Buscar por

¿Lucha por la democracia? ¡Lucha por el socialismo-comunismo!

 

 

Por: Alfredo Valles,
Miembro del PB del CC del PCM

 

La burguesía en México, que en los primeros años del gobierno obradorista clamaba por la unidad nacional, ahora desarrolla sus propias controversias y políticas de Estado bajo el raído manto de la “lucha por la democracia”, con el que pretenden reforzar el encapsulamiento de los sectores del pueblo que se conformen con estar bajo su dirección. La lucha por la democracia pasó de un afán reformista a uno en donde lo que predomina es la reacción.

Unos y otros se acusan de obstruir y atentar contra la democracia. Insisten, con perversidad, en disertar sin rigor sobre la misma, ocultando que detrás de esa palabra lo que se esconde incuestionablemente es la dominación de la clase de los explotadores, y el protagonismo o grado de coexistencia de fórmulas distintas de dicha dominación. En conjunto, o prevaleciendo unos u otros, no es sino democracia exclusiva para el capital.

En plena precampaña electoral, la pugna interburguesa se lleva a cabo por estiras y aflojas sobre quién es la opción socialdemócrata más efectiva y sensata. Y siembran ilusiones que ya antaño se divulgaron: la democracia es la base de la justicia, las élites pueden llevarla a cabo y perfeccionarla con reflexiones sobre sus propias omisiones. La burguesía puede dar más y, dado “no se ve” futuro socialismo en el horizonte, hay que reincidir en una ruta falsa.

Lo cierto es que la gestión socialdemócrata de López Obrador ha sido no sólo embustero y demagogo, sino profundamente reaccionario. Ha legitimado la militarización del país, cooptado a la izquierda, desmovilizado el ánimo de lucha consecuente e independiente de la burguesía, calumniado y atacado la organización obrera y popular; así como frente a su oposición burguesa, y sobre todo ante el pueblo, vigoriza las peores muestras de arbitrariedad e ilegalidad para reforzarse a sí mismo y a la dictadura burguesa.

Estas decisiones de la burguesía, por conducto de su nuevo partido fuerte –una tradición a la que está atada– ha insuflado de actualidad y vigor a los otros partidos de criminales, permitiendo que su dinero vuelva a tener amplia utilidad política y captar temporalmente parte del descontento popular por las omisiones de la una supuesta transformación: austeridad, negligencia, crímenes industriales, corrupción, carestía, etc.

La socialdemocracia, en la democracia, no sólo es impotente e incapaz de juzgar a sus rivales dado el pacto existente entre ambos como fuerzas de la misma dominación de la burguesía; sino que ha logrado restituirles de algún aliento a las organizaciones que la misma burguesía mandó a un segundo plano por ya no poder responder efectivamente, más allá de la violencia reaccionaria, a los intentos de insumisión obrera y popular.

La lucha por la democracia, en la cual fuerzas revolucionarias, obreras y populares se afanaron durante décadas ha concluido con un veredicto en contra durante el gobierno de López Obrador. Ni siquiera los matices favorables se sostienen. Por otro lado, con unos u otros gestores, continúa la más absoluta falta de derechos políticos y democráticos para obreros, trabajadoras, jóvenes y revolucionarios, cercados y excluidos, legal, ilegalmente o por la vía de los hechos, para ejercer a plenitud todo su potencial político y de ruptura.

Desde antes de la socialdemocracia, y en su propio turno al bat, lo que ha ocurrido es la continuidad de una incesante monopolización de la economía, una imparable acumulación de capital. Es el capital el gran actor incontestable “de la democracia”. Y los capitalistas, más ricos en el trayecto del obradorismo, imponen en todos los ámbitos la reacción y ratifican que son la única fuerza de la democracia, que no es sino su dictadura cada vez más cínica.

La lucha por la democracia, entre 1960 y 1988 como una tragedia, y entre 1994 y 2023 como una farsa, no ha sido sino el escenario del empoderamiento de la reacción, de la domesticación de algunos sectores obreros y populares y del más absoluto empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores. Sea con la oposición burguesa o con la socialdemocracia reinante, los personajes que estelarizan la democracia serán cada vez más monstruosos: el ejército o el narcotráfico, en férrea unidad con los monopolios.

Los comunistas no llamamos a luchar por la democracia, sino a derrocar lo que así se nombra y es reacción fiera. No es la burguesía la que puede dotar de satisfacciones a la clase obrera y los sectores populares, sino estos últimos bajo dirección del proletariado y en conjunto luchando por una nueva revolución, la socialista-comunista. La miseria de la vida social reclama deponer no sólo al tirano impugnado, sino al modo de producción sostenido por toda clase tiranos y monstruos. Ya es evidente el verdadero dilema: luchar por la revolución socialista o ser devorados por la brutalidad de la democracia del capital.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *