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Duguin, el Esquizofrénico Ideólogo De Putin

 

 

Por: Héctor Ramírez Cuéllar

 

Alexander Duguin es uno de los ideólogos más importantes que tiene el gobierno de Putin en Rusia. En autor de más de 2O libros, entre los que se destaca El Futuro Geopolítico de Rusia, en el que se condensan las ideas filosóficas, políticas y sociales en las que se sustenta el actual gobierno, sobre todo su política expansionista de gran potencia y la invasión a Ucrania. Sus textos son leídos y estudiados en el seno de la estructura del gobierno, pero sobre entre los miembros de las fuerzas armadas rusas, las cuales se fortalecieron, ampliaron y modernizaron desde que Putin llegó al poder a raíz de la muerte de Boris Yeltisn, que iniciara el desmembramiento económico, social y político de la Unión Soviética y abriera las puertas para el dominio de los grandes monopolistas nacionales extranjeros, así como la construcción de un gobierno autocrático, ultranacionalista en extremo.

Al conocer y valorar las ideas centrales de Dugin concluimos que en realidad postula la necesidad de rectificar profundamente no solo la política nacional de Rusia, sino principalmente su política exterior en la que propone la reconstrucción del poderío económico, social y político de lo que fue la Rusa antigua, reivindicar el concepto de Rusia como nación euroasiática, la lucha contra los valores de los países occidentales, la restauración de los privilegios que tenía la Iglesia Ortodoxa Rusa, el combate contra el globalismo capitalista, una alianza con las fuerzas derechistas y ultraizquierdistas del mundo, la recuperación de los límites territoriales y geográficos que tenía Rusia desde la etapa feudal hasta el periodo capitalista, la lucha contra el poderío de los Estados Unidos, para restablecer la hegemonía de Rusia en todo el mundo, sobre todo en Europa Occidental, una alianza estratégica de largo plazo con China para imponer una nueva dominación en la región euroasiática, entre otros elementos.

Dugin postula la necesidad de que Rusia establezca alianzas con Irán, Turquía, Kirguistán, y en general con todas las poblaciones o ciudades en los que existan grupos sociales de origen, ascendencia o etnia rusa, para organizar un gigantesco movimiento social y político que comprende no solo la región de Europa Occidental sin la zona de eurasiática en general, es decir, regresar a los fundamentos territoriales, políticos e ideológicos que tenía la Rusia histórica, a efecto de mantener y preservar sus valores espirituales y sociales para enfrentar a los valores de la llamada civilización occidental, en donde la Federación Rusa desempeña un papel fundamental, ya que está ubicada en una región privilegiada desde el punto de vista geográfico, es decir, está ubicada entre Oriente y Occidente, afirmando que Rusia es la “Roma eterna”, heredera de una civilización muy rica y variada, Rusia debe impulsar una auténtica revolución espiritual y cultural que se regrese a los valores del pasado, impulsando una política de superioridad racial económica y social contra Occidente, por la entronización de una especie de populismo antiguo en el cual las nociones religiosas tengan primacía.

Este ideólogo se define a sí mismo como trotskista o cristiano, enemigo de la globalización, amigo de las políticas de William Trump, defiende que Rusia es un país cristiano occidental, pero no comunista, el cual tiene la necesidad de asegurar sus fronteras, preservar las herencias que dejó la Rusia antigua que luche por la depuración espiritual, es decir, por la universalización de los derechos humanos, en especial contra los derechos de las minorías sexuales, la construcción de una nueva sociedad en la que prevalezcan los profetas, los sacerdotes, los guerreros y que se fundamente en la identidad más profunda de los pueblos, es decir, en sus raíces ancestrales.

Por lo tanto, fiel a esas concepciones, Duguin aplaudió la decisión del gobierno de Putin de considerar a Bielorrusia, como un estado vasallo, es decir, que carece de independencia política, es decir, sometido por completo por el Kremlin, justifica la invasión a Ucrania afirmando que Ucrania y Rusia son en realidad una sola nación porque tiene una enorme identidad cultural e histórica y ha respaldado la actitud del Patriarca Kiril, líder de la iglesia ortodoxa que se ha erigido como el más fiel servidor y apoyador de las políticas de Putin, a cambio de cuyo tratamiento ha recibido grandes concesiones en materia educativa, social y hasta económica, por medio de exenciones fiscales, permisos para realizar inversiones, obras servicios y otras.

Duguin, igualmente, se califica así mismo como un populista integral, que es enemigo no solo de la izquierda comunista sino también de la derecha neoliberal y busca un comunismo nacional que sea la plena expresión de la rebelión contra la modernidad capitalista, pero que se apoye en la más profunda identidad de los pueblos, señalando que es necesario escuchar el clamor de la muchedumbre.

Especialmente, considera que la restauración del viejo estado ruso en Europa Occidental traería consigo una resistencia, una oposición a estos planes, pero finalmente se lograría este objetivo por medio de cambios de carácter cultural que hagan notar ante los pueblos que la civilización europea es alimentada en una parte sustancial por la cultura y los valores de la Rusia atrasada teniendo que reconocer que es la cultura madre de todos esos países.

Las concepciones de Duguin hacen tabla rasa de la evolución económica, social y política que ha tenido Europa desde el establecimiento del feudalismo hasta la formación de los grandes estados nacionales, de la aparición de la revolución industrial y del sistema capitalista que se ha desarrollado en esta región del mundo, de la gran trascendencia que tuvo la gran Revolución Socialista de Octubre, de la edificación de la Unión Soviética, como el primer país socialista y de la democracia populares y ahora trata de regresar al pasado feudal o semifeudal, a la etapa de los zares, al periodo en el cual la iglesia ortodoxa tuvo una gran influencia no solo espiritual, sino también política. Para él estos grandes cambios no tienen importancia, tomando en cuenta el panorama general del mundo. Niega, por ejemplo, las grandes aportaciones que hicieron Grecia, Roma y Bizancio y también los pueblos visigodos y árabes.

Desde el punto de vista político, esas afirmaciones esquizofrénicas pretenden revisar la geografía política de Europa Occidental, la desaparición de los estados nacionales europeos, la abolición del sistema capitalista mediante una supuesta superioridad moral e histórica de Rusia y no merced a la lucha de los pueblos y los trabajadores en particular y la desaparición casi automática de los grandes monopolios aduciendo razones de carácter cultural o moral, de una cierta supremacía racial, similar en su contenido con el concepto de la “raza aria” de los alemanes nazis, reivindicado una serie de causas políticas que si bien existieron en el pasado, ahora han dejado de existir persistiendo, un sistema económico social debidamente estructurado que tiene no solo fortaleza financiera y tecnológica, sino también militar, que ha establecido una sólida alianza con el gobierno de los Estados Unidos.

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