LOS BOLCHEVIQUES EN LA DUMA ZARISTA. Parte 1.
La campaña electoral y el inicio del funcionamiento de la Cuarta Duma Estatal.
A. Badayev
Presidente del Comité Ejecutivo Central del Congreso de Soviets de toda Rusia entre 1938-1944
Capítulo I
Las Elecciones para la Cuarta Duma
Por qué los Socialdemócratas tomaron partido en las elecciones – Programa Electoral de los Bolcheviques – El Sufragio de los Trabajadores – Las Elecciones en las Grandes Ciudades – Cómo el Gobierno Preparó las Elecciones – Los Bolcheviques en Bloques con otros partidos – El Rol de Pravda en la Campaña Electoral.
El Tercer Estado de la Duma, que fue la primera Duma en completar el periodo legal de cinco años fue disuelta a la mitad del verano de 1912. Tuvo una mayoría de nobles y terratenientes, y proveyó una obediente herramienta en manos del gobierno. Las fracciones de los Socialdemócratas y los demócratas burgueses (Trudoviques) eran bastante pequeñas en número y era por supuesto imposible de prevenir que la Duma pasase todas las cuentas generadas por el gobierno. Los Cadetes, el partido de la burguesía liberal, aunque supuestamente en oposición al gobierno, estaban asustados de determinar palabras y acciones. Bajo el eslogan de “salvando la Duma”, los Cadetes y los Progresistas, un grupo parecido a ellos estaban callados y sumisos, permitiendo a la mayoría de la derecha hacer lo que les plazca. La Tercera Duma dio al gobierno todo lo que deseaba, fue “obediente y efectiva” representación del pueblo.
En la encuesta de los cinco años de trabajo del Tercer Estado de la Duma, en el día después de su disolución, Pravda escribió lo siguiente:
La actividad entera del Estado de la Duma fue dirigida hacia la preservación de la clase de intereses de la mayoría. Así pues, estos cinco años de una “eficiente” Duma no asistieron de ninguna manera a la solución de los problemas urgentes, los cuales son de enorme importancia para el país. Todos los intentos hechos por los Partidos de Izquierda, por medio de interpretaciones, arrojando luz en la oscuridad de los aspectos de la vida rusa y plasmarlos hacia la atención del país fueron frustrados por los votos de la mayoría dominante… Un buen viaje.
Con estas palabras Pravda se despidió de la Tercera Duma, expresando la entonces actitud de los trabajadores y campesinos en general.
La Cuarta Duma estaba siguiendo los pasos de la Tercera. La ley electoral quedó igual, y entonces la mayoría de la nueva Duma estaba ligada a ser de nuevo tan Centuria Negrista como antes. No había duda de que las actividades de la Duma serían dirigidas igualmente contra los trabajadores o el campesinado.
A pesar de dichas consideraciones el Partido Socialdemócrata decidió tomar una parte activa en las elecciones como lo había hecho en la Segunda y Tercera Duma. La experiencia de los años precedentes había mostrado la gran importancia de la campaña electoral desde el punto de vista de la agitación y el importante rol desempeñado por las fracciones Socialdemócratas en la Duma. Mientras nuestras fracciones se rehusaban a tomar parte del tan llamado trabajo “positivo” de la legislación, usaron la tribuna de la Duma para la agitación revolucionaria. El trabajo de las fracciones Socialdemócratas fuera de la Duma era aún importante; se estaban convirtiendo en los centros organizadores del trabajo del Partido en Rusia. Entonces nuestro Partido decidió que la participación de la campaña era necesaria.
Por lo tanto, mientras no había diferencia de opiniones entre las filas del Partido Socialdemócrata con respecto a la participación en las elecciones, hubo un fuerte choque entre los bolcheviques y los mencheviques sobre las tácticas electorales y sobre el rol de la futura fracción de la Duma.
El problema de la Cuarta Duma era sólo uno de los problemas del trabajo actual del Partido, pero reflejaba todas las diferencias entre las dos facciones de la socialdemocracia rusa. Como a principios de enero de 1912, seis meses antes de la disolución de la Tercera Duma, la Conferencia de Praga del partido formuló el programa para la próxima campaña electoral. La conferencia reconoció que “la tarea a la cual todas las otras tareas deberían estar subordinadas era la propaganda socialista en las líneas de clases y la organización de la clase obrera”. La línea táctica del partido hacia las siguientes elecciones fue la siguiente:
…el Partido debe librar una guerra despiadada contra la autocracia zarista y los partidos de los terratenientes y los capitalistas que la apoyan persistentemente exponiendo al mismo tiempo las visiones contrarrevolucionarias y la falsa democracia de los liberales burgueses (con el Partido Cadete a la cabeza). Debería ponerse atención especial en la campaña electoral para mantener la independencia del partido del proletariado de todos los partidos no proletarios, para revelar la naturaleza pequeñoburguesa del pseudo-socialismo de los grupos democráticos (mayoritariamente los Trudoviques, los Populistas (Narodniks) y los socialistas revolucionarios), y para exponer el daño hecho a la causa democrática por sus vacilaciones de la lucha revolucionaria de las masas.
Los Bolcheviques contemplaron la campaña electoral para la Duma Estatal como una oportunidad para la agitación y propaganda de largo alcance y como uno de los medios de organización de las masas. Al intentar asegurar la elección de sus propios candidatos, los Bolcheviques no transformaron la campaña en una mera lucha por unos pocos asientos en la Duma. La actividad de ambas fracciones de la Duma dentro y fuera de esta tuvieron gran importancia revolucionaria. Pero la campaña electoral por sí misma fue no menos importante y a través de su curso la posición revolucionaria de la Socialdemocracia había sido preservada en toda su pureza, sin atenuarse o retocarse por alguna consideración secundaria.
¿Cuáles fueron los argumentos de los Mencheviques-Liquidadores? Su estimación de la próxima campaña electoral para la Cuarta Duma partió de la suposición de que sólo dos bandos se estrecharían: los reaccionarios y las Centurias Negras por un lado y los liberales por el otro (se esperaba que un bloque fuese formado por los Cadetes, los Progresistas y los Octubristas de Izquierda). Partiendo de esta estimación, ellos proclamaron como eslogan para la campaña la necesidad de “esforzarse por expulsar la reacción desde su posición en la Duma”, de “arrancar la Duma de las manos de la reacción”, etc. En su esencia esta posición de los mencheviques significó que la campaña electoral sería conducida de la mano de los liberales.
Las divergencias entre los Bolcheviques y los Mencheviques se manifestaron aún más notablemente en sus respectivas plataformas políticas avanzadas durante la campaña electoral. En la resolución de la Conferencia de Praga mencionada anteriormente, los Bolcheviques definieron la plataforma política a ser defendida durante las elecciones de la siguiente manera:
Las consignas principales de nuestro partido para las próximas elecciones deberían ser las siguientes: (1) una república democrática, (2) una jornada de 8 horas, (3) la confiscación de todos los latifundios de los terratenientes. Durante toda la campaña electoral estas demandas debían ser duramente explicadas con base a la experiencia de la Tercera Duma y la actividad entera del gobierno en ambas esferas administrativas central y local. El resto del programa mínimo socialdemócrata, tal como el sufragio universal, libertad de asociación, elecciones populares de jueces y oficiales, la sustitución de una armada popular por un ejército permanente, etc., debe traerse a colación en nuestra propaganda y se vinculó con las tres consignas anteriores.
Estas tres consignas básicas del Partido Bolchevique después llamados “las tres ballenas”, formularon las demandas fundamentales de los trabajadores y campesinos rusos. La consigna de una “república democrática” directamente alzó la cuestión de derrocar al zarismo inclusive ese zarismo enmascarado con una Duma emasculada, esta consigna expuso las “ilusiones constitucionales”, y mostró a la clase trabajadora que las reformas pasadas por la Duma Estatal no los ayudarían en lo más mínimo, y que no había posibilidad de mejorar su situación bajo la forma de gobierno existente.
Las otras dos “ballenas” expresaron las principales demandas económicas de los trabajadores. La jornada de las ocho horas fue la demanda líder en la lucha económica de la clase trabajadora. Casi todas las huelgas, las cuales fueron incrementando extensivamente, fueron acompañadas por la demanda de una jornada de 8 horas. La consigna de la confiscación de los latifundios terratenientes ofreció una solución revolucionaria de la cuestión agraria y formuló las demandas y aspiraciones de los cientos de millones de campesinos rusos.
El resto del programa mínimo estaba vinculado con estas tres básicas demandas, es decir, los bolcheviques enfatizaron que sólo podrían lograrse después de que las demandas básicas del movimiento revolucionario hayan sido realizadas.
¿Cuál era el programa electoral Menchevique? Eran precisamente aquellas demandas secundarias, apoyadas por los bolcheviques sólo en asociación con las principales consignas revolucionarias, que los mencheviques colocaron como demandas independientes.
La plataforma Menchevique presentó las tres consignas básicas de los Bolcheviques en una forma debilitada. En vez de “una república democrática” ellos demandaron la “soberanía representativa del pueblo”; en vez de la “confiscación de los latifundios de los terratenientes” ellos pidieron vagamente la “revisión de la legislación agraria”, etc.
Toda la plataforma Menchevique envolvió la sustitución de las consignas y las demandas adaptadas a las contingencias de un movimiento legal para aquellos sobre los cuales avanzaba la lucha revolucionaria de la clase trabajadora.
La ley electoral, aprobada por el anterior gobierno a las elecciones de la Primera Duma, estaba preparado para asegurar una mayoría para los burgueses y para los terratenientes. El voto no fue directo, sino un sistema de etapas, varias clases de la población (terratenientes, grandes propietarios, campesinos, trabajadores, etc.) tuvieron que elegir primero electores que en turno elegían diputados entre ellos mismos. Para los campesinos y obreros el sistema era aún más complicado; los trabajadores, por ejemplo, primero eligieron delegados que en su turno elegían electores y sólo este último participaba en los colegios electorales de la Gubernia, que elegía a los diputados. En adición había un número de títulos de propiedad, por ejemplo, en las ciudades sólo los amos (tenientes de departamentos) tenían derecho al voto.
La complicada maquinaria electoral ideada por el gobierno no dio, como sea, los resultados deseados por este último en las elecciones a la Primera y Segunda Dumas. La mayoría en estas Dumas estaba en oposición al gobierno, y ambas Dumas fueron disueltas antes de la expiración de sus términos del cargo. Después de la disolución de la Segunda Duma el 3 de junio de 1907, una nueva ley electoral había sido aprobada la cual había reducido aún más el sufragio, y excluyó grandes grupos de la población. Se prestó atención especial a los trabajadores, y el número electoral en la curia de los trabajadores fue ampliamente reducido. De tal manera que, los redactores de la nueva ley electoral no se atrevieron a ir tan lejos como para evitar que los trabajadores tuvieran alguna representación en la Duma. La ley evitó que en 6 Gubernias especificadas (San Petersburgo, Moscú, Járkov, Kostromá, Vladímir y Yekaterinoslav) los colegios electorales debían elegir a un diputado de la curia de los trabajadores. Pero esta previsión no fue extendida a los grandes distritos electorales de clases obrera en los Urales, en Polonia, en el Cáucaso, etc.
Pero, incluso este sufragio restringido no fue disfrutado por todos los trabajadores. Sólo trabajadores que habían trabajado en una fábrica por no menos de 6 meses estaban calificados para tomar partido en la elección de delegados (la primera etapa). Por un lado, esta previsión abrió un vasto campo para las prácticas corruptas y por el otro lado hizo extremadamente difícil para los partidos revolucionarios seleccionar candidatos adecuados. Un trabajador podría ser despedido en la víspera de la elección y así ser descalificado de la votación; incluso si consiguiera trabajo en cualquier otra fábrica, no estaría calificado para votar o ser elector porque no habría estado empleado en este lugar suficiente tiempo para calificar.
A pesar de estos obstáculos, estaba claro que las elecciones en la curia de los trabajadores debían resultar en una victoria para los partidos radicales. Era obvio que los trabajadores no apoyarían siquiera a los liberales, mucho menos a los reaccionarios.
Este caso era de alguna manera diferente durante las elecciones en los pueblos, donde los electores eran divididos en dos categorías: la primera tomando a la gran burguesía, y la segunda, a los amos (u ocupantes de departamentos), entre quienes había miles de electores democráticos, tales como trabajadores, artesanos, oficiales menores, empleados, etc. La pelea en la segunda curia virtualmente se desarrolló entre los Cadetes y los Socialdemócratas.
Aquí también el gobierno recurrió a un número de trucos para reducir artificialmente el número de electores. Un método fue proporcionado por el mismo sistema utilizado para compilar las listas de los electores. Aunque la ley garantizó el sufragio a todos los dueños de casa que habían alcanzado la edad de 25, sólo estaban en la lista quienes pagaban un impuesto especial, es decir, aquellos que ocuparon los más grandes y caros departamentos. Todos los demás aspirantes a electores podrían tener sus nombres dentro de la lista sólo mediante una solicitud especial a la comisión electoral. Pero los electores que hicieron tal solicitud tenían que pasar a través de varios obstáculos policiales como para hacerles perder el deseo de participar en las elecciones. Primero que nada, era necesario obtener un certificado de la policía, que hacía su mejor esfuerzo para impedir la petición de tales certificados. A los electores se les hacía presentar repetidamente una solicitud en persona con el jefe de la policía de la estación policíaca correspondiente; los certificados que ellos recibían eran deliberadamente tan rebuscados, para ser luego declarados nulos por las comisiones electorales, o se le decía al elector que ya era demasiado tarde para hacer su solicitud, y para cuando sabían la verdad, y establecían sus derechos, el periodo permitido para dicha solicitud ya había pasado.
Otro método de restringir el número de electores era la famosa “descalificación” basada en una interpretación arbitraria de la ley. Tal “descalificación” era tomada por todos los tipos de autoridades, y estaba apuntada no sólo contra el individuo, que era visto con sospechosos por las autoridades, sino contra grupos enteros de la población. Así, por el rayón de una pluma, 95% de la población de judíos más allá de la “Zona de Asentamiento” eran descalificados. Cada gobernador actuó bajo su propio criterio, cada oficial de policía interpretó la ley electoral a su modo.
Durante las elecciones de la Cuarta Duma, el gobierno zarista repitió el “exitoso” experimento formado en las elecciones previas a la Duma.
Inmediatamente después de la disolución de la Tercera Duma, el Ministerio de Interior creo un aparato electoral especial, con el propósito de atrasar las demandas y suplementos a la ley electoral con una visión para asegurar una mayoría gubernamental. En algunas Gubernias, la curia especial para el clero fue formada, mientras que en otras el clero fue incluido en la curia de los terratenientes. El clero generalmente jugó papel importante en las elecciones, y hubo un gran número de diputados usando la sotana en todas las Dumas anteriores. El ejército del clero era comandado por el Sínodo, el cual los instruía no sólo sobre cómo atrapar las almas de los feligreses, sino también sus votos.
En las regiones fronterizas, donde la población consistía meramente de no rusos, entre los cuales el sentimiento antigubernamental prevalecía, la curia especial rusa fue configurada, es decir, grupos rusos especiales fueron formados consistentemente por oficiales del gobierno, que frecuentemente reunían un número de electores que excedía por mucho a la población de la región.
Bajo tal sistema de elecciones, los candidatos de las Centurias Negras podían fácilmente asegurar la elección en una curia de la ciudad mixtas, la cual contenía un gran número de masas de votantes indiferentes e ignorantes políticamente. En consecuencia, ¿las tácticas adoptadas por el Partido Socialdemócrata en la curia de la ciudad eran diferentes de aquellas adoptadas en la curia obrera?
Los bolcheviques creyeron necesario poner candidatos en todas las curias de los trabajadores y no tolerar ningún acuerdo con otros partidos y grupos, incluyendo los Mencheviques-Liquidadores. También consideraron poner candidatos en las llamadas “segundas curias de los electores citadinos” (la primera curia consistía en grandes propietarios y los candidatos democráticos no tenían oportunidad alguna) y en las elecciones en las villas, por el gran valor agitativo de la campaña. Pero para salvaguardarse contra una posible victoria de los candidatos reaccionarios, los Bolcheviques permitieron acuerdos respectivamente con los burgueses demócratas (Trudoviques, etc.) contra los Liberales y con los Liberales que están contra los partidos del gobierno durante la segunda vuelta electoral para los electores en la curia de la ciudad. Los cinco grandes pueblos (San Petersburgo, Moscú, Riga, Odessa y Kiev) tuvieron un sistema de elecciones directas con una segunda vuelta. En estas ciudades los Socialdemócratas presentaron listas independientes de candidatos, y como no había peligro alguno de que se eligieran candidatos de las Centurias Negras, no se concertaron acuerdos con la burguesía liberal. Las resoluciones de la Conferencia de Praga del Partido, las cuales establecían estas tácticas, enfatizaban que “los acuerdos electorales no deben involucrar la adopción de una plataforma, ni los acuerdos deben enlazar a los candidatos del partido Socialdemócrata por alguna obligación política, o impedir que la Socialdemocracia criticara resueltamente la naturaleza contrarrevolucionaria de los liberales y la tibieza e inconsistencia de los demócratas burgueses.” Por ello, los acuerdos firmados por los bolcheviques en la segunda vuelta no tenían la naturaleza de un bloque de partidos políticos.
La principal dificultad que tuvieron que enfrentar los Socialdemócratas en las campañas electorales, fue que nuestro Partido era ilegal y estaba sujeto a constantes y ataques directos de la policía zarista. La campaña electoral tenía que ser organizada desde abajo, bajo la amenaza diaria de las persecuciones, arrestos y exilios.
Los Mencheviques estaban de alguna manera en mejor posición, tanto porque entraron a la pelea con sus demandas reducidas y adaptadas a las posibilidades legales que existían en ese entonces, y porque ellos poseían más fuerzas literarias. Los líderes de los Mencheviques –Dan, Potresov, etc.– vivieron legalmente en San Petersburgo, y contribuían abiertamente a la prensa, mientras que la totalidad de la dirección Bolcheviques estaban en el exilio, en prisión o en la emigración al extranjero. Aun así, debe decirse que, durante las elecciones de la Cuarta Duma, los bolcheviques poseían un arma poderosa, la cual no poseían en las campañas anteriores. Esta arma la proveyó el periódico Pravda, el cual comenzó a ser publicado unos meses antes de las elecciones.
El rol desempeñado por Pravda durante las elecciones fue enorme. El periódico, actuando como un vocero de las masas de trabajadores avanzadas, revolucionarias y consciente, al mismo tiempo luchó contra los liquidadores, contra la influencia de la burguesía liberal y la actitud amorfa “apartidista” que es tan dañina para el movimiento obrero.
Al inicio de junio de 1912, las páginas del Pravda eran llenadas con artículos, notas, correspondencia, etc., apoyándose en las elecciones próximas. Pravda también condujo una gran campaña contra el abstencionismo de los electores democráticos de la ciudad llamándolos a salvaguardar sus derechos y realizar todas las formalidades requeridas. Todos los números del periódico recordaban a los electores a ver que sus nombres no fueran retirados de la lista electoral y que presentaran las solicitudes necesarias a las comisiones electorales. Pravda hizo un llamado a cada lector a asegurar no menos de tres votantes entre sus camaradas, entre sus conocidos o sus vecinos en la casa donde vivían.
Aún mayor fue el rol de Pravda en la preparación para las elecciones en la curia de los trabajadores. Mientras en las elecciones de la curia de la ciudad la importancia está ligada a las juntas electorales, las cuales, por supuesto, estuvieron sujetas a una fuerte policíaca, las elecciones en la curia de los trabajadores no tenían arma electoral.[1] La ley prohibió cualquier junta electoral de los trabajadores. Bajo tales condiciones la agitación de Pravda adquirió especialmente gran importancia.
Capítulo II
Las elecciones en San Petersburgo
La campaña electoral en San Petersburgo – Las elecciones – El Congreso Electoral – Anulación de las elecciones en las fábricas – Huelga y manifestación contra la anulación de las elecciones – Las segundas elecciones – La aceptación de las instrucciones bolcheviques – Elección de Diputados
La elección de delegados de fábricas debía tener lugar a principios del otoño de 1912; pero durante los meses de verano ya se estaban llevando a cabo la preparación y la agitación entre los trabajadores de San Petersburgo.
El Comité Central concedió una importancia excepcional a las elecciones en San Petersburgo y, por lo tanto, dio instrucciones a la organización de San Petersburgo para que ampliara su trabajo lo más ampliamente posible y movilizara a todas las fuerzas del partido para la campaña electoral. El Comité de San Petersburgo estableció una comisión para supervisar las elecciones.
