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En dos bocas como en Ayotzinapa también fue el Estado

Foto de ExpansiónMX

Por: Federico Piña Arce

Lo sucedido en la obra de la refinería de “Dos Bocas” en el estado de Tabasco, es una muestra muy clara de qué el gobierno actual es claramente de derecha y que opera en favor de los monopolios y contra la clase trabajadora.

Asimismo, es muestra evidente de que se trata de construir, desde el gobierno de los monopolios, una nueva organización obrera que, cómo en el cardenismo de los años 30 del siglo pasado, esté al servicio de los intereses del capitalismo mexicano en su nueva fase.

Ya quedó claro que cuando AMLO habla de “democracia sindical”, está refiriéndose a esta nueva fase del sindicalismo mexicano, impregnada de sumisión a los intereses del gran capital y de los monopolios y sus socios mexicanos. En “Dos Bocas” como en la mayoría de los proyectos del gobierno y de las empresas monopólicas se está desarrollando una reorganización del trabajo en prejuicio de los trabajadores.

Quizá para muchos de nuestros jóvenes lectores las palabras como “charrismo”, “esquiroles”, etc., les digan muy poco. Pero ante nuestros ojos se está desplegando un “noecharrismo”, una gran reestructuración de la organización de los trabajadores mexicanos, que bajo el amparo de la llamada “transformación”, impide las formas tradicionales de defensa y organización obrera, facilitándole a las empresas la contratación, imposición de ritmos de producción, firma de contratos de trabajo, casi todos temporales, merma en prestaciones, etc.

Asimismo, se está formando una nueva casta de líderes o pseudo líderes sindicales que, ligados al gobierno, venden contratos, trafican con plazas, cobran por trabajar, sustituyendo las llamadas “cuotas sindicales” que no tenía ninguna transparencia, pero que engordaban las bolsas de los “líderes”, así tenemos como ejemplo vivo de esa burocracia sindical dorada al exlíder del sindicato de petroleros Romero Deschamps, quién sigue tan campante presumiendo casas, autos, aviones, yates, sin que lo toque un solo pelo la supuesta lucha contra la corrupción, esos son los Charros, los esquiroles de los verdaderos obreros.

Ahora, los nuevos charros sindicales tienen más facilidades para explotar al obrero. Con la reforma laboral los trabajadores no están obligados a pertenecer a un sindicato para poder ingresar a alguna empresa. Esto que podría parecer un gran avance, porque en teoría ataca a las viejas mafias sindicales, en realidad pavimenta el piso para que los “neolíderes” puedan vender contratos sin necesidad de organizar a los trabajadores.

También les permite “cobrar cuotas por trabajar”. Antes los charros vendían las plazas, ahora son más cínicos los nuevos charros, cobran por trabajar. Eso quedo claro en el reciente conflicto obrero en la refinería de “Dos Bocas”. Una de las principales quejas de los trabajadores que pararon era esa, que se les cobraba una “cuota” semanal para tener derecho a trabajar.

La existencia de múltiples sindicatos en grandes empresas o en megaproyectos como el de la refinería o el del nuevo aeropuerto e, incluso en el llamado “tren Maya”, garantiza a las empresas que las demandas se atomicen, ya que la organización se está dando por departamentos, tramos, escalas, incluso en múltiples ocasiones a nivel individual. Así, la patronal sólo tendrá conflictos aislados y se evitará la organización obrera por fábrica o centro de trabajo y todo esto con la anuencia y sobre todo el apoyo del gobierno actual.

López Obrador detesta la organización popular. No quiere que existan organizaciones que le puedan disputar escenario. Cómo la ha dicho infinidad de veces él quiere pasar a la historia y trata de hacerlo sin que nadie opaque ese paso. Así, cuando AMLO se refiere a la democracia sindical está diciendo en realidad que las organizaciones obreras se plieguen a sus deseos, que acaten su voluntad y la de su gobierno.

En palabras huecas “democracia sindical” es sólo un slogan del gobierno para impedir la organización independiente de los trabajadores. Y la represión en “Dos Bocas” es muestra clara de esta política antipopular y anti obrera que caracteriza a este gobierno. Una política en contra de los trabajadores y a favor de los monopolios.

Y tan a favor de las empresas monopólicas que la actitud del gobierno en boca del propio presidente fue de claramente hostil hacia el movimiento obrero independiente. Primero se trató de desviar la atención del conflicto señalando que sólo se trataba de un conflicto sindical, es decir la supuesta disputa de contratos sindicales; cómo el conflicto creció con la suma de más trabajadores, desde el gobierno se afirmó que sólo se trataba de “un grupito de trabajadores”, es decir se trató de minimizar.

Al ver que la movilización obrera tenía repercusiones nacionales e internacionales una parte muy importante de obreros de la refinería decidió para también. ¿Qué hizo el gobierno y el Estado?, recurrió a las medidas de todos los gobiernos de la burguesía: la represión, que disfrazó, como todos los gobiernos, con un supuesto enfrentamiento entre obreros.

Reprimir, golpear, herir, amedrentar, cualquier manifestación, intento de organización o movilización que salga del control del gobierno, esta es la “política obrerista” del actual gobierno. Política que se asemeja a la seguida por el cardenismo de los años 30 del siglo pasado. Quizá por eso AMLO alaba tanto a Lázaro Cárdenas.

La represión contra los trabajadores fue organizada por el estado en todos sus niveles de gobierno. Igual que en Ayotzinapa, la represión en contra de los trabajadores en la refinería de Dos Bocas la organizó el Estado burgués mexicano.

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