“La Influencia de la Gran Revolución de Octubre” (FJC)
Contribución de la Federación de Jóvenes Comunistas (FJC) de México
Presentada en el Seminario Internacional de la FMJD “La Influencia de la Gran Revolución de Octubre” ,
efectuado en México, en el marco del II Congreso de la Federación de Jóvenes Comunistas.
“¡A los ciudadanos de Rusia!
El Gobierno provisional ha sido depuesto. El Poder del Estado ha pasado a manos del Comité Militar Revolucionario, que es un órgano del Sóviet de Diputados Obreros y Soldados de Petrogrado y se encuentra al frente del proletariado y de la guarnición de la capital.
La causa por la que ha luchado el pueblo –proposición inmediata de una paz democrática, la supresión de la propiedad agraria de los terratenientes, control obrero de la producción y la constitución de un Gobierno Soviético- están asegurados.
¡Viva la revolución de los obreros, soldados y campesinos!”
Con esas palabras amaneció la ciudad de Petrogrado el 7 de Noviembre de 1917, indicando el paso del Poder del Estado, en manos de la burguesía y los terratenientes, representados por mencheviques, social-revolucionarios, y toda la gama de partidos burgueses de “izquierda”, a manos del proletariado ruso, de los campesinos pobres, los soldados, marineros y las naciones oprimidas, dirigidos por los bolcheviques.
La noticia se esparció rápidamente por el mundo, miles de obreros y obreras supieron que era posible una sociedad donde, ellos como productores fueran dueños de su propio trabajo. Aprendieron con el vivo ejemplo que eran innecesarios los patrones, los capataces, los dueños y accionistas de las empresas y los bancos, al igual que el ejército y la policía burguesa. Que los obreros y las obreras eran capaces de tomar en sus manos las riendas de la Historia, de tomar el poder estatal y el control de la producción.
Lo mismo ocurrió para los campesinos y los pueblos oprimidos, al conocer que la tierra por la que siempre habían luchado, sólo podrían obtenerla de la mano de sus compañeros obreros. Que sólo la firma alianza entre los campesinos pobres, los pueblos oprimidos, y la clase obrera les aseguraría tierra y autodeterminación.
Así la Gran Revolución Socialista de Octubre demostró que el camino iniciado por la Comuna de Paris en 1871 era el correcto, que la teoría y la práctica desarrollada por Marx, Engels y Lenin, quedaba confirmada por la historia.
El ejemplo de la Revolución de Octubre, sirvió de impulso para miles de trabajadores alrededor de todo el mundo, desde los marineros y astilleros alemanes, hasta los trabajadores fabriles en Cantón. Aún la importancia del suceso alcanzó a llegar a los espesos bosques de Tlaltizapán en Morelos donde se encontraba nuestro general Emiliano Zapata.
Pero más allá de la noticia, del ejemplo, y lo anecdótico del suceso; la importancia y la influencia de la Gran Revolución Socialista de Octubre, reside en su carácter general y universal. No se trata de una cuestión particular, excepcional, nacional lo que ocurrió en ese momento en Rusia, como lo han intentado mostrar los teóricos de la burguesía, los oportunistas y los contrarrevolucionarios. La Gran Revolución Socialista de Octubre, no es más que la condensación y expresión política, de las transformaciones sociales y económicas de la época. No es más que el resultado lógico y necesario del imperialismo, como fase superior del capitalismo.
Así como Marx y Engels hablaban de una época de revolución social, que corresponde a un periodo de tiempo en el cual las fuerzas productivas materiales entran en una contradicción con las relaciones de producción existentes, convirtiéndose estas últimas en una traba del desarrollo de las primeras, lo que lleva inevitablemente a revoluciones político-sociales que transformen revolucionariamente las relaciones sociales de producción, permitiendo el tránsito a un nuevo modo de producción.
En el capitalismo esa época se abre con el desarrollo de su fase última, con el surgimiento histórico del imperialismo y sus consecuencias: el surgimiento y la hegemonía de los monopolios, la repartición del mundo por los monopolios y las potencias imperialistas, la agudización de las contradicciones entre capital y trabajo, y entre las naciones imperialistas y los pueblos oprimidos. Es la fase imperialista del capitalismo la que inaugura la época de revolución social, es decir, la época histórica del paso del capitalismo al comunismo. Y es sólo en ese sentido que cobra toda su riqueza e importancia la Revolución Socialista de Octubre al ser la primera revolución proletaria triunfante, que consigue la instauración de la dictadura del proletariado en un solo país, y con ello, abre la brecha histórica para la transito del capitalismo al comunismo en el Mundo.
