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Conflicto en puerta

Imagen tomada de internet

Héctor Ramírez Cuellar

Sin lugar a dudas vivimos momentos históricos en nuestro país. La elección nos dejará a la primera presidenta del país, una de las pocas que gobiernan en el mundo. También, es histórico haber escuchado a la candidata oficial acusar a la oposición de estar fraguando un fraude electoral, cuando siempre ha sido al revés. Por cierto que la oposición no dijo nada ante esa declaración que, además, nos dejó muy claro que desde el gobierno se siguen usando las viejas tretas para llevar a la gente a votar, pues el oficialismo pidió hacer listas de votantes ante la chapuza que, sin mostrar prueba alguna, se asegura va a ocurrir.

La realidad es que el partido oficial repetirá sexenio y no hay nada que hacer ahí. Incluso, todo parece indicar que la batalla es en realidad por el tercer lugar en la elección federal del dos de junio. Quien ocupe ese puesto, será el gran perdedor, pues tanto los naranjas como los variopintos, no quieren tener ese lugar, aunque para los primeros no es tan mal resultado, después de los problemas que tuvieron hasta para tener candidato.

Entonces, allá arriba, en el cielo, todo está resuelto, donde quedan las dudas es en la elección de senadores y diputados, pues la continuidad del proyecto radica, precisamente, en el carro completo. Decidirá la ciudadanía, o al menos eso nos han dicho, cuál será el resultado.

Donde las cosas pintan de otra forma, es en la capital del país, aquí se pelea cada palmo y cada centímetro de espacio disponible para poner cualquier cantidad de propaganda. Ahí donde se deja poner una lona, terminan poniendo tres o cuatro. Cinco o seis carteles en cada poste. Hasta los bolardos sufren de sobrepoblación de propaganda. La lucha es dura, pero solo en la cantidad de lonas, pósters, calcomanías y demás parafernalia que usan todos los partidos.

Las últimas encuestas nos hablan de un empate técnico entre los dos contendientes principales. Por un lado Clara Brugada, llevando a cuestas casi una década gobernando la alcaldía más grande de la capital, con un presupuesto enorme y con igual número de carencias. Por el otro, Santiago Taboada, exalcalde de la Benito Juárez, lugar donde se ha asentado el cártel inmobiliario, aunque no el único, y sede además del último escándalo de agua contaminada.

Aquí, en esta contienda, realmente no tiene mayor importancia quién gane, si no por cuánto, pues la diferencia en votos de la triunfadora o triunfador será determinante para declarar la victoria o iniciar una lucha poselectoral de pronóstico reservado.

Si ninguno de los dos, como todo pinta hasta ahora, obtiene una diferencia lo suficientemente amplia como para declararse absoluto ganador, podríamos tener escenas de violencia en la Ciudad, que parece alguien sí quiere y enfoca sus baterías en ello.

Esperemos que en algún actor quepa la cordura y no abone en azuzar a sus partidarios a emprender mayores acciones por fuera del marco de la ley, pues perder y aceptarlo es de las cosas más difíciles en este neoliberal mundo donde la competencia lo es todo y ganar aún más.

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