La sede Bolchevique para la campaña fue la oficina editorial de Pravda, que se convirtieron en el escenario de un trabajo duro y continuo. En estas instalaciones se realizaron reuniones con los representantes de los distritos y de las fábricas. Simultáneamente se organizaron reuniones electorales ilegales en los distritos de la ciudad.
Debido al hecho de que la policía vigilaba incesantemente a todos los trabajadores “sospechosos”, tuvimos que recurrir a todo tipo de subterfugios para reunirnos, incluso en pequeños grupos. Por lo general, para evitar las atenciones de la policía, se convocaron pequeñas reuniones de no más de diez o veinte personas. El verano nos ayudó. Bajo la apariencia de fiestas de picnic, grupos de trabajadores fueron a los suburbios, principalmente al bosque más allá del Oklita. El bosque era el mejor refugio de los espías policiales que no se aventurarían más allá de las afueras de este ya que era fácil escapar de allí y tenían miedo de ser atacados en algún lugar apartado.
En las reuniones surgieron vehementes argumentos con los Liquidadores. Nuestro Partido hizo un llamado a los trabajadores para que participaran en las elecciones sobre las demandas básicas y eligieran sólo a los Bolcheviques como delegados. Los liquidadores hablaron continuamente sobre la “unidad”, la necesidad de un frente unido, la necesidad de abandonar las disputas entre facciones y, por supuesto, de elegir a sus candidatos.
En algunos lugares aparecieron los Socialistas Revolucionarios e insistieron en el boicot de las elecciones, pero sus propuestas no tuvieron éxito entre los trabajadores. Los principales argumentos en todas las reuniones tuvieron lugar entre los Liquidadores y los Bolcheviques.[2]
Hacia el final del verano, en las reuniones del “bosque” se comenzaron a discutir los candidatos. Para garantizar el éxito de la campaña electoral, la agitación a favor del posible candidato debería haber comenzado de inmediato entre todos los trabajadores de la fábrica concernida. Esto, sin embargo, fue imposible; el posible candidato ciertamente habría sido arrestado en el momento en que su nombre fuera ampliamente conocido. El delegado no estaba seguro incluso después de las elecciones, pero un posible delegado estaba predestinado a quedar atrapado por la policía. Por lo tanto, los nombres de los posibles candidatos se mantuvieron en secreto, y los trabajadores solo fueron informados de ellos en el último momento antes de las elecciones.
¿Qué partidos políticos presentaban candidatos en las elecciones? Las Centurias Negras con su “Unión del Pueblo Ruso”, “Unión del Arcángel Miguel” y organizaciones similares temen incluso mostrar sus caras en las fábricas y molinos. Los partidos de la burguesía Liberal tampoco tenían ninguna posibilidad entre los trabajadores. Aunque los Cadetes profesaban defender los intereses de los trabajadores, éstos comprendían perfectamente el tipo de protección que podían esperar de los partidos burgueses, dirigidos por los enemigos más acérrimos del proletariado: los industriales y los mercaderes.
Aunque no se aventuraron a agitar sus propios candidatos, los Cadetes no pudieron resistir la tentación de intentar obstaculizar la campaña de los Socialdemócratas. Unos días antes de las elecciones difundieron rumores de que los Socialdemócratas estaban boicoteando a la Duma. Esta era una vieja mentira que los Cadetes habían utilizado durante campañas electorales previas.
Por un lado, los partidos de la Derecha y los Liberales estaban fuera de competencia, por otro lado, la Duma fue boicoteada por los Socialistas Revolucionarios; de hecho, solo el Partido Socialdemócrata tomó el campo en la lucha en el colegio electoral de los trabajadores (curia). La lucha se llevó a cabo casi exclusivamente entre los Bolcheviques y los Mencheviques. Pero, al mismo tiempo, era posible que algunos candidatos inesperados pudieran ser elegidos como independientes y posteriormente pudieran participar en la selección de los electores. Tales personas que no son parte de ningún Partido solían argumentar en contra de los candidatos del partido, que “uno no debe ser conducido por las riendas de ningún partido”, que “es necesario elegir personas honestas conocidas por los trabajadores”.
Los Bolcheviques atacaron persistentemente esta posición, explicaron su nocividad a la clase obrera y señalaron que las personas sin partido eran hombres sin convicciones o principios firmes, que fácilmente podrían vagar en la dirección equivocada. La clase obrera solo puede ser representada genuinamente por miembros de un partido que posea una plataforma y un programa propio, y que controle a sus representantes.
Cuanto más se acercaba la fecha de las elecciones, más intensa se volvía la lucha electoral. La fecha exacta de las elecciones no se conocía de antemano. Este fue uno de los trucos del gobierno que, al fijar la fecha de las elecciones de repente, intentó tomar desprevenidos a los trabajadores y disminuir el número de votantes.
En San Petersburgo, la elección de delegados al colegio electoral de los trabajadores se fijó para el domingo 16 de septiembre. Sin embargo, los trabajadores solo se enteraron de esto el viernes 14 de septiembre y en algunas fábricas hasta el sábado. En las obras de Semyanikovsky, el anuncio de las elecciones se publicó durante las vacaciones de tres días, es decir, en un momento en el que no había trabajadores.
Para la fecha de las elecciones tanto los Bolcheviques como los Mencheviques habían movilizado todas sus fuerzas. Según la ley, la administración de la fábrica tenía que proporcionar locales para la reunión de elecciones, pero incluso este requisito legal no siempre se cumplía. En una de las mayores plantas de San Petersburgo, la fábrica Obukhov, la elección no pudo llevarse a cabo porque en el momento designado se cerraron todas las instalaciones. En las plantas de Izhorsky, aunque se proporcionó un salón de elecciones, la entrada solo se permitió durante 15 minutos. Después de 15 minutos, la puerta se cerró y atornilló y los trabajadores que llegaron más tarde no pudieron votar. Siemens-Halske, la International Sleeping Car Company y muchas otras empresas, especialmente aquellas fuera de los límites de la ciudad actuaron de una manera aún más sencilla. Los trabajadores de estas fábricas no fueron registrados por la gerencia en las listas oficiales de votantes. Cuando los trabajadores se enteraron de esto y peticionaron ante la comisión electoral les dijeron que era demasiado tarde y que la comisión no podía hacer nada para restaurar sus derechos.
También se adoptaron una serie de medidas para garantizar que las reuniones electorales se llevaran a cabo según lo deseado por las autoridades. En algunos lugares la policía arrestó a los posibles delegados y los trabajadores revolucionarios más activos. Legalmente, las personas ajenas, incluida la dirección del trabajo y la policía, no tenían derecho a estar presentes en las reuniones, pero las fuertes patrullas policiales ubicadas cerca de las fabricas atestiguaron de la manera más convincente la presión ejercida por la policía. A fin de proporcionar una razón para la anulación de las elecciones, la dirección de algunas fábricas no presentó las listas de los trabajadores que estaban calificados para votar en virtud de su período de empleo. En las fábricas de Putilov, la gerencia comenzó a dividir las tiendas en grupos separados en el momento de las elecciones, declarando que los trabajadores de la reparación, los carpinteros, los pintores, etc., tenían que votar por separado.
Estos pocos ejemplos, y podríamos citar muchos más, muestran las condiciones bajo las cuales la elección de los delegados tuvo lugar en San Petersburgo. La administración de la fábrica en todas partes ayudó activamente al gobierno a reducir los derechos electorales de los trabajadores. Pero todos estos métodos probaron ser inútiles. Aparte de que ningún candidato de la Derecha tuvo éxito, casi en todas partes los trabajadores aprobaron resoluciones sobre las cuestiones más polémicas que agitaban a las masas en ese momento: protestar contra la no admisión de delegados sindicales en el congreso de inspectores de fábricas, exigiendo la convocatoria inmediata de un congreso para la elección del consejo de seguridad social, tratando cuestiones políticas generales, etc. Por lo tanto, el curso de la elección de los delegados de los trabajadores mostró que todo el proletariado de San Petersburgo había asumido posición revolucionaria.
Las elecciones en los talleres de reparación de automóviles del Ferrocarril Nikolaievsky[3], donde yo trabajaba tuvieron lugar de manera similar a las de otras fábricas de San Petersburgo. Nuestras plantas, en los que se emplearon 3.000 hombres, se conocían desde hace tiempo por su temperamento revolucionario. La reunión de la elección se llevó a cabo en el “Yama” (el Hoyo), uno de los talleres lo suficientemente grande como para albergar a unas 10,000 personas. Durante la revolución de 1905 y posteriormente se llevaron a cabo enormes reuniones abarcando todo el distrito en estas instalaciones históricas. En la reunión de las elecciones, después de un informe general sobre las elecciones, se siguió un debate sobre las tareas de la campaña electoral, sobre la Duma del Estado, sobre la participación de los trabajadores en las elecciones, etc.
Varios meses antes, a mediados del verano, me enteré de que la organización del Partido me había nominado como candidato. A medida que las elecciones se acercaban la cuestión de los candidatos comenzó a debatirse acaloradamente en los departamentos y los talleres. Todos los trabajadores de la fábrica me conocían por mi trabajo anterior y mi candidatura se encontró con el apoyo general y estaba claro que debería ser elegido por una abrumadora mayoría. El segundo candidato propuesto por los Bolcheviques era el Camarada Melnikov. Además, se presentaron candidatos nominados por Mencheviques y candidatos independientes.
Las candidaturas se debatieron con vehemencia y en la reunión se consideraron los méritos de cada candidato individualmente. Además de la plataforma política, se discutieron las características personales de cada candidato, su actividad, su influencia en las fábricas, su constancia política, etc. La votación fue secreta, y cuando se tomó el conteo se encontró que había sido elegido por una gran mayoría. Nuestro segundo candidato, el Camarada Melnikov, también fue elegido, los candidatos restantes recibieron solo dos o tres votos cada uno.
De los 80 delegados elegidos para el colegio electoral obrero de San Petersburgo la abrumadora mayoría eran Socialdemócratas. Muchos de ellos tenían un pasado revolucionario; habían sido perseguidos por la policía, juzgados en tribunales de justicia y exiliados a regiones distantes. Algunos de ellos, sin embargo, no se habían decidido acerca de las diferencias entre los Partidos y vacilaban entre las dos facciones del Partido. Por lo tanto, no estaba claro quién sería elegido en la segunda etapa de las elecciones (la selección de electores en el colegio electoral de los trabajadores) que determinaría la elección del futuro diputado.
Tanto los Mencheviques como los Bolcheviques comenzaron una intensa campaña entre los delegados, tratando de ganar a los dudosos. La campaña para los electores fue aún más impetuosa que la de los delegados. Aquí también, la ley electoral de la Duma había puesto una serie de obstáculos en nuestro camino. No se permitieron reuniones de los delegados y la policía prevenía todos los intentos de organizar tales reuniones con algún pretexto u otro motivo y vigilaban cuidadosamente para asegurarse de que los delegados de los trabajadores no se comunicaran entre sí.
Por esta razón, las campañas de prensa jugaron un papel enorme en la segunda etapa de las elecciones. Pravda y Luch (El Rayo)[4] agitaron sus respectivas facciones y pidieron a los delegados que votaran por sus candidatos. Ambas facciones movilizaron todo el arsenal de sus argumentos y la polémica entre estos dos periódicos fue aún más amarga que durante la elección de los delegados.
El argumento principal de los Mencheviques-Liquidadores contra los Bolcheviques fue la acusación de que estos últimos estaban rompiendo la unidad de la clase obrera. Con esta charla de unidad, los mencheviques intentaron desviar la discusión de los programas políticos porque sabían de antemano que serían vencidos en ese tema. Mientras evadían esta discusión de todas las maneras posibles, continuamente clamaban por “acuerdos”, “unidad” y “candidatos personales”.
“La única forma de salir de la difícil situación”, escribió Luch, “es a través de un acuerdo entre las facciones socialdemócratas, o en su defecto, entre los delegados socialdemócratas, con el fin de una acción conjunta en el congreso de delegados para elegir de entre los delegados socialdemócratas a los electores independientemente de sus tendencias políticas, que se elijan por sus cualidades personales “.
Esta fue, de hecho, la única salida para los Mencheviques, porque bajo la bandera de “los más firmes, elegidos por sus cualidades personales”, era posible elegir a un hombre con cualquier plataforma política, y en consecuencia también a un Menchevique, incluso si los Mencheviques no eran mayoría entre los representantes.
Pravda, al exponer a los Mencheviques, escribió que no había ocasión de temer una lucha dentro de la clase obrera, que tal lucha no destruiría la unidad, sino que, por el contrario, la fortalecería en el futuro.
Esta lucha es inevitable, ya que los trabajadores tienen que decidir qué táctica debería adoptar la fracción socialdemócrata de la Duma. Esta lucha, lo destacamos especialmente, no pondrá en peligro en lo más mínimo la unidad de la clase trabajadora, porque la pregunta ahora es si este o aquel delegado será elegido elector. Los trabajadores deben actuar y actuarán unidos, pero precisamente por el bien de esta unidad es necesario que el diputado de los trabajadores represente los puntos de vista de la mayoría y no los de la minoría.
Los Bolcheviques propusieron que la votación se tome después de que ambas plataformas políticas hayan sido discutidas en la reunión. Esto era precisamente lo que los Mencheviques no querían; tenían miedo de que la discusión fuera desfavorable para ellos.
Los Bolcheviques consideraban la lucha por la elección de los electores como un conflicto entre las plataformas políticas que determinaban las tácticas de la futura fracción socialdemócrata en la Duma estatal, mientras que los Mencheviques intentaban ganar esta lucha avanzando el principio de la elección personal, es decir, haciendo hincapié en las cualidades personales de los candidatos individuales.
Las disputas entre los Bolcheviques y los Mencheviques se hicieron más amargas, no solo entre los líderes, sino también entre la base, en las fábricas y entre los propios delegados.
Una semana antes de la selección de los electores, se llevó a cabo una reunión ilegal de delegados en el bosque a dos o tres verstas de la estación Porokhovye. A la reunión asistieron una treintena de delegados y algunos representantes del Comité Bolchevique de San Petersburgo y la Comisión de Organización de los Mencheviques. Como muchos de los miembros prominentes del Partido estaban presentes, los problemas se presentaron en su forma más aguda. La batalla se libró al aire libre. Los Bolcheviques argumentaron que era necesario elegir cómo electores a los camaradas que llevaran a cabo el programa del Partido y se sometieran a las instrucciones del Partido; los Liquidadores insistieron que para evitar una división era necesario elegir individuos independientemente de su plataforma política.
El Camarada Lashevich habló en nombre del Comité Bolchevique de San Petersburgo. Con su impetuosidad habitual, declaró: “Los desenmascaremos, le mostraremos a los obreros lo que hay detrás de tus frases hipócritas sobre la unidad”.
Después de cinco horas de argumentos tormentosos, nuestra resolución obtuvo una mayoría absoluta, habiendo obtenido dos tercios de los votos de los delegados presentes. Pero los Liquidadores se negaron a aceptar este resultado.
Todos los esfuerzos para llegar a un acuerdo fallaron y cada parte rechazó categóricamente las diversas propuestas presentadas por la otra. Mientras se llevaban a cabo estas negociaciones para encontrar una línea de acción común, los delegados individuales intentaron la misma tarea y cada facción del Partido trató de ganar su apoyo.
El día anterior a la reunión del colegio electoral, los delegados Mencheviques amenazaron con una división si sus propuestas no eran aceptadas. Luch escribió que, si no se llegaba a un acuerdo sobre la cuestión de la elección de los electores, los Mencheviques también nominarían a sus propios candidatos en la segunda curia electoral de la ciudad San Petersburgo, donde las dos secciones del Partido habían presentado una lista conjunta de candidatos. Por supuesto, su amenaza no afectó nuestra decisión en lo más mínimo.
El colegio electoral de los trabajadores se reunió el 5 de octubre. Durante las elecciones, las autoridades continuaron adoptando métodos de obstrucción. La fecha de la reunión solo se anunció la noche anterior, es decir, unas horas antes de la reunión de los delegados; esta prisa tenía la intención de interrumpir el colegio electoral. Además, se había preparado una nueva sorpresa. Al mismo tiempo que se hizo este anuncio, los delegados de varias fábricas y molinos fueron “descalificados”. El 4 de octubre, el día antes de la reunión del colegio electoral, se notificó a los trabajadores de 21 fábricas y molinos que las elecciones de sus representantes habían sido declaradas inválidas. Finalmente, en la asamblea del colegio electoral mismo, el gobernador “descalificó” a los delegados de otras ocho empresas en el distrito de Schliesselburg. Algunas de las fábricas más grandes tenían sus delegados descalificados, como las de Putilov, que habían elegido nueve delegados, y el astillero de construcción naval de Nevsky, que había enviado tres.
Los Bolcheviques y los Mencheviques nominaron a sus propios candidatos para los seis electores que elegiría el colegio electoral. Aunque nuestra lista había sido preparada, no se publicó antes del día de las elecciones para evitar exponer a los candidatos al riesgo de arresto.
El colegio electoral, que se reunió en el edificio de la Duma de la ciudad de San Petersburgo, estaba programado para abrir al mediodía, pero la mayoría de los delegados había llegado una hora antes. Se conocieron e intentaron descubrir quién apoyaría a los Bolcheviques y quiénes serían los Mencheviques.
El presidente oficial del colegio electoral, nombrado por el gobierno, era Demkin, el vicealcalde de San Petersburgo. Era uno de los peores de las Centurias Negras y, cumpliendo celosamente sus deberes policiales, intentó obstaculizar lo más posible las ya restringidas elecciones. En los procedimientos preliminares solo se permitió una hora para la discusión de las listas de candidatos.
De los cincuenta delegados, cinco o seis eran sin partido y el resto eran Socialdemócratas, ya fueran Bolcheviques o Mencheviques. Esta reunión, restringida exclusivamente a los delegados, fue la etapa final de la lucha entre las dos facciones. Ahora la elección tenía que hacerse, los electores tenían que ser elegidos. La discusión fue excepcionalmente violenta; cada grupo presentó su propia lista de candidatos y su propio programa. Ya no había ninguna cuestión de compromiso. Los discursos se dedicaron a ganar el apoyo de aquellos delegados que, por alguna razón u otra, aún no habían decidido cómo votar.
A pesar de la oposición de los Mencheviques, logramos plantear la cuestión del programa electoral. Un representante Menchevique habló primero, pero cuando un Bolchevique comenzó a responder, Demkin entró en el salón, interrumpió la discusión y nos ordenó que procediéramos con la votación.
En la sala se proporcionó una urna para cada delegado con su nombre pegado en ella. La votación fue secreta y se tardó más de una hora en ordenar los documentos y concluir el procedimiento de elección. Todos los elegidos eran Socialdemócratas, cuatro de ellos de la lista publicada por Pravda.
El ambiente en el que se celebraron las elecciones y la apresurada “descalificación” de los delegados de la mitad de las fábricas y molinos suscitaron la indignación de los trabajadores de San Petersburgo. El gobierno había ido demasiado lejos. Los trabajadores respondieron con un poderoso movimiento de protesta.
La fábrica de Putilov fue la primera en actuar. El día de las elecciones, el 5 de octubre, en lugar de regresar a sus bancos después de la cena, los trabajadores se reunieron en los talleres y declararon una huelga. Salió toda la fábrica: casi 14,000 trabajadores. A las 3 p.m. varios miles de trabajadores abandonaron la fábrica y marcharon hacia la puerta de Narvsky cantando canciones revolucionarias, pero fueron dispersados por la policía. El movimiento se extendió a los astilleros de Nevsky, donde 6,500 trabajadores organizaron una reunión y una manifestación política. A ellos se unieron los trabajadores de las fábricas de Pale-Maxwell, las obras de carpintería de Alexeyev, etc. Al día siguiente, los trabajadores de las fábricas de Erickson, Lessner, Heisler, Vulcan, Duflon, Phoenix, Cheshire, Lebedev y otras fábricas iniciaron huelgas.
La huelga se extendió rápidamente por todo San Petersburgo. La huelga no se limitó a aquellas fábricas en las que se había anulado la elección de los delegados, muchos otros también estaban involucrados. Se organizaron reuniones y demostraciones. Varias fábricas vincularon sus protestas contra la persecución de los sindicatos con aquellos en contra de la anulación de las elecciones. La huelga fue completamente política; ninguna demanda económica fue formulada. En diez días, más de 70,000 participaron en el movimiento. Los trabajadores demostraron muy claramente que no renunciarían a su derecho al voto y que comprendieron tanto lo que significaban las elecciones como el trabajo de los futuros diputados de los trabajadores en la Duma.
