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Lenin, cámara, ¡ACCIÓN! Vladimir Ilich en el celuloide (II) “Sergei Eisenstein”

Valentín Vargas

“Es preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños.”
Lenin

 

En esta segunda entrega, revisaremos el estilo del renombrado cineasta Sergei Mijailovich Einsenstein, en la que nos referiremos a uno de los grandes hitos del cine soviético durante los primeros años una vez triunfada la Revolución Socialista de octubre, dicha película se titula: Octubre[1]

 

Fue proyectada por vez primera en 1927, buscaba narrar en la forma más fiel los principios del “Proletkult” y el montaje, de acuerdo con el sentido que Eisenstein le daba al realizar las películas.

¿Cuál es la importancia de Lenin en este aspecto? Pues para comenzar, Lenin fue el líder de los Bolcheviques que llevaron a los trabajadores a la Revolución Socialista de octubre. El papel protagónico de Lenin destaca en la película, teniendo por principio la dramatización de la obra de acuerdo a los aspectos del proletkult.

Se preguntaran, ¿Qué es el Proletkult (proletárskaya cultura)?, pues queridos lectores, fue una institución dependiente del comisariado popular de Educación de la URSS, en la cual se centraban muchos artistas vanguardistas que buscaban el desarrollo del arte dentro de la naciente Unión Soviética. Einsenstein apuntaba lo siguiente:

 

“El programa teatral del proletkult no consiste en el uso de los valores del pasado ni en la invención de las nuevas formas de teatro, sino en la eliminación de la institución misma del teatro como tal, que es sustituido por un centro demostrativo de los resultados obtenidos en la calidad de la organización cotidiana de las masas. La formación de estudios y la elaboración de un sistema científico para elevar esta calidad es incumbencia inmediata de la sección científica en el campo teatral. ”[2]

 

En el sentido práctico, se recrea la dramatización de acuerdo con la actitud de las masas, por lo que las multitudes obtienen el protagónico, ya que, en el sentido histórico, las masas fueron las que lograron la revolución bolchevique en 1917. Ahora, en el film, Eisenstein recrea el pasaje histórico lo más fiel posible de acuerdo a los hechos, no sin apartarse de su idea de un cine de multitudes, es decir, de sentido coral.

 

Por otro lado, sigue una de las muestras del montaje, el montaje de atracciones, la cual con diversas tomas consigue una dramatización más espectacular del acontecimiento. Un ejemplo es cuando el pueblo se ve ametrallado por la policía zarista. Se ven los disparos y las risas de una manera en la cause un impacto en el espectador, las tomas van dirigidas al pueblo, a lo que hace, tal y como es, tal y como se siente, esto con el fin de contagiar al espectador sobre el sentimiento de euforia que acompaña la película, así como el sentimiento de euforia que se vivía en los momentos que describe el film.

 

Este montaje de atracciones tiene su explicación teórica dentro del vanguardismo soviético:

“Este método determina radicalmente la posibilidad de desarrollar una puesta en escena activa (el espectáculo en su conjunto): en lugar de ofrecer una reproducción estática del acontecimiento dado, exigido por el tema, y la posibilidad de su solución solamente a través de la acción lógicamente vinculada a aquel acontecimiento, se propone un nuevo procedimiento el libre montaje de acciones (atracciones) arbitrariamente elegidas, independientes (incluso fuera de la composición dada y de la vinculación narrativa de los personajes), pero con una orientación precisa para un determinado efecto temático final”[3].

 

En esta explicación hecha por Eisenstein, se puede apreciar como aparece Lenin en este film, se aprecia a alguien que no solo participa en la trama, sino como un vínculo que permite ayudar a la dramatización del largometraje, una herramienta que ayuda a vincular al espectador con el acto. En el film, Lenin es puesto en escena como un agente de atracción que ayuda a crear en Octubre un sentido de agitación, de lucha, que reaviva la adrenalina experimentada durante los días de octubre de 1917.

 

De esta forma, Lenin pasa a ser un participante de un acontecimiento histórico, retratado en la recreación de dicho acontecimiento, sin dejar de lado su importancia, pero utilizando su “papel” para crear una escena rodeada de realismo, y sentido de lucha, lucha que buscaba, -y busca actualmente- el incitamiento a una revolución obrera que busque derribar el sistema capitalista y crear un mundo nuevo y más justo: el mundo comunista.

[1]  Puede apreciarse el film en la siguiente dirección https://www.youtube.com/watch?v=oFf9PcwITFc

[2] Texto correspondiente al libro Sergei Mijalovich Einsenstein como Reflexiones de un cineasta, ed. Al cuidado de Romá Gubern, editorila lumen Barcelona, 1970.

[3] Véase Einsenstein op. Cit.

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