El triunfo de Javier Milei. ¿Qué significa para los trabajadores argentinos?
Por: Alejandro del Toral
El pasado 13 de agosto se llevaron a cabo en la Argentina las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) cuyo propósito es definir que partidos políticos podrán competir en las elecciones presidenciales y legislativas que transcurren meses después. En estas primeras elecciones primarias, muchas personas se llevaron una gran sorpresa al ver que Javier Milei, líder del partido libertario y la coalición “La Libertad Avanza”, resultó ser el candidato preferente de los electores al recibir un 30% de los votos.
Este resultado, si bien es alarmante, demuestra que el apoyo popular que están recibiendo los libertarios ha ido en un exponencial crecimiento. Esto ha sucedido por diversas razones, pero sobre todo porque las “castas políticas” – término empleado por Milei para referirse a los representantes del Estado burgués – que tanto han criticado son quienes los han favorecido en primer lugar –en consecuencia de la ineptitud de la socialdemocracia, ya que realmente no atentan en contra de los intereses del capital, sino todo lo contrario, los fortalecen y permiten darle una cara más represiva al capitalismo disfrazándolo con la “defensa de la libertad”.
Los hechos que sustentan estas declaraciones son diversos, sin embargo, podemos comenzar con analizar las declaraciones que Javier Milei ha hecho antes y después de su triunfo electoral para desenmascarar su hipocresía.
A tan solo unos cuantos días de haber obtenido la preferencia electoral en las PASO, Javier Milei acudió a un programa de televisión dirigido por la cadena “LA NACIÓN”, en donde expresó qué ministerios eliminaría si su partido llegase al poder. Es curioso darse cuenta de que, a pesar de que los seguidores de las ideas libertarias se declaran defensores de la individualidad y la libertad, Milei dio a entender en este programa que además de querer privatizar en su totalidad bienes de servicios tan indispensables como la salud, la educación y las obras públicas, desea conservar los aparatos de represión del Estado para poder hostigar a quienes sí buscan un cambio verdadero.
Cabe agregar que Milei busca simpatizar con los más jóvenes al prometer que la eliminación de una gran parte de los ministerios – y la creación de otros, como el de “capital humano”, que no representaría más que el sector encargado de privatizar todos los sectores indispensables para los trabajadores – traería una reducción inmensa en gastos e impuestos y “restauraría la gloria de la Argentina” – ya se podrán hacer una idea de qué clase de personajes han dicho cosas semejantes. Pese a estas promesas, no se ha dicho que la única clase social que saldría beneficiada de esto sería la burguesa y no la trabajadora. (YouTube, 2023)
En adición a este polémico extracto, el líder “libertario” argentino también ha sido conocido por dar distintas consignas imprecisas y con una interpretación de lo más amplia; como lo que quiere decir con su tan apreciada libertad. A pesar de esta libre interpretación que deja consciente o inconscientemente en sus consignas, es de lo más curioso darse cuenta de que el eje central de su campaña, que no es más que un circo, se centra en tres puntos: la “casta política”, “un cambio verdadero”, y “la libertad”.
Estos tres puntos, aunque puedan parecer aislados de entre sí, no lo están, y es que el líder libertario los ha conectado a través de un concepto jocoso: una “revolución liberal”. Esto, tan abstracto como suena, es una contradicción de pies a cabeza, ya que la casta política a la que Milei hace referencia no es más que una parte de los representantes del mismo sistema que él defiende, por lo que no habría cambio alguno más allá de que su visión capitalista cosmopolita sería más agresiva, represiva y peligrosa para la clase trabajadora.
Teniendo en cuenta estas declaraciones más el fenómeno de “derechización” – que hay que reiterar que solo es un cambio en la gestión del capital de uno más “amable” a otro más descarado – que se está presentando en aquellos lugares en donde los socialdemócratas han dejado en pésimas condiciones a sus respectivos proletarios, es necesario que se aproveche este descontento no para fortalecer a los partidos pro-capitalistas, sino para fortalecer a los partidos que representan los intereses de los trabajadores.