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Tekit y la lucha de clases

 

 

 

Por: Carlos Suárez

El caso del reciente linchamiento en el municipio de Tekit ha tenido impacto nacional e internacional, quizá más por lo inusual que resulta en Yucatán, pues los linchamientos no son raros en nuestro país. Se trata de una demostración de hartazgo popular ante una situación creciente de inseguridad en el estado de Yucatán y en México en general.

Los linchamientos responden a la incapacidad del Estado burgués por proteger las condiciones de vida de la clase obrera y los sectores populares. La violencia y la desatención institucional que padece nuestra clase en su día a día la orillan a buscar justicia de alguna forma. Esta incapacidad del Estado burgués no debe verse como falta de capacidad material, sino como una condición inherente a su carácter de clase.

Si el Estado es el órgano que la clase burguesa utiliza para defender, afianzar y fortalecer la relación de la explotación hacia la clase obrera, es natural que lo que menos le interese sea velar por sus condiciones de vida. A la burguesía y su Estado le basta con tener una masa de millones de trabajadores y trabajadoras que se presenten día con día a sus centros de trabajo para cumplir con una jornada y sustraerles los frutos de su trabajo. Fuera de eso, no hay más interés que mantenerla con vida con el menor gasto social posible, lo que explica la precariedad que nuestra clase vive en materia de trabajo, vivienda, educación, salud, recreación e impartición de justicia.

En Yucatán, la relativa seguridad se ha mantenido en décadas recientes gracias a la relativa permisividad que el Estado ha tenido con los cárteles de la droga presentes en la región. Esto ha permitido el fortalecimiento del narcomenudeo en toda la entidad, pero principalmente en colonias populares y en localidades rurales. El año 2024 cerró con 452 denuncias por este delito, habiendo crecido este número año con año. Llama la atención la impunidad de este delito, pues solo el 10% de las denuncias han sido judicializadas y la cifra de sentencias emitidas por jueces apenas llega al 4%. Mientras tanto, cada vez más jóvenes se involucran en su consumo y en su distribución en todo el estado. Son drogas como el cristal, el crack, la cocaína, las metanfetaminas y la marihuana las que envenenan a la juventud de nuestra clase. Muestra de ello es el hecho de que Yucatán figure entre los 10 estados con mayor número de menores de edad procesados por narcomenudeo.

El gobernador en turno, Huacho Díaz Mena, con el pretexto de combatir el crimen y velar por la seguridad en Yucatán ante el caso de Tekit se ha reunido con el infame Luis Saidén Ojeda, titular de la SSP; comandantes de la 32 Zona Militar, Bernardo Reyes Herrera, y de la X Región Militar, Ricardo Flores González. También con el coordinador estatal de la Guardia Nacional, Ramón Guardado Pérez, y el comandante de la Décimo Tercera Zona Naval, Héctor Solís. El gobernador pidió a las fuerzas de seguridad que actúen “con firmeza y con honor”. El supuesto combate al crimen ha sido el pretexto perfecto para la militarización y el fortalecimiento de las fuerzas armadas en México por parte de la 4T. La clase obrera tiene que saber que estas fuerzas solo servirán para reprimirla, no para protegerla. Se trata de una demostración más de que la lucha de clases avanza y que la burguesía en Yucatán también se prepara para un mayor despliegue de fuerzas armadas que contengan la sumisión popular en el estado.

Mientras las drogas sigan siendo un negocio, legal o ilegal, y mientras la mayor parte de la población siga viviendo en condiciones de precariedad, situaciones como la de Tekit seguirán ocurriendo. Los jóvenes de los sectores populares y la clase trabajadora seguirán encontrando en las drogas formas de escapar de su realidad de miseria y explotación, con las nefastas consecuencias que ello conlleva en sus cuerpos y en su entorno social. Jóvenes de nuestra clase seguirán siendo arrastrados a las adicciones, arrastrando también a sus familias a situaciones lamentables.

No es que haga falta más “mano dura”, ni de una madre trabajadora para con sus hijos ni de un Estado burgués. Lo que hace falta es atacar las causas económicas que derivan en estas situaciones, cosa que los burgueses que nos gobiernan jamás harán pues sería atentar contra sus intereses de clase. En el Partido Comunista de México y en su Juventud tenemos claro que es necesario acabar con la infraestructura económica que sostiene el crimen organizado y castigar sin piedad a los enemigos del pueblo que llevan la miseria y el sufrimiento a los hogares, barrios, pueblos y ciudades de nuestra clase. Se trata de una tarea que asumimos con la perspectiva de construir el socialismo en nuestro país, con un Estado proletario que construya la vida que la clase trabajadora necesita y merece.

