De intelectuales, demandas e izquierdas
Por: Jon Ortiz
En últimos días ha recobrado cierta vigencia el pase de factura a renombrados personajes de la tan cacareada y veterana “izquierda”, me refiero a Roger Bartra y otro tan citado en los círculos izquierdistas, Enrique Dussel, que más que haber realizado un examen crítico y realista sobre la trayectoria del partido socialdemócrata en el poder, solo se han dedicado a continuar con disquisiciones de poca monta en el caso del segundo, mientras que en el caso del primero pareciera más un ataque por volver a la palestra aunque sea para no irse decepcionado de su propia mediocridad.
Comencemos por Roger Bartra, cuya trayectoria de haber militado en un PCM revisionista y ser un socialdemócrata eurocomunista, ya comienza a indicar tanto su reformismo burgués como su claudicación en favor de la democracia burguesa la cual “era una alternativa viable y deseable” según dice en entrevista para Letras Libres. Pero tales membretes poco dirían a la sociedad, en contra de aquellos que le recordaran como uno de los liquidadores de un PCM que se creó a sangre y represión, y que terminó en un PRD de etiqueta y en ciernes de perder el registro. Y es que sus acusaciones, de poca monta no solo no explican nada, por un lado, ni indagan en el carácter reaccionario y reformista burgués del gobierno de morena, sino que se limitan a repetir las acusaciones acostumbradas de cualquier opositor, cosa poco seria para un supuesto investigador de “renombre”. Lo anterior es peculiar, puesto que, posterior a la liquidación del PCM, este se refugió en la academia y se limitó a aplaudir tanto la “transición democrática” como a la democracia (burguesa), que siguieron a la hegemonía priista.
Es gracioso que su libro de nueva creación comience con una frase orwelliana contra el nacionalismo cuando el propio autor posee obras chauvinistas como The Lion and the Unicorn: Socialismus and the English Genius y cuyo actuar al término de la IIGM deja mucho que desear sobre su “integridad” o que pretenda responder ¿por qué y cómo fue que el populismo llego al poder?, ¿Qué tipo de régimen está en el poder y de qué manera “evitar” el autoritarismo de morena? pero comienza su primer capítulo narrando la afrenta que el populista Obrador le dedico en sus primeros días de gobierno junto con el motivo por el cual su carrera en el Reforma llego a su fin y remata mencionando su trayectoria priista. Por otra parte es patética su “critica”, si así se le puede llamar a sus dichos pueriles, sobre el populismo carente de ideología cuando los partidos del “frente de oposición” como llama a la amalgama de partidillos en los que pone sus esperanzas para “frenar el avance del autoritarismo” adolecen del mismo problema, así como el uso de sus términos estériles que dicho sea de paso dejan ver la falta de imaginación de un académico ansioso por volver a la palestra de las conferencias de organizaciones que se oponen al gobierno, con un aire francamente igual de reaccionario que su gobierno “retropopulista”.
Cosa notable ante sus últimas apariciones con personajes de la talla de Anaya (su gallo atacado y que “perdió” por la administración peñanietista) o Belaunzaran, que denuncia el carácter populista y conservador del gobierno cuando la transición dio vida a las caricaturas de Vicente Fox y Felipe calderón, que se arrebate en la desesperación por la “creación de una clientela electoral con los recursos públicos” cuando en la democracia burguesa que defiende a capa y espada se crean clientelas al traficar con las necesidades cada que hay elecciones (el mejor ejemplo son los chistes del PVE, y el PT o las pseudo campañas de Ricardo y el otrora partido suyo, el PAN), o que se desgañote argumentando que los mexicanos no habíamos aprendido a amar la democracia burguesa cuando decidimos volver al PRI y ahora a MORENA cuando los espectaculares, propaganda, mítines y anuncios televisivos de las campañas no solo ofenden la inteligencia de los trabajadores sino que solo despotrican contra AMLO sin proponer nada serio, pues es evidente que solo traen el “cambio” administrativo de la gestión del capitalismo y más promesas vanas y vacías acerca de cómo acabar con la pobreza, la precarización, el desempleo y la inseguridad; con las fichas y cartas de presentación previas, el que Bartra clame contra la administración porque “desmadra” la institucionalidad es una franca ingenuidad pues, la propia administración se ha encargado de revitalizar al estado capitalista para la burguesía y sus monopolios.
En el caso de Enrique Dussel, podemos comenzar con su “demanda” por el respeto a los estatutos de morena, cosa que poca luz arroja sobre un hecho notorio, que el movimiento se mueve al vaivén del pragmatismo más cínico y chapucero posible, cosa notable en la campaña política actual, y la cual ahonda más al señalar que el método de designación por medio de encuestas dudosas, constituyen “el disfraz del dedazo” puesto que según él la recurrencia a las encuestas, “quedó como doctrina unánime aceptada por una minoría que ha venido manejando al partido” y menciona escuetamente que las bases tienen el derecho a decir “no fuimos consultados” y se limita a reclamar que para una nueva política se debe usar a los partidos como “escuelas políticas”, es decir, su papel pasivo se limitara a servir de guía de la ética en un partido cuyo nombre indica ya bastante y cuyo actuar en últimos años indica que son expertos en embaucar a la opinión tanto pública como de sus propios seguidores y militantes.
Dussel remata diciendo que buscara impartir cursos de formación política y su establecimiento como, requisito para ser candidato. En lo cual es evidente su visión reformista de un partido socialdemócrata, un partido cooptado por una minoría (burguesa) tal como reconoce, más aún el gobierno socialdemócrata es un nido de contradicciones que ya ha refinado el arte de anunciar desde la desaparición del outsourcing hasta el no impedir el tránsito de los compañeros centroamericanos, y hasta al día de hoy nada de lo anterior ha sucedido. Remata pidiendo que MORENA “asuma una ideología” para zanjar de una vez por todas el asunto, cosa poco probable y que le diferenciaría aún menos de cualquier otro partido pluriclasista, como aquellos del frente de oposición y es que su propia maleabilidad burguesa da para proclamar “el respeto a la laicidad” y al mismo tiempo hacer alianza con un partido tan medieval y prejuicioso como el PES, o con aquella mafia del PVE tal como aquellos del frente.
Y ¿Qué tiene que ver la izquierda con lo anterior? Que ambos reclaman al mismo partido cosas similares, mientras uno le demanda el respeto a la institucionalidad y a las “reglas del juego” en pro del sistema democrático burgués, él otro, demanda el respeto a sus reglas internas en pro de una “nueva política” ¿No suena familiar? Claro, con las salvedades correspondientes de ser más o menos ingenuo o de darle mayor o menor seriedad a sus planteamientos, o de acercarse más o menos a aquellos grupos reformistas; los planteamientos de ambos se limitan a solicitar el engrase de la maquinaria de la democracia burguesa. Pidiendo “radicalidad” e “identidad” izquierdista parecen olvidar que al capital solo le sirven en la medida en que actúan como un dique contra la revolución del proletariado, por lo que no necesitamos sus consejos contra el autoritarismo ni sobre ética. La democracia burguesa ha demostrado sus límites y los partidos socialdemócratas tienen suficiente para cobrarles factura y sus días están contados.