Ho Chi Minh es un ejemplo para nosotros
Sello con motivo del centenario del Camarada Ho Chi Minh
Por Pável Blanco Cabrera
Primer Secretario del CC del PCM
En 1990, desde la organización juvenil comunista, contribuimos a organizar las actividades del centenario del natalicio de Ho Chi Minh, y tuvimos la oportunidad de conocer más de la vida y obra de este gran comunista, que ya era para nosotros una referencia por estar asociado indisolublemente a la heroica lucha del pueblo de Vietnam contra el colonialismo, y contra el imperialismo, en la inmortal epopeya que hizo morder el polvo a la intervención norteamericana.
La vida y obra de Ho Chi Minh es paradigmática de los militantes comunistas, de los cuadros marxistas-leninistas.
Su corta pero contundente intervención en el Congreso de Tours –donde la mayoría del PS Francés se adhiere a la III Internacional transformándose en PC de Francia, y que éste año cumple un siglo– es ilustrativa de cómo con la Gran Revolución Socialista de Octubre se abre una época de revolución social, de transición histórica del capitalismo al socialismo, que se mantiene vigente a pesar de los retrocesos temporales; y como los pueblos coloniales encuentran en la lucha por el socialismo el camino para su liberación.
Ho Chi Minh se entrega a esa tarea, destacándose no solo en la sección francesa, sino sobre todo como cuadro cominterniano. Adquiere la experiencia del bolchevismo nutrida por la acción de la III Internacional, que universaliza la teoría leninista del partido de nuevo tipo, esto es el partido de cuadros, como organización de organizaciones, basado en el centralismo democrático y en la unidad ideológica, política y organizativa. Confronta las tesis del trotskismo, no solo por su papel antisoviético, sino en concreto por su papel contrarrevolucionario que ponía obstáculos a la lucha de los pueblos de Indochina.
En Ho Chi Minh se expresan las virtudes del cuadro del partido de nuevo tipo. Un profundo conocimiento de la teoría revolucionaria, una acción consecuente entre la clase obrera, los campesinos, las nacionalidades oprimidas, expresadas a cada paso con profundidad y sencillez. Si con justa razón Maiakovsky escribía que quien decía Lenin decía Partido y quien decía Partido decía Lenin, lo mismo puede referirse a Ho Chi Minh, puesto que en su vida se personifica el Partido Comunista de Vietnam, un partido clasista, combativo, internacionalista. Un partido revolucionario, firme, sabio, responsable, por el que fluye la teoría marxista-leninista y que sabe en condiciones muy complejas forjar la organización y levantar a las masas contra el colonialismo y contra el imperialismo. Solo un Partido así podía derrotar primero a los ocupantes franceses y posteriormente la agresión de los EEUU.
No basta que existan las condiciones para la construcción del Partido, es precisa la labor de los profesionales de la revolución. No se trata de dedicar tiempos libres, no se trata de buscar posicionamiento personal, se trata de entregarse en plenitud a construir el Partido Comunista, sabiendo que las dificultades acechan. Todos los camaradas que le conocieron, probados comunistas de Vietnam y del Mundo, entregaron testimonio de que Ho Chi Minh se caracterizaba por su sencillez, humildad, profundas convicciones revolucionarias, visión estratégica, flexibilidad táctica. Es pues un comunista a emular.
Quien estudie sus trabajos, cuando menos los que están traducidos al español, encuentra un estilo directo, franco, sin adornos, sin retórica, pero siempre asiéndose a los principios. Tal estilo no es fácil de lograr. La “pose revolucionaria” es en ocasiones un impedimento para que los comunistas cumplan con su responsabilidad: organizar a la clase obrera, concientizarla y convertirla en partido para el derrocamiento del capitalismo. Mientras unos andan por ahí con poses doctorales y monóculos, los comunistas –y Ho Chi Minh lo encarna– con profundo conocimiento del marxismo-leninismo eslabonan la teoría a la acción, rechazando la fraseología barroca.
Ho Chi Minh asume que la época de revolución social, inaugurada por la Gran Revolución Socialista de Octubre, abre las condiciones para la descolonización en un proceso dialéctico vinculado a la lucha por el socialismo, a la Revolución Socialista.
La historia del PCV es heroica y aleccionadora; y forja a los cuadros que se corresponden con las dificultades, y en cada uno de ellos está la impronta de Ho Chi Minh: Vo Nguyen Giap, Le Duan, Truong Chinh, pero también cada militante, cada combatiente.
El reconocimiento a la labor revolucionaria de Ho Chi Minh implica para los comunistas de México seguir conociendo y difundiendo su obra, y aprendiendo de sus virtudes de comunista.