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“Todos renunciamos”; Un triunfo de la Patronal (Desde la Distopía)

 

Por: Álex Aguilar García

 

Rachael Flores, ex gerente general de Burger King Lincoln en Nebraska, a mediados de julio presentó su renuncia después de las frustraciones con la gerencia y las condiciones precarias de trabajo que enfrentaba en el restaurante, y que incluían temperaturas de 90 grados en la cocina, lo que resultaba en una deshidratación severa además de semanas laborales de 50 a 60 horas. Poco después, 8 compañeros de trabajo más renunciaron.

Todos renunciamos. Lo siento por los inconvenientes ocasionados“, esta fue la última y quizá única forma de protesta que se dejó ver en la marquesina afuera del Burger King en Lincoln, Nebraska, “y luego, cuando se volvió bastante viral en Facebook, recibí una llamada de mi alta gerencia, y me dijeron que tenía que eliminarlo“, reveló Rachael Flores.

El suceso se ha hundido en el olvido pues todo sugiere que no hubo mayor organización antes de la renuncia de los trabajadores, peticiones de mejora de las condiciones laborales, la solicitud de intervención de alguna autoridad del trabajo o alguna protesta que trascendiera. La renuncia de los empleados casi inesperada fue la única acción, según se reproduce en diversos medios.

Lejos de mostrarse como una confrontación entre empleados y empresa, otro escenario de la lucha de clases como sucede en diversos centros de trabajo en todo el mundo, el final del “conflicto” en Burger King significó un triunfo para la patronal, pues antes de entrar en negociaciones, los asalariados optaron en conjunto por abandonar su propia trinchera, es decir, su fuente de trabajo.

Afirmamos que hay una explicación determinante, de los miles que puede haber sobre esto, pero en un plano más abstracto.

¿Cómo la patronal logra someter a los trabajadores a pesar de la diferencia numérica? ¿se apoya sólo en el poder coercitivo de las leyes y del aparato burocrático del estado? ¿Ha logrado afinar los mecanismos de control Taylor-fordista y hoy el toyotismo? ¿Es debido a instrumentos ideológicos en los centros de trabajo? o la inversa ¿los aparatos ideológicos son una extensión del control patronal? y precisamente, ¿cómo se ejerce actualmente ese control patronal? ¿es sólo el ejercicio de la superioridad del dinero de unos sobre otros? ¿podemos hablar de Control Patronal en la actualidad?

Mediante la reducción salarial, la precarización del empleo, la patronal afianza el control sobre la fuerza de trabajo que utiliza, pero no es el punto de inicio ni el único elemento para la consolidación del dominio, pues este parte desde la separación histórica del productor con sus medios de producción, tal y como lo desarrolla Marx en El Capital Capitulo XXIV “La llamada acumulación originaria“, y en la que la burguesía se sirve de la coerción, es decir, del aparato del estado, la fuerza, la violencia y la burocracia jurídica existente para lograr el control sobre los productores.

Pero esta coerción contra los trabajadores se combina con todos los mecanismos de consenso y consentimiento dentro de la empresa que desarrolla gracias a las ciencias de la administración y la gestión de los recursos humanos.

 

¿Cómo se forma la sumisión?

El proceso de administración y de recursos humanos es también el control sobre la administración de la fuerza de trabajo en los centros laborales, por ello, la subordinación de los trabajadores a las necesidades de la empresa implica ponerlos bajo el control y coordinación de una dirección gerencial; los trabajadores pasan al mando del capital y del capitalista en turno quien gasta y consume al trabajador.

Todos los materiales del proceso de trabajo para la producción de bienes y servicios le pertenecen al patrón, lo que incluye también el mismo trabajador. Todo esto el patrón lo pone a su disposición, también la voluntad de los trabajadores en el manejo de los recursos humanos, controla la actividad, la capacidad de trabajo del empleado para que cuide el material de la mejor forma, lo usé adecuadamente sin que desperdicie material, es decir, de forma general en estos y otros aspectos, el proceso de trabajo, y con ello el mismo trabajador, entran y están bajo el control y mando del capital.

En otras palabras, dentro del proceso de producción o de trabajo, el patrón (la personificación del capital) se convierte en mando sobre el trabajo que se ejecuta, y desde luego sobre quienes ejecutan directamente este trabajo en este caso los proletarios, para que ejecuten el trabajo como es debido y con el grado e intensidad indicada por el patrón. En palabras de Marx:

Si enfocamos el proceso de producción desde el punto de vista del proceso laboral, el obrero no se comporta con los medios de producción como capital, sino como simple medio y material de su actividad productiva orientada un fin. (…) Otra cosa es ocurre cuando consideramos el proceso de producción desde el punto de vista correspondiente al proceso de valorización. Los medios de producción se transforman de inmediato en medios de absorción de trabajo ajeno. Ya no es el obrero quien emplea los medios de producción, sino los medios de producción los que emplean al obrero” (El Capital Tomo 1, p. 376)

En estas condiciones se combina otro elemento del capital que avanza progresivamente en el control patronal sobre la voluntad de los trabajadores, dicha fuerza también diluye la resistencia de los asalariados en el desarrollo de su organización y la resistencia ante las disposiciones de la patronal.

Todo proceso de trabajo se da en condiciones de cooperación, cada vez más allá de los límites del taller, la fábrica, el centro laboral, la empresa; condiciones que se presentan como un dominio sobre los trabajadores, hablamos de la división del trabajo.

