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La muerte de jornaleros agrícolas en los campos del Valle de Mexicali

Imagen tomada de internet

 

Corresponsal de El Machete

Los primeros días de julio vieron los decesos de cerca de 10 personas por hipertermia o golpe de calor en la capital de Baja California. 4 de éstas, siendo jornaleros agrícolas, ocurridas en las empresas del Valle de Mexicali. ¿Bajo qué situación laboral ocurren estos fallecimientos? ¿Qué acciones se realizan y qué alternativa puede existir en estas circunstancias?

Uno de los jornaleros fallecidos tenía 65 años, otro más era migrante interno proveniente de Sinaloa. El gobierno expone, a favor de los empresarios, que las jornadas de labor son oficialmente de 6 horas, de 5 a 11 de la mañana. Sin embargo, ahí se trabaja por faena o tarea, a destajo, por lo que hay una intensa explotación laboral.

Esto último significa que, para completar el mayor jornal posible las y los trabajadores podrían laborar una gran cantidad de horas más allá del horario habitual, a un ritmo frenético. Lo que ocurre en temporada alta de calor: 45 a 50 grados diarios. Expertos sostienen que bajo una sensación térmica no menor a los 48 grados.

Poder apreciar la explotación laboral habitual en el Valle de Mexicali requiere utilizar de espejo retrovisor a los campos agrícolas del Valle de San Quintín. Acá predomina el trabajo forzado, se despide sin la más mínima indemnización a quienes rechazan tales condiciones de labor y, según SINDJA, el 90% carece de una afiliación efectiva al IMSS.

Este verano ha sido particularmente duro. Sumemos al hecho del potente calor seco y las jornadas laborales a pleno sol; que los traslados a los campos en el Valle de Mexicali inician alrededor de las 3 de la mañana; y que, con toda seguridad, los horarios de comida no superan la media hora diaria. Este es el cuadro mínimo de estos otros crímenes industriales.

La Secretaria General del SINDJA, Abelina Ramírez Ruiz, sostiene que el gobierno federal está cabalmente enterado de que en el Valle de San Quintín los jornaleros no cuentan con seguridad social, y nada ha cambiado. En los campos agrícolas de ambos valles la 4T ha conservado a los viejos sindicatos corporativos, aliados de los capitalistas y los gobernantes.

El experimentado periodista Antonio Heras sostiene que en el Valle de Mexicali hay una población de alrededor de 200 mil personas. Oficialmente, al menos un 5% del total de los jornaleros agrícolas laboran por menos de un salario mínimo. La gran mayoría, 8 de 10, acaso podrían percibir entre uno y dos salarios mínimos máximo.

En la producción agrícola mandan los capitalistas, o al menos sus métodos más crueles se extienden a todos los campos. No hay agua, reposo ni el menor grado de clemencia posible. Las menciones del gobierno estatal acerca de medidas de hidratación y descanso solo son narrativas para guardar las apariencias, mantos para disimular la explotación.

Por otro lado, entre las y los trabajadores más resueltos, así como entre los sindicalistas que le son más próximos, predomina una visión controversial: que las autoridades pueden hacer justicia. No se alcanza a ver aún que ello es imposible, que el poder sigue siendo cómplice, partícipe y guardián de las peores injusticias.

Por ende, los trágicos hechos de este verano en el Valle de Mexicali y la capital del estado, aún peores que los ocurridos en años pasados, dejan ver que los obreros agrícolas son los únicos que, organizados, unidos y en lucha, puedan velar y protegerse así mismos. Actuar contra la explotación hoy, como anticipo de un autogobierno de las y los trabajadores.

Solo las y los obreros agrícolas pueden hacer realidad las más pequeñas conquistas: agua suficiente y con los mejores ingredientes posibles, así como espacios adecuados de resguardo y reposo. Solo ellas y ellos pueden imponer medidas radicales: ninguna labor bajo el gobierno de tales temperaturas, ninguna muerte más como sacrificio para los capitalistas.

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