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Morena Es La Encarnación Del PRI

 

Por: Héctor Ramírez Cuéllar

Los últimos acontecimientos políticos indican claramente que Morena está reproduciendo los vicios, las deformaciones, que padecía el PRI y que desde luego se trasladaban al sistema político en su conjunto, generando graves consecuencias políticas para toda la población. En el interior del nuevo partido, que debe considerarse como un partido de estado, es decir, como un partido oficial, no existe ninguna corriente, ningún grupo que pretenda crear una organización distinta y superior a la que gobernó a México durante 70 años y por lo tanto se reproducen todas desviaciones que hubo en el pasado. Muchos dirigentes de Morena que militaron primero en el PRI y después en el PRD jamás hicieron una crítica y una autocrítica   de la etapa anterior, crearon un partido caudillismo con un mando absolutamente vertical y por lo tanto no plantearon ninguna renovación auténtica de los métodos políticos que imperaban en México y por lo tanto, en estas condiciones, simple y sencillamente insisten en ellos porque así conviene a sus ambiciones individuales.

Tanto en la elección de los candidatos a las gubernaturas de los estados, como en la solución que se dio al caso de Marcelo Ebrard, se confirma que en Morena el máximo poder decisorio lo tiene el Presidente de la República y por lo tanto que ese organismo político carece de autonomía para tomar sus acuerdos y que jamás se toman en cuenta los intereses de los miembros de base ya que el poder también se concentra en el Comité Nacional el cual se ha convertido en una extensión del poder presidencial y el mismo fenómeno está sucediendo con las relaciones que existen entre los gobernadores de los estados y los Comités Estatales que actúan siempre en forma subordinada, acatando las instrucciones superiores. EL caso más notorio sucedió en la ciudad de México en donde se desconoció el triunfo de Harfuch en las encuestas, para admitir la victoria de Brigada destacándose la intromisión que tuvo el Jefe de Prensa de la Presidencia de la República.

Al referirse a los nombramientos de los candidatos a las gubernaturas de los estados, se puede constatar que la mayoría de los triunfadores provenían de la filas del PRI e incluso del PAN y que solo dos alguna vez participaron en una organización de izquierda, que las encuestas, si es que se realizaron realmente, no determinaron sus triunfos sino fueron los acuerdos y las indicaciones que tomó el Comité Nacional para mantener una serie de equilibrios políticos en el interior de Morena, es decir, que esos aspirantes a los cargos de elección popular fueron en realidad designados por ese organismo político interno.

Por otra parte, las reclamaciones jurídicas y políticas que formulara Marcelo Ebrard en contra del proceso electoral que organizó Morena para el nombramiento de su candidato presidencial, jamás fueron contestadas por los órganos competentes partidarios, con la precisión y con la contundencia que merecían, sino simplemente se llegó a un acuerdo interno, del cual no tenemos información alguna. En rigor, el ex canciller también jamás planteo la existencia de discrepancias políticas serias sino solo se inconformó con los resultados de la llamada consulta y al hacerlo fue posible llegar a una solución sencilla, como las que daban en el PRI en el pasado, es decir, pagarle con una serie de posiciones de carácter electoral y por lo tanto la naturaleza y el funcionamiento de Morena no sufrió ninguna alteración política importante. Ebrard siguió expresándose como un partidario acérrimo del Presidente y no propuso ninguna modificación en su vida orgánica, justificándose con el hecho de que los estatutos de Morena prohíben la existencia de corrientes y por lo tanto no puede reconocerles ninguna personalidad jurídica, mucho menos política, a ningún grupo que actúa en su interior. La querella de Ebrard debe definirse como de carácter interburgués, propia de los partidos de esta tendencia, mientras que también quedó nulificada la que encabeza John Ackerman, quien ha observado un sospecho silencio en las últimos meses, pensando que también ya hubo un compromiso con él.

En el interior de Morena no hay debates ideológicos ni políticos acerca de los grandes problemas nacionales e internacionales, no se examinan los retos que existen en el momento actual en el mundo y en México ya que se encontró una solución pragmática, premiar con la postulación a distintos cargos públicos de todos aquellos militantes que aspiren a ocupar un cargo público, ganen o pierden en los proceso internos, lo que alimenta la tendencia oportunista de buscar puestos en la administración como si fuera la principal y casi única finalidad de su presencia en el partido en donde, todos ganan y nadie pierde ya que todos están recompensados de antemano con un jugosa posición, en la cual obtendrán magníficos ingresos.

En el PRI todos sus miembros buscaban la postulación a un cargo de elección popular con la finalidad de enriquecerse y cuando muchos de ellos no lo lograban, manifestaban su inconformidad pero jamás pretendieron reformar a ese partido ya que esperaban precisamente que fueron premiados con otros cargos, empleos o una simple subvención. Estas prácticas propiciaron que muchos de estos individuos en realidad nunca lucharan por cambios y reformas profundas sin solo por ocupar posiciones legislativas y burocráticas, lo cual alentó la corrupción hasta niveles superiores ya que al amparo de esta forma patrimonialista del ejercicio de los cargos públicos, se hicieron enormes fortunas. Morena está transitando por el mismo camino, como en su momento también lo hicieron los grupos que formaron parte del PRD que se olvidaron de la lucha revolucionaria, al convertirse oficialmente en socialdemócratas, que solo se proponen maquillar el sistema capitalista.

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