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Reflexiones en torno al “Llamamiento de ex militantes y simpatizantes del Partido Comunista Mexicano”, en el centenario de su fundación.

Fotografía: Nacho López

Por Alfredo Valles.

“Desde el punto de vista burgués lo único que se trata de lograr son servidores, y de ninguna manera, desde luego, lo que debería estar tan próximo a los oprimidos: vengadores.”

Ernst Bloch, El principio esperanza, vol. 3.

El 11 de noviembre del presente apareció publicado en el periódico La Jornada un manifiesto, llamamiento o mensaje firmado por alrededor de trescientos ex militantes y simpatizantes del Partido Comunista Mexicano. Como integrante del Partido Comunista de México considero imprescindible discutir y debatir un documento público como este, no con afanes de controversia académica, sino con miras a reafirmar la perspectiva revolucionaria y la lucha por el socialismo-comunismo.

Entre los firmantes se encuentran personalidades con las que actualmente coincidimos en la percepción de que la lucha de los comunistas es más vigente que nunca, así como que la revolución socialista es una tarea planteada en espera de solución. No obstante, hay un conjunto de planteamientos que sin duda requieren ser confrontados, ampliados y cuestionados pues constituyen oportunidades fundamentales para desalojar los puntos de vista burgueses del movimiento comunista.

1.- No resulta ocioso un debate en torno a la fecha de fundación del Partido Comunista de México – Partido Comunista Mexicano. Detrás de la elección en el calendario subyacen dos visiones enfrentadas. La primera, concibe al primer Partido Comunista como expresión nacional democrático-burguesa. La segunda, reivindica la influencia determinante de la Gran Revolución Socialista de Octubre en la génesis del Partido Comunista en México, así como su carácter revolucionario internacionalista. No es casualidad o mera omisión que parte de los viejos comunistas callen este último aspecto, fundamental para la lucha de clases mundial.

2.- Una multiplicidad de voces revestidas de la legitimidad de su pasado y de la cercanía con el Estado han considerado que para abordar el Centenario de las actividades de las y los comunistas en México resulta totalmente prescindible todo tipo de rigor en el estudio, análisis y planteamientos sobre el tema. Quienes han sido comunistas durante décadas y luego han abierto otro proceso similar para suscribirse por “conveniencia histórica” al liberalismo ya no alcanzan a distinguir las diferencias entre los comunistas y los demócratas burgueses. Ya no conservan el pudor ni la honradez de juventud para, al menos, sostener las amplias y profundas divergencias que separan al movimiento comunista de las distintas versiones de anarquismo. En el llamamiento a debate se afirma que entre los antecedentes del primer PCM se encuentran el Partido Liberal Mexicano y ciertos diputados del Constituyente de 1917 en México. Se podría entender que de esto se desprenden las nociones de que se puede ser comunista sin un Partido Comunista de por medio, que basta decirse una y otra vez comunista a sí mismo para que la magia opere la constitución del mismo, o bien que ser funcionario de un gobierno represor, anti-comunista en los hechos, no es mérito suficiente para traicionar a la clase obrera. Es inadmisible la tesis de que anarquistas y liberales son antecedente primigenio del primer PCM. Omite la lucha del Partido Comunista contra ambos. En esta tónica burguesa por asimilar al PCM a una historia inocua entre paladines o enemigos de la “democracia”, es probable que en cien años más esta tergiversación alcance para incluir entre los notables “antecedentes” a Andrés Manuel López Obrador, dado que éste es tan socialista como Felipe Carrillo Puerto, Nicolás Cano o Francisco José Múgica, si por socialismo entendemos demagogia, liberalismo, colaboración de clases, omisión de los puntos fundamentales del marxismo, negación de la lucha de clases, etc. En todo caso, las últimas cuatro personalidades citadas comparten una definición histórica: la de la socialdemocracia en México, enemiga histórica de la lucha por el socialismo-comunismo.

