Capitalismo y deshumanización: La batalla de los jubilados argentinos
Por: López Olmos Iker
El mundo ve con preocupación el desarrollo de los hechos en Argentina. El pasado miércoles 12 de marzo, jubilados, en su mayoría personas adultas mayores, se manifestaron una vez más en contra de los planes de austeridad del gobierno neoliberal de Javier Milei y Victoria Villarruel. Ante el precedente de represión y brutalidad policiaca, diversos sectores de la clase trabajadora acompañaron solidariamente a los jubilados en las protestas. Entre ellos, destacan hinchas organizados de algunos equipos del futbol, que hicieron caso omiso a las amenazas del Estado y se hicieron presentes con la consigna, “hay que ser muy cagones para no estar del lado de los jubilados”.
El brutal ejercicio de la violencia estatal no se hizo esperar. Los cuerpos policiacos utilizaron diversas técnicas represivas para dispersar a los manifestantes. Dispararon cañones de agua, golpearon con escudos y macanas, lanzaron gases lacrimógenos e incluso accionaron armas de fuego no letales, cuyo uso está regulado internacionalmente. El caso de un fotoperiodista gravemente herido en la cabeza por un cartucho de escopeta de gas lacrimógeno, queda como dramático símbolo de la cobarde represión. Sobran casos documentados y testimonios de personas que sufrieron la terrible embestida del Estado y las fuerzas represivas sobre los trabajadores. Indignan en el mundo entero videos de adultos mayores siendo empujados, golpeados y denigrados por la policía, así como de detenciones arbitrarias y embustera estrategias de provocación.
El proletariado internacional debe cerrar filas con los jubilados argentinos. Aquellos que durante años sufrieron la alienación del trabajo asalariado, y que hoy son doblemente victimizados al serles reducidas a cifras ridículas sus pensiones. Bajo la lógica capitalista, no hay motivo para que los adultos mayores tengan derecho a un retiro digno. Son vistos como objeto de explotación y deben seguir asegurando su supervivencia mediante trabajos deshumanizantes. En esa sintonía, poco falta para que la burguesía encuentre la manera de poner a trabajar a nuestros muertos.