política de conciliación nacional con el objeto de superar o detener la extrema polarización política que sufre el país, que, por su gravedad, puede hacer pasar a las fuerzas políticas de la violencia verbal, hoy predominante, a la violencia física. Pretende establecer una conciliación con grupos de la clase burguesa, como en su momento lo hizo del candidato López Obrador, con la finalidad de evitar que las elecciones del 2024 se conviertan en una guerra política incontrolada, ya que, los resultados electorales serían muy reñidos e impugnados y, por lo tanto, el gobierno que emane de estos comicios seria acusado de ilegitimo, ya que, habría sido impuesto por los enormes recursos fiscales de la administración en turno y por las grandes presiones que ejerció contra el INE, que desaparecería como árbitro electoral.