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Tesis sobre la emancipación de la mujer, VI Congreso del PCM

 

«Existe una relación extraordinariamente estrecha
y orgánica entre lo que interviene la mujer
en la producción y cómo se halla
situada en la sociedad»

Auguste Bebel

 

I
Enfoque marxista de la opresión de la mujer,
bajo el principio de la división de la sociedad en clases

1.- El Partido Comunista de México lucha por el derrocamiento del capitalismo para que con el poder obrero, la socialización de los medios de producción, el control obrero, la planificación central, construyamos una nueva sociedad, la del socialismo-comunismo, poniendo fin definitivo a la explotación y la opresión. La emancipación de la clase obrera emancipará al conjunto de los explotados y a todos los oprimidos: la mujer, las distintas nacionalidades –entre ellas las de los pueblos indios- y todos aquellos que sufren por la discriminación racial.

2.- La cuestión de la mujer, el objetivo de su emancipación, fue abordado pioneramente por el marxismo-leninismo, ya desde los tiempos de Marx y Engels, quienes enfatizaron que el desarrollo de la sociedad se mide, entre otros aspectos, por el grado de participación de la mujer. Es el materialismo dialéctico e histórico quien proporciona los elementos para comprender el carácter de la opresión, vinculados a los sucesivos modos de producción, así como las condiciones para la liberación y emancipación de la mujer en el contexto mismo de la emancipación de la clase obrera.

3.- El movimiento obrero internacional levantó con firmeza la bandera por la igualdad y lanzó a la palestra de la lucha de clases a la mujer proletaria, con un papel destacado en la Revolución de 1848 y en la Comuna de París en 1871. La Asociación Internacional de los Trabajadores y la II Internacional –antes de su proceso de descomposición oportunista-, se caracterizaron por la incursión militante de la mujer en la política, en la que emergieron con fuerza descollante por su aporte y prestigio Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo, que dinamizaron la lucha de la mujer obrera por sus derechos laborales, sindicales, sociales y políticos. El oportunismo dominante en la II Internacional vetó y frenó las iniciativas por la emancipación de la mujer, de la misma manera que revisaba el marxismo, traicionaba los intereses de la clase obrera y apoyaba la guerra imperialista. La defensa del marxismo por la corriente revolucionaria en la que los bolcheviques llevaban la vanguardia, volvió a posicionar los intereses de la clase obrera, del internacionalismo proletario y de la emancipación de la mujer, y se fortaleció exponencialmente con la Gran Revolución Socialista de Octubre y la construcción socialista en la URSS. En la Internacional Comunista, con Clara Zetkin, Inessa Armand, Alexandra Kollontai, Nadezhda Krupskaya, fue retomada nuevamente la cuestión de la mujer como un elemento indispensable e indisociable de la misma lucha de la clase obrera por su emancipación.

4.- La irrupción de la mujer obrera en la lucha política, desencadenada por la ideología marxista y el accionar de los partidos comunistas, fructificó en conquistas no sólo para la mujer obrera sino para todas las mujeres: derecho al trabajo, a la maternidad, a las guarderías; derechos sociales, como el divorcio, y políticos, como el poder elegir y ser electas. Estas conquistas de la lucha de la mujer obrera, con nexo orgánico a la lucha por el socialismo, pretenden ser negadas y usurpadas por el movimiento burgués de las mujeres, conocido como feminismo. Tal deformación alcanza, por ejemplo, a la conmemoración del 8 de Marzo, fecha emblemática por ser una jornada de lucha de la mujer obrera, y a la que se busca despojar de su contenido de clase para convertirla en una reivindicación de la lucha encarnizada entre los géneros (ignorando la cuestión de clase), en un intento de decolorar el rojo insumiso y clasista para convertirlo en un rosa agradable al sistema de explotación y dominación.

5.- Resulta en consecuencia indispensable exponer, acorde a la concepción materialista de la historia, el porqué de la desigualdad y la opresión de la mujer, y el camino para que conquiste su emancipación.

6.- Es totalmente equivocado lo asumido históricamente por las clases dominantes y la ideología que divulgan –ideología reaccionaria y conservadora, por más barnices liberales que le quieran dar-, de que la diferencia entre la mujer y el hombre está determinada por la particularidad del sexo, y que siempre la mujer tuvo un papel subordinado, que así fue en el pasado y así será en el futuro.

7.- La situación de la mujer en la sociedad, se encuentra indisolublemente ligada a la estructura y organización del modo de producción dado, en todas y cada una de las fases del desarrollo social.  La privación de derechos, la dependencia y la falta de igualdad de la mujer, no se explican por ninguna característica natural o congénita específica, sino por el carácter del trabajo que a ella se le asigna en un modo de producción determinado.