El movimiento de huelga continuó creciendo hasta que el gobierno estuvo convencido de que no podía privar a los trabajadores de su derecho al voto y se vio obligado a anunciar que se realizarían nuevas elecciones primarias en las fábricas afectadas. Muchas fábricas que no habían participado antes en la elección de los delegados se incluyeron en la nueva lista. En consecuencia, las elecciones de electores tuvieron que ser anuladas y se celebraron nuevas elecciones después de que se eligieron delegados adicionales. Esta fue una gran victoria para la clase obrera y particularmente para el proletariado de San Petersburgo que había mostrado una conciencia de clase revolucionaria.
Las elecciones suplementarias de delegados de más de 20 empresas se fijaron para el domingo 14 de octubre. Pravda y nuestra organización del Partido continuaron con una campaña de propaganda tan fuerte como la que tuvieron durante las primeras elecciones. El movimiento de protesta contra los trabajadores privados de sus derechos electorales continuó mientras se llevaban a cabo las elecciones y las reuniones en las fábricas revelaron un crecimiento del sentimiento revolucionario y un mayor interés en la campaña electoral.
En su mayor parte, los mismos candidatos fueron nominados en las empresas “descalificadas”, pero esta vez recibieron instrucciones elaboradas por los Bolcheviques. Estas instrucciones fueron adoptadas en casi todas partes y de forma muy característica, incluso en algunas fábricas donde los Mencheviques habían sido elegidos. En la fábrica Semyanninkovsky, donde un Bolchevique y dos Mencheviques habían tenido éxito, los Mencheviques intentaron agregar una enmienda que contenía un lema Menchevique sobre el derecho de asociación. Esta enmienda fue rechazada por una abrumadora mayoría y el borrador de nuestras instrucciones fue adoptado sin modificaciones.
Las instrucciones Bolcheviques, que habían sido firmadas por miles de trabajadores, también fueron adoptadas en aquellas fábricas y molinos en los que se permitió la primera elección de delegados.
Tan pronto como se eligieron los delegados suplementarios se fijó una fecha para la reunión del colegio electoral en la que 6 electores debían ser elegidos nuevamente para el colegio electoral de los trabajadores. Pero esta vez no hubo oportunidad antes de que el colegio se reuniera para buscar un acuerdo en una lista conjunta de candidatos. Las discusiones entre las dos facciones fueron tan violentas como antes; tanto los Mencheviques como los Bolcheviques se mantienen en sus posiciones anteriores y se niegan a hacer ningún compromiso.
El segundo colegio electoral se reunió el 17 de octubre, asistieron casi el doble de delegados que había estado presente en el primero; en total había más de 80. Las huelgas y las reuniones de protesta obviamente tuvieron cierta influencia en Demkin, el presidente oficial del colegio electoral. Esta vez, la discusión duró más de 4 horas. En la discusión de la plataforma electoral, todas las tareas revolucionarias a las que se enfrentó la clase trabajadora fueron barridas y los argumentos entre los Bolcheviques y los Liquidadores se desarrollaron con renovado vigor.
Los delegados decidieron utilizar esta ocasión para hacer una demostración política y propusieron una serie de resoluciones sobre cuestiones políticas actuales. Se aprobaron resoluciones para protestar contra la guerra de los Balcanes (que estaba en curso); obligar al futuro diputado a plantear la cuestión de volver a intentar el caso de los miembros de la Segunda Duma que habían sido exiliados; y protestando contra las sentencias de los marineros del Mar Negro. Los delegados también emitieron un llamamiento pidiendo a los votantes de la segunda curia electoral de la ciudad que apoyen a los candidatos del Partido Socialdemócrata, como los “únicos defensores firmes, revolucionarios y audaces de los intereses del pueblo; como únicos luchadores contra la opresión política y por la libertad completa y los derechos de todas las nacionalidades.” Al final de la reunión, las instrucciones de los obreros de San Petersburgo a sus delegados, tal como lo propusieron los Bolcheviques, fueron adoptadas por unanimidad. Estas instrucciones fueron redactadas por el Comité Central de nuestro Partido[5] y, como ya lo dije, fueron adoptadas en las reuniones celebradas para elegir a los delegados. Las instrucciones enfatizaban la importancia de utilizar el tribunal de la Duma para la propaganda revolucionaria y exigían que tanto el diputado de San Petersburgo como toda la fracción socialdemócrata debían luchar por las demandas “íntegras” de la clase trabajadora.
El siguiente es el texto completo de las instrucciones que aprobaron los delegados sin ninguna adición ni enmienda:
Las demandas del pueblo ruso avanzado por el movimiento de 1905 siguen sin realizarse.
El crecimiento de la reacción y la “renovación del régimen” no solo no han satisfecho estas demandas, sino que, por el contrario, las han hecho aún más presentes.
No solo se priva a los trabajadores del derecho de huelga; no hay garantía de que no se les dé de baja por hacerlo; no solo no tienen derecho a organizar sindicatos y reuniones, no hay garantía de que no sean arrestados por hacerlo; ni siquiera tienen derecho a elegir a la Duma, porque serán “descalificados” o exiliados si lo hacen, ya que los trabajadores de Putilov y los astilleros Nevsky fueron “descalificados” hace unos días.
Todo esto está apartado de las decenas de millones de campesinos hambrientos que quedan a merced de los terratenientes y los jefes de policía rural.
Todo esto apunta a la necesidad de realizar las demandas de 1905. El estado de la vida económica en Rusia, los signos que ya aparecen de la crisis industrial que se avecina y la creciente pauperización de amplias capas del campesinado hacen que la necesidad de realizar los objetivos de 1905 más urgente que nunca
Pensamos, por lo tanto, que Rusia está en vísperas de movimientos de masas, quizás más profundos que los de 1905. Esto es testificado por los eventos de Lena, por las huelgas en protesta contra las “descalificaciones”, etc.
Como fue el caso en 1905, el proletariado ruso, la clase más avanzada de la sociedad rusa, volverá a actuar como la vanguardia del movimiento.
Los únicos aliados que puede tener son los campesinos, quienes están vitalmente interesados en la emancipación de Rusia del feudalismo.
Una lucha en dos frentes, contra el orden feudal y la burguesía liberal que busca una unión con los antiguos poderes, tal es la forma que las próximas acciones del pueblo deben asumir.
Pero para que la clase obrera pueda desempeñar honorablemente su papel como líder del movimiento del pueblo esta debe estar armada con la conciencia de sus intereses y con un mayor grado de organización.
La tribuna de la Duma es, en las condiciones actuales, uno de los mejores medios para iluminar y organizar a las amplias masas del proletariado.
Es para este propósito que estamos enviando a nuestro diputado a la Duma y le encargamos a él y a toda la fracción Socialdemócrata de la Cuarta Duma dar a conocer ampliamente nuestras demandas desde la tribuna de la Duma y de no jugar a la legislación en el Duma del Estado
Llamamos a la fracción socialdemócrata de la Cuarta Duma y nuestro diputado en particular, a mantener en alto la bandera de la clase trabajadora en el campo hostil de la Duma Negra.
Queremos escuchar las voces de los miembros de la fracción Socialdemócrata en voz alta desde la tribuna de la Duma proclamando el objetivo final del proletariado, proclamando las demandas de 1905 completas y sin restricciones, proclamando a la clase obrera rusa como el líder de los movimientos populares y denunciando a la burguesía liberal como traidora de la “libertad del pueblo”.[6]
Hacemos un llamado a la fracción Socialdemócrata de la Cuarta Duma, en su trabajo sobre la base de los lemas antes mencionados, a actuar en unidad y con sus filas cerradas.
Deje que reúna su fuerza atravesó del contacto constante con las amplias masas.
Que marche hombro con hombro con la organización política de la clase obrera de Rusia.
A pesar de que las instrucciones Bolcheviques fueron adoptadas por unanimidad, se presentaron en la elección dos listas independientes de candidatos, Bolcheviques y Mencheviques. Como en el colegio electoral anterior, la votación fue secreta. Solo cinco candidatos obtuvieron la mayoría absoluta, Kostyukov y yo para los bolcheviques, Gudkov, Petrov y Sudakov para los mencheviques. Se tomó otra votación al día siguiente y dos bolcheviques, Ignatyev y Zaitstev, encabezaron la encuesta. Se sortearon lotes e Ignatyev fue elegido elector.
La segunda etapa de las elecciones dio como resultado una representación equitativa para los Bolcheviques y los Mencheviques, cada uno controlando tres de los electores. El Partido había exigido que todos los electores, con la excepción del candidato a diputado apoyado por el Partido, se retiraran y se sometieran a la decisión de la mayoría.
El camarada Stalin, al resumir los resultados de las elecciones en Pravda, hizo hincapié en el hecho de que el respaldo de las instrucciones Bolcheviques mostraba claramente quién debía ser elegido para la Duma:
No importa cómo los liquidadores intenten ocultar el problema, la voluntad de los delegados fue bastante clara en lo que respecta al punto más importante, la cuestión de las instrucciones. Por abrumadora mayoría, los delegados adoptaron las instrucciones de Pravda para el diputado… Es obvio que las instrucciones difieren radicalmente de la plataforma de los Liquidadores y que, de hecho, son completamente anti-Liquidacionistas. La pregunta es: si los Liquidadores se atreven a designar a su propio candidato a diputado, ¿qué pasa con las instrucciones que, de acuerdo con la decisión de los delegados, son vinculantes para el diputado?
Los Liquidadores, sin embargo, le dieron poca importancia a la voluntad claramente expresada de los delegados. Tenían la intención de nominar a su propio candidato independientemente de los resultados y estaban dispuestos a hacer todo lo posible para lograr su elección.
El breve intervalo entre la selección de electores y la elección del diputado se gastó en negociaciones continuas entre los comités del partido y los electores. Mostramos que solo un Bolchevique debía ser elegido para la Duma ya que todo apuntaba al hecho de que la mayoría de los trabajadores apoyaba a los bolcheviques. Las etapas preliminares de las elecciones fueron a nuestro favor. En el primer colegio electoral, cuatro de los electores elegidos eran de nuestra lista, mientras que de los otros dos sólo uno fue sin duda un liquidador ya que el otro había pasado a los mencheviques después de las elecciones. El segundo colegio también era Bolchevique con simpatía, como lo demostraba el respaldo de las instrucciones. Insistimos en que una distribución accidental de votos no debe ser la base para tergiversar la voluntad de la mayoría de los trabajadores de San Petersburgo.
Ninguno de nuestros argumentos tuvo el menor efecto en los Liquidadores; e incluso rechazaron la sugerencia, hecha por algunos Bolcheviques, de que se podía lograr la unidad decidiendo la cuestión por sorteo. Ninguno de los dos hizo concesiones y ambos fueron al colegio electoral provincial decidido a enviar a su propio candidato a la Duma.
El colegio se reunió el 20 de octubre, cuatro diputados debían ser elegidos para representar a la Gubernia de San Petersburgo: una para los campesinos, dos para los propietarios y el cuarto para los trabajadores. El colegio estaba compuesto por 76 electores que representaban estas divisiones. Los Progresistas y los Octubristas eran mayoría y habían concluido una alianza contra la Derecha y los Nacionalistas.
Prince Saltikov, el presidente designado por el gobierno leyó las reglas y regulaciones que rigen el proceso electoral, verifico la lista de electores y propuso que la elección de diputados se iniciará. Primero, un diputado fue elegido por los electores de los campesinos, de los cuales cuatro eran Progresistas y uno de Derecha. Acordamos votar por el candidato progresista con la condición de que de ser elegido él votara con la fracción socialdemócrata en los proyectos de ley relativos a los trabajadores. El candidato que ellos nominaron fue elegido. Un Progresista también fue exitoso para los propietarios, mientras que un Octubrista fue elegido para representar a los propietarios.
Luego, el colegio procedió con la elección de un diputado para representar a los trabajadores. Todos los electores obreros, tanto Mencheviques como Bolcheviques, fueron a la votación. Cuando se contaron los votos fui declarado elegido habiendo recibido 34 votos contra 29. Los Liquidadores recibieron considerablemente menos votos.
Enfurecidos por su fracaso, los Liquidadores abrieron de inmediato una campaña difamatoria sobre la forma en que se habían llevado a cabo las elecciones, intentando así explicar su derrota.
Capítulo III
La Fracción Socialdemócrata de la Cuarta Duma del Estado
Después de las elecciones – Visitas y cartas de los trabajadores – La composición de la fracción socialdemócrata – Jagello, el diputado de Varsovia – El bolchevique “Seis”.
La Duma Estatal se abrió un mes después de las elecciones en San Petersburgo. Este mes se gastó en los preparativos para la formación de la fracción Socialdemócrata y en otros trabajos preliminares relacionados con la actividad de nuestra fracción.
La actividad dentro de la Duma era solo una pequeña parte de las tareas que enfrentaban los diputados de los trabajadores, la parte predominante de su trabajo se daba fuera de la Duma. Inmediatamente las elecciones terminaron, me absorbí en esto y me enfrenté a muchos nuevos deberes del Partido y del sindicato, trabajo para Pravda, etc.
Como se había decidido que debía visitar las oficinas editoriales todos los días, estaba muy cerca de Pravda. En ese momento Pravda estaba bajo la dirección del camarada Stalin, que vivía “ilegalmente”, y que también había sido acusado de la coordinación de la reciente campaña electoral y de los preparativos para la organización de la fracción de la Duma.
Cuando conocí a Stalin, planteó la cuestión de la necesidad de organizar, incluso antes de que la Duma abriera, una conferencia entre el Comité Central y los diputados de los trabajadores. Tal conferencia, por supuesto, tendría que realizarse en el extranjero.
En la conferencia, se trabajó en un plan de acción para la sección Bolchevique de la fracción de la Duma y se discutieron varias cuestiones relacionadas con nuestra futura actividad. Respaldo totalmente la propuesta de Stalin, siendo de la opinión que era necesario que los diputados de los trabajadores establecieran un contacto cercano con el Comité Central desde el comienzo. Sin embargo, no logramos convocar la conferencia antes de la inauguración de la Duma. Se decidió posponerlo hasta el primer receso de la Duma, cuando sería posible prepararse de una manera más sistemática.
Me reuní con el camarada Stalin con frecuencia tanto en las oficinas editoriales como en otros lugares. A menudo, Stalin venía a mi departamento disfrazado para evitar a los espías de la policía. Durante este período inicial, el asesoramiento del camarada Stalin fue de gran ayuda para mí y para los otros diputados de los trabajadores.
Durante mis visitas diarias a las oficinas de Pravda, me encontré con representantes de organizaciones obreras y me familiaricé con los estados de ánimo de los trabajadores. Llegaron trabajadores de todos los distritos de la ciudad y relataron lo que había sucedido en fábricas y obras, y cómo funcionaban las organizaciones legales e ilegales. Las conversaciones y reuniones con los representantes de los trabajadores revolucionarios me proporcionaron una gran cantidad de material para mi actividad futura en la Duma.
Los trabajadores mantuvieron un estrecho contacto con sus diputados, a quienes consideraban verdaderos representantes de sus intereses. Tan pronto como los resultados de las elecciones se publicaron en la prensa, los trabajadores de varias fábricas comenzaron a llegarme con las más diversas solicitudes y preguntas. Para reunirme con los delegados de las fábricas y, al mismo tiempo, estar más cerca de la oficina de Pravda, era necesario que yo viviera en el centro de la ciudad. Después de haber recibido mi baja de la fábrica, renté un apartamento en la calle Shpalernaya, en los alrededores de la Duma Estatal, y me mudé allí desde mi antigua casa que se encontraba más allá de Nevskaya Zastava.
Los espías de la policía, que no habían estado descuidados incluso cuando estaba empleado en la fábrica, se volvieron más atentos cuando fui elegido delegado; después de haber sido elegido cómo elector, sus números aumentaron aún más, y ahora sitiaron positivamente mi apartamento, vigilando cada uno de mis pasos y siguiendo a todos mis visitantes.
Todos los días recibía una correspondencia voluminosa no solo de San Petersburgo, sino también de otras ciudades, y muchos trabajadores me llamaron para verme. Para que estas consultas con las masas continúen, publiqué en Pravda las horas de “servicio” en casa. Algunos de estos visitantes numerosos llegaron en nombre de varias organizaciones, mientras que otros vinieron en asuntos personales.
Las conversaciones y cartas tocaron absolutamente todos los aspectos de la vida de los trabajadores. Me mantuvieron informado del trabajo realizado y de las persecuciones sufridas por los sindicatos, de huelgas, cierres patronales, desempleo y nuevos casos de represión policial. Me pidieron que intercediera en nombre de los arrestados, y recibí muchas cartas de exiliados, que me pidieron que organizara un apoyo financiero y de otro tipo para ellos. Entre los que se presentaron en asuntos personales, algunos incluso me preguntaron si podía ayudarles a encontrar trabajo. Muy a menudo los visitantes llamaban para hablar sobre la Duma y su trabajo, para expresar sus deseos y dar consejos.
Fue necesario responder todas las cartas con prontitud y atender las solicitudes. En varios casos, tuve que iniciar peticiones y llevar a cabo negociaciones con varias instituciones gubernamentales. Todo esto tomó mucho tiempo y mi día estuvo completamente ocupado incluso antes de que abriera la Duma.
A partir de telegramas e información local, obtuvimos gradualmente una imagen de los resultados de las elecciones en toda Rusia, y muy pronto se conoció la composición aproximada de la fracción Socialdemócrata en la futura Duma. No toda la información, sin embargo, fue lo suficientemente precisa o confiable. Por lo tanto, no estaba claro quién era Mankov, el diputado de Irkutsk. La noticia de la elección de un diputado Socialdemócrata para el distrito marítimo en Siberia resultó ser errónea; más tarde se supo que el diputado no era un Socialdemócrata, sino un Trudovique. En general, la configuración de las elecciones era tal que no se podía confiar absolutamente en las comunicaciones de la agencia telegráfica oficial. Muy a menudo los telegramas simplemente decían que se había elegido uno de “Izquierda”, pero no se sabía a qué partido pertenecía.
Solo sabíamos qué diputados habían sido elegidos realmente después de que habían venido a San Petersburgo. Siendo un diputado de San Petersburgo, publiqué un anuncio en Pravda invitando a todos los diputados Socialdemócratas que llegaban a San Petersburgo a una discusión sobre la organización de una fracción. Los invité a obtener mi dirección de la oficina editorial del periódico. Este anuncio se hizo con el propósito de poner a los diputados en contacto con Pravda de inmediato, y así ponerlos bajo la influencia del órgano Bolchevique. Así, el primer lugar de reunión de los diputados socialdemócratas en San Petersburgo fue la oficina editorial de Pravda; fue solo después de que estuvieron allí que fueron a la Duma Estatal. Los Mencheviques, Chjeídze y Skobelev, también visitaron Pravda e intentaron establecer relaciones “amistosas” con los Bolcheviques.
Después de que la mayoría de los diputados Socialdemócratas habían llegado a San Petersburgo, se llevaron a cabo conferencias para intercambiar información sobre las instrucciones y opiniones de las diversas regiones de las que provienen. Al principio celebramos nuestras reuniones en el Palacio de Taurida, pero posteriormente en nuestras propias instalaciones. La fracción alquiló un apartamento de cuatro o cinco habitaciones en el 39 Rozhdestvenskaya. Estas oficinas centrales fueron inmediatamente rodeadas por la policía, que vigilaba constantemente la entrada y las ventanas.
Así como en la Segunda y la Tercera Dumas, la fracción Socialdemócrata de la Cuarta Duma comenzó como una fracción unida, que comprendía tanto a los Bolcheviques como a los Mencheviques. Pero a diferencia de los casos precedentes, una lucha aguda estalló a la vez entre los dos grupos. La Tercera Duma se había abierto en un período de reacción violenta y decadencia en la lucha revolucionaria; las elecciones a la Cuarta Duma, por otro lado, habían tenido lugar cuando el movimiento obrero estaba en ascenso. La clase obrera, retomando la lucha revolucionaria, se estaba liberando rápidamente de las tendencias de liquidación. En las elecciones en los colegios obreros, la lucha entre los Bolcheviques y los Mencheviques había estallado con una pasión excepcional y era natural que continuara en la fracción Socialdemócrata. En consecuencia, desde la primera reunión prevaleció un estado de intensa hostilidad entre las secciones Bolchevique y Menchevique de la fracción.
