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Apuntes sobre la regresión política, ¿México en ese camino?

 

 

 Por: Federico Piña Arce

 

Entre la Primera y Segunda Guerra Mundial, ambas del siglo pasado (1914, 1940), producto de la crisis económica que sucedió a la primera y abrió espacio para la segunda y ante la incapacidad de la burguesía y del imperialismo para reactivar la maquinaria de producción, surgió un movimiento social que, con banderas de izquierda, incluso formando “partidos socialistas”, produjo un movimiento totalitario, militarista, que sobre la base del desarrollo de las fuerzas productivas inactivas, desató una terrible Guerra Mundial

El período entre guerras produjo gobiernos que desataron una ola de sangre y terror sobre el pueblo trabajador, desde dos aspectos. Uno, reprimiendo con saña inaudita las expresiones de la ideología de la revolución socialista, es decir del marxismo y el leninismo, entre la clase obrera y el movimiento social, y, segundo, utilizando como carne de cañón a la clase obrera y a importantes sectores del lumpen proletariado, para llevarlos al frente en la conflagración mundial en que se enfrascaron los gobiernos burgueses.

Estas expresiones se dieron sobre todo en Alemania, Italia y España, pero simpatizaron con ellos amplios sectores en Francia, Bélgica, Grecia. Tuvieron su sustento en la incapacidad de la socialdemocracia para salvar al modelo capitalista de producción y reactivar a la economía controlando las movilizaciones que la lucha de clases producía.

Es importante señalar núcleos importantes de trabajadores, junto con sectores de la clase media, los monopolios y la oligarquía financiera dieron sustento y base social a esos gobiernos, que instalaron regímenes totalitarios, teniendo como base central el militarismo, es decir, la militarización total de todos los sectores. Los militares de esos países dominaban y controlaban lo mismo la distribución de alimentos, como de medicamentos, las aduanas, la producción de activos estratégicos, no sólo para la guerra, sino sobre todo para incentivar la producción y lograr que la burguesía recuperará a ritmos acelerados las tasas de ganancia pérdidas durante la guerra.

Los “principios” en que se sustentaron estos gobiernos tienen que ver con la exaltación de valores como la patria, la raza, para mantener sometidas a las masas. Sus líderes sostenían simultáneamente dos opiniones sabiendo que eran contradictorias en la mayoría de las veces, pero con base en un poderoso equipo de comunicación, que se volvía de tergiversación, lograban que la gente creyera lo que el líder decía.

Tenía como lema: “el objeto del poder es el poder” consigna que transformaron en principio. Asimismo, promovían el poder de la mentira y la propaganda, las fantasías historicistas, las movilizaciones de masas, siempre y cuando ellos las controlaban, el culto a la personalidad del amado líder, que el ágora, la plaza, los palacios o el campo hablaba en nombre del pueblo y siempre tenía la razón, porque a ellos no los movía la ambición del dinero, de hecho, detestaban los lujos y la vida que se daban los potentados.

Lo importante a destacar es que el fascismo, nombre que surgió en Italia, no era sólo un régimen totalitario. Ni siquiera era sólo militarista. No, lo importante es que era y es un movimiento de masas. Se finca en una rígida disciplina y un apego total a las directrices que emanan del líder máximo. Es un espíritu militarista que trasmina a la sociedad en su conjunto, un nacionalismo identitario. Regímenes que desarrollaron un fuerte victimismo, “alguien es el culpable de la situación de corrupción y miseria de la sociedad”. En Alemania, primero fueron los judíos, después los comunistas, al final cualquier opositor a los designios del “movimiento”.

Los gobiernos fascistas veían y ven a la violencia como una regeneración, un rejuvenecimiento social, sostenía que “la guerra es la paz”, la libertad individual es esclavitud, y se apoyaban y apoyan en el 10 por ciento de inteligencia, es decir la ignorancia de los súbditos es la fuerza del amado líder. Veamos, sino, las escenas de brasileños rogando a los militares que impidan la asunción del gobierno de Lula.

En Alemania, en Italia, España y después en Chile, Argentina, etc., el líder siempre tiene la razón y siempre la tendrá, porque está purificando a la sociedad, la está limpiando de los males y los estorbos que impiden el desarrollo de las fuerzas productivas. La lealtad mutua, verdadera o ficticia entre el amado líder y el pueblo, en tanto que el líder es la voz del pueblo, es el fundamento de estos gobiernos, “nuevos regímenes” repetían y repiten sus portavoces: Goebbels y muchos otros.