8.- No siempre hubo desigualdad entre el hombre y la mujer. Durante el modo de producción de la comunidad primitiva -primer modo de producción de la historia humana que se extendió a lo largo de decenas de miles de años-, la mujer fue considerada totalmente igual al hombre, y entre mujeres y hombres no existían otras diferencias que las derivadas del ejercicio de la maternidad. En el comunismo primitivo, la mujer llegó incluso a tener un papel dirigente debido una serie de hallazgos y descubrimientos útiles para toda la humanidad que hicieron progresar el desarrollo económico y social: la domesticación del fuego, la construcción de viviendas, la remoción de la tierra, siembra y recolección de granos y frutos, el hilado, tejido, alfarería, la herbolaria como primera práctica medicinal, las primeras tentativas artísticas, ocurrieron con el protagonismo de la mujer.

9.- Con el tiempo y el desarrollo de la técnica, y según las condiciones de clima y geografía, las colectividades que vivían de la caza y recolección transitaron a la agricultura y el pastoreo, con los primeros brotes de trabajo productivo y de economía doméstica. Al mismo tiempo que estas nuevas formas de economía surgen nuevas formas de comunidad social, y con ello también surgieron diferencias entre hombres y mujeres.

10.- En tanto la economía de la comunidad primitiva se basó en el cultivo como actividad primaria y la caza como actividad complementaria, el grupo social se organizó en torno a la división natural del trabajo (1) –división del trabajo con arreglo al sexo y la edad, entre hombres y mujeres, y entre adultos, niños y ancianos-; la porción sedentaria, por lo tanto las mujeres, se hizo cargo de la agricultura, mientras los hombres seguían yendo a cazar y a la guerra o saqueo de las tribus vecinas. Consecuentemente, el rol de primera productora en la economía le otorgó a la mujer un papel principal en la vida social.

11.- El papel económico de la mujer en las tribus pastoriles fue en cambio complementario, pues realizaba la labor secundaria de cuidar el ganado, mientras los hombres eran considerados el primer productor pues no sólo cazaban animales sino que podían capturarlos vivos para aumentar el rebaño. Desde el punto de vista de la economía del grupo, la mujer valía menos y su trabajo era menos productivo, es decir, no contribuía en la misma proporción al bienestar del clan. Con ello surgió la idea de que la mujer no era equiparable al hombre también en otros aspectos.

12.- Como lo explica el materialismo histórico, ulteriormente a la división natural del trabajo sobrevino la división social del trabajo. Un primer paso fue la separación de las tribus de pastoreo/ganadería de la masa general, y un segundo paso la separación de la artesanía respecto de la ganadería, hasta llegar finalmente a la separación del trabajo manual del intelectual; surgió así la propiedad privada, con lo que inició la creciente desigualdad económica y la división entre libres y esclavos, la división de la sociedad en clases.

13.- El dominio de la mujer, el derecho de la madre, se instauró mientras la colectividad estuvo ligada por intereses comunes y la mujer actuaba en esa colectividad como principal productor. El derecho del padre, el patriarcado, se impuso con la implantación de la propiedad privada y los conflictos de intereses ligados a ella entre los distintos miembros del grupo social. Había que impedir que el grupo se desparramara, pero no como hasta entonces a base de una cohesión instintiva, unida en un grupo común en el que gobernaba la madre común, sino a base de la autoridad de los más fuertes.

14.- La situación de desigualdad y opresión de la mujer precedió al surgimiento de la propiedad privada. La propiedad privada consolidó la opresión de la mujer, pues hizo posible la economía familiar y contribuyó a esclavizarla por medio del trabajo doméstico improductivo y limitado, pero sólo cuando por causa de la división de trabajo ya había disminuido su importancia en la producción. Refiere Kollontai: “La opresión de la mujer se relaciona con una división del trabajo entre los sexos en la que el trabajo productivo fue misión de los hombres, mientras la mujer se hacía cargo de las tareas secundarias. Cuanto más perfecta era esa división, más dependiente se hacía la mujer, hasta que al fin su servidumbre se convirtió en un hecho consumado. Formalmente, la introducción de la propiedad privada fue el punto de inflexión de un proceso en cuyo curso la mujer quedó eliminada del trabajo productivo” (2).

15.- En el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo, la desigualdad de la mujer, la opresión de la mujer sólo se fue acentuando. Dado que tal desigualdad se inicia con su desplazamiento a tareas productivas secundarias y se consolida con la propiedad privada, subrayamos que son pilares de la emancipación de la mujer la desaparición de la propiedad privada y la integración plena de las mujeres al proceso productivo sin explotación.