La primera reunión de la fracción se celebró poco tiempo antes de la inauguración de la Duma. Aprovechándose de su mayoría en la fracción, los Mencheviques intentaron asegurar la mayoría de los escaños en el presídium de la fracción, pero los obligamos a ceder casi la mitad de los escaños a la sección Bolchevique. Chjeídze, un Menchevique, fue elegido presidente, Malinovsky, un Bolchevique, vicepresidente, y Tulyakov, otro Menchevique, tesorero. Los otros dos miembros del presídium eran el Bolchevique, Petrovsky y el Menchevique, Skobelev.
Había catorce diputados en la fracción Socialdemócrata, seis eran Bolcheviques y siete Mencheviques. El último miembro, el diputado de Varsovia, Jagello, apoyó a los Mencheviques. La mayoría de los Mencheviques, aunque insignificantes, parecía a primera vista permitirles reclamar que contaban con el apoyo de la mayoría de la clase obrera. Esta afirmación, sin embargo, estaba lejos de ser cierta. Un examen más detallado de los resultados de las elecciones muestra que los Bolcheviques eran realmente los líderes de los trabajadores y que los diputados Bolcheviques eran los únicos representantes genuinos de la clase trabajadora en la Duma del Estado.
Todas las elecciones en los colegios obreros de las áreas industriales más grandes habían dado como resultado victorias para los Bolcheviques. Los diputados Mencheviques, por el contrario, fueron elegidos de los centros no obreros, principalmente las provincias fronterizas, donde la mayoría de la población era pequeñoburguesa. La distribución de los trabajadores en las áreas afectadas muestra para quién votó la clase obrera. En las seis provincias con colegios electorales obreros había 1,008,000 trabajadores (en fábricas y minas), mientras que en las ocho provincias que devolvían mencheviques había 214,000 trabajadores, o si incluimos la provincia de Bakú, donde los trabajadores estaban privados de su libertad, 246,000 trabajadores. De estas cifras es obvio que, de hecho, los Bolcheviques representaban cinco veces más trabajadores que los Mencheviques. Solo un sistema electoral especialmente diseñado para reducir la representación de la clase trabajadora podría provocar tal correlación de fuerzas dentro de la fracción Socialdemócrata.
La influencia preponderante que los Bolcheviques tenían entre las masas también se puede probar comparando el número de diputados elegidos por los colegios electorales obreros con los Dumas estatales anteriores. En la Segunda Duma, 12 Mencheviques y 11 Bolcheviques fueron elegidos por los colegios obreros; en el tercero había un número igual de cada uno; mientras que, en la Cuarta Duma, solo 6 diputados fueron elegidos, pero todos ellos eran Bolcheviques. En el momento de la Segunda Duma, que coincidió con el Congreso de Londres del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, la mayoría del Partido era definitivamente Bolchevique; y en la Cuarta Duma no cabía duda de que los Bolcheviques contaban con el apoyo de al menos las tres cuartas partes de los trabajadores revolucionarios.
El hecho de que la composición de la fracción Socialdemócrata no correspondía a la composición del Partido no fue accidental. El carácter oportunista de los partidos laboristas parlamentarios es común a todos los países burgueses. Esto se debe en parte al sistema electoral que, bajo cualquier régimen burgués, se dirige a limitar los derechos de los trabajadores revolucionarios más progresistas, y en parte a la mayor adaptabilidad e interés en la actividad parlamentaria desplegada por los elementos no proletarios del socialismo – la pequeña burguesía, los empleados de oficina y, sobre todo, los intelectuales.
Mientras que el ala Bolchevique de la fracción consistía únicamente de trabajadores que venían directamente a la Duma desde fábricas y talleres, 3 de los 7 Mencheviques eran intelectuales; Chjeídze era un periodista, Skobelev un ingeniero, Chkhenkeli un abogado. Estos tres fueron elegidos en el Cáucaso, que también había enviado Mencheviques a los Dumas anteriores. Un factor decisivo en esta estabilidad Menchevique en el Cáucaso fue la oposición local a la política de rusificación perseguida por el gobierno zarista. Las elecciones caucásicas, en particular, muestran hasta qué punto los Mencheviques dependían de los votos de la pequeña burguesía. Los cuatro diputados Mencheviques que eran trabajadores también fueron elegidos de las provincias fronterizas: Buryanov de la Gubernia Taurida (Crimea), Tulyakov de la región Don, Khaustov de la Gubernia de Ufa y Mankov de la Gubernia de Irkutsk. El apoyo de los votantes, políticamente indiferentes, pero que defendieron un movimiento nacionalista contra la opresión imperialista del gobierno, contribuyó en gran medida al éxito de estos diputados.
La elección de Mankov se logró contra la voluntad de los votantes de la clase obrera. En la reunión electoral provincial de Irkutsk, solo 12 de los 20 electores participaron. Los 8 restantes fueron “descalificados” y no se realizaron nuevas elecciones para reemplazarlos. Este truco electoral impidió que los trabajadores de Irkutsk elijan a su candidato e inesperadamente Mankov tuvo éxito, aunque sus puntos de vista Liquidacionistas fueron rechazados por los trabajadores. Simultáneamente con la llegada de Mankov a San Petersburgo, la fracción recibió una objeción de los trabajadores de Irkutsk contra su elección. En un momento hubo una cuestión de la renuncia de Mankov, y se exigió la anulación de las elecciones de Irkutsk. Al principio, incluso los Mencheviques vacilaron sobre la cuestión de si Mankov, con tales “testimonios”, debería ser admitido en la fracción socialdemócrata.
La elección del diputado de Varsovia, Jagello, que apoyó a los Mencheviques, fue aún más irregular. Jagello era un miembro del Partido Socialista polaco en el cual las tendencias nacionalistas pequeño burguesas eran predominantes. El Bund[7] hizo una alianza (electoral) con este partido contra los Socialdemócratas. Este hecho por sí solo reveló que el Bund era una organización secesionista que había transgredido las decisiones y direcciones del Partido ya que el partido se había negado a admitir el Partido Socialista Polaco en sus filas. Los Socialdemócratas obtuvieron la mayoría en las elecciones, y de los tres electores obreros, dos, Bronovski y Zalevski, eran Socialdemócratas. Jagello, el candidato del bloque era el tercero y podía solo considerársele como el candidato de una minoría de los trabajadores. Los representantes de la burguesía judía, ya que no se atrevieron a presentar un candidato propio, votaron a favor de este representante de la minoría para garantizar que un nacionalista polaco con tendencias antisemíticas no ganara las elecciones. Así, Jagello fue elegido por un bloque formado por el Partido Socialista Polaco, el Bund y la burguesía judía, dirigido contra la mayoría de los trabajadores de Varsovia que habían apoyado al Partido Socialdemócrata Polaco.
A pesar del hecho de que Jagello declaró que aceptaría todas las decisiones de la fracción Socialdemócrata, nos opusimos firmemente a su admisión. Los Bolcheviques no deseaban aprobar el paso secesionista del Bund. A lo mucho, estábamos dispuestos a aceptarlo como miembro afiliado de la fracción al igual que los Socialdemócratas lituanos, que en ese momento no eran miembros del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso pero que habían sido aceptados en la Segunda Duma.
Los Mencheviques, sin embargo, recibieron a Jagello como un aliado que podría darles un voto extra en su lucha contra el ala Bolchevique de la fracción. Querían incluirlo sin reservas como miembro de la fracción con los mismos derechos que los otros diputados. Nosotros protestamos contra el desprecio tan absoluto por las decisiones del Partido y después de una larga y tenaz lucha forzamos a los Mencheviques a ceder. Este fue uno de los primeros asuntos en los que las dos facciones lucharon. Jagello fue admitido en la fracción Socialdemócrata como miembro con derechos limitados. Ejerció un voto sobre las cuestiones de la actividad de la Duma y tenía el derecho de aconsejar, pero no votar, sobre cuestiones de la vida interna del Partido. El camarada Stalin refirió lo siguiente a esta decisión en un artículo en Pravda:
La decisión de la fracción socialdemócrata es un intento de descubrir algo en la naturaleza de un compromiso. Si la fracción ha encontrado el camino hacia la paz aún está por verse. En cualquier caso, es obvio que el Bund no obtuvo una sanción por su paso secesionista, aunque se esforzó por conseguirlo.
El desarrollo posterior mostró que la visión escéptica de Stalin sobre la posibilidad de una reconciliación entre los Bolcheviques y los Mencheviques en la fracción estaba plenamente justificada. Los diputados obreros Bolcheviques estaban decididos a cumplir la voluntad de los trabajadores que los habían enviado a la Duma y libraban una lucha constante contra los liquidadores.
Todos nuestros “seis” Bolcheviques eran trabajadores que llegaron a la Duma del Estado desde el corazón de la clase trabajadora. Cada uno de nosotros desde la niñez había experimentado personalmente todos los “encantos” del régimen capitalista. Para todos nosotros, la opresión del gobierno zarista y la implacable explotación de las clases trabajadoras por parte de la burguesía y sus secuaces estaban lejos de ser teorías abstractas, las habíamos experimentado nosotros mismos.
La clase obrera, después de enormes dificultades, después de muchas pérdidas y derrotas crueles, había obtenido el derecho de enviar a sus representantes a la Duma Estatal. Por nuestra lucha contra el régimen existente en las propias fauces del enemigo, tuvimos que justificar las enormes pérdidas sufridas por los trabajadores rusos. La conciencia de esta gran y responsable tarea aumentó aún más la energía revolucionaria y fortaleció la voluntad de los diputados obreros, cuando combatían tanto a los enemigos abiertos del proletariado como a los enemigos ocultos que intentaban bloquear el movimiento revolucionario.
Cuatro trabajadores metalúrgicos y dos trabajadores textiles conformaban los “seis” bolcheviques en la Cuarta Duma. Petrovsky, Muranov, Malinevsky y yo trabajábamos en el metal, Shagov y Samoylov eran trabajadores textiles. Los diputados Bolcheviques fueron elegidos en las áreas industriales más grandes de Rusia: G.I. Petrovsky fue diputado por la Gubernia de Yekaterinoslav, M.K. Muranov para Gubernia Kharkov, N.R. Shagov para la Gubernia Kostroma, F.N. Samoylov para la Gubernia Vladimir, R.V. Malinovsky para la Gubernia de Moscú y yo para San Petersburgo.
Pero, de hecho, los diputados de los trabajadores no representaban solo a las regiones que los habían elegido, ya que tan pronto como nuestra elección se conoció, recibimos cartas, declaraciones y resoluciones de trabajadores de diversas regiones que nos confiaban la representación de sus intereses. Cito como ejemplo una carta que recibí a principios de noviembre de 1912:
Querido camarada, usted sabe por los periódicos el triste resultado de las elecciones en la Gubernia de Kursk. Debido a la ley electoral del 3 de junio, Markovistas, los peores enemigos de los trabajadores fueron elegidos para la Duma. Por lo tanto, los intereses vitales del proletariado quedan indefensos. Por lo tanto, nosotros, un grupo de delegados de Kursk, le encargamos a usted, el representante elegido de los trabajadores de San Petersburgo, y los otros miembros de la fracción socialdemócrata en la Cuarta Duma con la defensa de los intereses de nuestros electores y respaldamos las instrucciones que le dio el proletariado de San Petersburgo. Con saludos fraternales. LOS DELEGADOS DE LA GUBERNIA KURSK.
Los trabajadores de Dvinsk escribieron lo siguiente:
Solo Centurias Negras fueron elegidos de la Gubernia de Vitebsk. Ni un solo representante de la clase trabajadora pudo ingresar al Palacio de Taurida a través de la barrera erigida por la ley del 3 de junio. Nosotros, los trabajadores progresistas de Dvinsk, enviamos a la fracción socialdemócrata en general nuestros fraternos saludos y solicitud de asumir la defensa de los intereses de la democracia en la Gubernia de Vitebsk.
A pesar de la policía y la persecución a la que se exponía a cualquiera que se relacionara con los diputados Bolcheviques, los trabajadores de todos los rincones de Rusia nos enviaron sus instrucciones, saludos y promesas de apoyo.
Expresando su deseo de mantenerse en contacto con los diputados, los trabajadores al mismo tiempo invitaron a sus diputados a mantener un estrecho contacto con el proletariado de San Petersburgo, que siempre fue la vanguardia del movimiento revolucionario. La siguiente cláusula se incluyó en las instrucciones enviadas a Muranov por los trabajadores de las naves de locomotoras de Kharkov y por los grupos de ciudades, fábricas y ferrocarriles Socialdemócratas:
En cualquier situación política aguda, el diputado debe consultar a los trabajadores que lo eligieron para la Duma del Estado y también para establecer las relaciones más estrechas con el proletariado de San Petersburgo.
Instrucciones similares fueron recibidas por los otros diputados de los trabajadores. El apoyo de los trabajadores de San Petersburgo fue de gran importancia para los diputados bolcheviques. Al hablar desde la tribuna de la Duma, los Bolcheviques, acusando y exponiendo al gobierno, siempre se sintieron seguros de que allí, fuera de los muros del Palacio de Taurida, encontrarían apoyo entre los trabajadores de San Petersburgo, quienes, mediante sus huelgas y manifestaciones, prestaron la impresión hecha por los discursos de la Duma es mucho más efectiva. Los trabajadores de las otras regiones de Rusia rápidamente siguieron este ejemplo, pero la primera embestida siempre fue llevada a cabo por las filas fuertes y escogidas de los trabajadores de San Petersburgo.
Pravda expresó el espíritu de los trabajadores de San Petersburgo cuando tomo con satisfacción el comienzo de nuestro trabajo en la Duma en los siguientes términos:
Los editores de Pravda dan la bienvenida a la fracción Socialdemócrata de la Cuarta Duma y le desean éxito en su difícil y responsable deber de defender de manera constante y constante los intereses del proletariado y de la democracia en su conjunto.
Pravda también publicó el siguiente saludo de un grupo de trabajadores de San Petersburgo:
En la Cuarta Duma, unos pocos escaños, un pequeño sector del semicírculo de la Duma, están ocupados por diputados que realmente representan al pueblo y cuyos corazones laten al unísono con los corazones de los trabajadores y campesinos rusos. Estos son los diputados de los trabajadores, la fracción Socialdemócrata.
Todos estos mensajes nos aseguraron que ingresamos a la Duma con el apoyo, no solo de los cientos de miles de trabajadores que habían participado activamente en las elecciones, sino de todo el proletariado ruso. Esta fuerte e íntima conexión con las masas, que se fortaleció con el paso del tiempo, fue de inmensa ayuda para nosotros en nuestro extremadamente complicado y difícil trabajo de la Duma.
Las dificultades de trabajo en la Duma se mitigaron en el caso de los Mencheviques por el hecho de que poseían más personas familiarizadas con tales tareas. El líder Menchevique Chjeídze había sido durante 5 años el presidente de la fracción Socialdemócrata en la Tercera Duma del Estado. Durante este período, él había acumulado una considerable experiencia y había aprendido a maniobrar a través del complejo laberinto de reglas de procedimiento de la Duma. El hábito de hablar desde la tribuna de la Duma también era importante, como también lo era el conocimiento de métodos especiales por los cuales uno podría resistir la presión ejercida por el presidente y vencer los ataques de la mayoría de los Centurias Negras.
Los llamados expertos ayudaron a todas las fracciones de Duma en su trabajo. Eran partidarios y simpatizantes de los partidos representados en la Duma. Con su ayuda, se recolectó el material necesario para los discursos, se redactaron los proyectos de ley, se enmarcaron las interpelaciones y se discutieron y aprobaron los textos de los discursos. Tales expertos eran de especial importancia para la fracción Socialdemócrata porque nuestro Partido era ilegal.
El trabajo de los diputados Socialdemócratas contó con la asistencia de publicistas y periodistas del Partido, así como de aquellos miembros que poseían la formación necesaria (abogados y economistas, etc.). Incluían tanto a los Bolcheviques como a los Mencheviques. Los Mencheviques, sin embargo, fueron considerablemente más numerosos porque los Bolcheviques, enemigos más formidables del gobierno zarista, sufrieron mucho más las persecuciones de la policía secreta. Los Mencheviques disfrutaban de un grado relativamente mayor de instalaciones legales y varios de sus miembros prominentes vivían relativamente tranquilos en San Petersburgo participando en el trabajo literario y social. Los líderes Mencheviques como Dan, Potresov y Yezhov, por ejemplo, vivían legalmente.
Un estado de cosas bastante diferente prevaleció entre los Bolcheviques. Durante varios periodos los camaradas Stalin, Sverdlov, Kamenev, Olminsky, Molotov, Krestinsky, Krylenko, Quiring, Concordia Samoylova y otros destacados trabajadores del Partido participaron en el trabajo de la fracción. Pero aparecieron en San Petersburgo de manera ilegal y solo por períodos breves, entre un escape del exilio y un nuevo arresto.
Capítulo IV
La apertura de la Duma
Huelga en el día de la inauguración de la Duma – Los Mencheviques y los Bolcheviques en la huelga – La primera sesión de la Cuarta Duma – La Fracción Socialdemócrata y la elección del Presídium de la Duma – La Declaración del Gobierno – La respuesta de los Socialdemócratas – Las “omisiones” de Malinovsky
Una ola de huelgas acompañó el comienzo del trabajo de la nueva Duma estatal. La clase trabajadora había comprendido completamente la importancia de la huelga como arma y la utilizó extensamente en las luchas contra el gobierno zarista y la burguesía.
Inmediatamente antes de la apertura de la Duma, que se había fijado para el 15 de noviembre de 1912, se celebró una reunión en San Petersburgo para protestar contra las condenas a muerte impuestas a varios marineros de la flota del Mar Negro. Una corte marcial naval en Sebastopol había condenado a muerte a 17 marineros y a 106 más a servidumbre penal por conspirar para preparar una revuelta. En respuesta, se organizaron huelgas masivas que se extendieron rápidamente desde San Petersburgo a otras regiones de Rusia. En una semana, más de 60,000 trabajadores, es decir, alrededor de un cuarto de los trabajadores de San Petersburgo, participaron en huelgas de un día. En toda Rusia, alrededor de un cuarto de millón de hombres participaron en esta huelga de protesta. En algunas de las fábricas de San Petersburgo se organizaron manifestaciones y los trabajadores marcharon por las calles portando banderas rojas y cantando canciones revolucionarias.
El movimiento de huelga provocado por la sentencia de la corte marcial continuó hasta la apertura de la Duma y luego se transformó en una huelga política, programada para coincidir con la primera sesión de la Duma. Esta última huelga fue declarada una protesta contra la ley del 3 de junio y la reaccionaria Duma y como una manifestación de apoyo de los diputados Socialdemócratas. Al mismo tiempo, los huelguistas protestaron una vez más contra la sentencia de muerte dictada contra los marineros y contra el tratamiento brutal de los presos políticos en las cárceles de Algachinsky y Kutomarsky.
Las huelgas y manifestaciones fueron organizadas por tres grupos de socialdemócratas de San Petersburgo. La convocatoria emitida tres días antes de que la Duma abriera presentaba las siguientes firmas: “El grupo Socialdemócrata central de sindicalistas de San Petersburgo”, “Un grupo de Socialdemócratas”, “Un grupo de Socialdemócratas revolucionarios”. Ni el Comité Bolchevique de San Petersburgo ni la Oficina de Organización de los Mencheviques tuvieron nada que ver con la publicación de la proclamación o la organización de la huelga. Los iniciadores de la huelga ni siquiera notificaron su apelación a los comités del Partido ni a los editores de los dos periódicos (Pravda y Luch) ni a nuestra fracción de la Duma, que ya existía desde hacía dos semanas.
Tal acción guerrillera por grupos separados, tomando la iniciativa en sus propias manos, fue el resultado de una organización inadecuada del movimiento revolucionario. Pero también puede explicarse en parte por la dificultad de establecer relaciones con los principales comités del Partido, que fueron continuamente perseguidos por la policía secreta y que, por lo tanto, tenían que mantener su ubicación en secreto.
Estas circunstancias determinaron el carácter de tales acciones: todas carecían de una línea del Partido claramente definida y firme. Sus lemas habituales eran “espíritu no fraccional” y “unidad” y poseían esa vaguedad e indefinición que más tarde sería característica del futuro interdistrital (mezhraiontsi).[8]
Tanto los lemas Bolcheviques como los Mencheviques aparecieron en la convocatoria emitida por estos grupos. Exigía la confiscación de las propiedades de los terratenientes, “libertad de asociación”, “representación genuina del pueblo” y “una lucha por una república democrática”, etc. Se distribuyó en las fábricas tres días antes del 15 de noviembre y al mismo tiempo los organizadores de la huelga llevaron a cabo una agitación oral entre los trabajadores. Por lo tanto, tanto nuestra fracción como los centros del Partido de San Petersburgo se enfrentaron a un hecho consumado.
