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Sobre el regreso a clases presenciales 2021-2022

 

Por: Ulda Pérez Alejo.
Profesora e integrante de la OMTM en Veracruz.

 

Hay mucho silencio de parte de autoridades educativas locales sobre el regreso a clases presenciales. Ha iniciado el trabajo de organización de los talleres de actualización para directivos, inscripciones en las escuelas, y hasta han pedido a directivos recoger el muy esperado kit de limpieza que la SEV (Secretaría de Educación de Veracruz) daría para el inicio de cursos. Transcurre la sesión de taller sin mencionar en algún momento que se “debe retornar a las aulas”, y es que, a decir verdad, aún con la frase “llueva, truene o relampaguee”, y las declaraciones de Dr. Hugo López Gatell sobre las estadísticas de mortalidad de niños y jóvenes y su afirmación de que nuestra niñez no corre peligro, hasta este momento no lo han puesto sobre un documento oficial que obligue a los docentes a abrir las escuelas.


Silencio total. Sólo se dice que los padres de familia tienen la decisión, que el retorno a clases es voluntario, pero a los docentes nada nos comunican, mucho menos por escrito. ¿Será que no confían ni en sus propias palabras?


Pues bien, las jornadas de limpieza también iniciaron y por más que romanticen la situación subiendo fotos de los propios docentes con escoba y trapeador, los padres (sólo algunos) ayudando, como una estrategia con llamativo nombre, se pone de manifiesto lo que siempre hemos sabido: el sostén de las escuelas son las comunidades, sus padres de familia, alumnos y una que otra autoridad local como agente municipal o Ayuntamientos. Toda esa jornada se realiza en espera de recibir indicaciones de última hora, pues en las localidades algunos temen al virus, otros desconocen el alcance de dicha pandemia pues se trata de personas de escaso nivel económico, sin acceso a información o con desinterés en el tema. Además, se escucha el rumor de “que la vecina está aislada”, “el de la tienda falleció por problemas respiratorios, así de repente”, que “la que vende los tamales y su familia están sin vender porque están contagiados del ‘bicho’ y andan esparciendo el contagio por lo que todos le huyen”; que “el obrero que trabaja en Orizaba lo mandaron a descanso por seguridad”. Cosas que pasan en las localidades de la sierra de Zongolica y zonas cercanas a Orizaba que da alas; y los padres de familia más conscientes de lo que ocurre por lo que ven y escuchan de unos personajes que hablan en cadena nacional en las mañaneras o de aquellos en nuestro estado que, como dicen una cosa, hacen otra; pues sus oficinas de gobierno se encuentran en home office y nuestras autoridades de la SEV, teniendo reuniones en línea.

Lo anterior nos pone como el último eslabón de la cadena, como los entes responsables de lidiar con el usuario final: los alumnos y padres de familia. Abandonados como siempre. Siendo acreedores a juicios sobre nuestra práctica como huevones, no siendo merecedores del sueldo que percibimos por trabajar a distancia y en horarios que la perfecta sociedad no ve. Comentarios desde las mañaneras y desde nuestra autoridad máxima en la SEP que nos pone en la mira de aquellos que tuvieron que seguir laborando sin opción y sin entender que el enemigo no somos nosotros, sino este sistema que no permite que TODOS reciban lo justo, de acuerdo al trabajo que realizan.

Como docente me preocupa la estabilidad emocional de mis alumnos, pero me asusta más pensar en su vulnerabilidad ante el virus que se llevó ya el año pasado a mi madre, a la esposa de un amigo, al padre de un compañero, que se ha llevado a vecinos, que ha enfermado a amigos queridos, que sigue menoscabando la estabilidad de muchas familias, algunas quizá por el poco cuidado, por un pequeño descuido, o porque se han tenido que poner en riesgo todo el tiempo para llevar el pan a la casa.

Como trabajadora me apena ver la precariedad que viven muchos en sus empleos de por sí, y ahora que hay que invertir en insumos para protección, para trabajo o estudio en casa, el sueldo alcanza menos. Sin embargo nos preguntamos ¿Un regreso a clases activará la economía? ¿Para quién?

Desde mi trinchera sé que mi compromiso es con mis alumnos, mi empatía debe ser con los padres y su situación económica que los vulnera, y aun así sé que ellos deben dar sostenimiento a la escuela de sus hijos, pueden no portar uniforme, reutilizar material de otros ciclos, pero siempre habrá necesidad de hacer gastos para tener lo necesario, para mantener sus aulas limpias y pagar servicios. Todo en medio de un caos de pobreza, marginación y que sean ellos en los que en menos se piensa.

Si el hijo del presidente ya no deja el Nintendo, si muchos padres inconscientes llevan a sus hijos a fiestas, al supermercado, o si los llevaron a la playa, me molesta su irresponsabilidad, pero me preocupan más, quienes NUNCA SALEN, CON O SIN PANDEMIA, porque si salen es al médico si es que se pueden y si no, sólo se compran una pastilla en la tiendita, porque deben acompañar a sus padres a la venta de tortillas, de flores, de artesanías o lo que sea, me interesa esa gente, mi gente. Mucho hace eco las ideas del mandamás cuando dice “no quieren mandar a sus hijos a clases, pero si los llevan a la playa, al súper, etc.”, la gente lo repite como verdad sin hacer análisis: ¿los mismos niños están los 5 días de la semana en esos lugares por al menos 5 horas diarias? ¿Pueden afirmar que el impacto de esa cantidad de niños en esos lugares se compara con la totalidad de la niñez y adolescentes en clases presenciales? Dicen verdades a medias, mienten y mientras tanto toman decisiones desde su comodidad y privilegios.

