La teoría marxista y el partido obrero
Por: Federico Piña Arce
Ante los diversos hechos que se han producido en el país, tanto la prensa, los medios masivos de comunicación, como los políticos y los intelectuales de derecha y en el poder se han dado vuelo, describiendo, detallando, “analizando”, sus supuestas causas, motivos o direcciones. Todos lo hacen desde diferentes ópticas.
Unos supuestamente defendiendo “las instituciones”, “la democracia”, “las libertades”, etc., etc. Otros, desde una supuesta lógica ciudadana se tratan de colocar en medio de los partidos y los políticos y reclaman en esencia lo que los primeros postulan. Por último, están los medios y los intelectuales orgánicos del poder que intentan demostrar las bondades de los dichos, ocurrencias y políticas de la socialdemocracia.
Sin embargo, las tres ópticas, aparentemente encontradas, se unifican en los hechos, ya que las tres responden a los intereses de clase de la burguesía, de la oligarquía financiera y de los monopolios. No existe en la geografía política nacional nadie, excepto los comunistas, con las tremendas censuras que les imponen los dueños de los medios masivos de comunicación y las instituciones de la burguesía, que estén señalando, analizando, extrayendo las verdades de cada acontecimiento.
Así, mientras el país se cubre de un terrible baño de sangre, , mientras las ganancias de los monopolios y la oligarquía financiera no sólo se mantienen, sino que se incrementan cada año de este gobierno socialdemócrata, los pobres siguen aumentando, la pobreza extrema crece, la pobreza laboral se intensifica, los servicios básicos para la población trabajadora son escasos y de mala calidad, la inflación supera con rapidez cualquier aumento de salario, los ritmos en los centros de trabajo son cada vez más intensos y la precariedad aumenta.
Y de esto nadie habla, tampoco hacen sesudos análisis los intelectuales orgánicos del poder y de la derecha. Los partidos de la burguesía empeñados en la defensa de sus intereses cupulares, buscando como quitarle el poder al partido gobernante, pero no para garantizar mejores condiciones para la clase trabajadora, sólo se empeñan en la crítica de las poses, los dichos y los disparates del gobernante en turno. Del pueblo trabajador, sus intereses, sus sufrimientos, sus penalidades, nadie se ocupa.
La socialdemocracia en el poder, haciendo ostentación vergonzosa del uso indiscriminado de los recursos públicos, teniendo sumiso al poder legislativo y copando hasta asfixiar al poder judicial, por cierto, desbordado por la corrupción, sólo está interesada en mantener el poder político, constituirse en un poder autónomo e intentar disputar a los sectores más débiles de la burguesía, espacios para seguir engañando acerca de los supuestos beneficios de acciones y obras supuestamente en beneficio del pueblo bueno.
Los otros partidos de la burguesía, sometidos a la dinámica de las llamadas “conferencias mañaneras”, y cruzados por las pugnas interburguesas, que no son tan agudas, por cierto, sólo atinan a concentrarse en torno a la defensa de las instituciones como el Instituto Nacional Electoral (INE), organismo cúpula de la partidocracia burguesa, pero sin intentar una verdadera transformación popular de ese Instituto, una que permita la participación igualitaria de los partidos obreros, destacadamente del Partido Comunista de México.
A los comunistas si nos interesa cambiar al INE. Pero una transformación verdadera, profunda, democrática. Una que no “condicione” el registro de las organizaciones políticas, ni les imponga condiciones que sólo benefician a los partidos burgueses, es decir a la partidocracia.
Estuvieron en nuestro país los representes del poder monopólico internacional. Tanto Joe Biden como Justin Trudeau representan abiertamente los intereses del poder monopólico transnacional. Y AMLO los recibió con total sumisión. Desde Washington se impone la política migratoria, esa que sólo beneficia a las empresas que requieren mano de obra barata, pero la quieren bajo sus condiciones. Una política migratoria que sólo atraerá a más hermanos migrantes, miles de los cuales tendrán que quedarse en México. Es decir, una política migratoria contraria a los intereses de los trabajadores de México y Centroamérica.
¿Qué dicen los “formadores de opinión” y los intelectuales de la derecha?, nada, callados, celebrando que Biden y Trudeau estén en México, regocijándose en fotos, reportajes y “análisis”, todos a favor del imperio. ¿Qué dicen los intelectuales orgánicos del poder político?, nada, celebrando que Biden haya aterrizado en el AIFA, calificándolo como un gran logro del gobierno. AMLO declaró que “le parecía bien” la política migratoria del gobierno estadounidense. ¿Y los intelectuales del poder? Callados.
En medio del más terrible derramamiento de sangre que el país haya visto, después de un intento fallido, que quedo en el ridículo, por fin el gobierno actual logra la detención de Ovidio Guzmán, uno de los hijos de El Chapo Guzmán. ¿esta detención representa una victoria de la socialdemocracia contra las bandas de la delincuencia?, no. Ovidio no es uno de los principales dirigentes de las organizaciones delincuenciales, es, en todo caso, el capo más mediático, por eso su detención no cambiará en nada la estructura empresarial de los Cárteles de la droga.