Inmediatamente se convocó una conferencia a la que asistieron los diputados Bolcheviques y Mencheviques, que para ese momento habían llegado a San Petersburgo, y representantes del Comité de San Petersburgo, el Comité Menchevique y los consejos editoriales de ambos periódicos, Pravda y Luch. Los Mencheviques se opusieron por completo tanto a la huelga como a la manifestación, que consideraron una pérdida de fuerzas, y consideraron que era necesario controlar la acción propuesta. “La fiebre de la huelga”, “incitación a los disturbios”, tales fueron los términos aplicados por los Liquidadores a las huelgas cada vez más frecuentes y la militancia de la clase trabajadora. Los Bolcheviques consideramos que esta actitud hacia la huelga propuesta era inadmisible. Aunque la huelga había sido preparada de manera desorganizada y no como debería haberse preparado, sin embargo, dado que la apelación a la huelga había provocado una respuesta favorable de los trabajadores, consideramos que era incorrecto oponerse a su acción.
Sin embargo, a instancias de la mayoría Menchevique, se emitió una comunicación en nombre de la fracción en el sentido de que, de acuerdo con la información de la fracción, la proclamación distribuida en las fábricas “no emana de ninguno de los Grupos Socialdemócratas de Petersburgo”.
Los Liquidadores no estaban satisfechos con esta declaración y comenzaron en Luch una campaña para aplastar la huelga, insinuando de manera despreciable que “el llamado a la huelga es un intento hecho por personas desconocidas para abusar del entusiasmo de los trabajadores”, que “esto hace que su origen sea muy sospechoso “, etc. Sin embargo, aunque no pudieron paralizar o frustrar la huelga por completo, tuvieron éxito en obstaculizar considerablemente su desarrollo.
El comportamiento de los Mencheviques provocó violentas protestas de los grupos que habían organizado la huelga. Esto hizo que la posición de la sección Bolchevique de la fracción fuera muy difícil. Pero mientras que el carácter desorganizado de la huelga y su preparación precipitada e incorrecta hizo difícil para los diputados Bolcheviques definir su posición, los Liquidadores aprovecharon hábilmente la situación y llevaron a cabo su campaña contra la huelga. Era necesario aclarar la posición y conocer todas las circunstancias del caso. La cuestión se discutió primero en el Comité de San Petersburgo que luego presentó un informe a la fracción, insistiendo en la necesidad de investigar el caso junto con los representantes de los grupos que habían declarado la huelga. Para este propósito, la fracción estableció una comisión en la cual Skobelev representaba a los Mencheviques y yo a los Bolcheviques. En la noche, en las instalaciones de una imprenta, tuvimos una reunión con los representantes de los grupos y con los miembros del Comité de San Petersburgo. Se examinaron todas las circunstancias relacionadas a la declaración de la huelga y la publicación de las proclamaciones (se supo, en particular, que la mayoría de los organizadores de la huelga eran Bolcheviques). Los resultados de estas negociaciones se informaron en una reunión de la fracción. Finalmente, el conflicto se resolvió y los Mencheviques tuvieron que reconocer que su curso de acción había sido incorrecto.[9]
Según la estimación de la policía secreta, cerca de 30,000 trabajadores de San Petersburgo participaron en la huelga del 15 de noviembre. El informe de la policía secreta al director del departamento de policía describe los eventos que tuvieron lugar en las calles de St. Petersburgo en ese día en las siguientes palabras:
“Desde las 11 a.m., pequeños grupos de trabajadores fueron observados moviéndose a lo largo de las aceras en el barrio del Palacio de Taurida y alrededor de las 3 p.m. un número de estudiantes universitarios e intelectuales aparecieron en el mismo lugar. Durante un tiempo la multitud caminó alrededor de los jardines de Taurida, pero la policía les impidió reunirse y gradualmente se dispersaron.
“Alrededor de las 3.30 p.m. una multitud formada por estos trabajadores y estudiantes apareció en la calle Kirochnaya. Cantando canciones revolucionarias y llevando una bandera roja del tamaño de un pañuelo con la leyenda ‘Abajo con Autocracia’, salieron a la Avenida Liteyny y se dirigieron hacia la Avenida Nevsky. En la esquina de Avenida Liteyny y las calles Basseynaya y Simeonovskaya la policía ordinaria dispersó a los manifestantes, recogió la bandera de la acera donde la multitud se había reunido y arrestó al abanderado.
“A las 3 p.m., una multitud similar de unas 100 personas de entre los que estaban cerca del Palacio de Taurida caminaron desde el otro extremo de la calle Kirochnaya, sin ninguna manifestación, a lo largo de la Avenida Surorov hacia la Avenida Nevsky. En la esquina de la calle Sexta Rozhdestvenskaya fueron dispersados por la policía.
“Entonces, también a las 3 p.m. en la calle Ligovskaya, cerca de la Plaza Znamenskaya, una pequeña multitud de trabajadores se reunió e intentó avanzar por el lado derecho de la calle Ligovskaya hacia el canal Obvodny, pero esta multitud pronto fue disuelta por la policía. Alrededor de 15 a 20 personas, aparentemente un resto de esta multitud, se acercaron a la fábrica de dulces de Bligken y Robinson, que está situada en la calle Ligovskaya No 52, y se abrieron paso a través de la entrada hacia el patio de la fábrica, seguidos por un vigilante. Tenían la intención de ingresar a la fábrica para inducir a los trabajadores a abandonar el trabajo, pero una patrulla de la policía llegó a tiempo para evitar que se dieran cuenta de su intención. Algunos de los participantes en estos trastornos lograron trepar por el seto y ocultarse en las vías del ferrocarril Nikolaievskaya, pero siete fueron arrestados y serán enjuiciados de acuerdo con las regulaciones vigentes “.
La policía secreta bien informada, sin embargo, suavizó un poco los eventos en su informe. Por ejemplo, no informó que una de las manifestaciones fue dispersada por la policía con espadas; que los trabajadores que ingresaron al patio de la fábrica de Bligken y Robinson no llegaron allí por su propia voluntad, sino que fueron conducidos allí por la policía, que los atacó salvajemente con palos y barras de hierro; tampoco se da información de otros enfrentamientos con los manifestantes.
Durante la manifestación, varias personas fueron detenidas, incluidos varios organizadores sindicales, los cateos y detenciones continuaron incluso en vísperas de la apertura de la Duma. La policía estaba particularmente ansiosa por encontrar a los Bolcheviques e ignoró a los Mencheviques. Después de un cateo el camarada Baturin (N. Zmayatin) fue arrestado, pero el camarada Molotov, que fue especialmente perseguido por la policía, logró escapar.
Por lo tanto, la Cuarta Duma del Estado se abrió en un ambiente típico del régimen zarista. Los trabajadores fueron a saludar a sus diputados y la policía, a su vez, saludó a los trabajadores con los habituales cateos, detenciones y golpizas.
Mientras que la policía en las calles de San Petersburgo estaba demostrando a los trabajadores la constitución rusa “en la práctica”, la Duma se abrió solemne y ceremoniosamente dentro de los muros del Palacio de Taurida. Después de haber recitado una cantidad de oraciones, el anciano Secretario de Estado zarista, Golubev, leyó el “decreto más importante”, saludado por una fuerte hurra de los representantes del pueblo. Para recordar a la oposición que, incluso si fue admitida en la Duma, debe ser silenciosa y no ofrecer ninguna obstrucción, Golubev se negó a permitir que los Socialdemócratas y los Trudoviques hablaran y explicaran sus razones para negarse a participar en la elección de un presidente. La primera sesión fue interrumpida por el discurso del presidente electo, M.K. Rodzyanko, quien, con voz estentórea, juró que “la Duma se consagró firmemente al servicio de la corona”. La Cuarta Duma Estatal había comenzado su trabajo.
Los 442 diputados en la Duma se dividieron entre los siguientes partidos: 65 de Derecha, 120 Nacionalistas y Derechistas moderados, 98 Octubristas, 48 Progresistas, 59 Cadetes, 21 de Grupos Nacionales (Polacos, Rusos Blancos, Mahometanos), 10 Trudoviques, 14 Socialdemócratas y 7 Independientes. El sistema electoral, establecido por la ley del 3 de junio, naturalmente había otorgado una mayoría a los terratenientes y nobles, enemigos acérrimos de la clase trabajadora y del campesinado. La Duma de las Centurias Negras, aunque estaba dividida en varios partidos y grupos, era en realidad un baluarte confiable del zarismo. Mientras Purishkevich, Markov y otros “intransigentes” expresaron su devoción al régimen existente con fuertes hurras, Miliukov, por no mencionar a los Octubristas, solo cubrieron esa devoción con frases liberales. La oposición Octubrista-Cadete era una farsa; al menos regañados por los ministros zaristas, inmediatamente olvidaron sus palabras grandilocuentes y revelaron su carácter contrarrevolucionario.
Los Cadetes mostraron sus verdaderas simpatías en la sesión de apertura votando por el Octubrista, Rodzyanko, como presidente de la Duma. Rodzyanko, el caballero en espera de la Corte Imperial y un gran terrateniente en la Gubernia Vekaterinoslav, poseía una voz estentórea, era muy alto y tenía una presencia dominante. Además, el nuevo presidente tenía otras cualidades; se había ganado la reputación de ser un fiel servidor del zar y había demostrado su valía en la Duma anterior, donde había lidiado muy eficientemente con los diputados de la Izquierda, a los que amordazaba y perseguía en todos los sentidos.
Mientras apoyaban la candidatura de Rodzyanko, los Cadetes intentaron convencer a los Trudoviques y nuestra fracción Socialdemócrata de participar en la elección del presidente. Los Trudoviques vacilaron al principio y su líder, Dzyubinsky, incluso abrió negociaciones sobre este asunto. Finalmente, sin embargo, superaron las vacilaciones y los titubeos tan típicos de los representantes de la clase media baja y se negaron a participar en la elección del Presídium de la Duma.
Para nuestra fracción, la cuestión de participar en la elección del Presídium de la Duma estaba perfectamente clara. Rechazamos categóricamente la oferta de los Cadetes. Para nosotros fue absolutamente irrelevante quién fuera el presidente de la Duma. La participación en la elección del presidente hubiera significado asumir un cierto grado de responsabilidad por el trabajo de la mayoría de la Duma, que, como era perfectamente conocido, era hostil a la clase trabajadora. El principio que subyace a nuestra actitud hacia el trabajo de la Duma fue enfatizado por nuestra fracción en una declaración entregada en la inauguración de la Duma que, como dije antes, el Secretario de Estado, Golubev, no nos permitió leer. Esta declaración decía lo siguiente:
El presidente siempre tiene que llevar a cabo la voluntad y el deseo de la Duma Estatal. Por lo tanto, es obvio que quien participe en la elección del presidente asume la responsabilidad de la actividad de la Duma. Por esta razón, la fracción Socialdemócrata en la Duma anterior se abstuvo durante la elección del presidente, negándose a asociarse con la Tercera Duma, la Duma del golpe de Estado, la Duma de las clases dominantes, la Duma convocada para luchar contra todos los intereses esenciales del pueblo. Sabemos que el presidente de tal Duma atacaría sistemáticamente a los miembros de la fracción Socialdemócrata siempre que este hablara desde la tribuna de la Duma en defensa de los intereses de las masas. Podemos afirmar audazmente que la fracción Socialdemócrata salió victoriosa de esa lucha; a pesar de todos los esfuerzos, su voz no fue silenciada sino escuchada por los trabajadores. Estamos seguros de que tendremos el mismo éxito en la Cuarta Duma, ya sea que el presidente sea elegido entre los moderados Khvostovists o los rabiosos Markovíes, de la antes moderada y ahora menos moderada Derecha de los Gololobovistas o de los antiguos partidarios de Gutchkov.[10] A pesar de todas las combinaciones y esquemas, diremos lo que queremos y no olvidaremos por un momento que el lugar que ocupamos ha sido obtenido al precio de la sangre de las personas. Mantendremos aquí la libertad de expresión a pesar de la reciente decisión judicial del Senado que hace que los miembros sean procesados por los discursos pronunciados en la Duma. No permitiremos que se restrinjan nuestros derechos de expresar libremente nuestros puntos de vista, aunque la mayoría de la Duma está formada por los nominados de los Sablers, Makarovs, etc.[11]
Ustedes pueden elegirá un presidente aceptable para la mayoría; nosotros usaremos la tribuna en defensa del interés del pueblo.
Al negarnos a participar en la elección del presidente demostramos, en el primer día de la Cuarta Duma, que no podía haber ninguna cuestión de trabajo “parlamentario” para nosotros, que la clase trabajadora solo usó la Duma para la mayor consolidación y fortalecimiento de la lucha revolucionaria en el país. Una actitud similar determinó la naturaleza de nuestras relaciones con la mayoría de la Duma. No hay trabajo conjunto, sino una lucha sostenida contra la Derecha, los Octubristas y los Cadetes, y su exposición a los ojos de los trabajadores; esta era la tarea de los diputados de los trabajadores en la Duma de terratenientes y nobles.
A pesar de su fracaso en la cuestión del presidente, en los días siguientes los Cadetes hicieron otro intento de lograr un acuerdo entre la fracción Socialdemócrata. Invitaron a nuestra fracción a una reunión conjunta de la “oposición unida” para discutir ciertos proyectos de ley que estaban siendo redactados por la fracción Cadete. En respuesta a esta invitación, la fracción Socialdemócrata aprobó una resolución que declaraba que no emprenderían ningún trabajo conjunto con los Cadetes, que los Cadetes eran esencialmente contrarrevolucionarios y que no era posible establecer relaciones amistosas entre ellos y el partido de la clase obrera. Durante la campaña electoral, nuestra fracción declaró que los Socialdemócratas lucharon contra el partido de la burguesía liberal y se seguiría la misma política en la propia Duma. Pravda comentó sobre esta resolución de la siguiente manera: “Damos la bienvenida a esta decisión de la fracción Socialdemócrata; es el única correcta y refleja la voluntad de los Socialdemócratas fuera de la Duma “.
La única fracción con la que los Socialdemócratas mantenían relaciones más o menos cercanas era la de los Trudoviques. A pesar de sus tendencias de “Izquierda”, este grupo era muy inestable y vacilaba desde los Socialdemócratas por un lado hacia los Cadetes y Progresistas por el otro. Precisamente por esta razón, pensamos que era necesario establecer relaciones más estrechas con los Trudoviques[12] para ganarlos a los Cadetes y tenerlos más bajo nuestra propia influencia. Organizamos reuniones conjuntas con ellos para discutir varios aspectos del trabajo de la Duma y algunas veces visitamos sus reuniones y los invitamos a asistir a la nuestra.
La declaración de política del gobierno leída en la Duma pocos días después de su apertura, presentó a todas las fracciones de la Duma la oportunidad de declarar sus políticas. El debate que sigue al anuncio de la política del gobierno se considera más importante en todos los parlamentos. Estos son los “mejores días” de la vida parlamentaria, cuando las partes no se ocupan de las facturas individuales, sino que formulan sus críticas o la aprobación de la política del gobierno en su conjunto. Sobre la base de sus declaraciones en este debate sobre política general, el electorado puede juzgar todas las actividades de los partidos parlamentarios. En consecuencia, las contribuciones de las diversas partes en estos debates se preparan cuidadosamente de antemano.
La declaración del gobierno en la Cuarta Duma fue leída por Kokovtsev, el presidente del Consejo de Ministros, el 5 de diciembre de 1912. El palco ministerial estaba lleno. El desfile se completó con la asistencia total del presídium de la Duma, las grandes multitudes en los palcos y galerías públicas y la presencia de embajadores extranjeros con sus suites, etc.
Kokovtsev comenzó alabando a la Tercera Duma que, en cinco años, había aprobado 2.500 leyes de diversa índole. Este comportamiento digno de alabanza de la Duma precedente fue presentado como un ejemplo para la Cuarta Duma, de la cual el gobierno obviamente esperaba una aptitud similar para la farsa legislativa. Luego, el presidente del Consejo de Ministros procedió a enumerar las reformas mediante las cuales el gobierno propuso hacer feliz y próspero al país. En todas las esferas de la administración, el gobierno prometió llevar a cabo “medidas importantes de reorganización”: fortalecer y mejorar la administración policial, como una contribución para la mejora del gobierno local; menos trámites de pasaporte, y la introducción de una ley más estricta sobre la prensa en la esfera de garantizar la “inviolabilidad de la persona”; asistencia y apoyo material para las parroquias-escuelas de la iglesia y una inspección escolar más cuidadosa en cuanto a la educación popular, etc. Kokovtsev concluyó su discurso apelando a la Duma para discutir los proyectos de ley que se le presentaron “sin prejuicios partidistas, todos trabajando en armonía para el bienestar de la patria querida igualmente por todos nosotros”. Traducido al lenguaje sencillo esto significó que la Duma fue invitada a aceptar todas las propuestas del gobierno zarista y no obstaculizarlo de ninguna manera.
El debate sobre la declaración del gobierno comenzó el 7 de diciembre y continuó durante varias sesiones. Nuestra respuesta fue leída el primer día.
La fracción Socialdemócrata había dedicado una gran cantidad de tiempo a formular su declaración, habiendo comenzado con este trabajo tan pronto como se formó la fracción, antes de que se abriera la Duma. Fue una tarea muy importante y responsable porque la declaración tenía que explicar las demandas fundamentales de la clase trabajadora y exponer el programa de la vanguardia de los trabajadores: el Partido Socialdemócrata. Era bastante natural que, durante la discusión del proyecto de respuesta, los enfrentamientos se produjeran entre las secciones Menchevique y bolchevique de la fracción. La fracción actuó en nombre del Partido como un todo, pero las contradicciones en los programas de las dos secciones fueron muy agudas. Bajo tales condiciones, la formulación de una declaración unida de la fracción presentó enormes dificultades y condujo a intensas luchas entre nuestro grupo Bolchevique y los diputados Mencheviques.
Durante la discusión, la sección Bolchevique de la fracción se mantuvo firme en las decisiones de la Conferencia de Praga que definió las tres demandas “íntegras” de la clase obrera (un día de ocho horas, confiscación de propiedades de terratenientes y una república democrática). Los Mencheviques, por otro lado, se colocaron en la plataforma del “bloque de Agosto” con su programa de libertad de las asociaciones de hombres de trabajo bajo la autocracia, la autonomía cultural para las minorías nacionales, etc.
Resueltamente nos opusimos a los Mencheviques e insistimos en incluir las demandas Bolcheviques en la declaración. Las disputas surgieron no solo sobre los puntos principales, sino sobre cada frase, cada expresión. De hecho, se discutieron dos borradores por separado y finalmente se fusionaron en un solo texto. Además de los diputados, los líderes de los partidos de ambas secciones participaron en la redacción de la declaración. El camarada Stalin, en representación del Comité Central Bolchevique, se mostró muy activo presionando para la inclusión de nuestras tres demandas, mientras que los Mencheviques movilizaron a Levitsky, Lezhnov y Mayevsky y muchos otros publicistas de Luch. Después de una larga y tenaz lucha, nos las arreglamos para tener todas las demandas básicas de los Bolcheviques incluidas en la declaración.[13]
Por iniciativa de los Mencheviques, Malinovsky, el vicepresidente de la fracción fue designado para leer la declaración. Este fue un movimiento táctico por parte de los Mencheviques, que pensaban que, a cambio de permitir que un Bolchevique lea la declaración, cuyo texto se había decidido en detalle de antemano, serían más que compensados en otra dirección.
La declaración tal como fue leída por Malinovsky no se correspondía completamente con el texto enmarcado por la fracción. Aunque estaba leyendo la declaración escrita, Malinovsky omitió un pasaje de considerable longitud criticando a la Duma Estatal y exigiendo la soberanía del pueblo.
Cuando se le preguntó sobre esto, Malinovsky respondió que él mismo no sabía cómo había ocurrido, que no entendió cómo había omitido uno de los puntos más importantes de la declaración. Lo explicamos por la gran agitación experimentada por Malinovsky al hacer su primer discurso en la Duma. Parecía que había sentido la atmósfera antagónica de la Duma y se había visto afectado por la conducta del presidente y los gritos hostiles de la Derecha. Esta explicación parecía bastante verosímil para nosotros, tanto más cuanto que sabíamos por nuestra propia experiencia las dificultades de hablar por primera vez en la Duma.