Esta es la primera gran lección de la Revolución Socialista de Octubre, la instauración de la dictadura del proletariado como necesidad vital para que la revolución pueda asegurar su victoria. Sólo con la dictadura del proletariado la revolución proletaria puede resolver satisfactoriamente las tareas principales que se ciernen sobre ella:
- Vencer la resistencia de los terratenientes y los capitalistas derrocados y expropiados por la revolución, aplastando cada una de sus tentativas por restaurar el Poder del capital.
- Organizar la edificación de una economía y una sociedad donde todos los trabajadores se agrupen en torno al proletariado, con vistas a la supresión de las clases sociales.
- Armar a la revolución, organizar el ejército de la revolución para luchar contra los enemigos exteriores, para luchar contra el imperialismo.
Por más que se busque tergiversar, despojar de su contenido o simplemente matizar su significado, es imposible negar que una de las mayores lecciones, y sin lo cual es imposible comprender la Revolución Socialista de Octubre, es el haber demostrado que la Dictadura Revolucionaria del Proletariado es la única forma estatal que asegura el triunfo de la revolución socialista. La única forma efectiva para resistir a los embates contrarrevolucionarios externos, y permitir la construcción de una economía y una sociedad socialista. Esto puede observarse claramente con todos los intentos fallidos por transformar revolucionariamente la sociedad manteniendo el aparato estatal burgués, desde las “vías pacíficas al socialismo”, hasta el socialismo del siglo XXI. La burguesía imperialista sí que ha entendido la importancia de esta lección para la clase obrera internacional y los pueblos del mundo, por lo cual siempre ha sido la Dictadura del Proletariado el principal blanco de sus críticas.
La segunda gran lección que la Revolución de Octubre ha revelado ha sido el papel insustituible del agente principal de dirección de la Revolución Socialista, el Partido Comunista. La insurrección de Octubre, organizada de manera tan detallada por el Partido Bolchevique en su conjunto, y con la gran dirección del camarada Lenin; no es más que un ejemplo de la importancia de la existencia de un Partido Comunista, forjado ideológicamente de la manera más sólida, lo mismo que en la experiencia práctica de la lucha revolucionaria. El Partido Comunista, inicialmente formado como una corriente política en el seno del Partido Obrero Socialdemocrata Ruso, y finalmente como una estructura independiente; fue fraguándose lentamente en la lucha ideológica contra los mencheviques, los social-revolucionarios, los marxistas legales. Es decir, contra el oportunismo ruso, contra todas las tendencias en el seno del movimiento obrero que buscaban colocar a la clase obrera a la cola de la burguesía liberal. Fue esa lucha aguda y tenaz contra todas las corrientes ideológicas que frenan, postergan o niegan la constitución del proletariado en una clase independiente, en una “clase para sí”, la que permitió a los bolcheviques en convertirse en el Partido de la Clase obrera. Esa misma capacidad por analizar la situación concreta en cada momento y poder orientar una táctica flexible, aferrados con firmeza a la estrategia, combatiendo a su vez cualquier desviación en su seno (el liquidacionismo, el espontaneísmo, los falsos caminos, el dogmatismo, etc.) lo que le permitió convertirse poco a poco en el Estado mayor de la clase obrera. Sin el cual, ni la insurrección de 1905, las elecciones en la Duma por la fracción bolchevique o el movimiento huelguístico de 1912, por no decir la misma insurrección de Octubre pudieran haberse resuelto del lado de la clase obrera.
Estas dos lecciones, la necesidad de la dictadura del proletariado y la necesidad del Partido Comunista, son con los que los y las jóvenes comunistas debemos quedarnos. Son las únicas lecciones que permiten tomar la Gran Revolución Socialista de Octubre como lo que es una guía, un norte para la acción de los comunistas, y no desde un punto de vista meramente nostálgico. Esto es algo que como Federación de Jóvenes Comunistas queremos resaltar, y es que la Gran Revolución Socialista de Octubre, no sólo fue un acontecimiento histórico decisivo para la historia del proletariado y la Humanidad, sino que sobre todo, es una guía para el accionar contemporáneo de la clase obrera y los comunistas.
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