3.- Es cierto que los comunistas fuimos parte activa en el surgimiento de los grandes sindicatos de industria, huelgas estudiantiles, entre otros acontecimientos, pero, tras décadas de ocurridos, ¿qué lecciones históricas reunimos y asimilamos los comunistas que continuamos en combate? Nuestro pasado no es de oropel, no es pergamino auto-exculpatorio, ni tampoco una oportunidad para la nostalgia bien ganada. El viejo Partido Comunista de México – Partido Comunista Mexicano fue parte de estos y otros momentos fundamentales de la lucha de clases en nuestro país, pero ¿con qué aciertos, desaciertos, renuncias, engaños y autoengaños? La historia de los comunistas no es una tabla rasa del pasado, sino una oportunidad para contribuir a la ruptura con el capitalismo y no a su estabilidad.

4.- La lucha de los comunistas por la “democracia” a secas es un aspecto nodal de la actual y futura crítica de los comunistas organizados a su historia. La lucha por la “libertad y la democracia” usurpó la verdadera lucha de los comunistas, desorientó las filas del PCM histórico y conformó una negación de sus objetivos revolucionarios. En ese proceso centenas de viejos comunistas se han travestido en revisionistas profesionales, pícaros y comparsas de las aventuras políticas de la burguesía.

5.- Se escribe, con razón, que los comunistas son el futuro de la cultura. La historia del PC Mexicano así lo demuestra. Pero sólo pueden ser los promotores de una nueva cultura si contribuyen a la historia y al desarrollo de un partido comunista de nuevo tipo, si reivindican por todo lo alto la independencia política de la clase obrera y sus aliados respecto al Estado y la burguesía, y no lo serán si, por el contrario, su labor se limita a imaginar alianzas para colocar creativos retazos en la indumentaria de gala del capitalismo, hecha girones por insumisiones o levantamientos; ni tampoco si su labor se constriñe a continuar la calumnia de la historia del socialismo y de los comunistas, misma que hace casi cuarenta años protagonizaron lúdicamente buena parte de los hoy enfiestados,  en las bien diseñadas hojas de la revista mensual El Machete (1980-1981).

6.- El Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista (CEMOS) resguarda, celosa y posesivamente, la historia del movimiento comunista en México. Este repositorio aparece como un organismo privado que ha secuestrado para fines ajenos a la clase obrera el inmenso archivo, por sus alcances y dimensiones, resultado de las andanzas y vicisitudes de los comunistas. La socialdemocracia, fusionada con “estadistas” del comunismo que alcanzaron su juventud política a través de su matrimonio vigente con el eurocomunismo, hegemoniza la visión sobre nuestra historia. CEMOS, los Comunistas de Estado, AMLO y la 4T son los rostros mal disimulados de la actual dictadura burguesa.

7.- La historia del Partido Comunista de México – Partido Comunista Mexicano es una historia profunda e insoslayable, la cual debe ser redescubierta y reinterpretada no al calor del Museo, la oficina gubernamental o la autoridad paternal del Ejecutivo sobre sus escribanos. Reinterpretada a partir de la lucha de clases viva contra el capitalismo y por el socialismo-comunismo, el Poder Obrero, la planificación central de la economía y la expropiación de los grandes medios de producción y de cambio. Cada episodio de la actual lucha del Partido Comunista de México (PCM) es una oportunidad para desenmascarar las tramas de Semo, Bartra, Domínguez, García, Concheiro, Taibo II, Encinas, entre otras y otros. Es una oportunidad para integrar de manera dialéctica el legado y la acción de miles de comunistas anónimos, de decenas de comunistas deseosos de retomar la senda revolucionaria, de las páginas más notorias de El Machete, de Oposición, así como los distintos esfuerzos por reorganizar a los comunistas acorde con sus propósitos históricos. La historia de los comunistas no es la historia de la falsificación sistemática, la condescendencia o el “lugar en el parnaso”, sino la historia de la franqueza, de la crítica revolucionaria, del ajuste de cuentas para abrir paso a la perspectiva marxista-leninista.

