Cd. Juárez: Donde la cuestión migrante revela su carácter de clase
Por: Abdel García
De Tijuana en el pacífico, a Matamoros en el golfo, una cortina de hierro ha descendido sobre el continente.
Para alguien que desconoce la frontera, llegando a Ciudad Juárez notará la vista imponente de esa cortina de hierro; la presencia represiva de oficiales y militares; grandes aduanas que permiten el relativamente libre paso de mercancías inanimadas, mientras obstruye el paso humano; verá un río dócil y chico, drenado de cualquier grandeza en servicio del lucro privado; más hoy verá una masa de hombres, mujeres y niños empobrecidos, lejos de sus hogares y familias, acampando sobre los puentes internacionales, las calles o a las orillas del río bravo/grande. Sin duda un paisaje antinatural que atenta contra cualquier sensibilidad humana. Bajo ese panorama la burguesía y sus Estados a ambos lados del río atentan contra la vida de esa masa de trabajadores en tránsito.
En Juárez, naturalmente, se ha privilegiado la propiedad privada y los intereses colectivos de la burguesía por encima del bien social y las vidas de la clase obrera. Los migrantes han sufrido persecución continua por el municipio. Bajo el presidente municipal Cruz Pérez Cuellar, expanista y ahora de MORENA, se ha fomentado un aire de xenofobia que la patronal y la pequeña burguesía han alentado. Son desalojados forzosamente de los espacios que han ocupado los migrante. Los casos de los campamentos al lado del río y de las instalaciones del Instituto Nacional de Migración (INM), y el antiguo, abandonado, Hotel de Luxe sirven como algunos ejemplos. Se hacen alusiones a una supuesta irrespetuosidad de los migrantes ante la ley y se permea la idea de que gran parte de la población en condición de movilidad activamente comente delitos menores de robo y asaltos. Pequeños empresarios y comerciantes rencorosos se vuelven los popularizadores principales de la idea de que los compañeros migrantes son “huevones”, sin poder comprender por qué les rechazan ofertas de trabajos precarios y mal pagados, hasta por debajo del salario mínimo. Otros que esforzadamente han podido recibir permisos de trabajo entran al sector formal, pero igual, en los empleos menos remunerados, con pocas prestaciones y protecciones. Todo a la vez que dependen de sus empleadores para hacer los tramites de los permisos. Casi reduciéndolos a siervos atados su señor. Ni hablar de los ataques y hostigamientos que pueden y han recibido de elementos reaccionarios de la sociedad, por encima de los abusos de organismos represivos como la Guardia Nacional o el ejército. Sumado a todo eso no se puede olvidar el terrible crimen de Estado que se cometió al permitir la muerte de 40 o más compañeros y compañeras en el incendio del centro de detención del INM. La culpabilidad de todos estos sucesos y actos criminales no son únicamente de todos los niveles del Estado mexicano, sino también del gobierno estadounidense porque ambos representan el poder y consenso de la burguesía que somete a los trabajadores migrantes a estas condiciones. Las políticas antinmigrantes y antipopulares son unas y las mismas.
Uno vera, caminando por la orilla del río bravo o cruzando por el puente Paso del Norte/Santa Fe unos murales, dirigidas hacia el lado estadounidense, con las consignas “¡Ni muros, ni militares!”, “Palestina Libre”, más otras con el mismo espíritu. Esas imágenes dan una idea de un trasfondo social que expresa todo lo opuesto a la realidad degollante impuesta por el capitalismo. Algo alentador ha sido la solidaridad de secciones de la clase obrera y sectores populares de Ciudad Juárez, brindado comida, ropa, ayuda y defensa a sus hermanos y hermanas de clase. Tal vez no sea percibido de tal forma por todos los que lo hacen, pero sin duda es una bella expresión orgánica del internacionalismo proletario. Todo obrero, con una conciencia de clase ha de esforzarse en extender ese sentimiento solidario entre nuestra clase y combatir toda tendencia reaccionaria. Porque los migrantes arribados a esta frontera en estas condiciones no son empresarios, terratenientes o banqueros que tienen el lujo y privilegio de volar y pagar el tramite de una visa. No, son nuestros hermanos y hermanas obreros, campesinos, amas de casa, las clases trabajadoras.
Es ahí donde se ha de buscar la solución, en la fuerza colectiva del proletariado internacional. No simplemente en su resistencia sino lanzándose por la conquista de un nuevo mundo. Por una sociedad garante de una vida digna para todos, independientemente de nacionalidad. Por una economía social, racionalmente planificada, que satisfaga las necesidades de todos y no los lujos de una minoría. Cuanta violencia se evitaría, si todos tuvieran el libre paso de una tierra o otra, si todos pudieran acceder a una vivienda o espacio temporal, si a todo niño se le abriera libremente las puertas de la educación, si toda persona se le otorgara empleo digno siendo nativo o extranjero, si las fronteras perdieran todo sentido. Por ello se ha de luchar y se aspira. Es únicamente el socialismo-comunismo construido por el poder de la clase obrera podrá realizar todo ello, poniendo un fin a la miseria y explotación que los trabajadores de todo el mundo sufren, acabando con todas las presiones que nos despojan de nuestros hogares.