Los gobiernos fascistas no modificaron el capitalismo ahí en donde se instalaron. Por el contrario, fortalecieron a los monopolios y los grupos oligárquicos, organizando a los sectores productivos bajo el esquema de terror y la sumisión absoluta a los dictados del líder, sujetando a las masas trabajadoras al ritmo de la recuperación de las tasas de ganancia.

Sobre esa base, al capitalismo alemán, italiano, español, japonés, los fue difícil reconstruir el modelo de producción posguerra. Además, el fuerte impulso que les dieron los planes de reconstrucción que, comandados por los gobiernos estadounidenses, dirigidos a recuperar las cadenas de producción, y manteniendo en la sumisión al movimiento obrero.

Las líneas gruesas del movimiento social en que se fincan los gobiernos que convergen hacia el fascismo, se observan con claridad en Brasil, Venezuela, Italia. Así como se vieron y se ven aún con mucha fuerza en Chile. Movimientos sociales fuertemente enraizados con base en un anticomunismo declarado. Regímenes que tuvieron como líderes a políticos que ejercieron el control absoluto de la sociedad y las instituciones que la burguesía ha permitido construir.

En esas sociedades se instaló el “neo lenguaje”, que permitió a sus líderes decirse de “izquierda”, incluso fundar “partidos socialistas”, pero aplicar políticas totalitarias, conservadoras y de extrema derecha. Regímenes que siempre encontraron “enemigos” reales o ficticios, para atizar el fanatismo de sus seguidores y la cúpula de sus movimientos. El neo lenguaje que garantizaba impunidad política, ya que los líderes y gobernantes son garantes de construir una nueva sociedad con base en la pureza, la anticorrupción, la “limpieza social”, etc.

El neo lenguaje implica cambiar las banderas tradicionales de la llamada izquierda, desfigurar principios y luchas, apretar el control de los movimientos sociales, para que se muevan en torno a los llamados de los líderes. Despreciar y combatir la movilización independiente de los movimientos, las organizaciones, sociales, los sindicatos, regular la vida de los partidos, tanto la interna, señalando candidatos, pugnas, desviaciones, como la pública, acusándolos de enemigos del gobierno, de conservadores, etc.

La exacerbación de la lucha de clases, produce fenómenos que muchos ven, pero se niegan a aceptar que esa sea el verdadero motor en la modificación de los escenarios políticos, económicos y sociales. La lucha de clases, se manifiesta en todos los espacios de la sociedad y determina en grado sumo las decisiones de unos y otros.

La lucha de clases pinta los escenarios, cubre de azul a Europa, en dónde los grupos declaradamente de extrema derecha, incluso pro fascistas, están llegando al poder y amenazando con una noche oscura a las organizaciones de los trabajadores y las sociales en general. La llegada de la extrema derecha pro fascista a l poder en Italia, sólo es el inicio de una oleada regresiva en los países de la comunidad europea. Vox en España y la extrema derecha de Le Pen en Francia pronto estarán gobernando.

En nuestro continente se saluda que se esté “pintando de rojo”. Sin embargo, la llegada de gobiernos de supuesta “izquierda”, no significa un cambio radical el modo de producción. La economía mundial está entrando en un proceso de crisis aguda. Inflación, escasez de empleos, vivienda digna, servicios de salud, recesión, crisis, es lo que se observa en el horizonte de mediano plazo y ni los partidos tradicionales de la derecha, ni tampoco la socialdemocracia saben o pueden resolver los graves problemas que las sociedades enfrentan.

Los que más sufren, los siempre explotados, los que nada tienen se desesperan, no existen organizaciones políticas que los representen. Las existen, las tradicionales, sean de derecha, “izquierda” o socialdemócratas, carecen de respuestas. Y el recrudecimiento de la crisis pone en una situación de límite a los trabajadores, es decir la mayoría del pueblo.

La desesperación, junto con la profunda alienación que las masas trabajadoras han sufrido a lo largo de muchas décadas, las hacen voltear a supuestos líderes iluminados, que envueltos en mantos de sacra pureza, prometen, vanamente, transformación, cambio, regeneración. Pero en realidad actúan con la consigna de rescatar las economías del capitalismo, mantener la tasa de ganancia. En fin, salvar al sistema, que significa salvar a la burguesía, los monopolios y la oligarquía, sobre la base del control de las sociedades.

La militarización es un paso decisivo en la regresión. La acentuación de la crisis, significará menos espacios de actuación de la derecha y la socialdemocracia. La izquierda, o lo que se llama “izquierda”, en su cretinismo parlamentario, no pude, no quiere detener la regresión. Sólo los comunistas y su partido, el partido de la revolución socialista puede y debe detener la regresión, cuyas líneas gruesas están a la vista de todos.

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