8 y 9.- Es necesario discernir los motivos de la insistencia en presentar a toda costa el 24 de noviembre de 1919 como la fecha de fundación del primer PCM. Como militantes del Partido Comunista de México oponemos nuestras propias tesis: la de la fundación del primer Partido Comunista de México en el año de 1921 y por intermediación exhaustiva de la Internacional Comunista (1919-1943) a través de diversos comunistas y, en especial, del camarada Sen Katayama. La insistencia en la verdad dogmática de los antiguos “anti-dogmáticos”  es para representar al PC Mexicano como criatura de la revolución mexicana, gemelo de la socialdemocracia, etc., etc. El Partido, fundado formalmente en 1921, encontró en las juventudes comunistas a sus primeros cuadros de dirección. El comunismo en México no nace con convicción internacional, sino de la convicción internacionalista de los comunistas del globo y la labor política independiente de los comunistas en México. Convicción que pese a las maniobras que por décadas degradaron el carácter del Partido, sobre todo a partir de 1960, siguió viva en importantes renglones de internacionalismo: Vietnam, Cuba, Chile, Nicaragua, El Salvador, etc.

10.- Es primordial estudiar a fondo los sucesos ocurridos en las filas de los comunistas en estos últimos cien años, en particular durante el período que va de 1960 a 1981. Descubrir las fortalezas y las inercias conservadoras en tesis como la relativa al fin de la Revolución Mexicana, entre otras. Profundizar en el período de “firme oposición al régimen político del PRI” como contexto del abandono de la identidad comunista del Partido y el triunfo del viejo espíritu socialdemócrata: “el movimiento lo es todo, la meta final es nada”. Ahí en esa historia está la semilla de la traición al movimiento comunista y la apoteosis oportunista.

Continuar repitiendo la condena a la URSS por su intervención en Checoslovaquia o Afganistán es ocultar tras ello la reivindicación de los planes burgueses para operar una contrarrevolución en la antigua república de Europa Central y el encono contra la Unión Soviética por contribuir a evitar el descuartizamiento de dicho país al gusto del carnicero capitalista y su similitud trágica con el desenlace yugoslavo veintitrés años después. Condenar a la URSS es condenar el internacionalismo y enaltecer el nacionalismo burgués. Es proseguir la apología de la democracia burguesa y la calumnia del socialismo.

El centenario es circunstancia idónea mas no exclusiva para poner en entre dicho la noción del predominio de las particularidades nacionales. Los elementos más oportunistas del antiguo PC Mexicano llevaron hasta sus últimas consecuencias este lamentable desarrollo teórico engendrado en las filas del movimiento comunista. El peso de la propiedad privada, las infinitas posibilidades corruptoras de los monopolios y el socavamiento del marxismo leninismo en los Partidos Comunistas han impuesto este paradigma que aún no logramos desterrar de nuestras filas. Bajo el escudo de las particularidades nacionales se ensayaron todo tipo de maniobras y malabarismos para dar cabida y amplitud a la alianza de los comunistas con la socialdemocracia o la “burguesía nacional”. Para desdoblar las justificaciones de gestionar el capitalismo y no de derrocarlo, para dar pie a consignas bastardas como las de la nueva democracia, revolución democrática, unidad popular, democracia de liberación nacional, etc., etc. El progresismo que sirve de prolegómeno a regímenes más reaccionarios es consecuencia de esto.

Los marxistas revolucionarios debemos demoler y rechazar los paradigmas del anti-sovietismo, de la frescura del anticomunismo y sus desarrollos actuales, la lucha por la democracia, el pacifismo y la viabilidad de “distintos caminos al socialismo”, entre otros, para poder romper con la tendencia liquidadora del Partido Comunista. Así como demoler y rechazar las tesis trotskistas y maoístas en torno al socialismo, la lucha de clases, la infinidad de etapas previas al socialismo, los “mil años” que nos separan de este o que, en lenguaje morenista, significa lo remoto del socialismo y la oportunidad de cerrarle el paso “a la reacción” con la reacción camuflada de la 4T.  

