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Algunas reflexiones a propósito de la Caravana migrante y el gobierno anti-proletario de López Obrador

 

Por Alfredo Valles

 

Carlos Marx escribió hace 170 años El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. En este libro, de gran vigencia, presenta la historia como una lucha de clases y analiza ésta con las gafas del método dialéctico materialista; un método necesario a los obreros para poder comprender los acontecimientos de la actualidad y elegir la verdadera puerta de salida que deja atrás la opresión y explotación característicos de tales acontecimientos.

En sus páginas, Marx escribe con gran genialidad. Destaco dos aspectos. Primero, analiza con esmero la sociedad francesa de su época y muestra cómo la dominación de la clase burguesa, más allá de sus discursos gentiles, sacrificaba al proletariado; al tiempo que como camaleón alteraba su envoltura conservando su actuar antipopular. Segundo, para describir al bonapartismo, que gustaba de presentarse como indiferente a las clases sociales, eligió una frase inmortal: “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa.” Así definió con pocas palabras y creatividad lo que distingue la historia de la explotación del hombre por el hombre.

En 2016, durante la presidencia de Enrique Peña Nieto, los maestros organizados en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) fueron varias veces atrapados en la formación militar de cuello de botella por los granaderos de la Ciudad de México gobernada por el PRD, impidiéndoles protestar de la manera que estimaban más adecuada para tirar la denominada reforma educativa que agredía sus derechos laborales. La llamada izquierda y un sinfín de trabajadores consideraron estos hechos como brutal represión; violación de derechos humanos, de la libertad de reunión y manifestación. Y no faltaba razón a ello. La precarización de los trabajadores es tragedia y mayor agonía.

En 2021, cinco años después y durante la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, el gobierno de Morena en la Ciudad de México vuelve a utilizar la formación de cuello de botella para impedir a 300 migrantes, que forman una Caravana que busca llegar a la frontera con EE.UU., llegar al zócalo y realizar una protesta. La gobernadora Claudia Sheinbaum le llama ordenar a lo que en realidad es reprimir, y hospitalidad a lo que es agresión, como AMLO llama fraternidad a utilizar la Guardia Nacional como una extensión de la patrulla fronteriza. Niños y mujeres migrantes fueron golpeados, algunos sufrieron contusiones, mientras se les rociaba gas pimienta en un cerco militar que duró horas. La farsa también está en que a la violencia se le presente como cálida bienvenida, y se acompañe a la militarización con discursos que vuelven héroes a los militaristas.

En medio de los viejos acontecimientos trágicos y los nuevos llenos de farsa está una verdad: los trabajadores tienen una bajísima tasa de sindicalización en México, ahí donde hay sindicatos están dominados por liderazgos copartícipes de la explotación capitalista. Maiceada y domesticada por el gobierno de AMLO, la izquierda que antes denunciaba con acierto la brutal represión ahora, en la brutalidad contra migrantes, sólo guardó silencio.

Los capitalistas tienen en AMLO y la 4T a un gobierno de su lado, pero taimado y embaucador. Cooptando a la izquierda, hizo fuerte el dominio de los millonarios. Para principalmente continuar una política contra la clase obrera y los sectores de trabajadores que están en camino de engrosar las filas del proletariado. A éstos el gobierno del cambio sólo se les ofrece incertidumbre, muerte, precarización, desempleo, carestía, empobrecimiento y violencia. A los que luchan, y no se desmovilizan en espera de reformas a medias dictadas por AMLO, los capitalistas responden con ferocidad. El trato a la caravana migrante es una doble lección para la clase obrera: debe unirse y luchar sin esperar nada del capitalista y sus autoridades, pues el gobierno de AMLO es anti-obrero con piel de oveja.

En las luchas del magisterio en 2013-2016, como en las de migrantes en 2018-2021, lo que coincide es la exigencia de trabajo y mejores condiciones de vida; el rechazo a la precarización, a la pérdida de derechos sociales o laborales, y a la dureza de la vida que los capitalistas imponen al pueblo. La confrontación contra el Estado burgués y los monopolios es el camino de la clase obrera, con el Partido comunista y sus organizaciones clasistas la lucha se hará más educada, certera y ajena a ilusiones en supuestas oportunidades o libertades que la sociedad actual en realidad sólo permite a quienes concentran y centralizan capital.

Las semanas de Caravana migrante muestra a la clase obrera un espejo de sí misma. El gobierno de AMLO quiere imponer la ley de los capitalistas de Estados Unidos y México, garantizándoles más rentabilidad; quiere arrodillar a los migrantes, por eso los encarcela, propicia la muerte de sus hijos, secuestra a las mujeres y adolescentes; impone al ejército y a la guardia nacional como feroz persecutor y verdugo para someterles; persevera en cancelar el derecho de organizarse social y políticamente, a reunirse, manifestarse y transitar por el país con mejor convenga a los fines de las fuerzas del proletariado. En la lucha de la Caravana migrante está la semilla del comportamiento idóneo de la clase obrera en el país: la solidaridad y el internacionalismo proletario, manifiestos en los trabajadores que le procuran cortesía, que no la caridad hipócrita de la burguesía; que atienden a los migrantes médicamente y mitiga sus dolencias; que los transportan en modernos vehículos de carga para romper el cerco del ejército y la guardia nacional, aún a costa de reprimendas. La alternativa es la unidad de la fuerza obrera nativa y migrante en contra de los capitalistas.

Echar abajo la precarización, la política migrante de Obrador y la negativa al asilo, el refugio: luchar por el empleo pleno. Confrontar los acuerdos imperialistas del T-MEC y el sindicalismo amarillo que colabora con la burguesía. Contraponer a la militarización la lucha resuelta, el Poder Obrero. Derechos obreros ganados por los trabajadores, a costa y en contra de los capitalistas. Luchar contra las nefastas consecuencias del capitalismo con la mira en una sociedad sin explotación ni barbarie, el socialismo-comunismo.

Los simpatizantes del nuevo partido reaccionario que gobierna México afirman que lo real son las palabras, y los hechos lo de menos. Que llamar represión a la represión es ser derechista, que ser izquierdista es ignorar la opresión del capitalista y creer a pie juntillas el discurso de “primero los pobres”. El método dialéctico es útil para demostrar la mentira del pensamiento idealista de la burguesía. La vida material, dada la riqueza generada por las fuerzas del proletariado, podría permitir a todos los trabajadores un puesto de trabajo, trabajar menos y ganar más, vivir mejor; la gran concentración de capital y riqueza en unos pocos capitalistas, durante el gobierno de Obrador, evidencia esto; pero para eso se necesita la lucha unida y organizada de las fuerzas del proletariado, la confrontación contra el orden capitalista, la exigencia por satisfacer las amplias necesidades populares con base en las propias energías del pueblo, la expropiación de toda la riqueza producida por los trabajadores y el socialismo-comunismo.

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