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Sobre la guerra reaccionaria en Sudán 

Por: Alfredo Valles

 

Tras siglos de colonialismo África continúa ensangrentada como consecuencia del desarrollo mismo del modo de producción capitalista. Desnutrición, sobajamiento de la mujer trabajadora, altas tasas de mortalidad, explotación, saqueo, guerras de rapiña, miseria. Estas circunstancias están alcanzando nuevas cuotas de agonía popular tras los hechos armados que asolan actualmente a Sudán. 

En dicho país la burguesía, representada por cabecillas de fracciones militares, ha tenido en el Ejército a su principal fuerza política, a la que ha encabezado su dictadura durante décadas. Y de qué manera. La actual guerra, de meses, continuidad de métodos reaccionarios como el Golpe de Estado y la estela de un pasado de explotación, ha dejado un saldo oficial cercano a los mil decesos, más de seis mil personas heridas, allanamientos domiciliarios y la ocupación de la sede del Partido Comunista de Sudán, convertida en cuartel militar. 

En Sudán, como en el continente africano, el violento dominio de la burguesía ha impuesto a los trabajadores y capas populares la cada vez mayor barbarie del predominio y desahogo de la pugna interburguesa. La cual se expresa en el conflicto armado entre el ejército federal y el principal grupo paramilitar del país –las Fuerzas de Apoyo Rápido, creadas originalmente para respaldar al anterior gobierno militar.  

Los bandos reaccionarios se disputan el control del territorio, las materias primas, caminos y rutas; la regencia de industrias y sectores de la economía; y los dividendos tanto de la explotación, como del bandidaje y el pillaje. Sobre todo la plusvalía por la producción y comercialización del oro, que chorrea sangre y lodo sin parar. Un botín de 2 mil millones de dólares en exportaciones, de 13 mil millones de dólares de ingresos totales. 

La interdependencia imperialista de las economías, la convivencia dispar entre éstas, y su mediación para la existencia y el desarrollo de un sistema capitalista mundial, convierten estos terribles sucesos en otro escenario regional más de la agravación de la disputa entre países y bloques de carácter burgués. En el que actúan los imperialistas de Egipto, Arabia Saudí, Estados Unidos, Unión Europea y, de manera destacada, la Federación de Rusia. 

Hay oportunistas, enemigos del marxismo-leninismo, que se empeñan en entorpecer la comprensión del imperialismo y del verdadero carácter de países como China y la Federación de Rusia. Esta última tiene convenios firmados para el expolio de recursos naturales, diamantes, oro y minas al menos en República Centroafricana y Sudán. Grupo Wagner ha sido conducto para reforzar a la burguesía rusa con los beneficios de la explotación de la clase obrera sudanesa, el expolio y el contrabando del oro; sus operaciones en Ucrania, atormentando al pueblo de dicho país, seguro no están exentas de estos frutos. 

La Federación Rusa, que sacrifica la vida de los pueblos de África en su alianza “soberana” con las burguesías africanas, no se detiene en estos menesteres. Aboga por nuevas bases militares y procura jugosos dividendos, directa o indirectamente, de la venta de armas por sus monopolios o de la protección armada que, a través de su cuerpo paramilitar de élite, puede brindar a los más infames gobiernos reaccionarios de las burguesías en África. 

Desde México, los comunistas denunciamos que en Sudán y África la burguesía, así como los distintos imperialistas –no importando sus proporciones y coartadas–, están masacrando a la clase obrera y los trabajadores sobre la base del desarrollo del capitalismo de los monopolios. La mera “soberanía e independencia” de los países, sometidos a sus respectivas burguesías, no puede tener otro resultado que el crimen y la debacle de la vida del pueblo. El análisis de clase del pasado y del presente atestiguan que la lucha plena contra la guerra, contra el imperialismo, radica en la lucha contra la burguesía de nuestros propios países, por el derrocamiento del capitalismo y el triunfo del socialismo-comunismo. 

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