La verdad se supo posteriormente cuando el papel de Malinovsky como agente-provocador se reveló y se estableció mediante pruebas documentales. Luego se descubrió que previamente había mostrado la declaración a Byeletsky, el director del departamento de policía, quien a su vez había informado a Makarov, el ministro del Interior. Se le pidió a Malinovsky que introdujera una serie de enmiendas para suavizar el tono de la declaración, pero temiendo despertar sospechas sobre su verdadero papel, se negó y finalmente consintió en omitir el pasaje sobre la “soberanía del pueblo”, sobre el cual la policía estaba particularmente preocupada.
Mientras estaba leyendo desde la tribuna, Malinovsky aprovechó el hecho de que, justo antes de llegar al pasaje en cuestión, Rodzyanko pronunció una de sus habituales reprimendas. Como en una ráfaga, debido a la reprimenda del presidente, Malinovsky pasó las páginas que tenía delante y omitió todo el pasaje. Malinovsky también había sido instruido por la policía para comportarse de la manera más provocadora ante el presidente, para así ser interrumpido por este último. Malinovsky, sin embargo, no logró esto y Rodzyanko no entendió su señal cuando, en respuesta a las repetidas advertencias del presidente, gritó “¡Entonces deténgame!”. La declaración, aunque con omisiones, fue leída hasta el final.
El discurso fue informado completamente en Pravda, que fue permitido por ley publicar los informes estenográficos de las sesiones de la Duma. De esta forma, el texto de la declaración circuló ampliamente entre las masas a las que se dirigió. Así, las demandas incorporadas en la declaración, su crítica al régimen de las Centurias Negras y al gobierno zarista, ayudaron e intensificaron la lucha de los trabajadores contra el zarismo.
Capítulo V
La Primera Interpelación
El significado de las interpelaciones en la Duma – La Persecución de la Unión de los Obreros Metalúrgicos– La primera interpelación de la fracción Socialdemócrata – Mi primer discurso en la Duma – El discurso en apoyo a la “urgencia” – Huelgas y protestas en apoyo a las interpelaciones – El cierre en la fábrica de Maxwell
Los diputados obreros encontraron que las interpelaciones dirigidas al gobierno desde el estrado de la Duma eran un medio de agitación de los más útiles. Haciendo varias preguntas logramos concentrar la atención de las masas sobre determinados crímenes cometidos por el gobierno zarista. Esas interpelaciones, basadas sobre los acontecimientos actuales, nos permitieron usar el estrado de una manera Bolchevique, es decir, para llevar a cabo una agitación, sobre los jefes de la mayoría de la Centuria Negra, entre la clase obrera para la solidaridad y la determinación en el ataque revolucionario sobre el régimen existente. En estas ocasiones los Bolcheviques expusieron mordazmente y directamente las llagas y la podredumbre del Zar y la burguesía. En relación con cada evento que sirvió de ocasión para una interpelación, le mostramos al obrero que no había razón para que él esperara ninguna mejoría en sus condiciones y que el único camino para el proletariado es el camino de la revolución.
“¿Es el ministro consciente de esto y qué medidas propone tomar?” – esta frase final de cada interpelación no tenía importancia para los diputados obreros. Éramos perfectamente conscientes de que todos los casos de opresión y de indignación policial eran bien conocidos por los ministros zaristas con cuya bendición y por cuyas órdenes se había producido, y sabíamos con antelación que los ministros no harían nada para impedir tales infracciones de la ley. Tampoco adjuntamos ninguna importancia a las respuestas dadas por los ministros que, en los casos más flagrantes, trataron de ocultar los hechos detrás de un seto de trámites. Para nosotros, la importancia y el propósito de cada interpelación fue que proclamamos a toda la clase obrera la verdad sobre la naturaleza del régimen autocrático y permitimos a las masas sacar las conclusiones necesarias.
Puesto que la interpelación se convirtió en un arma de gran alcance en las manos de la fracción Socialdemócrata, era solamente natural que el gobierno, asistido por su fiel Duma de la Centuria Negra, debía tomar todas las medidas posibles para embotarla. El procedimiento por el cual se hicieron las interpelaciones en la Duma era extremadamente complicado y permitió que la mayoría que consistía en terratenientes y nobles retrasara o archivara cualquier interpelación que consideraba indeseable o peligrosa.
La principal dificultad de nuestra fracción era que una interpelación sola podría ser introducida si era firmada por al menos 33 miembros de la Duma. Las firmas de nuestros catorce miembros, junto con las de los diez Trudoviques, el partido más cercano a nosotros en la Duma, no nos dio el número requerido. Tuvimos que “pedir prestado” firmas de los Cadetes o de los Progresistas. Las condiciones bajo las cuales los diversos partidos parlamentarios se asociaron eran tales que los miembros individuales de los Cadetes y los Progresistas a veces añadían sus firmas a nuestras interpelaciones. Pero esto sólo ocurría raramente y muy a menudo se negaban rotundamente a ayudarnos.
Incluso cuando las firmas habían sido aseguradas, el asunto de ninguna manera estaba resuelto. Era necesario insistir en que la cuestión se pusiera a debate, y esto no estaba en los intereses del presidente de la Duma, Rodzyanko, caballero en espera a su majestad imperial. Un método de retrasar una interpelación era negar su urgencia. Antes de decidir si se debería permitir o no la cuestión en sí misma, la Duma primero discutía si debería considerarse urgente. La mayoría de la Duma decidía contra casi todas las preguntas de la fracción Socialdemócrata y las pasaron a la “Comisión de interpelación” donde permanecían por varios meses.
Este era un método regular de estancar una pregunta. Se calculó que, si permanecía bastante tiempo en la Comisión, el punto en cuestión perdería su realidad, y, por lo tanto, no crearía el efecto en el país que se había calculado para producir.
Sin embargo, durante el debate sobre la urgencia, pudimos lograr el propósito para el que se había formulado la pregunta. Los discursos que se han hecho en este debate abordan realmente la esencia de la cuestión. Con el pretexto de abogar por la urgencia de la cuestión, los diputados Socialdemócratas expusieron y denunciaron el régimen existente. A este respecto una lucha constante procedió con el presidente de la Duma, que había recibido instrucciones especiales del gobierno para obstaculizar de todas las maneras posibles los discursos hechos por las Izquierdas. El presidente siguió cuidadosamente nuestros discursos, tratando de prever y prevenir todas las digresiones del tema formal de la urgencia; mientras que, ignorando sus llamadas a la orden, siguió adelante y dijo lo que consideramos necesario. La mayoría de estos encuentros terminaron por la pérdida de paciencia Rodzyanko o su vicepresidente, quienes cortaban los diputados obreros en medio de sus discursos.
Los intentos anti ceremoniosos de privar a los Socialdemócratas del derecho de hacer interpelaciones también se habían hecho con frecuencia por las Centurias Negras en la Tercera Duma. Teníamos que esperar un procedimiento similar en la Cuarta Duma, pero ésta era otra razón por la que debíamos luchar más duro y más persistentemente para garantizar que las voces de los diputados obreros se escucharan en la medida de lo posible en todo el país. Pravda escribió:
Podemos predecir con absoluta certeza que, en la Cuarta Duma, los Purishkeviches y los Khvostovs tratarán de impedir las interpelaciones de los divinos obreros. A estos señores les gustaría amordazar a todos los verdaderos representantes del pueblo. Sin embargo, podemos predecir, con la misma certeza, que ahora que la clase obrera está despierta y que la democracia está cerrando sus filas, los caballeros reaccionarios tendrán menos éxito que nunca en sus esfuerzos.
En sus demandas elaboradas durante la campaña electoral, los trabajadores abogaron por la introducción de una serie de interpelaciones. Desde el comienzo de nuestra labor de la Duma, las resoluciones de los trabajadores empezaron a fluir a nuestra fracción solicitando que el Gobierno fuera interrogado sobre diversos asuntos. Sugirieron que las interpelaciones se enmarcaran en la falsificación de las elecciones a la Duma, la persecución de los sindicatos, el tratamiento de los presos políticos en Kutomarskaya, Algachinskaya y otras prisiones, los resultados de la investigación en los tiroteos de Lena Goldfields, la aprobación de la “ley de seguros”, el caso de los diputados Socialdemócratas de la Segunda Duma, etc.
Inmediatamente después de su formación, la fracción Socialdemócrata comenzó a recobrar material para las interpelaciones, y para prepararse para su introducción. Para introducir una interpelación era necesario redactarlo en la lengua legal correcta y hacer las referencias apropiadas a las varias leyes y las regulaciones del gobierno que constituían los argumentos oficiales para la interpelación. En este lado legal del trabajo fuimos asistidos por N. Krestinsky, N.D. Sokolov, A. Yuriev y otros abogados Socialdemócratas que vivían en San Petersburgo.
Tan pronto como se habían eliminado las formalidades de apertura, como la verificación de credenciales, las elecciones del presídium, la declaración de política del gobierno y el debate sobre el mismo, nuestra fracción introdujo su primera interpelación. Esto se ocupó de la persecución de los sindicatos. El fundamento formal en el que se basó fue la negativa a registrar un sindicato en San Petersburgo, pero en realidad cubría la posición de los sindicatos en general.
La formación y la existencia de sindicatos estaba regulada por la ley, o “leyes provisionales” como se les llamaba, del 4 de marzo de 1906, que se ocupaba de todas las asociaciones y sociedades. Esta ley realmente no ha proporcionado para la formación de sociedades, sino para su supresión. Los sindicatos estaban enteramente a merced de cualquier funcionario, del gobernador de la provincia o al inspector de policía de la ciudad. Sin embargo, por mucho que los derechos sindicales fueron restringidos legalmente, no era suficiente para las autoridades. Las “reglas provisionales” no fueron consideradas como vinculantes por la policía, que las violó sin más contemplaciones.
Los sindicatos fueron suprimidos en rápida sucesión y sobre la mayoría de los terrenos. Inmediatamente un sindicato comenzaba a desarrollar su trabajo, era suprimido. Esta persecución no desalentó a los trabajadores, sino que, por el contrario, condujo a un aumento del número de trabajadores que se unen a los sindicatos. Cuando se cerraba un sindicato, se organizaba uno nuevo con la misma membresía y los mismos objetivos, pero bajo otro nombre. Sin embargo, había una multitud de obstáculos policiales que debían superarse antes de que se pudiera formar una nueva sociedad. El registro de los sindicatos estaba en manos de los denominados “Consejos especiales” que rechazaban las solicitudes en los términos más absurdos. Nunca se registró un sindicato la primera vez que fue aplicado; solamente después de una serie de rechazos, y si la paciencia y la persistencia de los fundadores eran sobrehumanos, el nuevo sindicato se le concedía finalmente el derecho de existir, o más bien el derecho a una muerte rápida a discreción de la policía.
Según las estadísticas oficiales, 497 sindicatos fueron suprimidos y se denegó el registro a 604 durante los primeros cinco años (1906-11) después de que la ley del 4 de marzo de 1906 entrara en vigor. En abril de 1908, la fracción Socialdemócrata en la Tercera Duma introdujo una interpelación que trataba de la persecución de sindicatos y citó 144 casos de supresiones ilegales de sindicatos en varias partes de Rusia. La interpelación, por supuesto, no se consideró urgente y fue entregada a una Comisión, de la cual emergió un año más tarde acompañada de una resolución sin sentido que expresó el piadoso deseo “de que el Ministro del Interior tomara las medidas necesarias para que las autoridades competentes respeten las reglas provisionales del 4 de marzo de 1906.”
Después de 1911, a medida que se desarrollaba el movimiento obrero, hubo un crecimiento correspondiente en la actividad sindical. El número de sindicatos aumentó y las persecuciones policiales se volvieron más violentas. Durante este período, el sindicato de trabajadores metalúrgicos de San Petersburgo, que jugó un papel importante en el progreso del movimiento obrero, fue sometida a una persecución particularmente salvaje. El sindicato de trabajadores metalúrgicos era importante, no sólo como una organización industrial, sino «principalmente como centro para todos los trabajadores progresistas y revolucionarios y como una organización en torno a la cual se concentraban las fuerzas del Partido.» Por lo tanto, mostró una vitalidad excepcional y, naturalmente, incurrió en ataques especialmente virulentos de las autoridades.
Este sindicato fue fundado ilegalmente durante la revolución 1905, y desde 1906, cuando fue registrado oficialmente, había sobrevivido varias supresiones y resurrecciones bajo nuevos nombres. Su nombre, que fue al principio la “Unión de obreros metalúrgicos”, cambió sucesivamente a “Sindicato de trabajadores de la industria metalúrgica”, “Sindicato de trabajadores que se dedican a las empresas del sector metalúrgico”, etc. Cada uno de estos sindicatos, aunque oficialmente representaba una nueva sociedad, era, de hecho, una continuación de la anterior, de la cual asumió el control los fondos y la calidad de miembro de la Unión. La policía sabía perfectamente que este cambio de nombre era una farsa, pero no podían actuar contra el sindicato en este terreno y se vieron obligados a esperar un momento apropiado para disolver la “nueva” asociación.
En marzo de 1912, la policía hizo una de sus incursiones periódicas y el sindicato fue clausurada por la “junta especial” en varios términos, de los cuales el principal era la posesión de literatura ilegal y la organización de huelgas, esta vez la policía había planeado retrasar el registro de una nueva sociedad el mayor tiempo posible, esperando que, entretanto, la organización colapsara. Pero estaban equivocados en sus cálculos. Para preservar el sindicato, el Comité había aprovechado los estatutos que tenían en reserva de una sociedad que habían logrado registrar en 1908, el registro que todavía poseía la fuerza jurídica. Libros de la cuenta y los libros de la calidad de miembro de esta sociedad, que nunca existieron realmente, fueron fabricados apresuradamente y la reunión de la liquidación del sindicato suprimido decidía entregar todos sus bienes y fondos a esta sociedad y recomendó a todos sus miembros universo a él. De esta manera la Unión de trabajadores del metal continuó por otros cinco meses hasta que, en el otoño de 1912, después de otras incursiones de policía, fue suprimido otra vez. Los tres cargos siguientes se hicieron oficialmente contra el sindicato: la no admisión de la policía para inspeccionar los documentos, la organización de huelgas y la concesión de socorro a los desempleados. La “junta especial” afirmó que las subvenciones sólo podían hacerse a los miembros del sindicato y que sólo los trabajadores realmente empleados en una industria en particular podían ser miembros del sindicato. Así, un trabajador desempleado dejó de ser miembro de la sociedad. Esta sentencia fue una violación directa de los estatutos del sindicato, enmarcada de conformidad con la ley, y proporcionó a los empleadores un método muy simple de aplastar a la organización sindical siempre que decidieran hacerlo. Bastaba con declarar un cierre patronal (lock-out) y, puesto que no había miembros del sindicato, el sindicato tendría que cerrar.
La supresión de la sociedad causó gran indignación entre los trabajadores de San Petersburgo, pero de ninguna manera disminuyó su entusiasmo por la labor sindical. La Comisión de liquidación elegida en la Asamblea General continuó la labor del antiguo Comité y procuraba prolongar el negocio de la liquidación hasta que se organizara una nueva Unión. La policía, por otra parte, obstaculizaba la labor de la Comisión lo más posible. Contrariamente a todas las normas y leyes, apareció en las reuniones de la Comisión y finalmente la prohíbo de reunirse. Los miembros de la sociedad presentaron una protesta, pero esto fue archivado en la oficina del gobernador de la ciudad y su consideración aplazada indefinidamente. La queja se presentó el 2 de noviembre; después de esperar un mes, los miembros de la Comisión de liquidación fueron a la oficina del gobernador para preguntar si se les permitía reunirse. La respuesta fue: “esto será comunicado a usted por la policía.” Después de otras dos semanas se aplicó de nuevo y recibió la misma respuesta y así continuó.
Al mismo tiempo, la policía hizo todo lo posible para evitar la formación de una nueva sociedad. Los estatutos de la nueva sociedad se enmarcaron con la debida observancia de todos los requisitos de la ley, pero esto no impidió que la “junta especial” se negara a registrarlos. Esta decisión de la “Junta”, que fue tomada el 6 de octubre, pero no se comunicó a los organizadores hasta el 28 de noviembre, no tenía ninguna justificación legal. Reveló claramente el verdadero motivo de la negativa – el temor de que el sindicato volviera a convertirse en el centro de la lucha revolucionaria de los trabajadores metalúrgicos de San Petersburgo.
La fracción Socialdemócrata decidió utilizar todos estos procedimientos ilegales, que revelaron claramente la política general de persecución de las organizaciones sindicales, como material para una nueva interpelación del gobierno. Además, la interpelación se refirió a una serie de requisitos ilegales exigidos a los organizadores de nuevas sociedades: estaban prohibidos incluir entre los objetos de la sociedad cualquier medida calculada para promover el desarrollo intelectual y cultural de los miembros; no se admitió el derecho de los miembros desempleados de la sociedad a continuar con su membresía; en lugar de cuotas mensuales, cuotas anuales de membresía debían ser introducidas; no se permitía a las sociedades expulsar a los miembros “encontrados culpables de comportamientos deshonrados por un tribunal de camaradas”, se les exigía nombrar en los estatutos una organización caritativa a la que los fondos de la sociedad debían ser transferidos en el caso de su supresión, etc. Estas demandas eran muy perjudiciales a la independencia de los sindicatos y paralizaron totalmente sus actividades. Se enumeraron en la interpelación, que continuó como sigue:
Todas las demandas antedichas fueron hechas por la “junta especial” no sólo en el Sindicato de trabajadores del metal, pero en todos los sindicatos que han sometido recientemente sus estatutos para el registro. Es imposible considerar esta acción de la “Junta” como algo más que una injerencia flagrantemente ilegal con la vida interna de los sindicatos y una violación abierta de la ley del 4 de marzo de 1906. En este terreno dirigimos las siguientes interpelaciones a los Ministros del Interior y de Justicia:
¿Sabe el Ministro del Interior que la Junta especial de la ciudad de San Petersburgo se niega a registrar sindicatos por motivos no previstos en la ley del 4 de marzo de 1906, y por lo tanto viola esta ley?
- ¿Sabe el Ministro de Justicia que un representante del ministerio público, aunque testigo de reiteradas violaciones de la ley por la Junta especial de la ciudad de San Petersburgo, se abstiene de hacer alguna protesta contra estas violaciones?
- Si los Ministros del Interior y de Justicia son conscientes de estos hechos, ¿qué medidas han adoptado para hacer cumplir la ley?
Se dispuso que la cuestión se debatiría en la Duma el 14 de diciembre, en vísperas del aplazamiento del receso navideño. Fui encargado por la fracción de hablar en la interpelación. Con el pretexto de defender la urgencia de la cuestión, me encargaría del tema de la interpelación misma y, después de exponer el carácter ilegal de la persecución de los sindicatos, demostrar que las masas sólo podrían lograr cualquier mejora en sus condiciones a través de la lucha revolucionaria. Tal era el contenido habitual y la tendencia de los discursos pronunciados por los diputados obreros.
Este iba a ser mi discurso “inaugural” en la Duma. Para la mayoría reaccionaria nuestros discursos eran intolerables. La franqueza y la brusquedad y la nitidez de los diputados obreros hicieron que las Centurias Negras “intransigentes” enloquecieran de rabia. Esto fue especialmente evidente cuando nuestros discursos tocaban las condiciones de los trabajadores de San Petersburgo. El constante crecimiento del movimiento revolucionario entre los trabajadores de San Petersburgo se hizo sentir incluso dentro del Palacio de Taurida y nuestro llamamiento a los trabajadores para intensificar su ataque fue otro recordatorio para los fieles defensores del Zar que, tarde o temprano, el movimiento barrería esa fortaleza zarista y todo lo que apoyaba.
Confundir y asustar a un diputado de los trabajadores, acortar su discurso, tales eran las tácticas de la mayoría de la Duma, especialmente en su primer intento de hablar. La mayoría y el presidente, que lleva a cabo su voluntad, se esforzaron por hacer del primer discurso de un diputado obrero, su último; trataron de hacerle perder el valor y por lo tanto que permaneciera sin voz, como tantos miembros de la mayoría Duma que se sentaron en el Palacio de Taurida a lo largo de toda la Cuarta Duma sin siquiera abrir una vez la boca. Estaban tan intimidados por la atmósfera en la Duma que la fuerza habría sido necesaria para arrastrarlos hasta la tribuna.
