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Raíces Profundas De La Inestabilidad En El Medio Oriente

 

 

Por: Héctor Ramírez Cuéllar

En el momento de redactar ese comentario, estamos informados que el gobierno de Israel ha lanzado intensos bombardeos en la Faja de Gaza y se han producido enfrentamientos con Hezbolá, grupo armado localizado en el Líbano, mientras el gobierno de Siria anunció que entrará a una nueva guerra, todo ello en el marco de las agresiones que produjo HAMAS entre la población israelí, hace 15 días, cuyas características no se pueden precisar ya que mientras algunos medios de comunicación se refieren a la realización de una gran masacre de civiles, otros tratan de reducir las dimensiones y la gravedad de estos hechos en el marco de la propaganda política que se activó de inmediato, en el marco de este nuevo capítulo político que amenaza con extenderse al resto de los países que se encuentran ubicados en el Medio Oriente.

Estos trágicos acontecimientos indican que la creación del estado de Israel, suscitada en el año de 1948, con el auspicio de Naciones Unidas, generó o más bien mantuvo o enmascaró un conflicto político que tiene una enorme seriedad, y complejidad, cuyas bases nunca fueron removidas por la diplomacia de las grandes potencias capitalistas, encabezadas por el gobierno de los Estados Unidos, con la complicidad de la Gran Bretaña, conflicto que ahora simplemente se revive, surge de nueva cuenta, poniendo en peligro a la paz en virtud de la gran importancia estratégica que tiene el Medio Oriente y que sin duda puede repercutir en otras zonas del planeta, en el marco de una nueva lucha interimperialista que pugna por un nuevo reparto del mundo, en zonas de influencia, entre las grandes potencias rivales actuales.

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En aquel año se afirmaba que con la creación del estado de Israel y el reconocimiento del estado de Palestina, conviviendo armónicamente entre sí judíos, árabes, musulmanes y cristianos, se ingresaría a una etapa de paz, cooperación económica y social y que las profundas diferencias que tenían los dirigentes de esos pueblos se podrían enfrentar y resolver por medios pacíficos, en el marco del nuevo marco internacional que se creó después de la Segunda Guerra Mundial. Pero esto no fue así, ya que el mundo entró a la etapa de la guerra fría, continuo la presencia de las grandes potencias europeas coloniales en África, Asia y América Latina, sometiendo y explotando a sus pueblos, menospreciándolos como pueblos y comunidades que no podían gobernase en forma autónoma por lo que requerían la intervención, el protectorado, como fórmula jurídica, de alguna o algunas de estas potencias, que serían garantes de la efectividad en el cumplimiento de los acuerdos entre los países en conflicto.

El gobierno de los Estados Unidos, desde un principio, faltó a su palabra y respaldó en todos los terrenos al gobierno de Israel con el objeto de que se convirtiera en la potencia hegemónica en Medio Oriente, otorgándole, entre otros apoyos, la posibilidad de fabricar y poseer armas atómicas, lo que creo un gran desequilibro político en la zona, tratando de someter y subordinar a los países árabes que en esas condiciones recurrieron a la solidaridad de la Unión Soviética. Se permitió que de una manera sistemática, por ejemplo, se anexara territorios que históricamente habían sido propiedad de Palestina, se estimulara la llegada de colonos judíos a esas regiones, despojándolos de sus tierras, casas y otras propiedades, de sus recursos naturales, que se establecieron medidas de contención, hostilidad, exclusión, vigilancia extrema en contra de la libertad y la movilidad de esos núcleos humanos y que en la práctica no se respetara la libre autodeterminación de ese pueblo, que se vio obligado, en grandes cantidades, a emigrar a distintas naciones árabes para vivir en calidad de refugiados.

En la actualidad, el estado palestino, reconocido por la comunidad internacional, entre ellos por México, está esencialmente radicado en la región de Cisjordania, pero se encuentra prácticamente asediado y rodeado por Israel, por su ejército, sus fuerzas policiacas, por lo que no puede ejercer autónomamente sus intercambios comerciales, los movimientos de sus ciudadanos y sufre una vigilancia constante precisamente para que no pueda fortalecer sus relaciones con el resto de los países árabes, que son sus hermanos desde el punto de vista histórico, religioso, cultural y lingüístico.

En la Franja de Gaza habitan más de dos millón de palestinos, pero estos están gobernador por Hamas, que es un desprendimiento de la Hermandad Musulmana, primero y de ALFATA, después, habiendo planteado en su momento serias discrepancias políticas con el grupo de Yasser Arafat, pero sufre más restricciones y hostilidades que las que se registran en Cisjordania ya que las fuerzas armadas israelíes mantienen un estricto control migratorio, están a cargo de la llegada y la salida de sus habitantes, viven en zonas marginadas en las cuales carecen de los servicios públicos más elementales, están hacinados en espacios muy reducidos, padecen barreras físicas diversas, como muros, zonas de reservas, alambradas de púas, campamentos, que las impiden ejercer libremente sus derechos políticos como ciudadanos y aunque la ONU ha condenado varias veces esas arbitrariedades, estas continúan de tal forma que se puede concluir que esa población está constantemente reprimida desde el punto de vista político y social y cercada desde el punto de vista territorial.

Tanto en Cisjordania como en Gaza, ha aumentado de una manera constante el número de colonos israelíes que se han asentado en la zona habiendo despojado de sus espacios, de sus viviendas, a los palestinos, con el deliberado propósito de que se incremente el número de los judíos sionistas, muchos de los cuales provienen de Europa y de los Estados Unidos, buscando la desaparición de los árabes, en un plazo relativamente corto, para que predomine políticamente el estado de Israel y de esta manera negar en la práctica el derecho a la existencia de la nación árabe. Estas severas restricciones se observan también en zonas contiguas, como Jerusalén, en donde también se están aplicando esas mismas prácticas segregacionistas desde el momento en que el gobierno de los Estados Unidos consideró en forma unilateral que esa ciudad bíblica era en realidad la capital de Israel y por lo tanto había que cambiar las sedes de las legaciones diplomáticas a la gran urbe que en realidad debe ser considerada como una ciudad internacional en la cual deben coexistir las grandes religiones monoteístas y no sola una de ellas, como lo desean los sionistas.

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En este contexto, por lo tanto, las diferencias políticas entre Hamas e Israel son muy profundas, ya que están sustentadas en elementos de carácter religioso y por lo tanto resulta sumamente difícil que puedan abordarse y superarse con la utilización de métodos pacíficos.

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