Trabajadores de la salud: la opción es la lucha por un Nuevo Poder y una Nueva Economía
Por: Alfredo Valles Miembro suplente
del BP del CC del PCM
Durante los primeros meses del presente año se han intensificado las ya vigentes movilizaciones de las y los trabajadores del sector salud en el país. La demanda central ha sido la basificación, la certidumbre en el puesto de trabajo. Otras demandas involucran su interés en los pacientes: infraestructura, insumos, medicamentos y atención especializada.
La Plataforma Electoral del PCM sostiene que el sistema de salud pública está en abandono. Los institutos de seguridad social, desmantelados y desfalcados; la privatización, disminución presupuestal y corrupción han erosionado sus capacidades. Hay crisis financiera y logística. Así como al menos 50 millones de personas sin derecho a la atención médica.
Si bien la burguesía de conjunto coincide en la explotación de la clase obrera y los asalariados, así como en su continua precarización; a su interior existen matices, y éstos son visibles en la manera en que sus fuerzas gestionan el Estado. Esta pugna interburguesa agravia aún más a los trabajadores de la salud, como con el caso de la federalización.
A primera vista, ante las y los trabajadores de la salud, el problema puede aparecer como afrenta de los viejos partidos del poder (PRI, PAN, PRD) o bien de la demagogia o arbitrariedad propia de la actual coalición gubernamental (Morena, PT, PVEM, etc.). En conjunto, estos partidos de los explotadores son responsables; pero no lo son en exclusiva.
Lo cierto es que las y los trabajadores de la salud, los derechohabientes de los mermados institutos de seguridad social y la inmensa capa de trabajadores sin derecho a la atención médica se encuentran en el actual estado de cosas por el alto grado de desarrollo del capitalismo en el país y la falta de organización de clase que predomina en su seno.
Los principales responsables de los ataques sociales contra los trabajadores son los capitalistas y los monopolios. Los explotadores, a través de su Poder, han decidido y llevado a cabo la privatización y precarización del sistema de salud pública; así como el fortalecimiento del sector privado en la salud, con sus múltiples agravios contra los de abajo.
La lamentable situación que viven las y los trabajadores de la salud, y clase obrera y los trabajadores en general, no es resultado del gobierno de tal o cual partido burgués, sino de la dominación general de la burguesía a través de la alternancia de sus propios partidos. Es resultado de los mismos límites del sistema capitalista, opuesto al bienestar popular.
Las y los trabajadores de la salud han sido agobiados con ideas del pasado: limítate a sacarle el mayor jugo posible a la explotación, consérvese en los estrechos marcos de tu propio gremio, despreocúpate de la división latente debido a la multiplicidad de organismos e institutos. Y para imponer esto, la estrechez de miras, la represión institucional o el sindicalismo que postula la colaboración entre explotados y explotadores.
Parte de esta dinámica impuesta desde el poder de los capitalistas –desde los despachos de gobierno, del partido burgués o de las oficinas del sindicalismo colaboracionista– es la que ha llegado a cuotas cada vez más insoportables. Que reclaman su reverso: organización, unidad y combatividad de clase de las y los trabajadores de la salud.
No parece haber mucho margen para persistir en la lucha por pequeñas modificaciones inmediatas o reformas graduales. El viejo canto de sirenas acerca de la paciente o impaciente espera de cambios favorables realizados desde el poder o los puestos de mando ha dejado de manifiesto su impotencia ante la gravedad de la actual situación.
Luchar por la basificación, por salud pública para todos, ahora es reflexionar, optar y participar en la lucha social por verdaderos cambios radicales, dirigiendo la fuerza trabajadora no en pos de parches, sino de transformaciones de raíz. Las y los trabajadores deben autogobernarse, así como transformar y dirigir todas las instituciones sociales.
Una amplia mejora en las condiciones de vida de las y los trabajadores de la salud es imposible bajo el capitalismo. El más mínimo cambio, y su desarrollo, requiere de una Nueva Economía. Y ésta, a su vez, requiere desalojar del Poder a la actual clase de parásitos, con todo y su voracidad, reglas y criterios; construyendo, por cuenta propia, un Nuevo Poder.
Es necesario eliminar el alquiler de la fuerza de trabajo para el máximo beneficio del Estado y los capitalistas; que todos los y las trabajadoras de la salud tengan un puesto de trabajo seguro, con amplios derechos laborales, y compartan la conducción de la seguridad social y de la economía nacional. Para ello el sistema capitalista debe ser hecho a un lado.
Ello implica la construcción de un México para las y los trabajadores, con verdadero bienestar. Y en cuanto a la salud, una capacidad acorde a la satisfacción de las necesidades populares: llevar a cabo la expropiación de hospitales y clínicas privadas, del comercio y la industria farmacéutica. Todo esto bajo la administración general de las y los trabajadores.