16.- Las ideas de que la mujer no es equiparable al hombre, de que es inferior, surgen a partir de la disminución de su preponderancia en el trabajo productivo para su grupo social. Es decir, son determinadas por la base económica y las relaciones de producción, y no a la inversa. Las sociedades gentilicias representan la transición de la comunidad primitiva al modo de producción esclavista, puesta en marcha por la aparición de la división social del trabajo. Surge entonces el patriarcado, dando forma a la desigualdad económica entre la mujer y el hombre en el seno de estas sociedades, para trasladar la línea de herencia y la preponderancia en la familia, de la mujer a los hombres. En otras palabras, la raíz de la opresión de la mujer no es el patriarcado, sino el modo de producción determinado del que el patriarcado es un rasgo. La desigualdad de la mujer continúa en el capitalismo, porque permite incrementar la tasa de explotación y la extracción de plusvalía de las mujeres proletarias. Los factores económicos y sociales históricamente determinados convirtieron el trabajo socialmente útil de la mujer en trabajo individual-familiar, y en el transcurso de miles de años lo han convertido nuevamente en trabajo socialmente útil.

17.- En todas las sociedades divididas en clases, la superestructura asignó a la mujer un lugar secundario -como reflejo de su rol en la economía-, relegándola y condenándola a la oprobiosa esclavitud doméstica. Durante milenios fue excluida en general de la educación, la ciencia, la técnica, el arte, de la toma de decisiones políticas y civiles, encadenada al hogar. A pesar de todo, floreció su aporte a la humanidad, aunque inicialmente tuvo que recurrir en muchos casos al seudónimo masculino. En 170 años, apenas dos siglos, que constituyen un instante en la historia de la humanidad, la mujer progresó en derechos sociales, civiles y políticos; sin embargo falta mucho para su emancipación, para la plena igualdad. Estos pasos cualitativos están asociados a la acción revolucionaria de la clase obrera desde que fue proclamado en 1848 el Manifiesto del Partido Comunista. La construcción socialista desde que el proletariado conquistó el poder con la Gran Revolución Socialista de Octubre, demostró que el socialismo-comunismo es el camino para la emancipación de la Mujer.

18.- El Partido Comunista de México considera inseparable la lucha por la Revolución Socialista y la construcción del socialismo-comunismo de la lucha por la emancipación de la mujer. No considera que esa tarea emancipatoria ha de postergarse hasta el momento de la conquista del poder, sino que está asociada a cada lucha concreta contra el capitalismo; por lo que la organización de la mujer trabajadora, junto a la organización de la clase obrera y la juventud trabajadora, es una de sus tareas esenciales.

 

II
El feminismo, falso camino
para la emancipación de la mujer

19.- Como afirma August Bebel, la Cuestión de la mujer trata de la posición que ha de ocupar la mujer en el organismo social, la forma en que puede desplegar su potencial y facultades en múltiples direcciones a fin de convertirse en un miembro pleno y activo del modo más útil posible a la sociedad humana, disfrutando de los mismos derechos que todos; cuestión que necesariamente coincide con la forma que debe adquirir la sociedad humana para que se ponga fin a la opresión, la explotación y las múltiples formas de la miseria. En consecuencia, para los comunistas la Cuestión de la mujer es inseparable de la cuestión social general, es decir, de la lucha por poner fin a la explotación capitalista.

20.- Como resultado de la incorporación masiva de la mujer a la producción durante el siglo XIX, surge el movimiento femenino, que desde su nacimiento se divide claramente en movimiento femenino burgués y en movimiento obrero. El capitalismo naciente tuvo la necesidad de mucha mano de obra y barata, por lo que llamó a la mujer a tomar parte en el trabajo productivo y bajo condiciones de máxima precariedad, como bien lo describe Engels en su obra “La situación de la clase obrera en Inglaterra” publicada en 1845; era natural que la mujer proletaria intentara luchar contra el empeoramiento de sus condiciones de trabajo y vida. Si bien el movimiento de las sufragistas durante la década de los 60 de ese siglo luchaba por la protección a la maternidad, por los derechos de las madres solteras, la separación de bienes en el matrimonio, una nueva legislación del divorcio y la herencia y la participación en el parlamento, lo hacía única y exclusivamente para el beneficio de las mujeres burguesas; estos derechos fueron negados a las mujeres proletarias a principios del siglo XX. La fuerza de la sociedad burguesa que oprime a la mujer es parte de la gran contradicción entre capital y trabajo. La contradicción entre la participación de la mujer en la producción, por un lado, y su general carencia de derechos por el otro. Situación que no vivió la mujer por ejemplo durante el comunismo primitivo donde tuvo una posición dirigen te en la economía de la agricultura por ser la primera productora. La siguiente cita de Alexandra Kollontai resume el paso de la mujer por los diferentes modos de producción: Allí donde la mujer era el productor principal del sistema económico gozaba de aprecio y de importantes derechos. Sin embargo, si su trabajo era de importancia secundaria, caía con el tiempo en una situación dependiente y privada de derechos y se convertía en sirviente y aún hasta en esclava del hombre. Actualmente la mujer proletaria ocupa un papel fundamental en la producción en el sistema económico capitalista, sin embargo no goza de derechos importantes y más aún sigue atada a las tareas de la reproducción de la fuerza de trabajo. La participación de la mujer en la producción debería ser el fundamento de su liberación en todos los campos sociales, sin embargo eso no será posible hasta que sea real una nueva ordenación económica de la sociedad. Hasta que la nueva sociedad reconozca totalmente a la mujer como fuerza de trabajo útil que no solamente contribuye a la prosperidad de la familia, sino a la de la sociedad entera.

