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En torno a la reducción de la jornada de trabajo. Posición de la Coordinadora Sindical Unitaria de México (CSUM)

“Hay que revertir la vieja fórmula de los patrones de recuperar sus márgenes de ganancia intensificando y prolongando la jornada laboral”

Posición de la Coordinadora Sindical Unitaria de México (CSUM) en torno al tema de la reforma laboral que pretende reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas

En la Coordinadora Sindical Unitaria de México tenemos, en nuestros principios, que luchamos en un primer momento por la reducción de la explotación y en un segundo momento por la abolición de la explotación; por tal razón estamos constantemente observando las transformaciones y procesos del mundo laboral y sindical, de las necesidades y condiciones de vida, de trabajo y de lucha de los trabajadores.

Por lo tanto, para nosotros es una exigencia la reducción de la jornada laboral. Hay que revertir la vieja fórmula de los patrones de recuperar sus márgenes de ganancia intensificando y prolongando la jornada laboral, a pesar de que hoy día se cuenta con la base trabajadora joven más numerosa de la historia, existe el potencial para la automatización y uso de la tecnología más avanzada, pero contrario a lo que se puede, este potencial se vuelve contra los trabajadores en forma de desempleo masivo y trabajo precario para cientos de miles de jóvenes expuestos así a la libre explotación, sin regulación alguna. Para cambiar esto la tecnología debe estar al servicio de las necesidades de los trabajadores y los sectores populares y esto se debe traducir en una reducción de la jornada laboral y en un incremento a los días de descanso que hoy son ridículamente escasos en México.

Esta demanda es enarbolada por organizaciones sindicales combativas en otros países, donde los trabajadores van a la ofensiva luchando por reducir la jornada laboral de 48 y 45 horas a 40 o 35 horas por semana.

Sin embargo, no tenemos ninguna confianza en que la propuesta que actualmente se discute en el Congreso pueda significar un verdadero avance en derechos laborales. Es una reforma que se propuso y se ha cocinado “desde arriba”, por así decirlo. No son los trabajadores, los sindicalistas quienes defienden y abanderan la propuesta, tampoco son las centrales obreras; la propuesta viene, con diferentes matices, de las diferentes bancadas que hay en el Congreso.

Que haya prácticamente una posición unánime entre las fracciones parlamentarias de la 65 Legislatura respecto a la reforma que se discute, ahora en un parlamento abierto, es decir, que los mismos partidos, incluso en algunos casos los mismos diputados que en legislaturas anteriores votaron reformas contrarias a los intereses de la clase obrera y los trabajadores en general, parece más bien una posición demagógica, pues en las últimas dos legislaturas federales no han, ya no digamos votado, sino ni siquiera propuesto una sola iniciativa legislativa para revertir las reformas antiobreras y antipopulares que marcaron el sello “neoliberal” de los últimos 30 años; ¿debemos creer que, hoy, han dejado atrás esa vocación propatronal y mágicamente se han colocado del lado de la clase obrera?

 

Recordemos cómo fue impuesta, por el movimiento obrero, la jornada de ocho horas. No fue una graciosa concesión del capital, fue, como lo han sido todas las conquistas obreras, la jornada de trabajo, la seguridad social y muchas otras conquistas laborales fueron arrancadas con grandes movilizaciones, protestas, huelgas y mártires.

En nuestro país, ¿por qué se movilizan hoy los trabajadores en las calles? No es por apoyar la reducción de la jornada laboral, y no porque no estén de acuerdo en ello, sino que están en las calles protestando porque siguen sin resolverse sus problemas laborales, protestan por hacer valer sus derechos laborales, por defender su fuente de trabajo, por evitar que desaparezcan sus centros de trabajo, por revertir reformas que afectan su estabilidad laboral.

Por otra parte, ¿qué experiencias tenemos de reducción de la jornada laboral en otros países?

El más reciente caso de reducción de la jornada laboral se dio en Chile, con una iniciativa también propuesta “en las alturas” de un gobierno socialdemócrata, mientras la clase obrera chilena se movilizaba en las calles con otras demandas, algunas incluso para defender derechos democráticos fundamentales, en el parlamento se aprobó y se ha instrumentado una ley de reducción de la jornada laboral que en los hechos sólo favorece a la patronal, y da pie a la ultraflexibilidad laboral. No es casual que en México, varias voces pro empresariales se han expresado a favor de una reforma laboral semejante al ejemplo chileno.

Y es que el ataque a los derechos de la clase trabajadora ahora se está dando  en la intensificación y prolongación de la jornada laboral; es el caso de España, donde también un gobierno socialdemócrata ha aprobado en su última reforma laboral la política conocida como flexiseguridad, que en los hechos supone una mayor explotación de la clase obrera. En Grecia, se ha aprobado el mes pasado una reforma laboral que eleva la jornada laboral a 13 horas, seis días a la semana y aumenta la edad de jubilación. Por ello la clase obrera griega se ha movilizado para mostrar su rechazo a tales medidas de esclavitud moderna.

Otra razón para desconfiar de las bondades de esta reforma para la clase obrera es la intromisión del sindicalismo laboralista de los EEUU, la intervención de la AFL-CIO en México, a través de la Confederación Internacional de Trabajadores de Gómez Urrutia; la intromisión del gobierno norteamericano en los sindicatos de México vía T-MEC y desde luego los millones de dólares que entregó el departamento de Estado a través de Kamala Harris. Y luego tenemos la alianza que ha firmado la CATEM de Haces Barba y el sindicato Solidaridad de Lech Walesa.

¿De qué tratan estas intromisiones en el ámbito sindical de nuestro país? Estas acciones, la de la AFL-CIO, la del gobierno de Estados Unidos y la del reaccionario Walesa justifican sus acciones con el argumento de “modernizar” el sindicalismo, pero en realidad lo que pretenden es un mayor colaboracionismo, es amarrar las manos de los trabajadores para evitar que luchen por la independencia sindical.

Entonces ¿qué es lo que debe ser el ejemplo de otros países para los trabajadores en México? La defensa de sus derechos laborales, la lucha por recuperar los mismos. La ola de huelgas en Europa, principalmente en Alemania, Italia e Inglaterra, las potentes huelgas generales en Francia y Grecia luchando por detener los ataques de la patronal y sus gobiernos. En los Estados Unidos, los trabajadores de Amazon, USPS, trabajadores hoteleros de california e incluso los artistas sindicalizados también en huelga, también en lucha; ese es el ejemplo que los trabajadores de este país debemos seguir.

Y nos preparamos para ello.

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