Un testimonio de la dictadura en Chile
Por: Iván Carreño para El Machete
A casi 50 años del evento que demostró que el imperialismo norteamericano no tiene recato en hacer experimentos fascistoides en Latinoamérica y que uso a Chile como laboratorio y primer experimento para combatir la ola revolucionaria, que venia desde el triunfo de la revolución cubana, la influencia de tal revolución parecía imparable ya sea por la vía armada o por la vía de las urnas. El caso en específico el de Allende, la Unidad Popular y el Partido Comunista de Chile es una historia que no alcanzaría a resumirse en un solo libro, la experiencia socialista es enorme y lleno de importantes lecciones, para los trabajadores del mundo a tal grado que las fuerzas contrarrevolucionarias solo toleraron al presidente socialista 1000 días acabando con la experiencia socialista y con la vida del presidente Salvador Allende, trayendo consigo un futuro incierto para miles de personas, esta es una pequeña entrevista con alguien que vivió la experiencia sobre lo que es vivir realmente en una dictadura y sus consecuencias a largo plazo.
Johnny Jiménez es uno de los muchos chilenos que abandonaron su país, a raíz de la dictadura de Pinochet, “Tengo 58 años y me dedico actualmente al ambulantaje de herramientas y accesorios de teléfono. Yo salí de Chile por ofrecimiento de trabajo, en el 1999 creo, llevo 20 años fuera de mi tierra, mi niñez estuvo marcada por el golpe de Estado de Pinochet contra el presidente de aquel entonces Salvador Allende, viví en chile con mi madre y dos hermanos”.
“En la calle era algo de terror, andaban los militares y si te veían fuera del toque de queda, te llevaban preso, te mataban. Era una actitud de violencia total”. -J.Jiménez-
Con el golpe de Estado cambiarían muchas cosas en chile, una de ellas el estatus para todo aquel que contradiga la dictadura, entre ellos los comunistas. Johnny como muchos otros jóvenes chilenos, que vivieron la dictadura, con conciencia y voluntad revolucionaria militaban en organizaciones comunistas, realizando actividades en la clandestinidad. “Yo crecí en una familia de profesores comunistas, que me inculcaron y enseñaron el verdadero significado de dictadura. En las escuelas (la politización) era una labor diaria. Un tiempo una compañera se me acerco y me invito a trabajar en la “J” (las juventudes comunistas) en ese tiempo en la clandestinidad como el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria). Fue un tiempo del 79 al 80 en las juventudes y después pase al partido fueron muchos años. Teníamos un sentido de valentía, pero también uno de temor grande, por ejemplo, salir a las pintas o a rayar consignas contra Pinochet era un riesgo grande pero tu lo hacías con convicción de luchador, te nacía, te da vitalidad. Me he fijado en los partidos de acá (México) les pagan por hacer pintas no lo hacen por una cosa a conciencia”.
Parte del trabajo de clandestinidad, es el riesgo que se corre de ser perseguido, golpeado, arrestado y en muchos casos desaparecido en manos de la vota represiva del Estado. “Yo estuve preso por una manifestación junto con otro compañero, Roberto, nos sacaron la creta (pelea)y nos acusaron de agresión a la policía y nos hicieron callejón oscuro (correr de un lado a otro mientras te apalean los policías)”. Es por ello que siempre se usa seudónimos para resguardar la identidad. “Se le llamaba la “chapa”, era una forma de decirle al trabajo clandestino, mi nombre clave era Pablo y hasta hoy en día me conocen así, incluso después de tiempo una vez hablaron a casa de mi mama preguntando por Pablo y pues, mi mama dijo que allí no vivía ningún Pablo”. La dictadura de Pinochet fue marcada por el uso excesivo de violencia, por las miles de desapariciones que existieron, encarcelamientos arbitrarios y los asesinatos impunes. “Conocí a muchos encarcelados y desaparecidos, como a Uldarico Donaire miembro importante del Partido Comunista, fue detenido y desaparecido, a una compañera que murió en prisión, al Nacho, otro compañero, lo mataron dentro de la prisión. Siempre los recuerdo con gran sentimiento”.
Con el plebiscito de 1988, se inicio el proceso de deterioro de la dictadura de Pinochet, que concluiría en 1990 dando paso a lo que se llamó la “Transición a la democracia”, donde toda una generación puso sus esperanzas en un cambio que nunca llegó. “El país siempre fue el que estuvo cagado y sigue cagado por todas partes, cuando Aylwin subió a la presidencia, prometió cambiar el país y lo único que hizo fue arreglarse con la dictadura, se supone que iba a cambiar con el lema de “ya la alegría” pero nunca supimos por donde venia, y ese fue el mayor fracaso de la juventud, que estaba esperanzada en que todo iba a cambiar”. Comentó Johnny Jiménez para El Machete.
“Lo más bonito de haber sido y ser militante es, ser solidario, transparente, consecuente, ya que de nada nos sirve ser luchadores sociales sin ser consecuentes con la lucha. Nosotros mismos somos obreros y somos luchadores de la clase obrera, por ende, debemos ser consecuentes.” -J.Jiménez-
Se omitieron detalles y preguntas, por cuestiones de espacio, como de seguridad y comodidad de nuestro entrevistado. Agradezco al espacio, Arte y oficio Zapata, que nos presto las instalaciones para realizar esta entrevista y principalmente al entrevistado por su disposición y tiempo, es un amigo personal y del Partido Comunista de México.