21.- La política de los comunistas viene liberando la fuerza de la mujer trabajadora para luchar por su emancipación -inseparable de la emancipación de la clase obrera-, sin embargo han aparecido tendencias que con la denominación genérica de feminismo buscan llevarle por un camino estéril. Desde el movimiento sufragista hasta las diversas expresiones feministas contemporáneas, pasando por el movimiento para la liberación femenina imperante en los años 60 y 70 del Siglo XX, tales tendencias han tenido la característica de eludir el carácter de clase que diferencia a la mujer burguesa de la mujer obrera, cuyos intereses son antagónicos. Han puesto el acento en la cuestión de género. El feminismo en todas sus expresiones es burgués o pequeñoburgués y ello incluye al que se denomina feminismo de izquierda y al feminismo marxista, puesto que sus explicaciones sobre la opresión y desigualdad de la mujer no tienen raíz en las determinaciones objetivas, y en primer lugar el proceso productivo, sino en asuntos éticos, morales, en el entramado ideológico-cultural. Así, colocan el asunto del patriarcado como fundamental, sin apreciar que su aparición concreta está asociada a la división social del trabajo, que pone también fin al régimen gentilicio. El patriarcado fue la forma que asumió la desigualdad económica entre la mujer y los hombres en el seno de las sociedades gentilicias, que trasladó la línea de herencia y la preponderancia en la familia de la mujer a los hombres. No es un sistema de relaciones sociales, como argumenta el feminismo al negar la lucha de clases, por cuanto establece la dominación de un género y no de una clase a lo largo de la historia. El feminismo propone que vivimos en un sistema en el que dominan los hombres, cuando la realidad es que sobre millones de hombres y mujeres domina el capital.

22.- La lógica del feminismo no conduce a la emancipación de la mujer, sino a conquistar una mejor posición para las mujeres burguesas, siempre en los marcos de la dominación capitalista; es decir, aminora las condiciones de opresión sobre las mujeres de la clase burguesa, más mantiene intactas las bases que sustentan la desigualdad de la mujer, sobre todo de la mujer de la clase obrera.

23.- Despojar de todo contenido de clase la lucha de las mujeres por la igualdad es una ruta segura a nuevas formas de domesticación, y a la prolongación de la opresión. El contenido y la forma de cualquier manifestación feminista es principalmente el liberalismo. Entre la mujer y el hombre de la clase obrera hay un interés común, forman una misma clase social, explotada, y ese interés común no existe entre la mujer obrera y la mujer burguesa, aunque ambas tengan que enfrentar la opresión en sus distintas expresiones. Por ejemplo, hoy se encuentra en boga el discurso liberal del empoderamiento de la mujer, dirigido a que haya más empresarias, más gerentes, más parlamentarias, más ministras: en otras palabras, reforzar la dominación de la burguesía y el Estado capitalistas dándole un rostro femenino; por su parte, las políticas estatales se dirigen a implementar por doquier áreas sólo para mujeres en el transporte y los espacios públicos y otros espacios diferenciados bajo el argumento de los grupos vulnerables, reforzando la desigualdad mediante la caridad y el asistencialismo, al tiempo que promueven la agudización de una lucha entre géneros que debilita la solidaridad de clase y confunde la orientación política que debe tener la lucha por la emancipación de la mujer trabajadora.

24.- Tendencias regulacionistas copan al movimiento feminista colocándolo políticamente como un auxiliar de la explotación capitalista, para retocarlo, maquillarlo, embellecerlo. Reformas, retoques, mejoramientos del sistema capitalista y sus leyes, es lo más lejos que van.

25.- Por otra parte, y sobre todo el feminismo pequeñoburgués, con la sororidad (3) concentra su argumentación en el asunto de género, al igual que todas las variantes denominadas antipatriarcales. Hay un asunto de fondo, se levantan barreras para la unidad de clase de la mujer y hombre proletarios, unidad de clase vital para luchar contra el capitalismo por la emancipación social y por la emancipación de la mujer.

 

III
Soportes ideológicos-culturales-religiosos
de la opresión de la mujer

26.- A partir del momento de la división social del trabajo y de la división de la sociedad en clases y a lo largo del desarrollo histórico, se ha venido instalando en la mentalidad social la superioridad del hombre con relación a la mujer.

27.- La superación de algunos anacronismos sociales y jurídicos que presenciamos actualmente, manifestados como nuevos derechos formales para las mujeres, están en sincronía y son necesarios con la afluencia masiva de las mujeres proletarias al trabajo social, tal como aconteció en los inicios del capitalismo con los derechos del hombre para legalizar que el trabajador concurriera libremente a vender su fuerza de trabajo.