El estrés al que cada diputado de los trabajadores estaba sujeto al hacer su primer discurso en la Duma fue único en su experiencia. Cuando monté la tribuna me sentí muy entusiasmado con la responsabilidad que recae sobre un representante de los trabajadores. Un discurso en la Duma no se parecía en modo alguno a los discursos que tenía que pronunciar en varias reuniones ilegales y jurídicas de trabajadores. Aquí, nosotros, los representantes de los obreros, nos enfrentamos cara a cara con el enemigo, los opresores de toda la clase obrera. Tuvimos que expresar directa y abiertamente, sin subterfugios ni trucos parlamentarios, todo lo que las masas estaban pensando, para proclamar sus necesidades y para lanzar sus acusaciones a los representantes del régimen existente.
Cada palabra hablada por un diputado obrero fue escuchada, no sólo en la sala de la Duma, sino por los millones de proletarios rusos, que nos consideraban los defensores de sus intereses. Nuestros discursos y apelaciones entregados en la Duma hicieron eco de los sentimientos revolucionarios de los obreros y los fortalecieron en su lucha contra sus enemigos. Desde el piso de la Duma tuvimos que mostrar el esfuerzo de la voluntad de la clase obrera, para demostrar la fuerza que el proletariado ruso había acumulado durante largos años.
Cada uno de nosotros experimentó una gran dificultad al hacer su primer discurso en este hogar de la autocracia zarista. Fue un gran esfuerzo aplacar los aullidos de los Centurias Negras, para luchar contra las continuas interrupciones del presidente y, después de haber descrito la esclavitud política y económica de la clase obrera, para desafiar a sus opresores.
La inmunidad de los diputados y la “libertad de expresión” en la Duma eran sólo mentiras zaristas. Nos parece perfectamente evidente que el gobierno sólo está esperando un pretexto adecuado para tratar sumariamente con los diputados obreros. El caso de los miembros Socialdemócratas de la Segunda Duma, que fueron enviados a asentamientos penales, todavía estaba fresco en nuestras mentes. “Algunos abandonan la tribuna de la Duma para convertirse en ministros, otros, los delegados obreros, para convertirse en prisioneros”. Estas palabras de Lenin describen muy exactamente el posible destino de los diputados obreros. Pero cuanto mayor era la amenaza, más dificultades debíamos superar, más vigorosas eran nuestros discursos. Las persecuciones sufridas por los diputados tuvieron un efecto radicalizando sobre los trabajadores y los endurecieron en la lucha revolucionaria.
Al principio mi discurso fue escuchado en la atención absorta por toda la casa. Era una sesión de noche y el gran salón del Palacio de Taurida estaba inundado de luz. El palco ministerial fue ocupado por los miembros del gobierno, otro palco al lado de la Tribuna fue llenado de los representantes de la prensa. Las galerías públicas estaban llenas. Las esposas de altos funcionarios me miraron a través de sus lentes de teatro (lorgnettes) ansiosas por ver cómo un cerrajero se comportaba y lo que decía en la Duma. En el otro lado, sosteniendo su aliento y tratando de atrapar cada palabra, un puñado de trabajadores, que habían conseguido obtener boletos, estaban escuchando el discurso de su diputado.
La figura corpulenta de Rodzyanko se elevó en el asiento del presidente. Mantenía su timbre listo y concentraba toda su atención en mi discurso para no dejar escapar ninguna oportunidad de interrumpirme.
No se me permitió concluir mi intervención, que fue recortada por el presidente tan pronto como toqué las condiciones generales de la clase obrera y las persecuciones a que estaba sometida por parte del gobierno.
Ambos lados de la casa aplaudieron cuando salí de la tribuna; fue la aprobación genuina de mi discurso de la Izquierda, mientras que la Derecho y el centro felicitaban a Rodzyanko por mantener en orden a un diputado obrero.
Nuestra interpelación sobre la persecución de los sindicatos fue, por supuesto, vetada por la mayoría de las Centurias Negras. Lo mismo sucedió a la segunda interpelación de la fracción Socialdemócrata. Esta trababa de la falta de autorización de las reuniones y de las elecciones de las comisiones de seguros; fue discutido en la misma Duma sentada el 14 de diciembre. En ambos casos la Duma rechazó la moción de urgencia y las interpelaciones fueron enviadas a la Comisión de interpelaciones, donde fueron archivadas. La clase obrera no podía esperar ninguna otra decisión de esta Duma de terratenientes y de nobles. El objetivo de nuestras interpelaciones era demostrar y exponer la naturaleza real del régimen existente.
Esta manifestación organizada por la fracción socialdemócrata dentro de la Duma Centuria Negrista fue apoyada y fortalecida por la acción de los trabajadores de San Petersburgo, que declararon una huelga en el mismo día. Mientras estábamos hablando desde la tribuna de la Duma sobre el último ejemplo de opresión zarista, los obreros desertaron las fábricas y las obras y, en reuniones apresuradamente convocadas, llevaron a cabo resoluciones de protesta.
La huelga del 14 de diciembre estaba bien organizada y preparada. Los ejemplos de la persecución de los sindicatos, como la prohibición de reuniones convocadas para hacer frente a las cuestiones de seguros, aparecieron diariamente en el Pravda; el documento también se ocupó del “nombramiento” de los representantes de los “trabajadores” a las comisiones de seguros y con el funcionamiento real de la ley de seguros del gobierno. Estos artículos eran redactados tal que, aunque el censor no podía objetar a ellos, los trabajadores avanzados podían leer entre las líneas un llamamiento para organizar demostraciones el día en que nuestras interpelaciones fueron discutidas en la Duma. Finalmente, el 13 de diciembre, los Bolcheviques, en una proclamación firmada por el Comité Central del Partido de los Obreros Socialdemócratas de Rusia, apelaron a la acción de huelga para apoyar la fracción Socialdemócrata.
El día en que se emitió la proclamación, se celebraron reuniones en una serie de fábricas y se aprobaron resoluciones acogiendo con beneplácito las interpelaciones de la Duma y prometiendo apoyo a la fracción. Por ejemplo, la resolución aprobada en la fábrica de Pahl declaró: “con nuestra huelga estamos apoyando la interpelación de la fracción Socialdemócrata en la cuarta Duma estatal”. Todas las resoluciones contenían una protesta decidida contra la persecución de los sindicatos y contra el control policiaco de las comisiones de seguros. El llamamiento a la acción de huelga fue recibido con una respuesta entusiasta, los trabajadores de trece establecimientos abandonan inmediatamente el trabajo, y sólo los grupos insignificantes, o más bien los trabajadores individuales, principalmente las mujeres, se mantuvieron trabajando.
La huelga no terminó el 14 de diciembre. A la mañana siguiente otras fábricas se unieron, mientras que las que ya estaban en huelga, no regresaron. Fábrica por fábrica, se unieron los obreros a la huelga, y en todo, el movimiento de la huelga duró por más de una semana. Es difícil tener una estimación fiable del número de trabajadores que participaron, pero ciertamente no fue menos de 60,000, es decir, el número empleado en las obras más grandes de San Petersburgo. Además, se involucraron una serie de pequeñas empresas: imprentas, talleres de reparación, etc. Esta formidable huelga de protesta del proletariado de San Petersburgo demostró la plena solidaridad de las masas con sus diputados.
La huelga fue acompañada no sólo por la represión general de la policía, sino también por una contraofensiva de los patrones. Los 3,000 trabajadores empleados en las fábricas de Petrovskaya y Spasskaya, propiedad de Maxwell, encontraron el siguiente aviso publicado en las puertas cerradas el 15 de diciembre, el día después de la huelga de un día: “en vista de las frecuentes huelgas y la advertencia que ya se ha dado para los trabajadores, la gerencia se ve obligada a indemnizar a todos los trabajadores. La fecha en que se llevará a cabo el pago se anunciará más tarde.” Las grandes patrullas de oficiales de policía y granaderos estaban estacionadas alrededor de las fábricas. Los trabajadores decidieron no aceptar el pago de sus salarios para retrasar la reapertura de la fábrica, ya que sabían que había muchas órdenes que debían cumplirse y que cada día inactivo causaba una gran pérdida para los propietarios. Durante la primera mitad del día, sólo unos cuantos esquiroles aparecieron para ser pagados y, por lo tanto, aseguraron ser reinstalados. Después de la cena el espíritu de los obreros cedió un poco y se formó una cola ante la oficina. La gerencia fue asistida por la policía, que pastoreaba a los trabajadores en la oficina. En el interior, el Gerente de la fábrica estaba al mando, con una lista en la mano de todos los “elementos rebeldes”. Como el cajero les pagó a los obreros – en la mayoría de los casos sólo sacaron 50 kopeks por cada rublo, ya que las provisiones compradas en la tienda de fábrica fueron deducidas de los salarios – el Gerente selló los libros de pago de los que fueron reintegrados. Muchos fueron rechazados. Tratando de golpear a los “poco confiables” tan duro como sea posible, la administración licenció a familias enteras, esposos y esposas, padres e hijas, hermanos y hermanas.
Este tamizado de los trabajadores, sin embargo, no ayudó a la administración demasiado. Al día siguiente, después de unas horas de trabajo, todos los trabajadores reintegrados salieron a la huelga exigiendo la recontratación de los trabajadores despedidos. El intento de la policía de evitar que los trabajadores salgan de la fábrica falló y los trabajadores se dispersaron, desmontando y amenazando a la policía.
A pesar de las detenciones y de una serie de medidas represivas, como el desalojo de los despedidos de los apartamentos de propiedad industrial, los trabajadores no se entregaron. La lucha obstinada contra la persecución de los trabajadores en las fábricas de Maxwell ganó el apoyo del resto del proletariado de San Petersburgo. En todas las fábricas, recolectas fueron realizadas para aliviar a las víctimas del cierre patronal y para apoyar la huelga.
Nuestra fracción de Duma fue el centro organizador de estas recolectas. Diariamente recibimos fondos recolectados no sólo en las fábricas de San Petersburgo, sino también de los trabajadores de otros centros industriales (Moscú, Varsovia, Lodz, Riga, etc.). Pravda publicó una larga lista de fábricas y obras en las que se hicieron recolectas. Demostró que la clase obrera miró a la lucha en las fábricas del Maxwell no como un fenómeno aislado, sino como una fase en la guerra de la clase contra los capitalistas.
Los miembros de la fracción Socialdemócrata, los delegados obreros, estaban en el centro de la lucha. Estábamos en comunicación constante con los huelguistas, ayudamos a formular sus demandas, entregamos los fondos recolectados, negociamos con varias autoridades gubernamentales, etc.
En ambas fábricas la huelga duró más de quince días. En aquellos días se consideraba una huelga muy prolongada y los trabajadores sólo podían aguantar por la ayuda moral y material que recibían de todo el personal de los trabajadores de San Petersburgo.
Capítulo VI
La Conferencia en Cracovia
Los “Seis” y el Comité Central Bolchevique – El Cuestionario de Lenin– Como se preservaron las Conexiones con el Comité Central – La Conferencia de Cracovia – Las más importantes Decisiones de la Conferencia – El giro de los Diputados en las Provincias – El humor de los Obreros en las Provincias
La fracción Socialdemócrata en la cuarta Duma del Estado era una parte integral del Partido Socialdemócrata Ruso. La fracción jugó un papel importante en el trabajo del Partido, pero era solamente una de las organizaciones del partido. Las decisiones y resoluciones de los congresos y conferencias del Partido, en relación con el trabajo de las fracciones Socialdemócrata en la anterior Dumas, definieron la fracción como una organización auxiliar subordinada al Partido y a Comité Central. Esta subordinación con un sistema estrictamente centralizado era el prerrequisito de un trabajo revolucionario exitoso. El trabajo en condiciones subterráneas era imposible a menos que adoptemos este principio. Sólo debido a esa estructura organizativa, nuestro partido pudo superar las dificultades del período de transición entre las dos revoluciones rusas.
En el bando Menchevique no se reconoció esta estricta subordinación a las direcciones del central. En las Dumas anteriores, los Mencheviques ignoraron y violaron la disciplina del Partido, actuando independientemente de los órganos dirigentes del Partido. Consideraron la fracción como una organización por encima del Partido y la opusieron a menudo con la dirección del partido. La misma política fue seguida por los diputados Mencheviques en la Cuarta Duma.
Los diputados Bolcheviques, por el contrario, estaban obligados por lazos estrechos e indisolubles con los órganos dirigentes del Partido. Toda la campaña electoral para la Cuarta Duma se había llevado a cabo bajo la dirección y de acuerdo con las instrucciones de nuestro Comité Central. Desde Cracovia, donde se ubicaron nuestras sedes del Partido en el exterior, miles de hilos se extendieron, uniendo en una sola red a todas nuestras organizaciones dedicadas a la campaña electoral. Además de emitir instrucciones generales, el Comité Central participó activamente en la selección de candidatos en los colegios electorales de los trabajadores. Así, los diputados bolcheviques entraron a la Duma como representantes no sólo de las organizaciones locales, sino del Partido en su conjunto.
Las elecciones a la Duma y toda la actividad de nuestros “seis” desde su inicio, estaban bajo la dirección inmediata del camarada Lenin. Durante el curso de las elecciones siguió con extremo cuidado el espíritu de los obreros, las reuniones electorales ilegales, dirigió la propaganda electoral de la Pravda, etc. En cada artículo en ese periódico, él apeló a los trabajadores a votar para los Bolcheviques contra los Liquidadores.
Inmediatamente después de que hayan terminado las elecciones y llegado los diputados de los trabajadores a San Petersburgo, Lenin tomó la cuestión de la organización de la fracción, se interesó en cada diputado individual, resumió los resultados de la campaña, investigó las circunstancias en las que se habían producidas las elecciones y examinó las instrucciones dadas a los representantes por los votantes.
Un cuestionario especial fue enviado de Cracovia a todos los diputados elegidos de los colegios electorales de los trabajadores. Diecinueve puntos de este cuestionario contenían preguntas detalladas sobre el curso de la campaña electoral y sobre los mismos diputados. El cuestionario se remitió muy plenamente al grado de participación de los trabajadores en las elecciones, a las causas de una asistencia inadecuada en las reuniones, a la prevalencia de los sentimientos de boicot, la distribución de la literatura electoral, los métodos de elaboración de listas de candidatos, los debates en las reuniones, el personal de los delegados, la actividad de otros partidos, las medidas represivas aplicadas durante las elecciones, etc. Todas las etapas de las elecciones fueron cubiertas, desde la elección de los delegados a la elección de los Diputados; al mismo tiempo se investigaron las relaciones con los electores de los otros colegios electorales, especialmente los campesinos. Otras cuestiones trataron sobre varias fases del trabajo del Partido – la organización de reuniones ilegales, la circulación de nuestros periódicos y publicaciones subterráneas, los grados de influencia ejercidos por los Bolcheviques y Liquidadores y otras preguntas similares.
Lenin pidió a cada diputado que no se limitara a las respuestas formales, sino que diera una explicación coherente de la campaña en su distrito y que describiera todo lo que ocurría en las elecciones. “Estas preguntas no deberían ser discutidas oficialmente con la fracción – que sólo resultaría en trabas burocráticas y riñas; los diputados deben responder ellos mismos y lo más rápidamente posible “, escribió Lenin.
A medida que la actividad de la fracción se desarrollaba la conexión de nuestros “seis” con el Comité Central y, sobre todo, con Lenin, se fortaleció. Material, información, etc., fue enviado a Cracovia, y de Cracovia los diputados Bolcheviques recibieron literatura, tesis para discursos, instrucciones sobre cuestiones separadas que surgieron en el curso de su trabajo. Estos contactos se mantuvieron a través de cartas, usando un código, y a través de miembros del partido que cruzaron la frontera ilegalmente y por cualquier otro medio posible. Se utilizaron todas las oportunidades y, por supuesto, todo se hizo en estricto secreto. Los nombres nunca fueron mencionados en correspondencia; en cambio los números acordaron de antemano o los apodos fueron utilizados. Se refirieron a mi como no. 1, Malinovsky como no. 3, Petrovsky como no. 6, Samoylov como no. 7, Sverdlov fue llamado Audrey, Stalin Vasili, etc. Estos apodos y números fueron cambiados cuando se sospechó que la policía secreta había adivinado su identidad.
Como podemos ver ahora con el material de los archivos, la policía secreta a su vez nos dio apodos que variaban en diferentes localidades.
El “Gabinete Negro” (un departamento secreto de la policía para abrir y examinar cartas) en la Oficina General de Correos leyó todas las cartas dirigidas a los Diputados Socialdemócratas. Por lo tanto, rara vez usamos el correo, o si lo hicimos, nos habíamos arreglado para que las cartas fueran enviadas a otras direcciones.
La policía secreta obtuvo su información más importante de agentes-provocadores. Estábamos, por supuesto, conscientes de que estábamos rodeados de espías, pero era difícil descubrirlos. Por lo tanto, el secreto más estricto se mantuvo y un sistema de conspiración impregnó todo desde arriba hasta abajo.
Cada violación del sistema de conspiración era en sí misma un motivo de sospecha, y nos hizo preguntarnos si se estaba incubando un operativo policiaco. Recuerdo un caso característico. Kiselyov, un miembro del Partido empleado en los trabajos de Putilov, una vez me envió una carta por el correo que se refería a una pregunta que decidirá el Comité de San Petersburg. El hecho de que la carta fue enviada de manera ordinaria por correo y sin usar ningún código despertó en mí la sospecha de que el autor estaba conectado con la policía secreta. Reporté el asunto al Comité de San Petersburgo y a la fracción y se decidió vigilar a Kiselyov y tener cuidado con nuestras relaciones con él. Posteriormente nuestras sospechas demostraron ser bien fundadas, porque Kiselyov resultó ser un agente-provocador.
No siempre tuvimos éxito en la detección de tales agentes de policía antes de que causen daños reales, ya que a su vez observaban un estricto secreto y eran muy cautelosos. Sin embargo, se puede decir que, por muy bien organizadas que estuvieran la policía zarista y por muy bien informadas que pudieran haber sido, nuestras relaciones con las organizaciones partidistas y, en particular, con el Comité Central estaban ocultas por una técnica eficaz de conspiración.
Sin embargo, la correspondencia y las comunicaciones a través de terceras personas no nos permitieron debatir los detalles de nuestro plan de trabajo ni abordar plenamente las cuestiones de nuestra actividad, tanto dentro como fuera de la Duma. Se requirió un contacto más directo para utilizar la experiencia y para conocer las opiniones de los diputados de los trabajadores, en torno a los cuales se centró el trabajo de partido dentro de Rusia, tanto más cuanto que la convocatoria de congresos regulares en condiciones ilegales presentó enormes dificultades. Como ya he mencionado, el llamamiento de una conferencia del Comité Central y de los diputados Bolcheviques en algún lugar del extranjero se había discutido antes de la apertura de la Duma. Se propuso que esta Conferencia esbozara un plan sobre el que se debía basar toda la actividad de la fracción de la Duma. Como resultado de sus deliberaciones y decisiones, se convirtió en uno de los acontecimientos destacados de la historia de nuestro partido y de la lucha revolucionaria.
La convocatoria de la Conferencia, que se celebrará en Cracovia en Galicia, coincidió con el receso navideño de la Duma. Los diputados Bolcheviques no pudieron salir de San Petersburgo debido a la huelga y el bloqueo en las fábricas de Maxwell. Sólo después de que se organizaron los fondos de apoyo de los huelguistas y que todas las organizaciones de trabajadores se movilizaron para ayudar, pudimos ir a Cracovia.
La Conferencia de Cracovia se celebró del 28 de diciembre de 1912 al 1 de enero de 1913. Para los propósitos del camuflaje fue llamado la Conferencia de febrero y figurada como tal en la prensa y en la literatura del partido. Lenin estaba en la presidencia y además de los diputados estuvieron presentes los siguientes: Nadezhda Konstantinovna Krupskaya, G. Zinoviev, A. Troyanovsky, Valentina Nikolayevna Lobova, e. Rozmirovich y algunos otros camaradas, delegados de grandes centros obreros. De los diputados, Petrovsky, Malinovsky, Shagov y su servidor, estábamos presentes.
Pasó un año desde la Conferencia de Praga, en enero de 1912. Ese año ha sido uno en los cuales se dio un poderoso desarrollo del movimiento revolucionario, que encontró su expresión en el crecimiento de las huelgas políticas y económicas, en manifestaciones masivas, en la creación y consolidación de la prensa obrera, etc. Durante este período también se han producido grandes progresos en el Partido; una división aguda entre las dos secciones del partido Socialdemócrata y una lucha aguda entre nosotros y los Mencheviques. Las tendencias Liquidadoras, claramente indicadas en discursos y artículos, eran dominantes entre los Mencheviques.
