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¿Puede la burguesía salvaguardar la soberanía de México?

Pável Blanco, Primer Secretario del CC del PCM

Con su estilo conocido, histriónico y agresivo, Donald Trump va anunciando algunas medidas que tomará inmediatamente asuma por segunda ocasión la Presidencia de los EEUU en enero. Ya van varias referencias a México: en la cuestión migratoria, el narco, el T-MEC, y medidas proteccionistas frente a China capitalista, que utiliza a nuestro país como trampolín para que sus mercancías inunden América del Norte.

La Presidenta Sheinbaum planteó en una epístola a Trump, y en varias declaraciones a los medios de comunicación, la defensa de la soberanía nacional. Es importante recordar la conducta del sexenio de Obrador en la relación con EEUU para ver si se corresponden las palabras y los hechos, y llegar a la conclusión de si este segundo gobierno de MORENA tiene o no voluntad y capacidad para oponerse a la actitud intervencionista de la Casa Blanca.

En los primeros meses del Gobierno de López Obrador, el Presidente Trump planteó convertir a México en un tercer país seguro, para que en nuestro país se retuviera a los migrantes. Inicialmente el gobierno mexicano hizo declaraciones con lenguaje florido sobre la soberanía, la fraternidad universal, el derecho de los migrantes. Trump elevó el tono y amenazó con imponer aranceles de una semana a otra, lo que llevó a que el entonces Secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard viajara a Washington para negociaciones con Mike Pompeo entonces Secretario de Estado.

En un amague ridículo, antes de abordar el avión para Washington en el Aeropuerto Benito Juárez, Marcelo Ebrard se tomó una fotografía donde apareció con publicidad del monopolio chino Huawei, lanzando sin seriedad el mensaje de que si EEUU no cejaba en su presión, México podría virar a la diversificación de relaciones económicas y comerciales con las economías capitalistas emergentes capitaneadas por China. Desde Washington, Ebrard anunció –después de las conversaciones con Pompeo– que la soberanía nacional estaba salvaguardada. Ese mismo día de Junio del 2019 el Presidente Obrador anunció un acto masivo en Tijuana por la defensa y dignidad de México. Fue un mitin surrealista: hubo representantes de todas las iglesias –Obrador aprovechó para presentar en sociedad a los evangélicos, que es la fe que profesa–, se quiso dar la imagen de unidad nacional y firmeza patriótica; se habló de la gran estatura de la delegación mexicana presidida por Ebrard en Washington, de que la soberanía estaba a salvo… y los derechos humanos de los migrantes también. De inmediato la maquinaria de propaganda de la 4T buscó inscribir este episodio en los anales del patriotismo mexicano. ¿Fue realmente así?

Pasando el tiempo Pompeo escribió sus memorias intituladas Nunca cedes una pulgada, donde relata las conversaciones con Ebrard como representante del Estado mexicano, de las que se desprende que el Gobierno Federal cedió a las presiones, y solo obtuvo el permiso para presentar de manera deformada lo realmente sucedido, de presentar como victoria lo que fue una indigna derrota. Refiriéndose, años después, a esos acontecimientos Trump afirmó burlonamente “nunca vi a nadie doblarse tan rápido” en clara referencia al Gobierno de Obrador. Ni Trump, ni Pompeo fueron desmentidos y el vergonzoso silencio de Obrador y Ebrard los inculpa. Es decir, simularon defender la soberanía, cuando la sacrificaban. Los hechos refutaron el discurso “patriótico” de Obrador. Todo el territorio nacional se convirtió en una Estación de detención migratoria; pasamos de 800,000 migrantes retenidos en el sexenio anterior de Peña Nieto a más de 2,000,000 con Obrador, un aumento del 120%; la Guardia Nacional recién creada pasó a convertirse en una extensión de la Border Patrol de EEUU, y la frontera sur en el Rio Bravo se corrió al Rio Usumacinta en Chiapas, la frontera sur de México; vivimos dramas como el asesinato de migrantes en la Estación Migratoria de Ciudad Juárez, y a los agentes mexicanos golpeando niños, pateando a mujeres embarazadas, dividiendo familias, violando los derechos humanos; conculcaron el derecho a la libertad de tránsito contemplado en la Constitución para dar paso a retenciones ilegales en carreteras, centrales de autobuses; razzias por doquier. Fue pues el primer Gobierno socialdemócrata de MORENA el más antiinmigrante de la historia del país.

Otro caso a tener en cuenta es la renegociación que transformó el TLCAN en T-MEC. Faltaban varios meses para que concluyera el sexenio de Peña Nieto, y en un hecho inédito la Administración Trump convocó al gobierno electo y no al que se encontraba en funciones, es decir a Obrador a las rondas de renegociación del TLCAN que había iniciado el primero de enero de 1994. Ese acuerdo comercial que en términos generales trajo ganancias a todos los monopolios de América del Norte, tenía sin embargo unos puntos que permitían que a través de México componentes de origen chino inundaran la industria automotriz norteamericana, que exigió a Trump medidas proteccionistas. En general la renegociación tomó el perfil de orientar la economía y el comercio de EEUU, Canadá y México para el choque con China, en el marco de los antagonismos interimperialistas entre EEUU y China. Pero claro, lo que beneficia a los monopolios no beneficia a los trabajadores, ni los pueblos, ni a la soberanía.

En el marco del TMEC no hay espacio para la soberanía, y en estos días se constata con el capítulo agrario que llevó al fracaso a la soberanía alimentaria y ahí tenemos el caso del maíz. Romper con el TMEC es el camino para conquistar la soberanía de México, y eso es algo que la burguesía no hará, por más demagogia nacionalista que exprese.

A ningún gobierno norteamericano, demócrata o republicano, le asiste la razón. Han sido ellos los que han promovido los cultivos de drogas en México y otros países, los que han formado varios de los carteles. Hoy los carteles mexicanos de la droga tienen sus contrapartes en los EEUU, sin esas sociedades su negocio no fructificaría. También es verdad que MORENA, como antes el PRI y PAN, poco han hecho para combatir al narco. Capitalismo y narco van de la mano, y el fin del tráfico de estupefacientes está asociado al fin de la sociedad capitalista. El que Trump use esa amenaza poco tiene que ver con una sincera preocupación de combate al grave problema. Pero una parte de la burguesía mexicana se ampara en la posición de Trump para chocar con la socialdemocracia, y como en otros casos, no debemos dejarnos atrapar por esos antagonismos interburgueses, sino luchar por cambios profundos, radicales y protagonizados por los trabajadores.

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