28.- A pesar de ello, algunos vestigios de las tradiciones anacrónicas persisten en las sociedades capitalistas, tales como el machismo y las que tienen que ver con la sexualidad de las mujeres, por ejemplo el elogio a la virginidad y la castidad, el castigo a las relaciones prematrimoniales y la infidelidad, etc…

29.- Los derechos de las mujeres bajo las diversas formas de matrimonio dependen de su situación dentro de las relaciones sociales de producción y de la clase social a la que pertenece la mujer, así ha sido a lo largo de los diferentes modos de producción y formas de organización social. Perviven en el campo y entre los pueblos indios los matrimonios arreglados, la dote e incluso el matrimonio por rapto. Tales costumbres reaccionarias son elevadas a valores por la cultura del capitalismo que las reproduce en los medios masivos de comunicación día tras día, prohijando aberrantes casos de abuso contra las mujeres (violaciones, etc.).

30.- Las formas de opresión y discriminación comúnmente englobadas como “machismo” tienen expresiones violentas y no violentas, sin embargo es necesario destacar que el término machismo es un término reduccionista y simplista del discurso feminista, y en forma alguna constituye una categoría con la cual analizar adecuadamente la cuestión desde la perspectiva marxista. Al hacerlo desde el materialismo histórico, los comunistas vamos más allá del entramado cultural para explicar la violencia contra la mujer y en general la desigualdad entre el hombre y la mujer. Esta explicación tiene bases objetivas y no se coloca en la esfera la superestructura; no es un asunto de la ideología machista, sino un asunto de la reproducción del capital.

31.- El asesinato violento de mujeres -al que el derecho burgués designa actualmente como feminicidio- no solamente expresa una postura ideológica que considera a la mujer como objeto, sino que también está fuertemente relacionado con formas de acumulación de dinero como la prostitución, la trata de personas, el tráfico de órganos, la esclavitud moderna, de las que es copartícipe y beneficiario el Estado burgués, y cuyas víctimas provienen principalmente de las clases proletarias.

32.- En esta sociedad capitalista no se asume el cuidado de la infancia como una responsabilidad social, por lo que la crianza se considera un asunto individual circunscrito al ámbito familiar, en el que el mayor peso termina recargándose en la mujer, atándola, limitando su capacidad productiva, su actividad, su desarrollo personal y social. Es sólo la mujer burguesa quien logra desenajenarse de estas tareas, pero a costa de relegar las tareas del cuidado y la crianza a mujeres de la clase obrera. Gracias al trabajo de las proletarias, sólo la mujer burguesa logra “empoderarse” y así abrirse camino para reafirmarse como parte de la clase dominante que oprime hombres y mujeres de la clase obrera.

 

IV
Carácter de la opresión de la mujer
en el México capitalista

33.- En el México contemporáneo, donde el capitalismo de los monopolios impera y el antagonismo capital/trabajo marca la lucha de clases, se coloca como relevante el rol de la mujer trabajadora y las tareas para su organización. La mujer y el hombre proletarios, quienes conforman la clase obrera, son el sujeto revolucionario que habrá de realizar los cambios necesarios, la tarea esencial: la Revolución Socialista.

34.- En el capitalismo, a pesar de una relativa independencia económica e igualdad jurídica formal, persisten las diferencias en la jornada de trabajo y en el salario entre hombre y mujer trabajadores.

35.- Dentro del proceso productivo la mayoría de las trabajadoras son relegadas a tareas secundarias, tales como la maquila, el empacado, el comercio, los servicios de limpieza, etc.

36.- La alta concentración de la mujer trabajadora en la maquila, las condiciones en que esa rama de la producción funciona (lugares alejados de las zonas industriales tradicionales, turnos nocturnos, ningún derecho) están eslabonadas con el feminicidio.

37.- Relacionado con su integración tardía al proceso productivo en el capitalismo, las mujeres reciben salarios menores, atribuidos a su disponibilidad laboral en horarios reducidos, maternidad, carencia de especialización, baja escolaridad.

38.- Como el asunto de la desvalorización del trabajo golpea más a la mujer, se dan retrocesos en las conquistas laborales y la mujer se ve orillada a trabajar bajo condiciones flexibilizadas, con derechos por debajo de la legislación, pruebas de no embarazo, despidos por maternidad a la orden del día, etc. En el outsourcing, la composición de los trabajadores es mayormente de mujeres.

39.- Frente al alto desempleo, el trabajo informal y de servicios deja a la mujer, así como al resto de los trabajadores, sin ningún tipo de derechos laborales.

40.- Para las mujeres proletarias, el hostigamiento y acoso sexual es imperante a todos los niveles y en todo tipo de centros de trabajo y estudio, incluso proveniente de compañeros proletarios.

41.- En adición a su participación en el proceso de producción, tanto las trabajadoras asalariadas como las autónomas tienen a su cargo la reproducción de la fuerza de trabajo (labores domésticas, crianza y cuidados familiares).

