El Culto A La Personalidad De López Obrador
Por: Héctor Ramírez Cuéllar
Uno de los fenómenos políticos más recientes en la vida política de nuestro país es el culto a la personalidad del presidente Andrés Manuel López Obrador, que se impulsa y promueve desde el gobierno y también desde las filas de Morena y que consiste en considerar al titular del Poder Ejecutivo como un individuo casi divino, poseedor de grandes poderes políticos, casi un místico del poder, entregado por completo al pueblo, que conoce a la perfección sus problemas, carencias y necesidades y que está realizando una tarea gubernamental redentora y salvadora. De esta manera, muchas personas, sobre todo de la tercera edad y con nivel educativo muy reducido, concluyen que merece todo el apoyo político de los ciudadanos, que su función pública está por encima de los intereses de clase, de grupo, que nunca se equivoca en las decisiones políticas que toma, las cuales deben ser acatadas de una manera rápida, instantánea y total y sin exigir ninguna explicación o justificación.
En este contexto de obnubilación política y social, opinan esos promotores ideológicos, que la sociedad mexicana está compuesta por dos sectores, uno el mayoritario, que apoya y respalda sin ningún titubeo, duda, o debilidad al Presidente y el otro sector que se considera minoritario, que se opone al mismo y que está defendiendo intereses oscuros y perversos y que, se dice, está realizando una labor antinacional y antipopular, haciéndole el juego a la oligarquía. Existen incluso versiones caricaturescas de este sometimiento mecánico, como ocurre con algunos diputados, senadores, gobernadores y dirigentes de Morena que han llevado esta supeditación al extremo incluso del ridículo y de la enajenación, digna de ser estudiada por la psiquiatría y la psicología al plantear que el Presidente representa o encarna no solo al pueblo sino también a la patria y a la soberanía nacional. El culto a la personalidad se expresa también en la forma de operación con que se maneja el gobierno federal y en referencia también a las relaciones con el poder Legislativo y con el resto de las instituciones del estado.
En el primer caso, se indica que el Presidente tiene siempre la verdad absoluta y completa y que, por lo tanto, ningún integrante de su gabinete puede contradecirla, objetarla o ponerla en duda y en el segundo campo, se exige que todas las iniciativas de ley sean aprobadas de una manera rápida y diligente, incluso sin haberlas leído, exigiendo que no se cambie ni siquiera una coma, como si estas iniciativas fueran textos sagrados e inmutables Los miembros del gabinete solo son o deben ser simples ejecutores de las órdenes y de las instrucciones que dicta el Presidente y en el segundo los diputados los senadores solo deben levantar la mano en un sentido afirmativo, sin examinar nunca las implicaciones políticas y jurídicas de las propuestas legales que formula la oficina correspondiente, del Poder Ejecutivo.
El culto a la personalidad también afecta a Morena, que siendo desde el punto de vista formal un partido político, en realidad es un instrumento administrativo del Presidente, el cual maneja por conducto del secretario de Gobernación, como si fuera una oficina de esta dependencia; en las entidades federativas Morena es un adminículo burocrático que está supeditado a las órdenes y a las necesidades políticas de los gobernadores, ellos designan a sus dirigentes, los sustituyen por otros si es necesario, nombran a los candidatos a diversos cargos de elección popular y lo mismo sucede en los municipios más importantes. La simbiosis gobierno partido, que existe a nivel federal, se reproduce nítidamente en los estados y por esta razón no existen debates, ni discusiones serias sobre los grandes problemas económicos y sociales, ya que, sino las posiciones políticas están determinadas por un solo funcionario que concentra todo el poder político, en sus respectivos ámbitos de competencia.
Si como lo prescribe el culto a la personalidad, la verdad, el camino y la solución de los grandes problemas nacionales está en las opiniones que emita en el Presidente de la República entonces no es imperativo examinarlos sino solo es necesario esperar los diagnósticos y las propuestas, que son definitivas, que presente el alto funcionario; tampoco es viable, ni deseable el diálogo con otras fuerzas y organizaciones políticas, incluso con aquellas que sean de izquierda, ya que, de inmediato cualquier diferencia que se presente sería desechada en forma apriorística. Asuntos esenciales como la inseguridad pública, la pobreza y la miseria en la que vive por lo menos la mitad de la población, la situación en que se encuentran la educación y la salud, las relaciones con el gobierno de los Estados Unidos, por citar tan solo algunas de las cuestiones más importantes, no se pueden abordar de una manera científica, crítica o respetuosa ,ya que, cualquier opinión diferente a la oficial que se emita en torno a estos asuntos es simplemente un acto de traición política, un ataque contra el Presidente o una expresión del conservadurismo.