“Llueva, truene o relampaguee”, la presión de los mercaderes de la educación
Por: Marco Vinicio Dávila Juárez
La semana pasada en Veracruz, el presidente López Obrador declaró públicamente “Vamos a reiniciar las clases, va a iniciar el nuevo ciclo escolar a finales de agosto. Llueva, truene o relampaguee no vamos a mantener cerradas las escuelas. Ya fue bastante”. Y es que, efectivamente, 17 meses hace que se cerraron las escuelas por la llegada de la pandemia de Covid 19 a México, y es el mismo tiempo que los alumnos en todo el territorio nacional dejaron de asistir a clases presenciales.
Pero ¿por qué, ahora, no se pueden tener cerradas las escuelas por más tiempo? Si el propio gobierno federal, a través del entonces secretario de educación pública, Esteban Moctezuma Barragán, en una reunión con la COPARMEX, el 7 de mayo del 2020, señalaba que “el Sistema Educativo Nacional no se paralizó ante la pandemia del COVID-19”, al mismo tiempo que reconocía que “la suspensión de las clases fue una medida imprescindible para evitar un mayor número de contagios y así mitigar la expansión de la pandemia por COVID-19 en las comunidades escolares de todo el país.” (1)
Por qué esa decisión tajante de que sí habrá clases presenciales en todo el país, a pesar de que las propias estadísticas oficiales, con todo y que no son cifras confiables, pues tienen diferentes sesgos que según investigaciones de instituciones académicas y del propio INEGI, con más de 15 mil contagios en promedio los últimos siete días, señalan que estamos ante el ascenso del pico de una nueva ola de contagios que, debido a las mutaciones genéticas del virus SARS Cov 2, hay nuevas variedades como la Variedad Delta, que son más peligrosas debido a la mayor rapidez para transmitirse, además de que atacan a un sector de la población más expuesto a los contagios, como es el de los jóvenes, e incluso niños; minimizando este hecho le propio presidente, argumentando que no hay tal tercera ola, sino brotes aislados.
Por qué si la nueva secretaria de educación, Delfina Gómez ha señalado que el regreso a clases será cuando las condiciones sanitarias de cada estado lo permitan. Y el semáforo de riesgo epidemiológico COVID 19 del gobierno federal, que es de observancia general y de orden público para todos los estados del país, es el punto de referencia para conocer las condiciones sanitarias de cada estado, pues “anuncia, mediante colores, el nivel de riesgo poblacional y el incremento o decremento de la actividad epidémica local, así como las medidas de seguridad sanitaria apropiadas para la reapertura de las actividades laborales, educativas y el uso del espacio público. Se instrumentará por las autoridades federales, estatales, y locales y por la ciudadanía en general.”(2) Y este semáforo indica, para la quincena del 26 de julio al 8 de agosto, que hay un estado en rojo, 13 en naranja, 15 en amarillo y sólo dos en verde. Por otra parte, el criterio del semáforo epidemiológico, a pesar de que ha sido modificado para tener mayor laxitud, ya no puede ser el único criterio para las clases presenciales, la experiencia del ciclo recién terminado, donde estados como Campeche y la CDMX, que reiniciaron las clases presenciales por estar en semáforo verde, aun así se volvieron a suspender éstas por los casos de contagio de menores.
Estamos de acuerdo con que el regreso a clases presenciales es necesario, que el sistema de educación en línea, así como el sistema híbrido que pretenden implementar, no son adecuados por las condiciones económicas y sociales de la gran mayoría de los alumnos y los maestros, en lo que no estamos de acuerdo es que este regreso sea así, sin que haya las condiciones sanitarias adecuadas para que tanto los alumnos, como los trabajadores de la educación tengan condiciones educativas y laborales seguras. No es sólo el semáforo, son también las carencias de instalaciones escolares adecuadas, es el sistema de transporte, son las condiciones laborales de los padres de familia, es el precario sistema de salud pública.
¿Qué ha cambiado entonces, para que cambie el criterio de las autoridades educativas, así como la decisión del presidente López Obrador, con el silencio o la omisión cómplice de la Secretaría de Salud?
Durante el mes de junio, la maestra Delfina Gómez, se reunió con la Confederación Nacional de Escuelas Particulares (CNEP) y con la dirigencia del SNTE, para escuchar sus opiniones en la posibilidad de volver a clases presenciales. Sin embargo, es la Asociación Nacional de Escuelas Particulares (ANEP) la principal organización de escuelas particulares que ha amenazado al gobierno federal desde principios de este año con abrir las escuelas aun en contra de la decisión de la autoridad edicativa, ante las pérdidas económicas que están teniendo. A los profesores, como siempre, no se les han tomado en cuenta para conocer sus puntos de vista y sus propuestas sobre el tema.
Y durante las últimas semanas ha tomado fuerza, por lo menos mediáticamente, un movimiento llamado Abre mi Escuela, que es la voz de los representantes de las escuelas privadas de varios estados del país, que están presionando a las autoridades educativas para que se abran las escuelas a las clases presenciales. Sus argumentos son, por decir lo menos, cínicos y egoístas, y se escudan en la preocupación por la salud mental de los estudiantes, pero detrás de estos argumentos, están los intereses de los mercaderes de la educación que asumen que el coronavirus SARS Cov 2 “llegó para quedarse” y hay que aprender a convivir con él, que el aislamiento de los estudiantes “ha debilitado su sistema inmunológico, no sólo del COVID-19, sino de todos los bichos y bacterias, lo que debilita su sistema inmunológico, es necesario que también se “socialice con los virus”.
Si la decisión del gobierno fue no parar la producción, viéndose obligada la clase trabajadora a salir a laborar sin prácticamente ninguna medida de seguridad, lo que ha dado como resultado los casi 250 mil muertos por Covid 19, según las cifras oficiales; en consonancia con ese criterio de favorecer la economía de los monopolios por encima de la vida de la clase trabajadora, podemos entender el “llueve truene o relampaguee” del presidente, como un: reactivaremos en negocio de la educación, muéranse los que tengan que morirse.
(2) https://coronavirus.gob.mx/wp-content/uploads/2021/07/2021.7.27-Metodo_semaforo_COVID.pdf