42.- El Estado propone y fomenta relaciones de trabajo flexible y temporal como el autoempleo/la pequeña empresa, el trabajo en casa, el trabajo sin salario.

43.- Aparecen nuevas formas de desigualdad que se asumen en nombre de la igualdad, pero están encaminadas a aumentar las ganancias, sin considerar la importancia de la protección a la maternidad para el grupo social, como: igualar las edades de jubilación, permitir el trabajo nocturno industrial, extender el servicio militar a las mujeres.

44.- En el trabajo doméstico se emplean principalmente mujeres migrantes, indígenas o con baja escolaridad que viven una situación de semiesclavitud. La gran masa de mujeres que se emplean para el trabajo doméstico (2,400,000 en México en 2017) es una contundente evidencia del antagonismo de intereses entre la mujer burguesa y la mujer proletaria, por más que las campañas mediáticas por un trato justo (reconocer sus derechos laborales, vacaciones, seguro social, etc.) busquen blanquear la explotación.

45.- Las condiciones técnicas y sociales diferentes entre las mujeres proletarias de la ciudad y el campo expresan grados mayores de la opresión. Del campo provienen la mayoría de las mujeres migrantes, la mayoría las mujeres que son enroladas al trabajo doméstico, la mayoría de las mujeres que son forzadas a prostituirse. En el campo se expresa con mayor fuerza y arraigo el yugo doméstico y familiar sobre la mujer.

46.- Las condiciones materiales de las mujeres proletarias en la época actual, tales como la intensificación del trabajo, la inseguridad, el empleo flexible, además de la carga de la reproducción de su propia fuerza de trabajo y en muchas ocasiones la de su familia, impiden que la independencia económica de las mujeres conduzca a una verdadera emancipación social, y también marcan el ejercicio de su maternidad. Sin embargo, se observa la incidencia de ideas pequeño burguesas entre algunas jóvenes proletarias, que antes de experimentar los problemas relacionados con la maternidad y la familia sí perciben la naturaleza clasista de los problemas generales, pero se ven influidas por experiencias negativas en la familia y el trabajo para adoptar las posiciones del feminismo, que postulan que vivimos en una sociedad dominada por los hombres.

47.- Paradójicamente, ya que la fuerza de trabajo tuvo un incremento porcentual significativo de mano de obra femenina y que en una década alcanzará ya el 50%, la tasa de sindicalización entre la mujer es muy baja, y más baja aún es su presencia en las instancias de dirección del movimiento sindical de nuestro país.

 

V
La lucha de la mujer trabajadora en México

48.- La organización de la mujer se dio en el seno de la clase obrera, debido a la influencia de las ideas por la emancipación de la mujer planteadas por el marxismo. Aunque en el periodo previo a la Revolución democrático-burguesa de 1910 existían ya incipientes reclamos por derechos, no fue sino hasta 1919, con la creación de la Sección Mexicana de la Internacional Comunista, que la lucha por los derechos y emancipación de la mujer se posicionó y empezó a adquirir relevancia. Los derechos laborales, sociales y políticos de la mujer mexicana están asociados a la lucha de la clase obrera y a la actividad de los comunistas.

49.- El papel del feminismo nacional estuvo orientado a conquistar derechos para la mujer  burguesa y fue rápidamente institucionalizado por el Estado mexicano. Emergen organizaciones que pretenden ocultar la naturaleza de la opresión de la mujer y establecen otras causas para ella (contradicción hombre/mujer, asunto del lenguaje, etc.), cuya matriz ideológica son los centros académicos, las fundaciones u ONG’s, con una labor política e ideológica muy clara en favor del sistema.

50.- Los partidos burgueses, al reconocer la desigualdad de la mujer pero planteando soluciones que responsabilizan a los individuos en particular y no al Estado, nuevamente caracterizan el asunto puramente como una cuestión de superación de anacronismos, y cumplen el papel que es funcional a la dominación capitalista: por ejemplo, compartir la crianza y labores domésticas con los varones, reformar el sistema educativo, etc., pero nunca ir a la raíz: las condiciones materiales que determinan la opresión.

 

VI
La lucha de la clase obrera
y la mujer trabajadora, una sola

51.- Es inseparable la lucha por el socialismo, de la lucha por la emancipación de la mujer, pues para emanciparse el proletariado debe emancipar a todos los explotados y oprimidos. En tanto que las revoluciones anteriores ponían en el poder, en lugar de una clase explotadora caduca, a otra que perfeccionaba la máquina explotadora, la Revolución socialista pone en el poder a la clase obrera, rompe la máquina estatal burguesa e instaura la dictadura del proletariado; en tanto que las revoluciones anteriores sustituían una forma de propiedad privada por otra, la Revolución Socialista suprime la propiedad privada y la sustituye con la propiedad social; en tanto que las revoluciones anteriores sustituían una forma de explotación con otra, la Revolución Socialista suprime todas las formas de explotación y opresión; en tanto las revoluciones anteriores culminaban en la toma del poder político y lo ponían en consonancia con la nueva forma de propiedad privada, la Revolución Socialista comienza por la conquista del poder y el nuevo poder estatal crea la economía socialista, cambia las relaciones sociales y lleva a cabo profundos y radicales cambios en todas las esferas de la vida social. Será el socialismo-comunismo el que genere las condiciones necesarias para la definitiva emancipación de la mujer, de la misma manera que sin la participación decisiva y masiva de la mujer trabajadora la Revolución Socialista tiene pocas posibilidades de triunfa. Son luchas inseparables, y eso debemos tenerlo claro los comunistas.

