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Avelina Lésper: rebélate, consume, compra.

 

 

Feria del Libro Tijuana 2023

Por: Alfredo Valles

 

La Sala Federico Campbell del Centro Cultural Tijuana (Cecut) estaba saturada, con cierto bullicio. Había una atmósfera de expectación. En todo espectáculo –¿una Feria del Libro tendría que limitarse a esto?– el éxito del mismo depende de la colaboración entre intérprete y público; esa colaboración puede ser de empatía o antipatía. Unos minutos después de la hora de inicio señalada, Avelina Lésper apareció en el escenario. Todos los elementos estaban dispuestos.

El puño levantado en señal de “rebeldía”, una alocución de pie de la que cuesta trabajo recordar alguna reflexión profunda que fuese más allá de apelar con acierto a las emociones de los espectadores, a picar sus ilusiones o prejuicios. Estos espectadores, de una esquina o de otra, deberían tener en cuenta que lo que han presenciado no es sino una de tantas representaciones del mismo acto. Quien haya leído hace 10 años a Lésper encontró un gabazo de lo mismo el domingo.

Por un lado es preciso destacar algo. Durante cerca de 30 años la producción artística que en términos de identificación se circunscribe a la denominación de arte contemporáneo ha tenido tal volumen de capital detrás, tal influencia y exposición, que sin duda estableció una hegemonía en el ámbito del arte. Está claro que este tipo de producción no es la única que se realiza en México y el mundo. ¿Qué necesitan los damnificados de este fenómeno para hacerle frente y no sucumbir?

Bueno, una respuesta a esto se encuentra a la vista de todos. Lo que se requiere es contar con un caballo de batalla, que mejor que una heroína en tiempos de consenso feminista. Que ejerza de justiciera moralina y desempeñe el papel del rebelde capitalista contra… el opresor capitalista. Ella dice, más o menos, “los curadores son vendedores”. Bueno, digamos que tiene parte de razón. Ahora, Avelina también es una vendedora, ¿podemos identificar de qué?

Avelina parece encontrarse en la cumbre, después de 10 años, pero eso precisamente es la confirmación de sus límites. Ella no puede ir más allá de ser una variante del encantador, que estriba en apelar de nuevo al deleite y la supuesta liberación que implica el objeto, la cosa, la mercancía. Ella afirma que la mejor cosa u objeto es aquél basado en la belleza y la ética de trabajo, pero ¿qué acaso eso no es lo mismo que sostiene en esencia todo marchante, todo capitalista? Sin duda. Además, bajo el capitalismo, todo líder de opinión no es sino representante y vocero de la burguesía, o de fracciones de la misma; o del proletariado y los trabajadores; o bien de una clase que francamente agoniza y se encuentra ante una disyuntiva, la pequeña burguesía

Con el obradorismo, lo que se ha puesto sobre la mesa es una transformación, no pongamos adjetivos ni ahondemos por el momento en el tipo de cambio que representa; el viejo envase del arte contemporáneo transita por adecuaciones; e impulsos para revitalizar y resarcir la producción pictórica o “tradicional”, que cuenta también con poderosos mecenas y colecciones, tienen en Lésper a su vendedor idealizado, impoluto, pero también igual de decrépito detrás de la máscara.

Señalaré tres últimas observaciones a propósito del acto de Avelina Lésper en la Feria del Libro Tijuana. La primera, ella puede enunciar e indicar una serie de anomalías o aspectos controversiales de la práctica creativa, pero no puede ni comprenderlos ni propiciar su comprensión. Segundo, el formato de su presentación el domingo indica la incapacidad de Avelina para ir más allá del slogan. Tercero, el arte debe trascender la pugna interburguesa, no puede ser confinado al campo de reacciones entre fanáticos, de apologetas de una mercancía duradera (y ¡moral!) vs. apologetas de una mercancía efímera.

Después de reflexionar sobre la impotencia de la adjetivación y del personaje de la industria del entretenimiento, cabe puntualizar que Avelina no es sino una más de tantas salidas falsas a las inquietudes genuinas que pueden manifestarse tanto en el arte como la vida. La solución no es rebelarse, consumir y comprar pintura o grabado. ¿Por qué en México nos entusiasman tanto los sacerdotes de púlpito? Analizar y romper con los más variados dogmas es la verdadera rebelión.

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