11.- En los cien años de los comunistas en México también debemos avanzar en la historia y comprensión dialéctica de la interdependencia existente entre los distintos esfuerzos organizados de los comunistas. No sólo constatar que miles de jóvenes del PCM, en particular de la JCM, continuaron su lucha desde trincheras distintas al Partido, sino sobre todo puntualizar los reblandecimientos, contradicciones y dificultades en la historia de los comunistas, que derivaron en agrias decisiones, divisiones y esquemas cada vez más conservadores. El PCM es una parte fundamental de nuestra historia, pero la génesis de los comunistas abarca los esfuerzos del Partido Obrero Campesino Mexicano; las iniciativas dirigidas por Arturo Gámiz y Pablo Gómez con la referencia notable de los Encuentros de la Sierra Heracleo Bernal; la Liga Comunista 23 de Septiembre, entre otros citados o por citar.

12 – 14.- La unidad con las fuerzas democráticas (de la burguesía), con socialistas (nacionalistas o eurocomunistas de viejo o nuevo tipo), entre otros, exterminó al Partido Comunista y culminó décadas de esfuerzos hacia un rumbo oportunista. Es de observar con frialdad y rigor que la unidad de los comunistas con la burguesía ha servido para alargar la agonía del proletariado, para desarmarlo, para prestarle inigualable auxilio a la burguesía, a los monopolios; para diversificar su hegemonía.  

Debemos afirmar que la historia del PCM no terminó el 18 de octubre de 1981. Ese difícil episodio no es sino preludio de la vivaz lucha intergeneracional por reorganizar el Partido Comunista en nuestro país, apenas una noche larga tras la que decenas de antiguos militantes del Partido Comunista Mexicano vuelven a enfrentar el dilema entre reforma y revolución, entre colaboración de clases y lucha de clases. Es afortunado encontrarnos cerca de quienes desde su trinchera luchan por resolver de una manera nueva, de una manera marxista-leninista, ésta siempre viva y ríspida ecuación.

Es de rechazarse la frase que condena al Partido Comunista al sitio próximo de las caducidades en el Museo, cual gabinete de curiosidades incómodas. El Partido Comunista no es cadáver celebre, ni mascota política de los sucesores en la conducción del Estado burgués en México. El Partido Comunista no es patrimonio de estos o aquellos ex militantes. Y aquí cabe citar las recientes palabras del camarada Arturo Martínez Nateras: “Florecen los campos con flores multicolores. Así transcurren los actos conmemorativos del centenario del PCM. No hay herederos patrimoniales. (El Partido Comunista Mexicano) murió intestado y la historia como la memoria son campos de acción y lucha política.”

Es la hora de rechazar la tesis oportunista de “la insurrección político electoral realizada por nuestro pueblo el primero de Julio de 2018”. Esa tesis encubre que tal insurrección no fue sino la desbandada de los viejos cuadros dirigentes y cuadros medios u operativos del antiguo gestor partidario del capitalismo en México hacia el nuevo partido de la mayoría entre la burguesía. La llamada insurrección no es sino el mandato de estabilidad y contención dictado por el Poder de los Monopolios.

Es la hora de rechazar la tesis oportunista de “la raíz roja” de dicha “insurrección”. Los comunistas que somos parte del esfuerzo por reorganizar el Partido Comunista de México como Partido de nuevo tipo, no aceptamos el “honor” de ser partícipes en el ascenso de la socialdemocracia como gestor de la burguesía y su Estado. En todo caso esa raíz del actual gobierno es la podrida raíz del eurocomunismo, expresión de una amplia tradición oportunista a la que renunciamos y combatimos.

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