La crítica abierta a algunos de mis colegas que al saberse vacunados dan rienda suelta al paseo y descuidan su salud se entiende, pero no es una verdad absoluta. Desconocíamos mucho sobre el SARS COV2, hemos aprendido duramente con pérdidas de personas queridas; el país, el mundo, vive en constante luto, muchos nos hemos resguardado hasta el punto de sufrir ansiedad, de pasar por varias etapas de estrés por el trabajo que realizamos a distancia y muchas veces la frustración con malos resultados o con nula respuesta de nuestros alumnos y de sus padres, sin embargo, es por ellos que seguimos dando marcha a estrategias para apoyar y seguir con nuestro compromiso con ellos. Es más fácil juzgar a la persona que tenemos en lo inmediato que a las autoridades en su manejo de la pandemia, no olvidemos que hacen con el semáforo lo que quieren, la movilidad en proceso electoral reciente y el no quedar mal con ciertos grupos de empresarios al cerrar nuevamente toda actividad no esencial, esto más bien porque no se cuenta con un verdadero apoyo a estos grupos y se traduce en pérdidas económicas.

A propósito de actividades, buena jugada la de cambiar la educación a actividad esencial, pero nos muestra solo el querer a toda costa regresar a las aulas sin importar los costos en las vidas de nuestra población más vulnerable. Una actividad esencial como tal debiera recibir más recurso económico para que funcione mejor. Hace falta más personal pues si se trabajará en un modelo híbrido se requiere hacer el doble de trabajo. A mayor responsabilidad y horario laboral, mayor salario, buenas instalaciones, cómodas para organizar a los estudiantes en espacios adecuados con la nueva normalidad, servicios básicos que muchas escuelas carecen tanto en la sierra como en las ciudades, el internet que tanto se ha prometido para todos. En este punto es importante mencionar a cerca de lo que nuestro Ejecutivo Federal siempre responde cuando preguntan sobre inversión a las escuelas en esta pandemia. Se invierten millones en la Escuela es Nuestra, sin embargo, los que trabajamos en las aulas sabemos que no todas las escuelas tienen este recurso, que en algunas con poca matrícula llegan $150 000, mismo que se ocupa en algunas necesidades, pero llega a ser insuficiente. Dicho esto, queda claro que aún no hay cobertura en todas las escuelas.

Sobre el “rescate de los niños” de una posible violencia en casa pone de manifiesto que el Estado reconoce su falta de eficacia en dar seguridad a las niñas, niños y adolescentes. Esto de que la escuela cumple un papel muy importante en la detección siempre lo hemos sabido, sin embargo, es tiempo que se dejen de lavar las manos y nos dejen en las aulas esa responsabilidad. Por medio de este escrito, invito a las autoridades a ser creativos, a diseñar un buen sistema alterno, de apoyo para vigilar la seguridad de nuestra niñez desde los municipios, con acompañamiento y desprendimiento de recurso federal, una verdadera estrategia que coloque la responsabilidad en alguien más y no solo en la escuela, que muchas veces nos vemos rebasados, violentados y hasta abandonados en situaciones difíciles con los estudiantes.

El apoyo socioemocional es de suma importancia, pero nos falta capacitación. Se les olvida que el maestro no lo sabe todo, y que si muchas veces nos vemos en la necesidad de apoyar a un estudiante o padres de familia tenemos que buscar de forma personal los medios, porque no hay capacitación apropiada y eficiente. Los cursos de tres días donde se pretende sensibilizarnos, en nada abonan, muchas veces, en el abordaje de un caso real. Que si bien contamos con maestros con cierta facilidad para ese manejo de situaciones hay quienes no lo tienen, se debe trabajar mucho, pero con profesionales que nos ayuden a hacerlo, para un mejor servicio y en su momento poder contar con quien canalizar un caso. Aquí es oportuno solicitar psicólogos para nuestras zonas escolares. Inviertan señores, ahora que es esencial.

Esta temática ni siquiera debiera ser motivo de controversia si se tomaran decisiones pensadas en todos y no sólo en activar la economía o por que los niños se aburren o ya no aguantan el encierro. No es por flojera, no es por llevar la contraria (que seguro me ganaré fuertes críticas con este escrito), es por hacer llegar nuestro pensamiento y visión de las cosas desde nuestra perspectiva.

Quiero regresar a clases presenciales, pero no es el momento ni son las condiciones para hacerlo, es mi respuesta ética y moral más responsable que puedo tener.

La decisión será de los padres, pero quiero que sea de forma informada y consciente. Se trata de la vida y salud de sus hijos y familia.

Ellos tienen sus datos y estadísticas, nosotros los de abajo, tenemos lo que vemos y lo que vemos son muchas muertes y enfermos.

Por último, a quienes estén en desacuerdo con lo expuesto, nos quieren divididos. El gremio de gente trabajadora necesita hacer un sólo frente, que sean respetados nuestros derechos, nuestra opinión y ser escuchados sin ser tachados de adversario. El poder dura siempre, pero sus representantes se mudan, nosotros estamos siempre, nuestras necesidades, por desgracia, no cambian, solo aumentan.

Estamos solos, nuestro sindicato, el SNTE, nuevamente demuestra lo que ha sido en esencia: un aliado de la patronal. Nos tenemos sólo a nosotros mismos y a nuestra conciencia ética. Confiamos en los padres de familia que se preocupan por el bienestar de sus familias.

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