52.- Nuestra polémica fundamental con el feminismo es que por sus condicionantes de clase burgués y pequeñoburgués, sus objetivos y programa, su contenido y forma, no apunta contra el capitalismo y por el contrario considera posible su reforma. La verdadera emancipación de la mujer es imposible en coexistencia con ninguna forma de gestión del capital. En el sistema capitalista, la mujer jamás podrá ser libre y equipararse con el hombre, incluso ahora que se incrementa su papel en la producción, pues se transforma más temprano que tarde en una esclava asalariada. En el capitalismo, está despojada de derechos y mantiene una relación de interdependencia desventajosa en la familia, y ello sólo empeora si como antaño la mujer no participa del campo de la producción.

53.- El derecho al trabajo socialmente útil en una sociedad sin explotación es una condición previa fundamental para la emancipación económica de la mujer. Sin independencia económica, no es factible la liberación en lo social.

54.- El socialismo-comunismo garantizará la emancipación de la mujer, y así lo constata la Gran Revolución Socialista de Octubre y la experiencia de la construcción socialista: la mujer fue integrada masivamente al proceso productivo, cualificando su participación con la integración también en masa a la educación. En un breve lapso de la historia millones de mujeres se graduaron como profesionistas, se cualificaron como cuadros científicos y técnicos, participando en la industria, inclusive las tareas directivas, en condiciones adversas, como las vividas durante la Segunda Guerra Mundial, en la aeronáutica. Un importante ejemplo que mostró una mejor posición de la mujer en la vida social fue el de la cosmonauta Valentina Tereshkova.

55.- La construcción socialista dio pasos concretos para la emancipación de la mujer también al socializar las tareas reproductivas y de la crianza. Con gran fuerza revolucionaria el poder obrero soviético y su partido comunista dio duros golpes a los grilletes de la esclavitud doméstica. Las labores de la crianza fueron asumidas colectivamente, como una responsabilidad social: el permiso laboral de maternidad, las guarderías, los internados, que permitían a la mujer un espacio para aumentar sus conocimientos y para la participación política. También se modificó el contrato matrimonial, se reconoció el derecho al divorcio, a la maternidad voluntaria, al aborto. Es muy claro cómo la situación de la mujer en la URSS es una fuerte evidencia de que ahí se construía un mundo nuevo.

56.- En su expresión contemporánea, la igualdad de género = igualdad formal en derechos no eliminará la posición desigual de la mujer proletaria en una sociedad explotadora, por lo que el socialismo-comunismo es una urgencia general de la clase obrera, y una urgencia también de la mujer para terminar con los miles de años de opresión y desigualdad.

 

VII
Tareas para organizar
a la mujer trabajadora en México

57.- Hace falta una organización que guiada por los criterios clasistas, ajena al feminismo y en polémica con él, asuma la tarea de organizar a la mujer trabajadora de nuestro país. Esa decisión planteada por la I Conferencia para la Emancipación de la Mujer fue asumida por la Reunión de Trabajo de las Mujeres Comunistas, que inició los trabajos rumbo al Congreso de la Organización de Mujeres Trabajadoras, a realizarse el 8 de Marzo de 2019. Se trata de una organización que enriquecerá cualitativamente la lucha de la mujer al tener una posición clara y objetivos concretos para poner fin a la opresión.

58.- Tomando en cuenta que la mayor participación social y política de las mujeres se da en las áreas urbanas se concentraran ahí los esfuerzos organizativos, sin que vaya en demerito de las áreas rurales y suburbanas.

59.- La experiencia nos dice, que tratándose de asuntos relacionados con los intereses de su prole (niños, guarderías, escuelas) las mujeres asumen rápidamente la movilización, aunque existe un interés menor por los asuntos políticos generales. Es deber de la OMT eslabonar lo concreto a lo político, politizar las luchas, traer el elemento ideológico al primer plano, organizando, educando, conectando las luchas por las reivindicaciones con la lucha profunda por la emancipación de la mujer y por el socialismo-comunismo.

60.- Las comunistas, las militantes del PCM y la FJC, tienen el papel principal en esa tarea, que es doble para ellas: la organización de la mujer por su emancipación, y hacer confluir a la mujer trabajadora en el torrente de la Revolución Socialista. Tomando en cuenta los objetivos que se plantea el VI Congreso del PCM, de fortalecerse como precondición de la Nueva Revolución, se entiende que se coloca como prioridad, junto a la clase obrera y la juventud trabajadora, la participación activa y masiva de la mujer trabajadora.