¿Qué podemos hacer ahora para evitar que sigan ocurriendo casos como el de Tekit? Ante todo organización: sindical, barrial, estudiantil.

La mayoría de las trabajadoras y trabajadores tiene salarios precarios, tanto en la ciudad como en el campo. Las mejoras salariales que genuinamente sean beneficiosas nunca vendrán por regalo de las empresas o el Estado, sino que vienen de la organización sindical que presiona a la patronal para el mejoramiento de las condiciones laborales. Esa es la base de todo: un sustento que alcance para satisfacer las necesidades de la población dignamente. La violencia y las adicciones surgen sobre todo en entornos de precariedad, en el que las familias no alcanzan a cubrir sus necesidades y pasan todo tipo de privaciones. En especial es necesario que la juventud trabajadora se organice, pues somos quienes tenemos un panorama laboral más precario.

La organización independiente entre vecinos también es fundamental, pues puede fungir tanto tareas de fomento cultural, deportivo y artístico, como de seguridad. Entre vecinos se pueden organizar torneos deportivos, eventos culturales, pues son importantes para que la juventud tenga espacios para recrearse y no se vea orillada a consumir drogas. Pero tampoco puede esperarse que un conjunto de vecinos resuelva todo, pues se amerita infraestructura. Un comité vecinal puede organizarse para exigir al Estado apertura de centros culturales y deportivos, con todo el equipamiento necesario. Por otra parte, la organización vecinal también puede exigir siempre la atención a problemas de servicios como agua, electricidad, pavimentado, etc., que son necesarios para que la juventud se desarrolle en un ambiente digno. Aunado a esto van las exigencias al Estado en materia de salud. Los servicios públicos de salud son deficientes e insuficientes. Es necesario que toda nuestra clase disponga de servicios de salud que brinden atención oportuna e integral para atender todo tipo de situaciones, incluyendo atención a adicciones y problemas de salud mental. Todo esto lo puede exigir la organización popular. Finalmente, un grupo de vecinos bien comunicado también es importante para identificar y atender cualquier riesgo a la seguridad de la mejor manera. Los linchamientos son situaciones de desenfreno emocional y en no pocas ocasiones un grupo de vecinos enardecidos ha linchado a jóvenes o adultos inocentes a quienes se les ha hecho señalamientos infundados. Nuestra clase también tiene que asumir la tarea formar sus propios órganos de seguridad con tareas de vigilancia y de acción, que funcionen de manera democrática y siempre con independencia del Estado, al mismo tiempo que exigen a las instituciones atención a las denuncias.

También la organización estudiantil es importante. En las comunidades hay deficiencias en cuanto a infraestructura educativa. La organización estudiantil es importante para exigir atención a las escuelas, pero también apertura de centros educativos. Cuando la educación se encuentra negada estructuralmente a los jóvenes, es fácil que tomen como alternativas el consumo y/o distribución de drogas. La juventud necesita acceso a la educación en todos sus niveles sin ninguna otra limitación más que su propia iniciativa. Y necesita una educación que la prepare para una vida laboral digna. El estudiantado debe organizarse para conquistar esas demandas y estrechar sus lazos con las luchas de la clase trabajadora.

En casos como el que nos ocupa vemos plasmada toda la podredumbre de la sociedad burguesa y del sistema de explotación que la sustenta. Todas estas luchas, llevadas a sus últimas consecuencias, nos enfrentan a las bases de este sistema capitalista. Como comunistas necesitamos identificar esas tareas puntuales que nos servirán para cambiar nuestra realidad hoy para obtener mejoras inmediatas, pero también señalamos la necesidad de dirigir el torrente organizativo de nuestra clase hacia el derrocamiento revolucionario de la clase burguesa, su propiedad, su Estado y sus negocios, tanto legales como ilegales. Esta tarea solo puede ser dirigida por un Partido Comunista y una Juventud Comunista con la guía del marxismo-leninismo. Es por eso que si en verdad queremos cambiar de fondo la situación, debemos buscar fortalecer nosotros mismos al Partido de nuestra clase y a su Juventud.

 

 

 

 

Fuentes:

IMPARABLE EL NARCOMENUDEO

Sube el narcomenudeo en Yucatán: se registran más operativos por este delito

“Que Yucatán no pierda su paz…”

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