La división entre Bolcheviques y Mencheviques se estaba extendiendo a lo largo de todo el movimiento obrero y en todas partes la política revolucionaria de los Bolcheviques estaba ganando terreno. Las elecciones a la Duma Estatal, que nos habían dado una victoria decisiva en los colegios electorales de los trabajadores, fueron más instructivas en este sentido. Demostraron la enorme influencia que los Bolcheviques ejercían sobre las masas y que la clase obrera seguía el camino Bolchevique en su lucha revolucionaria.
El primer mes de trabajo de la fracción en la Duma mostró que los diputados de los trabajadores estaban siguiendo una política correcta. Al mismo tiempo, quedó claro que los Mencheviques estaban llevando, y que en el futuro continuarían llevando a cabo, una obstinada lucha contra los diputados de los trabajadores, que oponían sus tácticas revolucionarias a las de la mayoría de la fracción. Desde el punto de vista de los intereses de la clase obrera, los Mencheviques, en la primera sesión de la Duma, cometieron muchos errores. Estos errores, dañinos para el movimiento revolucionario, tuvieron que ser condenados de manera definitiva.
Estas fueron las preguntas que se abordaron en la Conferencia de Cracovia. Sobre estos asuntos de gran importancia revolucionaria, la Conferencia tuvo que dar instrucciones para la actividad futura del Partido. Después de varios días de trabajo, se tomaron varias decisiones que resolvieron muchos problemas prácticos, dieron una estimación de la situación política en Rusia y definieron la política de la clase obrera.
La Conferencia de Cracovia, reconociendo la extrema importancia de la unidad, hizo hincapié en que la unidad sólo era posible sujeta a la condición de que se reconociera la organización secreta clandestina. La reunión debe realizarse “desde abajo – en los comités de fábrica, grupos distritales, etc. – con los propios trabajadores comprobando si la organización ilegal está siendo reconocida y si la lucha revolucionaria está siendo fácilmente apoyada y las tácticas revolucionarias adoptadas.”[14]
Esta resolución resaltó una vez más la brecha entre nosotros y los Mencheviques y la necesidad de una lucha persistente contra la influencia corrupta de los Liquidadores sobre los trabajadores. Otra resolución decía: “el único tipo verdadero de organización en el presente período es un partido ilegal compuesto por núcleos con cada uno rodeado por una red de sociedades legales y semi-legales. Los núcleos ilegales deben adaptarse a las condiciones cotidianas locales.” Se dijo que la tarea principal era la creación en las fábricas y los talleres de comités de partidos ilegales con una organización dirigente en cada centro.
La Conferencia reconoció que el mejor tipo de organización era el que prevalecía en San Petersburgo, el Comité de San Petersburgo estaba compuesto de delegados elegidos por los distritos y de miembros cooptados, lo que resultó en una muy flexible organización, en estrecho contacto con los núcleos, y al mismo tiempo bien oculta de la policía secreta. También se recomendó que se organicen centros regionales y se mantuviera contacto con los grupos locales por un lado y con el Comité Central por un sistema de delegados. La resolución sobre la organización estableció un sistema armonioso firmemente soldado desde el abajo hacia arriba.
Una de las preguntas cruciales en la conferencia fue el informe de nuestra fracción de la Duma. El trabajo de la fracción fue sometido a una discusión minuciosa. Durante el primer mes de la Duma, la fracción había tenido que tomar una serie de decisiones en asuntos importantes. La admisión de Jagello a la fracción, la declaración y las primeras interpelaciones fueron puntos que permitieron a la Conferencia juzgar la actividad de la fracción de la Duma y anotar los errores cometidos por la mayoría Menchevique.
- La Conferencia señala que, a pesar de las persecuciones incomparables. y la injerencia gubernamental en las elecciones, a pesar del bloque del Centuria Negrista-Liberal contra los Socialdemócratas, que fue formado definitivamente en muchos distritos, el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso alcanzó grandes victorias en las elecciones para la Cuarta Duma. Casi en todas partes había un aumento en el número de votos recibidos por los Socialdemócratas en los segundos colegios electorales de la ciudad, que están siendo arrebatados de las manos de los Liberales. En los colegios electorales de los trabajadores, que son los más importantes para nuestro partido, el P.O.S.D.R. goza de una autoridad integra. Al elegir sólo a los Bolcheviques como diputados de los colegios electorales de los trabajadores, la clase obrera ha declarado unánimemente su inquebrantable lealtad al antiguo P.O.S.D.R. y su lucha revolucionaria.
- La Conferencia acoge con beneplácito el enérgico trabajo de los diputados Socialdemócratas en la cuarta Duma, expresado en la introducción de interpelaciones y en la declaración que, en el fondo, definió correctamente los principios básicos de la Socialdemocracia.
- Reconociendo, de conformidad con la tradición partidaria, que la única política correcta es que la fracción Socialdemócrata de la Duma sea subordinada al Partido en su conjunto, representado por sus organismos centrales, la Conferencia considera que, en aras de la educación política de la clase obrera y para asegurar el mantenimiento de una política de partido correcta, es necesario seguir cada paso de la fracción y así establecer el control del Partido sobre su trabajo.
La Conferencia condenó decididamente varias acciones de los Mencheviques que no estaban de acuerdo con la política general del Partido. Al aceptar a Jagello en la fracción, con lo cual se aprobaba indirectamente la actividad secesionista del Bund, los Mencheviques, en opinión de la Conferencia, acentuaron la división entre los trabajadores polacos y retrasaron la realización de la unidad de todo el Partido. En el curso de un discurso de la Duma, A.I. Chkhenkeli, un Menchevique, con el pretexto de “crear las instituciones necesarias para el libre desarrollo de cada nacionalidad”, habló a favor de la separación en varios partidos socialdemócratas en función de las nacionalidades dentro de Rusia, la Conferencia condenó enérgicamente este discurso, que fue entregado en nombre de la fracción, como una violación directa del programa del Partido. “Las concesiones a las tendencias nacionalistas, incluso de una manera tan disfrazada, son inadmisibles en un partido proletario.” Por último, la fracción, señaló la Conferencia, había descuidado sus deberes votando a favor de la moción de los Progresistas sobre la declaración ministerial en lugar de someter la suya al voto.
Aunque la resolución sobre la fracción Socialdemócrata de la Duma contenía nueve puntos, sólo seis fueron publicados en la prensa del partido porque los otros tres trataron asuntos que no era recomendable hacer público. Debido a la pérdida de todos los documentos referidos a la Conferencia de Cracovia, estos tres puntos todavía no se han reproducido, y sería muy difícil citarlos de memoria después de un lapso de quince años. Se refirieron a la labor fuera de la Duma del “seis” bolchevique a la que la Conferencia delegaba muchas tareas importantes en relación con el trabajo ilegal del Partido. La Conferencia también se ocupó de la cuestión de la cooptación de los diputados Bolcheviques al Comité Central.
Durante nuestra estancia en Cracovia, el trabajo de los “seis” fue discutido en general y en detalle en nuestras conversaciones con Lenin y otros miembros de nuestro órgano dirigente en el extranjero.
Los diputados de los trabajadores, dijo V.I. Lenin, deben utilizar la Duma para la agitación y ayudar a desarrollar el movimiento revolucionario exponiendo tanto al gobierno zarista como a la hipocresía de los llamados partidos liberales. Los representantes de los trabajadores deben ser escuchados por toda la clase obrera de Rusia. Pero la actividad en la Duma era solamente una parte del trabajo de la fracción; como parte integrante del Partido, los “seis” Bolcheviques deben participar en el vasto trabajo que hay que hacer fuera de la Duma. La organización y la orientación de los grupos del Partido y de la actividad en la prensa del Partido y en los sindicatos eran entre los deberes importantes de los diputados de los trabajadores y exigía de ellos un trabajo y esfuerzos continuos.
Los diputados de los trabajadores deben permanecer en contacto con las masas y todas las organizaciones de la clase obrera, legales e ilegales, deben considerar a Bolcheviques en la Duma como los líderes y organizadores de la lucha revolucionaria. Lenin enfatizaba constantemente estos puntos en su conversación con nosotros.
Por recomendación del propio camarada Lenin me encargaron de la obligación de publicar Pravda. Lenin me dijo que, siendo el diputado de San Petersburgo, el representante de los trabajadores de San Petersburgo, debo asumir esa tarea. Pravda no sólo persigue objetivos educativos y propagandísticos, sino que también es el centro más importante de la organización. Enfatizó el hecho de que mi deber era trabajar allí.
Volvimos de Cracovia armado con instrucciones concretas y prácticas. La política general que debía ser seguida por los “seis” se delineó claramente y también los detalles sobre quién iba a hablar sobre varias cuestiones, el material que se tenía que preparar, el trabajo inmediato que tenía que hacerse fuera de la Duma, etc. Viniendo, como lo hicimos nosotros, de un ambiente extremadamente complicado y hostil, este intercambio directo de ideas con los principales miembros del partido y sobre todo con Lenin fue de suma importancia para nosotros.
Lenin se acercó a cada diputado individualmente y logró reforzar en cada uno de nosotros la voluntad de llevar a cabo una lucha intensa y sostenida. Por otra parte, nuestra participación en la labor de la Conferencia ha desempeñado un papel importante en la determinación de las decisiones que se han alcanzado. Estábamos muy familiarizados con los sentimientos de las masas y nuestras contribuciones a los debates permitieron a la Conferencia comprender la actitud de los trabajadores y sacar las conclusiones necesarias.
A su regreso de Cracovia, todos los diputados de los trabajadores, aprovechando el receso de la Duma, recorrieron los distritos electorales de los que fueron elegidos. Estos viajes fueron emprendidos para dar cuenta de la primera sesión de la Duma y para aumentar la actividad de los núcleos ilegales locales, llevando así a cabo las decisiones de la Conferencia de Cracovia.
Tales viajes, que se emprendieron entre las sesiones de la Duma y a veces en medio de una sesión, hicieron mucho para suscitar la actividad del movimiento local de la clase obrera. Los diputados establecieron nuevos contactos para el Partido y renovaron los viejos, organizaron nuevos núcleos del Partido e hicieron una gran cantidad de agitación y de propaganda, al mismo tiempo que recibieron recomendaciones e instrucciones de los trabajadores de su distrito. Una instrucción que fue dada a todos los diputados Socialdemócratas era que deben visitar sus distritos lo más a menudo posible y mantener generalmente un contacto cercano con sus distritos electorales.
Debe admitirse que los diputados de los trabajadores cumplieron su deber. Cada uno de nosotros recibía diariamente un gran volumen de correspondencia, que proporcionaba información detallada de lo que estaba teniendo lugar y en el que se expresaban diversas recomendaciones y demandas. Todo esto sirvió como material para nuestro trabajo en la Duma, se elaboró y resumió en las preguntas al gobierno y se ocupó de nuestros discursos sobre las facturas del gobierno, etc.
Aún más material se reunió en los viajes personales de los Diputados, que eran una continua fuente de ansiedad para la policía secreta zarista. La policía no pudo impedir que los diputados realizaran estos recorridos, ya que la inmunidad parlamentaria todavía existía para los diputados obreros, pero aprovecharon la ocasión de vigilar a todos los que los diputados consultaron. Antes de que terminara la sesión de la Duma, el Departamento de policía solía enviar órdenes a todos los gobernadores y jefes de los departamentos de policía secreta para que vigilaran atentamente la llegada de los diputados revolucionarios “a las provincias encomendadas a su cuidado”. Nuestras características distintivas fueron enumeradas y nuestras fotografías atadas. Luego, en la estación de tren, el diputado obrero sería encontrado por una escolta de “abrigos de color guisante” (así se llamaba a los espías) y lo seguía por dondequiera que iba.
Para asegurarse doblemente de que, el diputado no se debe perder de vista, la policía secreta de San Petersburgo a menudo, organizaba a sus hombres para acompañar al diputado a su destino hasta que los espías locales tomen el relevo. El espía de San Petersburgo entregaba el diputado al espía provincial contra un recibo, como si estuviera entregando algún objeto inanimado. Sin embargo, a menudo causamos cierta confusión al escapar de su vigilancia “en una dirección desconocida”. La policía no siempre podía descubrir cuando nos íbamos y, no hace falta decirlo, nos esforzamos por hacerlo en secreto, yendo a la estación desde cualquier lugar excepto donde vivíamos.
En este caso la policía reprimió a los porteros de la casa y conserjes por no hacerles saber de nuestra partida, mientras que los porteros protestaron en autojustificación de que los diputados no les habían informado de su partida, no habían presentado pasaportes para ser endosado y no había cumplido otras formalidades.
La vigilancia de los diputados obreros era tan persistente y abierta que los miembros de nuestra fracción a veces perdían la paciencia y se comunicaban con el ministro exigiendo que se les deje en paz. Nunca se detuvo por esa razón, el único resultado de la denuncia fue que los espías fueron exhortados a llevar a cabo su trabajo de manera más eficiente y a intentar “no irritar” a los diputados. Por otro lado, las autoridades locales, siguiendo las instrucciones del Departamento de policía, hicieron uso de todos los pretextos para acortar la gira del diputado “por motivos jurídicos” o si la suerte les favorecía a encontrar material para su enjuiciamiento.
Creo que el siguiente incidente ocurrió al Camarada Muranov mientras estaba en una de las ciudades del Volga. Estaba en su apartamento cuando la policía llegó, arrestó al casero y luego comenzó a registrar la casa. La maleta de Muranov estaba tendida sobre la mesa y cuando un oficial de policía quiso abrirla protestó, declarando que era diputado, y saco sus documentos de la maleta. El oficial se vio obligado a retirarse, pero más tarde sus superiores lo reprimieron severamente. Se le dijo que siempre y cuando Muranov no hubiese entregado sus papeles, en el caso de estar a cierta distancia de él, no debería haber “creído” que Muranov era un diputado y por lo tanto no debería haberle permitido acercarse a la maleta “que podría haber pertenecido a alguna otra persona.” Entonces debería haber aprovechado la ocasión para examinar el contenido de la maleta con la esperanza de encontrar alguna evidencia que pudiera servir para un cargo contra el diputado, o, tal vez, contra toda la fracción Socialdemócrata.
Sin atreverse a atacarnos abiertamente por temor a los brotes revolucionarios de protesta, la policía se limitó a vigilar estrictamente nuestros movimientos. Por otra parte, todos los que tenían incluso las más remotas relaciones con los diputados de obreros fueron sometidos a crueles persecuciones. La posición de un diputado obrero era excepcionalmente dura; el menor descuido de su parte era susceptible de causar, no sólo el encarcelamiento de los camaradas individuales, sino también la destrucción de organizaciones completas. Por lo tanto, cuando se establecía nuestras giras provinciales (y más aún en San Petersburgo) tratábamos de actuar tan secretamente como sea posible y también de evitar a los espías que nos estuvieran vigilando. En las pequeñas ciudades provinciales donde se pueden observar claramente todas las entradas y venidas y donde la llegada de un miembro de la Duma del Estado era un acontecimiento importante, no era de ninguna manera fácil preservar el secreto. Sin embargo, los miembros de nuestra fracción trabajaron duro en las provincias y fortalecieron enormemente la actividad de las organizaciones locales legales e ilegales. Los recorridos de los diputados obreros por lo general resultaron en un desarrollo del movimiento huelguista, en la creación de nuevos núcleos partidistas, en un incremento de suscriptores a Pravda y generalmente en la intensificación de la actividad revolucionaria.
A su regreso de la primera gira a las provincias en enero de 1913, todos los diputados obreros comentaron sobre el gran crecimiento de la sensación revolucionaria entre los trabajadores. El período de la apatía, típico de los años precedentes, de la reacción, finalmente fue dejado detrás. A lo largo de la clase obrera hubo una evidente voluntad de lucha, un esfuerzo por la acción organizada y un vivo interés por la vida política del país.
Mis camaradas de la fracción no pudieron dar sus informes en grandes reuniones legales – todas esas reuniones fueron invariablemente prohibidas por los gobernadores; tenían que hablar ilegalmente u organizar reuniones cortas en las fábricas sin autorización de la policía.
En general, los trabajadores aprobaron el trabajo del primer mes en la Duma. Observaron con satisfacción que nuestra declaración contenía las demandas “completas” de la clase obrera; los discursos hechos en ocasión de nuestra primera interpelación también fueron endosados. Los trabajadores hicieron muchas preguntas sobre la Duma y estaban muy interesados en los detalles del trabajo de Duma. También estaban curiosos sobre el bando enemigo, las Centurias Negras “intransigentes”, de los cuales Purishkevich y Markov habían adquirido especial notoriedad.
Sin embargo, la actitud general ante la Duma era clara y definitiva: los trabajadores no esperaban mejorías; se dieron cuenta plenamente de que el proletariado sólo podía obtener satisfacción por una persistente lucha revolucionaria. Durante sus viajes, los miembros Bolcheviques pudieron verificar la corrección de las decisiones de la Conferencia de Cracovia con respecto a las tendencias Liquidadoras y la unidad del Partido. La tendencia Liquidadora, que surgió entre, y fue apoyado principalmente por los intelectuales, era completamente ajena a los obreros y estaba totalmente ausente de muchos distritos. Consecuentemente en muchos grupos Socialdemócrata, la controversia aguda librada entre la Pravda y Luch no fue entendida. Era evidente que, para lograr la unidad, no eran las negociaciones diplomáticas las que eran necesarias, sino la participación de todos los miembros de los núcleos locales en las actividades subterráneas y la cesación de la lucha contra tales actividades. De esta manera, la unidad del Partido se convertiría en un hecho.
Esta opinión correspondía plenamente a la política establecida por la Conferencia de Cracovia.
[1] En lugar de “no tener armas electorales”, lea “no hay arma electoral”.
[2] La campaña electoral se llevó a cabo bajo la dirección general de Lenin desde Cracovia. El suministró a Pravda con artículos y cartas que dan consejos y orientación sobre la conducción de la lucha. La organización de San Petersburgo bajo el liderazgo del camarada Stalin llevó a cabo estas direcciones y desarrolló una feroz lucha por la plataforma electoral bolchevique.
[3] . El ferrocarril que conecta Moscú y San Petersburgo (ahora Leningrado), ahora llamado el “Ferrocarril de Octubre”. – Ed.
[4] Luch representó los puntos de vista de los Mencheviques y Liquidadores. – Ed.
[5] En realidad, fueron redactados por el Camarada Stalin – Ed.
[6] Una alusión al nombre del partido de los Cadetes (Demócratas Constitucionales) que se llamó a sí mismo también el “Partido de la Libertad del Pueblo”. – Ed.
[7] La Liga socialdemócrata judía (menchevique) – Ed.
[8] Miembros de la llamada “Organización Interdistrital de Socialdemócratas Unidos”, que se originó un tiempo antes de la guerra y acogió a algunos socialdemócratas “no fraccionarios”. Dirigió una existencia separada hasta el verano de 1917 cuando se unió al partido. – Ed.
[9] En la tercera edición de su libro, el autor admite el error cometido por los miembros Bolcheviques de la fracción de la Duma de unirse a los Mencheviques en su oposición a la huelga. El Partido, mientras dirigía el movimiento hacia canales organizados, debería haber dirigido todas las acciones revolucionarias de los trabajadores y los utilizó con el propósito de extender la lucha revolucionaria.
La reunión en la imprenta del Pravda a la que se refiere el autor declaró que la actitud de la fracción de la Duma en esta cuestión había sido errónea.
[10] Khvostov, Markov y Gololobov eran de Derecha y Nacionalistas. Gutchkov era el líder de los Octubristas.
[11] K. Sabler era el principal procurador del Sínodo y jefe del departamento eclesiástico estatal. A.A. Makarov era el Ministro del Interior.
[12] Los Trudoviques, cuyo programa era similar al de los Socialistas Revolucionarios, simulaban representar al conjunto del campesinado ruso, pero en realidad representaban solo los intereses de los estratos acomodados de los campesinos. Por lo tanto, era bastante natural para ellos actuar en contacto con los partidos de la burguesía liberal: los Cadetes y los Progresistas. Por otro lado, el grupo expresó la protesta de los campesinos en general contra el régimen señorial feudal, y esto hizo posible la acción común con los socialdemócratas de vez en cuando.
[13] En la tercera edición de su libro, el autor agrega algunas líneas que hacen hincapié en la persistencia y la firmeza mostradas por el camarada Stalin en la lucha contra los mencheviques sobre la declaración de la Duma.
[14] Lenin señaló repetidamente que la cuestión de la unidad sólo puede y debe plantearse desde “abajo” y que la unidad en cualquier forma es posible solo con los trabajadores revolucionarios, pero no con aquellos que se oponen y distorsionan el marxismo revolucionario.
Un comentario en “LOS BOLCHEVIQUES EN LA DUMA ZARISTA. Parte 1.”