Las operaciones cada vez más independientes, aisladas, se acentúan cuando se convierten en función exclusiva de un trabajador o de un número determinado de ellos, de esta forma, los trabajadores son controlados bajo estas funciones aisladas pero también inter-dependientes, por ende la cooperación es una fuerza y poder sobre la fuerza de trabajo; los asalariados son simplificados y desarticulados en la organización de sus intereses, porque ahora el trabajo, cada vez más segmentado, no es el que se reparte entre ellos, sino que ellos son los que son repartidos entre los diversos procesos los cuales suelen concentrarse en una sola persona dando lugar a la polivalencia y/o multifuncionalidad.

 

¿Cómo se concreta la sumisión?

En 2018 el periódico español El Economista registró algunos aspectos de la “cocina de Burger King” (https://www.eleconomista.es/empresas-finanzas/noticias/8959240/02/18/Los-secretos-de-Burger-King-al-descubierto-asi-son-sus-cocinas-por-dentro.html) comparándola como un reloj recordando la cadena de montaje de Ford, imponiendo los ritmos de cada eslabón, pero eso no es todo en la organización del trabajo de este restaurante.

En medio de la rapidez, todo insumo y herramienta está ordenado para garantizar la coordinación entre los empleados, el proceso de cocinado está automatizado, como la mayoría de acciones que se realizan en la cocina, todo de forma minuciosa hasta del cómo se dobla el envoltorio de cada hamburguesa.

Las actividades son precisas para hacer de forma a veces simultánea: retirar la carne de la parrilla, los filetes colocarlos en bandejas siempre de forma escalonada, las bandejas colocarlas en estantes que conservan el calor, la limpieza de las mesas, sin contar la supervisión de que los productos lleguen frescos cada dos días, y los vegetales de las hamburguesas se cortan en el local recurrentemente, todas en formatos estándar.

Benjamín Coriat en su obra El taller y el cronómetro ya confirmaba esto: “Al acabar con el control obrero sobre los modos operatorios, al sustituir los secretos profesionales por un trabajo reducido a la repetición de gestos parcelarios -en pocas palabras, al asegurar la expropiación del saber obrero y su confiscación por la dirección de la empresa- el cronómetro es, ante todo, un instrumento político de dominación sobre el trabajo”.

Y es que, si en Burger King las cantidades están detalladas a un corte determinado, el despotismo de los tiempos significa otro elemento para gestionar la voluntad de los trabajadores. Cuando se generan varias bandejas de carne, el empleado sabe de qué bandeja tiene que escoger el filete gracias a que cada hueco en la estantería tiene un indicador en función del tiempo que lleva cocinado, según describe El Economista.es

La parrilla cuenta con un temporizador, al igual que los estantes que conservan el calor de la carne, del mismo modo las freidoras cuentan con un reloj regresivo que indican cuándo hay que sacar las papas del aceite. Además, el temporizador avisa cuándo hay que retirar de la venta las papas de la freidora, después de todo, en este modelo toyotista el ritmo de la cocina lo marcan las demandas de los clientes, y como tal, el modelo de organización (muy similar al Kanban) implica la interiorización de las aspiraciones empresariales por parte del empleado.

 

Una derrota temporal.

Una vez consolidado el control patronal sobre los trabajadores, se crean una serie de mecanismos de ideologización dentro de la empresa y que afinan la sumisión activa de los asalariados (tácticas gerenciales de ambiente gerencial y cultura organizacional, filosofía Kaizen, Círculos de Control de Calidad, Contratos psicológicos, coaching empresarial, mindfulness, resiliencia laboral, entre muchos otros)

La poca o nula resistencia de los trabajadores que pudo presentarse en Burger King de Nebraska, es el resultado de un largo proceso de formación de poder de la clase capitalista sobre los trabajadores, desde luego, este fenómeno no es exclusivo de la cadena de restaurantes, ni del sector servicios, ni de Estados Unidos.

El control patronal se remonta a la misma génesis del capitalismo con la “destrucción” del artesano y la subordinación al proceso fabril; las formas actuales de reorganización del trabajo no son exclusivo del toyotismo, del periodo neoliberal, ni será excepción en un futuro, como en la Gig economy, como así apuntan las tendencias.

El escenario no es para nada pesimista cuando los trabajadores en distintas partes del mundo le hacen frente al capital a pesar de que el sistema del trabajo asalariado no pierde su naturaleza, la de ser progresivamente deshumanizante; y frente al control patronal, la propiedad privada de los medios de producción y el capital en sí, los trabajadores no tienen otra opción que el socialismo el cual también debe significar el control obrero sobre los centros de trabajo

¿Qué representa el control de la producción? No se trata de un control financiero formal. No se trata tampoco de establecer una comisión de revisión cualquiera que, una o dos veces cada año, examinaría las cuentas o las diversas circulares de la empresa. Porque eso no es el control de la producción, ni siquiera un sucedáneo de control, sino simplemente una caricatura de la idea misma de control obrero. El control de la producción tiene por objeto someter al control de los obreros la actividad múltiple de cada empresa: industrial, técnica, financiera, comercial; en una palabra, las formas múltiples y diversas de la actividad productora contemporánea deben quedar sometidas al control meticuloso de los obreros“. (A. Losowsky: El control de la producción)

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