Estos seguirán reclutando a sus miembros entre la clase trabajadora, sea por las buenas o por las malas. Seguirán destruyendo el tejido social de las comunidades, continuarán envenenando los cuerpos y las mentes de nuestros jóvenes, la mayoría hijos de la clase trabajadora. ¿Qué dicen los intelectuales y los formadores de opinión de la burguesía, sean del poder económico o del poder político?
Los primeros sólo se empeñan en criticar la falta de estrategia para combatir al crimen organizado, pero sin aportar los análisis que coloquen a la población trabajadora como la verdadera víctima de la acción sangrienta de las bandas criminales. Los intelectuales orgánicos del poder político saludan la detención de Ovidio y anuncian el fin de la estructura criminal que supuestamente dirige. Pero de los daños hacía el pueblo trabajador, la destrucción de la vida de las comunidades, de la migración de poblaciones enteras, entre ellas de las más pobres del país, de los miles de muertes de jóvenes, casi todos de las zonas más abandonadas, cuyas familias se debaten entre la miseria y la pobreza extrema, no dicen una palabra.
En la Ciudad de México, en lo que va de este gobierno “de la transformación” se han producido cuando menos dos graves accidentes en donde han perdido la vida hombres y mujeres de la clase trabajadora. En ambos casos, la víctima es la candidata, al parecer preferida de AMLO, pero no los muertos de la clase trabajadora. A la primera, todo el apoyo presidencial, a los segundos unos centavos para que callen su dolor y todo en santa paz. Y tanto los articulistas y políticos de derecha como los socialdemócratas tratando de llevar agua a su molino, pensando en el poder y nunca en las víctimas, total son parte del “pueblo bueno”, carnada electoral, ¡¡qué importan!!
Y ahora la profundización de la militarización. “vigilan” más de seis mil elementos de la guarida nacional las estaciones del metro. Así se decide que nos es por la ineficiencia de la administración de la gobernante favorita de AMLO, es por “actos de sabotaje”. Así los militares “vigilan” a los trabajadores del metro y esculcan las pertenencias de los usuarios, para encontrar elementos del supuesto sabotaje. La militarización, algo que agrada a la socialdemocracia.
Ante este panorama en dónde la ideología burguesa domina, aliena, reprime, a través de sus medios masivos de comunicación, de la propaganda socialdemócrata, la población trabajadora es mediatizada, dominada, controlada por los monopolios, la oligarquía financiera y la burguesía. Ante la lluvia de noticias y dichos, la verdad se esconde y los trabajadores están sujetos a esta tormenta de dichos, mentiras y engaños.
Ante estos hechos, crece la importancia de que los obreros y la clase trabajadora en general, cuenten con instrumentos propios para analizar, discutir y generar líneas de acción que les permitan organizarse como clase para dar la lucha definitiva contra el capital, ese poder que los oprime, explota, aliena y corrompe.
Uno de ellos, el más importante, es la construcción del partido obrero, el partido revolucionario, el partido de los comunistas. El partido comunista porta la ideología del marxismo, el principio central del partido comunista es el de alimentar la ciencia proletaria, es decir el marxismo, y difundirla entre la clase obrera y los trabajadores en general, a través de sus medios de comunicación, entre ellos destacadamente El Machete.
Si el partido comunista no ejerce su función de vanguardia, las posibilidades de una orientación socialista en la clase obrera se diluyen. Es decir, la tarea central del partido es organizar a la clase obrera y a los trabajadores en la ideología del marxismo, la única que permitirá a la clase asumir su papel de transformación de la sociedad, para construir una sociedad igualitaria, sin clases sociales.
Lo que distingue al partido obrero de los partidos burgueses es que plantea a los trabajadores una clara declaración de principios revolucionarios y no un programa con una larga lista de reivindicaciones, demandas, propuestas todas echas en los marcos de sistema de explotación capitalista.
El partido comunista es el intelectual orgánico y vanguardia de la clase obrera y del pueblo trabajador. En este papel de intelectual de la clase obrera, debe aportar al proletariado las bases de un socialismo-comunismo vigoroso, debe aportar una nueva concepción de la historia, la concepción marxista, materialista. Porque el marxismo demuestra que la humanidad se verá liberada de las calamidades que azotan a la sociedad burguesa, no por las buenas intenciones de las personas, sino por medio de la lucha organizada de los proletarios.
El marxismo enseña a la clase obrera a adquirir conciencia de sí para sustituir los ensueños por la ciencia y lograr la verdadera transformación social, la revolución socialista. El marxismo desenmascara a los supuestos soñadores que engañan a los trabajadores, afirmando que los capitalistas entenderán que la explotación es inhumana, por lo que limitarán sus ganancias y así habrá paz y bienestar.
El marxismo enseña a los obreros y a los trabajadores que la lucha de clases es una lucha política. Que el incremento de salarios, la reducción de las jornadas de trabajo o el aumento de los períodos de vacaciones y descanso, así como el acceso a la seguridad social, no son concesiones graciosas de los patrones y su gobierno, sino reivindicaciones políticas de los trabajadores. Enseña que la lucha central no es económica, es política. Y por eso los obreros deben construir sus propias organizaciones políticas, es decir construir su partido, el partido comunista, vanguardia de la clase obrera. Como señalaba Marx, basta de interpretar los hechos, lo que hace falta es transformarlos hacia el socialismo-comunismo.