61.- Las y los comunistas deben intervenir enérgicamente en todo frente de lucha contra toda manifestación de opresión y de violencia física contra la mujer, tanto entre sus filas como entre las masas obreras.

62.- De la misma manera que en el entorno de la experiencia práctica del trabajo obrero-sindical se puede caer en la concepción errónea de que los cuadros y miembros del Partido son la masas que engrosan y componen este frente, en el caso de las mujeres del Partido, deben realizar el trabajo de organización de las masas de mujeres trabajadoras en la OMT, sin ser el componente mayoritario de ésta organización.

63.- La OMT se corresponde con la posición de principios de los comunistas con relación a la cuestión de la mujer, pero debe asumirse también como uno de los pilares en que se asienta el proceso revolucionario por el socialismo-comunismo en nuestro país.

64.- Del éxito en las tareas de la OMT en gran medida depende el propio papel del PCM en la Nueva Revolución, por lo que esa responsabilidad, asumida en primer lugar por las mujeres comunistas debe contar con el concurso militante de todo el PCM.

 

VIII
Deberes del PCM para promover
una mayor participación de la mujer
en la militancia y entre los cuadros

65.- La desigualdad de la mujer, evidente en los bajos porcentajes de participación en la vida social y política, en los sindicatos y organizaciones de masas, es también reflejada en la composición del PCM; por lo que debemos tomar medidas no cosméticas, ni liberales -como la cuota de género, rechazada ya por nuestro Partido en su I Congreso en 1996-, sino profundas y de largo plazo para acrecentar numéricamente la presencia de mujeres comunistas en las filas partidarias y una decidida y firme orientación para asegurar que las mujeres militantes puedan transformarse en cuadros, lo que hoy enfrenta varios obstáculos.

66.- Las mujeres en general encuentran mayores dificultades debido a la falta de tiempo libre para estudiar y militar. Se debe a que además de la carga laboral la mujer tiene que afrontar las labores de la crianza y la esclavitud doméstica. Por lo que el Partido tiene que asumir medidas orientadas específicamente a garantizar que las camaradas puedan asistir a las reuniones de célula, de comités, a las escuelas de cuadros, a las conferencias y congresos. No debemos tolerar decisiones burocráticas que convocan a reuniones sin tomar en cuenta horarios y condiciones que podrían eliminar las trabas para la asistencia de las camaradas.

67.- Del mismo modo que la maternidad puede representar un obstáculo para la adquisición de conciencia de clase para la mujer trabajadora en general, en tanto absorbe grandes energías y recursos de las mujeres y en muchos casos impide o tiende a disminuir su participación política, las camaradas jóvenes enfrentan dificultades cuando empiezan a formar familia, cuando asumen la maternidad y con ello nuevas responsabilidades. Debemos realizar esfuerzos ideológicos para esclarecer la necesidad de la militancia en cualquier circunstancia, así como procurar las condiciones para que ello sea factible.

68.- Los comunistas debemos combatir la idea de que hay roles estrictos para las mujeres, y afrontarlos con consecuencia en la vida partidaria: por ejemplo, las labores de limpieza o alimentación tienen que asumirse por los camaradas hombres y mujeres por igual; cuando hay parejas de comunistas resulta inadmisible que las tareas domésticas sean delegadas a las camaradas. Hay que cobrar consciencia de que si queremos y necesitamos una mayor participación de camaradas mujeres todo el PCM y la juventud comunista deben involucrarse en ello, con iniciativas múltiples, por ejemplo: funcionamiento de guarderías rojas durante las reuniones de célula, comité, escuela de cuadros, conferencia, congreso o movilización.

69.- El PCM es una organización que prefigura la nueva sociedad, su vida interna debe ser un anticipo de la sociedad futura. No podemos tolerar, y debemos combatir con el trabajo ideológico toda manifestación de desigualdad y opresión en nuestras filas.

70.- Requerimos de una activa participación de toda la militancia para facilitar la participación de las mujeres en la vida partidaria y su formación como cuadros.

71.- El trabajo de la OMT no releva al Partido Comunista de su responsabilidad para la emancipación de la mujer, que seguirá su desarrollo desde el mismo Comité Central, en la Comisión de la Mujer ahora con la denominación de Comisión para la Emancipación de la Mujer.

72.- En la formación y educación de los cuadros y militantes del PCM se integrará el tema de la emancipación de la mujer.

 


 

1 Manual de Economía Política; Primera Edición; Grijalbo 1956, México.

2 Alexandra Kollontai, La Mujer en el desarrollo social.

3 Sororidad es un neologismo empleado por el feminismo para referirse a la hermandad entre mujeres (del latín sor, hermana/monja), argumentando que “fraternidad” excluye a las mujeres (del latín frater, hermano/monje).

 

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